El amor es la gran fuerza que nos impulsa a realizar tantas cosas que no sospechábamos que pudiéramos hacer. Pero también el amor vivido en la prisión del rompimiento, en la congoja de la lejanía, nos lleva a realizar tantas cosas que pretenden reavivar la comunión de dos corazones, o tal vez, romper los grilletes que nos mantienen unidos a un alma que se a alejado. Este poema tiene una historia reciente, que me duele, a pesar de no ser actor principal en ella. La historia del poeta atormentado, la mujer arrastrada por el vendaval y el estúpido que con este poema provoca dolor. No hagan caso de mis palabras, es solo un desahogo.
Ya no somos...
Ya no somos aquellos que nos cobijábamos
en la turbia rueda del amor,
ni los que caminaban por la vida
unidos por el estrecho entrelazamiento
de las manos amorosas
y de los flujos candentes
del intercambio de miradas pasionales.
La magia que hechizó
a nuestras horas que bebíamos
sin importar secar al tiempo
se escurrió entre las hojas muertas
de tanta tinta y sangre.
¡Destruye estos versos,
huérfanos de tu calor!
¡Maldice todas las palabras
que se retuercen en el desdén
de tu lectura enojada!
Que la poesía que ahora escribo
es más por rebeldía que por amor.
Te amo, a pesar de todo.
Parzival
Ya no somos...
Ya no somos aquellos que nos cobijábamos
en la turbia rueda del amor,
ni los que caminaban por la vida
unidos por el estrecho entrelazamiento
de las manos amorosas
y de los flujos candentes
del intercambio de miradas pasionales.
La magia que hechizó
a nuestras horas que bebíamos
sin importar secar al tiempo
se escurrió entre las hojas muertas
de tanta tinta y sangre.
¡Destruye estos versos,
huérfanos de tu calor!
¡Maldice todas las palabras
que se retuercen en el desdén
de tu lectura enojada!
Que la poesía que ahora escribo
es más por rebeldía que por amor.
Te amo, a pesar de todo.
Parzival
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