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Razón Orgánica

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  • Razón Orgánica

    30 enero 2012
    Razón orgánica


    Por Ángel Pujalte Piñeiro


    El cabeceo del papalote del analfabetismo funcional agita los nudos que trae enredados en la cola. Lo que expone el calado de la incomprensión de la inteligencia en el país.

    El mitote lo desata descubrir que los políticos no leen.
    Y digo “los”, porque uno tras otro exhibieron sus miserias al tratar de ‘desmarcarse’ acreditando lo ‘malo’ a su competencia. La habilidad para simular y engañar es la herramienta de los políticos. Una enorme es presentarse como depositarios y acaparadores de todas las capacidades y facultades sociales, cuando el problema social de fondo es la falta de inteligencia en su administración.

    Existe confusión entre inteligencia, cultura, arte e intelectualidad y ni siquiera se esta consciente de la razón de fondo de la lectura. Oportunistas aprovechan la ocasión como fácil instante de lucimiento en los medios, al simplemente colgarse de lugares comunes. Por eso en forma simple resulta que “leer es bonito y bueno”. Pero más allá de generalidades y vaguedades nadie señala las razones de fondo de la necesidad de lectura.

    Un renombrado escritor aprovechó para exhibir sus propias miserias. En su extravío cree que los políticos deben leer para no hacer el ridículo al alternar con extranjeros. Lo que es una barbaridad de falso ególatra. El ególatra verdadero se cultiva, fortalece y engrandece a si mismo, sin importarle la opinión ajena. Y el falso cultiva la opinión de los demás y deambula en el mundo con la calidad de molde hueco. El escritor no es inteligente por carecer de contacto con el mundo real, por vivir en un mundo de fantasía. Su fama de novelista no sirve para saber como sacar al país del hoyo y le preocupa más la opinión de unos cuantos extranjeros, que de cincuenta millones de compatriotas.

    Y un editorialista del Universal (Fadanelli), el 23/1/12, en un artículo llamado “Vendo mi conciencia” expone el desorden del desorden. Al reclamar unas “declaraciones referidas a la relación que existe entre la izquierda, la cultura y las artes”. Y remacha que cuando “cualquier intelectual o escritor” declara en “forma radical e infundada”, hace parecer que “la reflexión, el análisis y la cordura no se adquieren con la lectura”. (¿?)

    Lo que es una pifia de apariencia correcta y loable. Primero no se sabe de que habla, quien o qué dijo, solo deja caer su incuestionable sentencia: la declaración es “radical e infundada”. Con: “cualquier intelectual o escritor” descalifica al otro y no a ninguna la idea. Y concluye que “hace parecer que la reflexión, el análisis y la cordura no se adquieren con la lectura ni con el cultivo de las artes y más adelante deja ver que el problema es que alguien dijo que “el Estado compra conciencias a partir de un sistema de becas a artistas y escritores”.

    Defiende el desequilibrio e injusticia de los privilegios alegando que es un desequilibrio social bueno y se declara socialista (sin tampoco definirlo) y crítico (de la crítica). Entre lugares comunes de Estado, gobierno y poder, que no vienen al caso. Para concluir que no encuentra “sentido a lesionar los sistemas de estimulo a las artes, a la creación o a las ciencias” (y ojo) “en países y sociedades donde existe injusticia e inequidad económica”.

    Además de la confusión de campos (izquierda, intelectual, cultura, arte, ciencia y cordura no razón) complica entenderlo que no piensa, sino en vez repite lugares comunes, cosas que nadie discute y acepta en forma irreflexiba. Ardid con el que da a entender una cosa con valor gratuito positivo (reflexión, análisis, cordura) para en los hechos hacer lo opuesto. Aparenta pensar recombinando conceptos diversos con formulas culturales preestablecidas y consideradas aceptables. Lo cual es lo opuesto a ser inteligente, crítico y a preguntar lo que se hace y el por que se hace. No es lo mismo pensar que creer. Pensar se compromete con descifrar el mundo real, creer no.

    Otra fuente de error es la palabra intelectual. Que significa a cualquiera que no trabaja con los músculos estriados. Lo cual tampoco quiere decir que sea inteligente, que es con lo que se confunden. Y también hay que aclarar que el hombre no es un animal racional ni humano. (Humano es el que entiende los problemas y necesidades ajenas). El hombre es un simio bípedo sin rabo, al que si no se le inoculan de fuera esas dos artificialidades, no se le desarrollan en forma espontánea o natural de dentro. El sembrado, desarrollo y cultivo de esas facultades artificiales no es asunto de aparición, evolución, desarrollo o progreso innato y natural, y menos de fe y esperanza ciega, sino es algo que la sociedad debe sembrar y administrar en forma consciente… y es lo que menos hace.

    Así el hombre es un animal al que si se artificializa correctamente, puede llegar a ser útil, valioso, sociable, racional y humano. Y nótese que así despliega tres dimensiones potenciales: animal, emotivo y racional; la las cuales se deben distinguir para no inducir error, como hace el articulista al mezclar arte, ciencia, intelectualidad, ideología e inteligencia, en un contexto de lugares comunes. El arte es emotivo, no racional.

    Así el articulista es absurdo e incongruente hasta la pared de enfrente. Acevera que es un gran pecado afirmar que el gobierno con el CONACYT compra la consciencia de los científicos, y tan solo mentarlo es muy malo ya que: “un país en desarrollo necesita investigación”. Es decir, la necesidad certifica la aptitud, competencia y decencia de los investigadores. Cuando al ser su existencia tan importante para el país, por tener a la vista resultados tan malos, lo que hace procedente es cuidarla y atenderla con la mayor atingencia y no el absurdo que porque es muy necesario entonces cerrar los ojos y oidos para voltear para otro lado y atacar a todo el que los critica. (Así según él, el país avanza y se compone ¿?)


    Son cosas diferentes, pero el que el país se deshumaniza implica deficiencia cultural y artística, que lleva a revisar las razones de fondo de los malos resultados en esos campos. Lo que casi nunca es falta de presupuesto sino por ineptitud y abandono de los encargados. Somos tercermundistas, atrasados o subdesarrollados por falta de inteligencia. La diferencia en la evolución de las sociedades la determina la inteligencia aplicada en sus contactos con el mundo real. Somos subdesarrollados por falta de inteligencia en la conducción del país. Por eso en ese terreno debemos dejar de querer resolver todo aventando dinero a membretes, dejar las simulaciones y empezar a revisar lo que hacemos mal y bien.

    Al respecto un libro llamado “El rompecabezas de la ingeniería, Por qué y cómo se transforma el mundo”, editado por el FCE y con personajes en el comité de selección. Y que no tiene desperdicio ya que documenta una forma de perversión de las creencias. Por ejemplo, ¿saben porque a los investigadores les va tan bien? (porque la sociedad les otorga tanto dinero a fondo perdido), pues por su genética (pet degree de white elephant) y ¿también según ellos, sabe por qué la mitad de nuestra población esta jodida? Porque a los jodidos así les gusta vivir. Lo que es una paradoja grave en suplantadores de la Ingeniería Civil, porque ésta es la que debe ir a rescatarlos. México esta de rodillas y no sale del subdesarrollo por falta de Ingeniería Civil. En El rompecabezas de la ingeniería, hay tanta deformación conceptual que los diagnostica como insociales e inhumanos. Es decir, mal artificializados. (Con complejo de ser la cúspide del desarrollo y evolución).

    Investigadores que no investigan y son consentidos de los políticos, porque fungen como una forma de razón orgánica. Es decir, ellos en vez de pensar lo mejor para el país, funcionan como razón orgánica, como una razón que impide el cambio, una validadora del statu quo, como alcahuetes de los políticos o particulares que paguen (Extras de sus becas). Los depredadores sociales cuentan con las indulgencias que venden. Para muestra un botón, más de 80 investigadores de 23 Institutos de Ingeniería por 25 millones de pesos santificaron la pifia del aeropuerto. Al respaldar a ignorantes mal intencionados traicionan a la razón, su ministerio y a la sociedad que con sus miserias los mantiene. A la ingeniería no porque no son verdaderos ingenieros.

    Otra forma de razón orgánica (que se opone al cambio) es como la del autor del artículo. Que pudo ser pagado o no, por lucimiento, dinero o posición. Que presume capacidades inexistentes y critica a la crítica. Ataca a los que cuestionan el estado de cosas, para que no lo toquen “ni con el pétalo de una rosa”. Porque ¡cómo los necesitamos! como para que se dude de ellos. Sin aportar datos ni aclarar ni argumentar nada serio, solo jugando con vaguedades y generalidades que son lugares comunes, ideas aceptadas y deseables.

    Y remata con la barbaridad de dar a escoger si preferimos que en el sistema de privilegios, del que en forma taimada y mustia niega su existencia, sean empresas privadas y bancos los que decidan ‘quien’ merece estímulos. Con lo que traslada el problema de descifrar el mundo real a decidir quien decide “quien merece los estímulos”. Si mediante mantener una burocracia desbordada o iniciativa privada. Cuando lo correcto es que cada quien con los resultados que su trabajo ofrezca a la sociedad, se determine lo que merece (meritocracia)....

  • #2
    Re: Razón Orgánica

    ....En el terreno de la Ingeniería Civil, el país esta amolado: en política, economía, seguridad, por la falta de resultados de los investigadores, su inepta suplantación y competencia desleal a la auténtica Ingeniería Civil, que debería administrar los contactos de la sociedad con la Naturaleza. Ni siquiera saben que no es igual ni parecidas la Ingeniería Civil y la investigación y así con todos los ingresos que acaparan sin retribuir, encima se dedican a escamotearle chamba a los auténticos profesionales con lo que desgracian la práctica y al país.

    En la próxima entrega aclaro la operación de la lectura en la formación de la estructura conceptual organizacional del mundo, para salir de generalidades y lugares comunes, que más que orientar extravían. Es decir, por qué leer.

    Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas, ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional! y El descalabro de la razón

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