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Tregua y trampa

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    Tregua y trampa


    Luego de una disputa, ‘pejistas’ y ‘chuchos’ decidieron luchar juntos contra la privatización de Pemex

    La estrategia: exhibir documentos que muestran las actividades de la empresa Grupo Energético del Sureste

    Luego del espectáculo, de la tormenta, vino la calma. Y con ello lo que en los medios se conoció como el “borrón y cuenta nueva”. Es decir, que por alguna razón que está lejos de la vista de los ciudadanos, los rijosos amarillos alcanzaron una aparente tregua.

    Sí, así nomás, como si nada hubiera pasado. Y por eso obliga la interrogante: ¿Qué pasó?

    Pues resulta que los políticos en general, y en especial aquellos que pertenecen al partido amarillo, “no comen lumbre”, tampoco le apuestan al suicidio —a pesar de todo— y menos se disparan al pie.

    Por esa razón, y luego de una feroz disputa verbal que duró tres horas, al final de cuentas pejistas y chuchos acordaron “matar” el debate sobre el “abucheo” y la “corretiza” del pasado domingo y —en un intento por lavar la deteriorada imagen del PRD— decidieron empujar de manera conjunta esa etérea lucha que todos conocemos como la batalla contra la “privatización” de Pemex.


    Pero esa lucha pasa por un personaje del gobierno de Felipe Calderón que tiene nombre y apellido, porque hablar en abstracto de la privatización de Pemex ya no es tan rentable para efectos mediáticos.

    En efecto, ese personaje despacha en el Palacio de Covián, se desempeña como secretario de Gobernación y se llama Juan Camilo Mouriño.


    Sí, según la versión de quienes asistieron a ese candente encuentro entre ‘lopistas’ y chuchos, las partes en conflicto literalmente “sacaron sus respectivos trapitos al sol”, se hicieron acusaciones mutuas, cruzaron advertencias y amenazas, golpearon la mesa y lanzaron más de un “¡ya basta!” y… al final de cuentas acordaron “quedarse cada uno con su golpe”, luego de que una voz sensata advirtió sobre el gravísimo daño que le estaban haciendo al partido.


    Y sí, también hubo acuerdos, como el de la estrategia conjunta contra la supuesta o real privatización de Pemex y el de enfocar todas las baterías del PRD en dirección del responsable de la gobernación del país, Juan Camilo Mouriño.

    ¿Y en qué consistirá esa campaña?

    Bueno, pues en la exhibición pública de documentos oficiales que dejan ver las actividades de la empresa privada Grupo Energético del Sureste —propiedad de la familia Mouriño—, en los que según los delirios pejistas “se demuestra la perversidad que hay detrás de la privatización de Pemex”.


    Y en efecto, nada sería más saludable que los partidos opositores pudieran demostrar y exhibir pruebas documentales sobre los presuntos o reales malos manejos de los integrantes del gabinete y, en especial, del secretario de Gobernación.

    Sí, le harían un extraordinario favor al país, a la democracia mexicana y a todos los ciudadanos en general, si cualquiera de los partidos opositores —sea el PRD, el PRI o cualquiera de los integrantes de la llamada “chiquillada”— presentaran evidencias claras, contundentes, inobjetables de los presuntos “malos manejos” en cualquiera de las áreas del gobierno, pero en especial en el círculo de influencia de la familia Mouriño, que es la energía.


    Pero resulta que, según versiones salidas de los propios perredistas, las supuestas evidencias que entregó el ex candidato presidencial al jefe de los diputados amarillos en el mitin del pasado domingo —concentración que terminó en la feria de la intolerancia— no son más que vulgares “cartuchos de salva”.

    Es decir, documentos legales que amparan la forma en que la empresa de los Mouriño se hizo de estaciones de gasolina, la solicitud de una planta de energía eólica y la renta de un avión que en algunos desplazamientos fue utilizado por el entonces candidato presidencial Felipe Calderón. Un nuevo engaño de la retórica pejista.


    Con la exhibición de esos documentos como carnada y parte de la estrategia propagandística —documentos que si fueran la gran revelación ya habrían sido presentados con bombo y platillos por el lopismo como la evidencia de la perversidad que hay detrás de la privatización de Pemex—, se intenta justificar y darle cuerpo a la supuesta privatización de la empresa petrolera mexicana, que según esa lógica no tendría otro objetivo que enriquecer a un puñado de colaboradores de Calderón, sobre todo a su secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.


    ¿Por qué los empeños del derrotado candidato presidencial en el señor Juan Camilo Mouriño?

    ¿Por qué la persecución que se ha desatado en su contra, y que tiene un fuerte tufo xenófobo?

    Pues por una razón elemental. Porque el “olfato político” le dice al tabasqueño que el secretario de Gobernación no sólo es el operador número uno del Presidente, sino es el seguro aspirante a sucesor de Felipe Calderón. Y por eso, nada más por eso, hay que combatirlo desde ahora. ¿Qué tal?


    Pero existe un pequeño detalle que ha advertido un puñado de perredistas, que insisten en que el mesías tropical “se equivoca de cabo a rabo”.

    ¿A qué nos referimos?

    En efecto, son muchos los indicios de que se tendió una trampa a AMLO y al PRD en general, no sólo en torno al señor Mouriño, sino alrededor de la reforma energética. Y en los dos casos, el PRD y el mesías cayeron redonditos.


    Primero el tabasqueño se tragó completo el “bocado” de que el señor Mouriño es presidenciable. Ese señuelo distrajo los afanes del otrora “rayito de esperanza”, al grado de que le dedica tanto tiempo como el que deja para el asunto petrolero. Y segundo, que la intolerancia del tabasqueño hizo el milagro.

    ¿Cuál?

    El de dividir en forma irreconciliable a los amarillos, al grado de que unos, Los Chuchos, tienen hoy el discurso del PAN y de Calderón respecto a AMLO, en tanto que AMLO actúa hoy igual contra sus compañeros de partido, igual que lo hicieron contra la izquierda los déspotas y nada democráticos gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría y José López Portillo.

    Se confirmó la teoría de “los mutantes” de la izquierda que apenas expusimos aquí hace una semana.

    Esa fue parte de la “terapia” colectiva a la que se sometieron los amarillos el pasado lunes.

    Y bueno, también se le reclamó a AMLO, que se deslindara de “desmecatados” órganos propagandísticos como “El sendero del peje” y el diario La Jornada, que han emprendido una campaña contra todo lo que cuestione al Peje.

    Y claro, AMLO respondió con un clásico: “ni los conozco”. Pero la gran pregunta no se ha formulado:

    ¿Cuánto va a durar la tregua?

    Al tiempo.

    http://www.eluniversal.com.mx/columnas/70140.html
    La inteligencia no se mide por el IQ, sino por la capacidad que se tiene para entender a los demás.
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