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El IFE solo sirve para proteger al presidente Pejítimo

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  • El IFE solo sirve para proteger al presidente Pejítimo

    ¡Ya basta!

    Por Jaime Sánchez Susarrey

    "Odio a muerte lo que dices, pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo". La frase, como todo el mundo sabe, es de Voltaire y sintetiza dos principios fundamentales: la libertad de expresión y la tolerancia.

    Ambos son hijos de la Ilustración y se consolidaron con el desarrollo de los sistemas democráticos. En México su implantación es de corta data. Bajo el priato se practicaba la censura o, en el mejor de los casos, la autocensura. Los medios electrónicos fueron los últimos en salir de la férula del Estado. La reforma de 1996 sentó las bases para elecciones equitativas y competitivas en el contexto de una completa libertad de expresión. Por eso en los comicios posteriores no hubo quejas contra la inequidad o denuncias de censura.

    Todo eso se vino abajo con la última reforma electoral que, en sentido estricto, se puede definir como una contrarreforma. La censura fue elevada a rango constitucional con la prohibición de deslustrar (quitarle brillo) o denigrar a los partidos, las instituciones y los candidatos durante las campañas electorales. A ello se añadió la prohibición de que los partidos y los ciudadanos compraran tiempo para transmitir spots con intención de influir en el ánimo de los electores. Amparado en esos preceptos el IFE se está comportando como un gran censor. Vigila, examina contenidos y decide qué es lo que los ciudadanos podemos ver y escuchar. Por eso se lanzó, primero, contra el spot del FAP en el que López Obrador llamaba a defender el petróleo. Después enfiló sus baterías contra el spot del PAN que denunciaba y criticaba la toma del Congreso por el PRD. Y, finalmente, sacó del aire el spot de Velasco Arzac que comparaba a López Obrador con Hitler, Mussolini y Huerta.

    Desde un punto de vista estrictamente legal el IFE se extralimitó porque no estamos en tiempos electorales. Pero el fondo del problema es otro. Lo que está en juego es el derecho de los ciudadanos a expresar sus visiones y convicciones sobre cualquier tema. La comparación de López con Mussolini puede parecer exagerada o incluso equivocada, pero nadie tiene por qué coartar el derecho de un grupo de ciudadanos que así lo considere. Y no sólo eso. El resto de los ciudadanos tenemos también el derecho a escuchar y ver todos los puntos de vista sobre todas las cuestiones. De esa pluralidad de enfoques y opiniones cada uno se forjará un criterio o formulará un juicio en absoluta libertad. Por eso la libertad de expresión es un valor fundamental.

    Y esto vale y debe valer para todos, es decir, ciudadanos, organizaciones civiles, partidos y por supuesto para los políticos. Me explico. Creo que López Obrador miente a sabiendas una y otra vez. Miente cuando afirma que el 2 de julio de 2006 hubo un enorme fraude. Miente cuando dice que le importa defender el petróleo. Miente cuando denuncia que existe la intención de privatizar Pemex. Miente cuando denuncia complots a diestra y siniestra. Exagera y actúa irresponsablemente al denunciar a sus propios compañeros como traidores a su movimiento y a la patria. Y, sin embargo, creo que está en su derecho de argumentar y difundir sus ideas por el medio que mejor le convenga. Los excesos en materia de libertad de expresión serán siempre menos costosos e indeseables que la practica de la censura.

    La ley electoral, tal como fue aprobada, constituye una verdadera aberración. Al elevar la prohibición de campañas negativas a rango constitucional cancela la posibilidad del debate, la confrontación y, sobre todo, la denuncia del adversario. Lo que tendremos, en consecuencia, serán spots edulcorados y llenos de falsas promesas. Nada más lejano del mundo real donde los candidatos y los partidos se tiran a matar y denuncian barbaridades de todas clases. Basta con seguir los intercambios sobre el petróleo. López ha calificado como traidores a la patria a todos los que estén a favor de la iniciativa de Calderón. Amén de las referencias al "presidente pelele y espurio". La esquizofrenia terminará así convertida en norma cotidiana: por un lado, las buenas maneras y un lenguaje melifluo e insufrible en los spots; por el otro, los catorrazos, los insultos y las descalificaciones en los noticieros y en los medios escritos.

    Sobra decir que los principales perjudicados por la nueva legislación somos los ciudadanos. Ni López Obrador ni el PRD tienen derecho a transmitir en un spot que Felipe Calderón es un entreguista y un vendepatrias. Pero es un hecho que cuando el rayito de esperanza formule esas aseveraciones en un mitin frente a 10 mil o 20 mil personas en el Zócalo los diarios y los medios electrónicos las retomarán y las difundirán. Ése no será el caso de los ciudadanos que encabeza Velasco Arzac y muchos otros que no tienen acceso a los medios o cuyas declaraciones no son cubiertas por los mismos. Por eso cuando se le prohíbe a un político o a un partido que difunda un mensaje por la radio y la televisión se afecta su capacidad de expresión pero no se le corta de tajo. Con los ciudadanos organizados en sociedades civiles ocurre algo completamente distinto. La imposibilidad de difundir un mensaje por esos medios los condena prácticamente al silencio.

    El problema de la censura, por otra parte, es siempre el mismo: quién censura y quién vigila al censurador. La nueva legislación, ya lo dije, ha convertido al IFE en el gran censurador. Pero los criterios de los señores consejeros no siempre son los adecuados ni los mejores. Lo acabamos de ver con la decisión de sacar el spot de Velasco Arzac en tiempos que no son electorales. Los antecedentes en esta materia son igualmente preocupantes. Durante la campaña electoral del 2006, el Tribunal Federal Electoral ejerció ese mismo tipo de censura con criterios verdaderamente aberrantes. Recuerdo el fallo de un ministro que decidió sacar del aire un spot del PAN -que tildaba a López Obrador de mentiroso- con un argumento peregrino: no se puede tachar de mataperros a alguien por el sólo hecho de haber matado un perro: ¡quien miente una vez no es necesariamente un mentiroso!

    Lo que hoy sucede es lamentable y muy, pero muy preocupante. López encabeza una fracción de diputados y senadores que han secuestrado ("clausurado") el Congreso. Anuncia, además, nuevas medidas, como cerrar aeropuertos y vías de comunicación. Se trata de acciones claramente ilegales y de corte golpista. Atentan de facto, no de palabra, contra el Estado de derecho y la democracia. Casi nadie las ha condenado tajantemente. Pero en cambio, el IFE censura al PAN y a un grupo de ciudadanos por denunciar esos actos. ¿Dónde diablos vamos a parar? ¡Ya basta!






    Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo

    Fecha de publicación: 26 Abr. 08

    BIBA HEL HEZTADO DE DERHECHO
    Rafael Norma
    Forista Turquesa
    Last edited by Rafael Norma; 26-abril-2008, 11:14.

  • #2
    Re: El IFE solo sirve para proteger al presidente Pejítimo

    Originalmente publicado por Rafael Norma Ver post
    ¡Ya basta!

    Por Jaime Sánchez Susarrey

    "Odio a muerte lo que dices, pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo". La frase, como todo el mundo sabe, es de Voltaire y sintetiza dos principios fundamentales: la libertad de expresión y la tolerancia.

    Ambos son hijos de la Ilustración y se consolidaron con el desarrollo de los sistemas democráticos. En México su implantación es de corta data. Bajo el priato se practicaba la censura o, en el mejor de los casos, la autocensura. Los medios electrónicos fueron los últimos en salir de la férula del Estado. La reforma de 1996 sentó las bases para elecciones equitativas y competitivas en el contexto de una completa libertad de expresión. Por eso en los comicios posteriores no hubo quejas contra la inequidad o denuncias de censura.

    Todo eso se vino abajo con la última reforma electoral que, en sentido estricto, se puede definir como una contrarreforma. La censura fue elevada a rango constitucional con la prohibición de deslustrar (quitarle brillo) o denigrar a los partidos, las instituciones y los candidatos durante las campañas electorales. A ello se añadió la prohibición de que los partidos y los ciudadanos compraran tiempo para transmitir spots con intención de influir en el ánimo de los electores. Amparado en esos preceptos el IFE se está comportando como un gran censor. Vigila, examina contenidos y decide qué es lo que los ciudadanos podemos ver y escuchar. Por eso se lanzó, primero, contra el spot del FAP en el que López Obrador llamaba a defender el petróleo. Después enfiló sus baterías contra el spot del PAN que denunciaba y criticaba la toma del Congreso por el PRD. Y, finalmente, sacó del aire el spot de Velasco Arzac que comparaba a López Obrador con Hitler, Mussolini y Huerta.

    Desde un punto de vista estrictamente legal el IFE se extralimitó porque no estamos en tiempos electorales. Pero el fondo del problema es otro. Lo que está en juego es el derecho de los ciudadanos a expresar sus visiones y convicciones sobre cualquier tema. La comparación de López con Mussolini puede parecer exagerada o incluso equivocada, pero nadie tiene por qué coartar el derecho de un grupo de ciudadanos que así lo considere. Y no sólo eso. El resto de los ciudadanos tenemos también el derecho a escuchar y ver todos los puntos de vista sobre todas las cuestiones. De esa pluralidad de enfoques y opiniones cada uno se forjará un criterio o formulará un juicio en absoluta libertad. Por eso la libertad de expresión es un valor fundamental.

    Y esto vale y debe valer para todos, es decir, ciudadanos, organizaciones civiles, partidos y por supuesto para los políticos. Me explico. Creo que López Obrador miente a sabiendas una y otra vez. Miente cuando afirma que el 2 de julio de 2006 hubo un enorme fraude. Miente cuando dice que le importa defender el petróleo. Miente cuando denuncia que existe la intención de privatizar Pemex. Miente cuando denuncia complots a diestra y siniestra. Exagera y actúa irresponsablemente al denunciar a sus propios compañeros como traidores a su movimiento y a la patria. Y, sin embargo, creo que está en su derecho de argumentar y difundir sus ideas por el medio que mejor le convenga. Los excesos en materia de libertad de expresión serán siempre menos costosos e indeseables que la practica de la censura.

    La ley electoral, tal como fue aprobada, constituye una verdadera aberración. Al elevar la prohibición de campañas negativas a rango constitucional cancela la posibilidad del debate, la confrontación y, sobre todo, la denuncia del adversario. Lo que tendremos, en consecuencia, serán spots edulcorados y llenos de falsas promesas. Nada más lejano del mundo real donde los candidatos y los partidos se tiran a matar y denuncian barbaridades de todas clases. Basta con seguir los intercambios sobre el petróleo. López ha calificado como traidores a la patria a todos los que estén a favor de la iniciativa de Calderón. Amén de las referencias al "presidente pelele y espurio". La esquizofrenia terminará así convertida en norma cotidiana: por un lado, las buenas maneras y un lenguaje melifluo e insufrible en los spots; por el otro, los catorrazos, los insultos y las descalificaciones en los noticieros y en los medios escritos.

    Sobra decir que los principales perjudicados por la nueva legislación somos los ciudadanos. Ni López Obrador ni el PRD tienen derecho a transmitir en un spot que Felipe Calderón es un entreguista y un vendepatrias. Pero es un hecho que cuando el rayito de esperanza formule esas aseveraciones en un mitin frente a 10 mil o 20 mil personas en el Zócalo los diarios y los medios electrónicos las retomarán y las difundirán. Ése no será el caso de los ciudadanos que encabeza Velasco Arzac y muchos otros que no tienen acceso a los medios o cuyas declaraciones no son cubiertas por los mismos. Por eso cuando se le prohíbe a un político o a un partido que difunda un mensaje por la radio y la televisión se afecta su capacidad de expresión pero no se le corta de tajo. Con los ciudadanos organizados en sociedades civiles ocurre algo completamente distinto. La imposibilidad de difundir un mensaje por esos medios los condena prácticamente al silencio.

    El problema de la censura, por otra parte, es siempre el mismo: quién censura y quién vigila al censurador. La nueva legislación, ya lo dije, ha convertido al IFE en el gran censurador. Pero los criterios de los señores consejeros no siempre son los adecuados ni los mejores. Lo acabamos de ver con la decisión de sacar el spot de Velasco Arzac en tiempos que no son electorales. Los antecedentes en esta materia son igualmente preocupantes. Durante la campaña electoral del 2006, el Tribunal Federal Electoral ejerció ese mismo tipo de censura con criterios verdaderamente aberrantes. Recuerdo el fallo de un ministro que decidió sacar del aire un spot del PAN -que tildaba a López Obrador de mentiroso- con un argumento peregrino: no se puede tachar de mataperros a alguien por el sólo hecho de haber matado un perro: ¡quien miente una vez no es necesariamente un mentiroso!

    Lo que hoy sucede es lamentable y muy, pero muy preocupante. López encabeza una fracción de diputados y senadores que han secuestrado ("clausurado") el Congreso. Anuncia, además, nuevas medidas, como cerrar aeropuertos y vías de comunicación. Se trata de acciones claramente ilegales y de corte golpista. Atentan de facto, no de palabra, contra el Estado de derecho y la democracia. Casi nadie las ha condenado tajantemente. Pero en cambio, el IFE censura al PAN y a un grupo de ciudadanos por denunciar esos actos. ¿Dónde diablos vamos a parar? ¡Ya basta!






    Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo

    Fecha de publicación: 26 Abr. 08

    BIBA HEL HEZTADO DE DERHECHO
    el sr surrarey que escribe la nota es un asqueroso panista-catolico alguna vez en su puerco programa televisivo , le mamaba el churro a chente fax y a los hijos de doña martha y al propio papa nazi, que se puede esperar de esa clase de pendejos

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    • #3
      Re: El IFE solo sirve para proteger al presidente Pejítimo

      Originalmente publicado por Rafael Norma Ver post
      ¡Ya basta!

      Por Jaime Sánchez Susarrey

      "Odio a muerte lo que dices, pero defenderé a muerte tu derecho a decirlo". La frase, como todo el mundo sabe, es de Voltaire y sintetiza dos principios fundamentales: la libertad de expresión y la tolerancia.

      Ambos son hijos de la Ilustración y se consolidaron con el desarrollo de los sistemas democráticos. En México su implantación es de corta data. Bajo el priato se practicaba la censura o, en el mejor de los casos, la autocensura. Los medios electrónicos fueron los últimos en salir de la férula del Estado. La reforma de 1996 sentó las bases para elecciones equitativas y competitivas en el contexto de una completa libertad de expresión. Por eso en los comicios posteriores no hubo quejas contra la inequidad o denuncias de censura.

      Todo eso se vino abajo con la última reforma electoral que, en sentido estricto, se puede definir como una contrarreforma. La censura fue elevada a rango constitucional con la prohibición de deslustrar (quitarle brillo) o denigrar a los partidos, las instituciones y los candidatos durante las campañas electorales. A ello se añadió la prohibición de que los partidos y los ciudadanos compraran tiempo para transmitir spots con intención de influir en el ánimo de los electores. Amparado en esos preceptos el IFE se está comportando como un gran censor. Vigila, examina contenidos y decide qué es lo que los ciudadanos podemos ver y escuchar. Por eso se lanzó, primero, contra el spot del FAP en el que López Obrador llamaba a defender el petróleo. Después enfiló sus baterías contra el spot del PAN que denunciaba y criticaba la toma del Congreso por el PRD. Y, finalmente, sacó del aire el spot de Velasco Arzac que comparaba a López Obrador con Hitler, Mussolini y Huerta.

      Desde un punto de vista estrictamente legal el IFE se extralimitó porque no estamos en tiempos electorales. Pero el fondo del problema es otro. Lo que está en juego es el derecho de los ciudadanos a expresar sus visiones y convicciones sobre cualquier tema. La comparación de López con Mussolini puede parecer exagerada o incluso equivocada, pero nadie tiene por qué coartar el derecho de un grupo de ciudadanos que así lo considere. Y no sólo eso. El resto de los ciudadanos tenemos también el derecho a escuchar y ver todos los puntos de vista sobre todas las cuestiones. De esa pluralidad de enfoques y opiniones cada uno se forjará un criterio o formulará un juicio en absoluta libertad. Por eso la libertad de expresión es un valor fundamental.

      Y esto vale y debe valer para todos, es decir, ciudadanos, organizaciones civiles, partidos y por supuesto para los políticos. Me explico. Creo que López Obrador miente a sabiendas una y otra vez. Miente cuando afirma que el 2 de julio de 2006 hubo un enorme fraude. Miente cuando dice que le importa defender el petróleo. Miente cuando denuncia que existe la intención de privatizar Pemex. Miente cuando denuncia complots a diestra y siniestra. Exagera y actúa irresponsablemente al denunciar a sus propios compañeros como traidores a su movimiento y a la patria. Y, sin embargo, creo que está en su derecho de argumentar y difundir sus ideas por el medio que mejor le convenga. Los excesos en materia de libertad de expresión serán siempre menos costosos e indeseables que la practica de la censura.

      La ley electoral, tal como fue aprobada, constituye una verdadera aberración. Al elevar la prohibición de campañas negativas a rango constitucional cancela la posibilidad del debate, la confrontación y, sobre todo, la denuncia del adversario. Lo que tendremos, en consecuencia, serán spots edulcorados y llenos de falsas promesas. Nada más lejano del mundo real donde los candidatos y los partidos se tiran a matar y denuncian barbaridades de todas clases. Basta con seguir los intercambios sobre el petróleo. López ha calificado como traidores a la patria a todos los que estén a favor de la iniciativa de Calderón. Amén de las referencias al "presidente pelele y espurio". La esquizofrenia terminará así convertida en norma cotidiana: por un lado, las buenas maneras y un lenguaje melifluo e insufrible en los spots; por el otro, los catorrazos, los insultos y las descalificaciones en los noticieros y en los medios escritos.

      Sobra decir que los principales perjudicados por la nueva legislación somos los ciudadanos. Ni López Obrador ni el PRD tienen derecho a transmitir en un spot que Felipe Calderón es un entreguista y un vendepatrias. Pero es un hecho que cuando el rayito de esperanza formule esas aseveraciones en un mitin frente a 10 mil o 20 mil personas en el Zócalo los diarios y los medios electrónicos las retomarán y las difundirán. Ése no será el caso de los ciudadanos que encabeza Velasco Arzac y muchos otros que no tienen acceso a los medios o cuyas declaraciones no son cubiertas por los mismos. Por eso cuando se le prohíbe a un político o a un partido que difunda un mensaje por la radio y la televisión se afecta su capacidad de expresión pero no se le corta de tajo. Con los ciudadanos organizados en sociedades civiles ocurre algo completamente distinto. La imposibilidad de difundir un mensaje por esos medios los condena prácticamente al silencio.

      El problema de la censura, por otra parte, es siempre el mismo: quién censura y quién vigila al censurador. La nueva legislación, ya lo dije, ha convertido al IFE en el gran censurador. Pero los criterios de los señores consejeros no siempre son los adecuados ni los mejores. Lo acabamos de ver con la decisión de sacar el spot de Velasco Arzac en tiempos que no son electorales. Los antecedentes en esta materia son igualmente preocupantes. Durante la campaña electoral del 2006, el Tribunal Federal Electoral ejerció ese mismo tipo de censura con criterios verdaderamente aberrantes. Recuerdo el fallo de un ministro que decidió sacar del aire un spot del PAN -que tildaba a López Obrador de mentiroso- con un argumento peregrino: no se puede tachar de mataperros a alguien por el sólo hecho de haber matado un perro: ¡quien miente una vez no es necesariamente un mentiroso!

      Lo que hoy sucede es lamentable y muy, pero muy preocupante. López encabeza una fracción de diputados y senadores que han secuestrado ("clausurado") el Congreso. Anuncia, además, nuevas medidas, como cerrar aeropuertos y vías de comunicación. Se trata de acciones claramente ilegales y de corte golpista. Atentan de facto, no de palabra, contra el Estado de derecho y la democracia. Casi nadie las ha condenado tajantemente. Pero en cambio, el IFE censura al PAN y a un grupo de ciudadanos por denunciar esos actos. ¿Dónde diablos vamos a parar? ¡Ya basta!






      Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo

      Fecha de publicación: 26 Abr. 08

      BIBA HEL HEZTADO DE DERHECHO
      Si ese comentario les causa rabia y ardor a los pejezombis, entonces vale la pena leerlo. juar.


      La Nueva ley sobre el proceder del IFE, con respecto a campañas electorales y partidos políticos, fue hecha en parte también por la rabia de la oposición por haber perdido, incluyendo la sustitución del presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral, Luis Carlos Ugalde.

      En parte tiene algo de positivo, como acortar las campañas y bajar el costo, pero como siempre, ningún partido respetará esa ley, entonces para qué la cambian.

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