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Problemas y reflejos.....

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    Problemas y reflejos
    Por René Delgado

    El exabrupto presidencial contra la crítica política no es algo extraordinario. Es un mecanismo de defensa bastante socorrido por los mandatarios que, en el fondo, exhibe cierta incapacidad para discernir entre la realidad y el deseo, entre los problemas y su reflejo.

    Constituye un síndrome que, en el caso mexicano, aflora en el mandatario generalmente después de la elección intermedia, hacia el final del sexenio o, bien, frente a una circunstancia: cuando el jefe del Ejecutivo advierte sin acabar de reconocer que proyectos y programas no marchan y, en vez de rectificar, carga contra quienes hacen evidente ese hecho.

    La expresión -"hablar mal del país, para muchos, no sólo es un esfuerzo cotidiano, hasta de eso viven"- agrega un eslabón a la cadena de barbaridades pronunciadas por los mandatarios cuando les disgusta el reflejo de la realidad y caen en la tentación de combatir el reflejo en vez de resolver los problemas. Es cuando advierten, como López Portillo, no pagar para que les peguen o cuando recomiendan, como Fox, dejar de leer periódicos para ser felices.

    Cuando ese síndrome aparece y todavía cabe en el mandatario la posibilidad de detectarlo, no le resta más que tomar una alternativa: consultar y escuchar a los especialistas para sobreponerse y aplicar los correctivos necesarios o, bien, hacerse de oídos sordos, perder el sentido de realidad y pretender acallar a quienes aseguran que la realidad existe.


    * * *


    Es natural que el presidente Felipe Calderón haya tenido ese exabrupto.

    Cuatro factores han creado la circunstancia que coloca al mandatario ante un cuadro difícil, que invita a la desesperación. Uno, el revés electoral que además de reprobar su desempeño reduce considerablemente su margen de maniobra. Dos, la expectativa generada por él mismo de operar cambios en su gabinete y que, lejos de concretarse, sólo ha provocado una mayor incertidumbre hacia adentro y hacia afuera de su equipo. Tres, la proximidad de la fecha que lo obliga a informar del estado que guarda la administración, siendo que no hay buenas noticias. Y, cuatro, la divulgación de indicadores económicos y sociales que, en la dureza de su dato, desvanecen la sonrisa frente a las buenas intenciones oficiales.

    Frente a la contundencia, la combinación y la expresión de esos factores, no es fácil reaccionar. En esas coyunturas es donde, finalmente, el mandatario en turno deja ver su verdadera talla y, desde luego, su entereza. Cuando cae en la tentación de atacar a los reflejos, se entiende de inmediato que reconoce sin decirlo su fracaso. Cuando resuelve atacar los problemas y se crece ante ellos, se entiende que habita en él un germen de estadista.

    Ése es el laberinto del presidente Felipe Calderón.


    * * *


    Hasta ahora los mensajes y las señales enviados por el mandatario después de la derrota sufrida en la elección han sido confusos.

    El discurso del jefe del Ejecutivo no ha cambiado un ápice y, desde esa perspectiva, pareciera entender la jornada electoral como un referéndum del cual no salió muy bien parado pero que, en todo caso, no exige el replanteamiento de su estrategia. Sin embargo, también ha mandado señales dejando sentir que operará cambios en su equipo, pero el que nada ocurra deja por remanente la figura de un hombre inseguro.

    Si el revés electoral no supuso una reconsideración sobre quien debería encabezar el partido como tampoco sobre quien debería coordinar a los diputados, puede concluirse entonces que las anunciadas remociones en el gabinete no sean sino un ardid para ganar tiempo ante las indecisiones.

    Habrá ahora que esperar la emblemática fecha del 1o. de septiembre para saber si, en esa oportunidad, el mandatario toma o no decisiones que perfilen el ajuste en su estrategia así como el curso final de su sexenio. Aquí vale decir que, por lo visto en los dos anteriores informes, no ocurrirá necesariamente eso.

    Habrá que esperar para ver si este 1o. de septiembre el presidente Calderón ensaya algo nuevo.


    * * *


    Más allá del deseo presidencial, la realidad deja ver una administración sin ángel, proyecto, equipo y, por lo mismo, sin rumbo.

    Desde su inicio, la administración fincó en una sola política su suerte: el combate al crimen organizado. Esa política no ha arrojado el resultado deseado y las demás políticas nunca recibieron la atención, el esfuerzo o el impulso dados a aquélla. La nueva policía sigue siendo una quimera, el desgaste del Ejército un peligro y, lo peor, la ciudadanía no advierte en ese combate la respuesta a su reclamo y derecho por habitar un país seguro. Podrá, sí, haber detenciones, decomisos, incautaciones y plausibles batidas contra el narcotráfico, pero los delitos que golpean a la ciudadanía no cesan.

    El denodado esfuerzo por presentar a modo las estadísticas del crimen para convencer que el país es más seguro es un ejercicio sin sentido. Pueden el mandatario y su gabinete de seguridad jugar con los números, sin embargo esas cifras se desvanecen frente a la realidad que golpea a la ciudadanía en su integridad, su seguridad y su patrimonio.

    El descuido de las otras políticas y programas, agravado por las adversidades encontradas en el camino, ha hecho perder el ángel a la administración y, por lo dicho, el reflejo de ello irrita al Ejecutivo. El primer empleo, el impulso a las obras de infraestructura, la renovación del parque vehicular, la mejora en la calidad educativa, el tesoro escondido en el fondo del mar, el bienestar para vivir mejor han quedado como un catálogo de deseos sin correspondencia con la realidad. Una realidad que advierte la inminencia de una crisis de una dimensión superior a las conocidas.
    Rafael Norma
    Forista Turquesa
    Last edited by Rafael Norma; 22-agosto-2009, 11:30.
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