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Divas, las mías...

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    Re: Divas, las mías...

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      Re: Divas, las mías...

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      • #33
        Re: Divas, las mías...

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          Re: Divas, las mías...

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            Re: Divas, las mías...

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            • #36
              Re: Divas, las mías...

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              • #37
                Re: Divas, las mías...




                Más que una cantante Maysa fué un relato, demasiado cercano con las historias de los boleros que cantaba. Ello provocó que Brasil se enamorara de esa historia, de esa mujer de inmensos ojos verdes ("dos océanos no pacíficos", los llamó el poeta Manuel Bandeira), de esa imagen sombría, amarga, frágil, tantas veces tentada por el suicidio. Pero no fueron sólo los brasileños los seducidos, los uruguayos quedaron subyugados y prendados por Maysa inmediatamente. Lo corrobora el que su primer viaje profesional al exterior fuese a Punta del Este, en enero de 1958.

                Su éxito fuera de Brasil se inició en el Río de la Plata (Buenos Aires, Montevideo, Punta del Este estarán para siempre presentes en su vida), siguiendo por toda América Latina. Impresionan en la biografía de Lira los documentos sobre el interés y el cariño que despertaba Maysa en Perú, México, Colombia y Venezuela, una devoción que quedará evidente en la tournée de mediados de 1968.

                El amor al personaje público llamado Maysa Matarazzo -ya que ese apellido le quedará adherido como distintivo, sobre todo en Hispanoamérica- no se extendió a Estados Unidos (una temporada en Nueva York en 1960 no rindió los frutos esperados) ni a Europa.

                Maysa, que vivía con el español Miguel Azanza desde 1963, residió algunos años en Madrid, y aun en Milán (con retornos e interrupciones, desde 1963 hasta 1968). Llegó a cantar, en una ocasión, en el mítico Olympia de París (1963). Pero su verdadero, fervoroso, devoto público estuvo siempre en Brasil y el resto de América Latina.


                En sus veinte años de carrera hubo varias Maysas. Cada vez que hacía un tratamiento antialcohólico y cada vez que adelgazaba ("No perdí quilos, perdí litros", dirá en Pasquim, julio de 1969), una nueva Maysa resurgía. Fue la Maysa de la bossa nova, junto a Ronaldo Bôscoli, del LP Barquinho (1961). Fué la que "volvía" en la cervecería Caneco de Río de Janeiro en 1969; era la Maysa de las canciones internacionales (en inglés, en español, en francés).

                Inolvidable su "Ne me quitte pas". Cierta leyenda atribuye el hecho que cuando Jacques Brel supo, en un recital que ofrecía, que Maysa se encontraba entre el público asistente, se negó a interpretar la canción, seguramente debido a que sabía que no podría transmitir la profundidad de sentimiento que ella plasmaba cuando cantaba su creación.

                La relación de Maysa con el Brasil era muy peculiar, cual romance de amor odio, siendo estas una constante durante toda su carrera artística, y en lo que a su vida particular se refiere, puesto que el acoso de la prensa y crítica, que se cebaban con ella a la primera ocasión que se presentaba, siendo responsables en parte de sus depresiones, provocando el autoexilio que se imponía durante ciertos periodos que podemos constatar en sus viajes y residencias en el extranjero.

                Durante algunos años se negó a cantar en su país. En Buenos Aires, en 1968, hacía la siguiente declaración -"Hace tiempo que no voy. No quiero volver, al menos, para cantar. Allá no existe respeto humano. Les gusta ver a la gente caída, arrastrándose. Prefiero la Argentina".



                La relación de Maysa con la música del Brasil fue efectivamente movida a pasiones. Su vida fué breve, como la de otras dos musas de la música popular brasileña, Nara Leo (1942-1989) y Elis Regina (1945-1982). Las tres, sin ser comparables, tienen ciertos paralelismos musicales, por más que cada una, a su manera, haya escrito en letras de oro la historia de lo que fue la bossa nova.

                Por lo demás Maysa mantuvo con ambas relaciones muy tensas (a Elis no vaciló en arrojarle una botella de whisky a la cabeza, en la boite 706 de Río, el 25 de octubre de 1966, convencida de que esta la había querido drogar colocándole un sedante en la bebida, con ocasión de cierto Festival en el que ambas participaron). De Chico Buarque dijo en cierto momento: "Es un muchacho de ojos lindos y un excelente letrista, pero sus melodías son repetitivas y meras copias de lo que Noel Rosa ya hizo décadas atrás" ( declaraciones, en 1968, a periodistas portugueses). Finalmente agregó, en la misma ocasión, que "Roberto Carlos no puede ser tomado en serio".

                Su vida hubiera podido terminar placenteramente y en paz. Compró un terreno en la playa de Maricá, al norte de Río, negándose a aparecer en presentaciones públicas durante un tiempo. Mientras vivió, tal vez, un gran amor con un actor de culebrones televisivos, Carlos Alberto. Ambos aparecen retirados del mundo entre los años 1973 y 1974. La calma no iba a durar mucho al enamorarse Maysa de un director de orquesta, Julio Medaglia.

                Pero era el fin. Su último espectáculo fue una temporada en la boite Igrejinha, de San Pablo, entre noviembre y diciembre de 1975.

                Murió un año y dos meses después en un accidente en el puente Río-Niterói, inaugurado hacía dos años.

                Maysa "exagerada", según la ha llamado un crítico local, exagerada en el alcohol, en el amor y en la amargura, en el dinero que ganó y que derrochó, en su talento, que excedió a la cantante y llegó a la composición, al teatro ( "Woyzeck" de Georg Büchner, en 1971, que también produjo y donde perdió su fortuna), y la telenovela ( "O cafona", también de 1971, donde hacía de cantante alcohólica separada de un aristócrata). Maysa, la que renacía del alcohol, y al que volvía hasta pasar noches en blanco, en las calles, con los clochards de París.

                Pero Maysa murió sobria. Así lo atestiguan los análisis póstumos de sangre. Y con la esperanza de vivir en paz sus incondicionales con su musa, haciendo merecida justicia a su memoria, se agrega este final al relato de su vida que uno desea, quiere, necesita, atribuirle.

                Lira Neto eligió el nombre del LP de 1970, "Ando só numa multido de amores", para dar título a esta impresionante obra biográfica. Hubiera podido escoger el de 1962, "Cano do amor mais triste", para demostrar que, como Maysa, somos todos irremediablemente románticos.

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                • #38
                  Re: Divas, las mías...

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                  • #39
                    Re: Divas, las mías...

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                    • #40
                      Re: Divas, las mías...

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                      • #41
                        Re: Divas, las mías...

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                        • #42
                          Re: Divas, las mías...

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                          • #43
                            Re: Divas, las mías...

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                            • #44
                              Re: Divas, las mías...

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                              • #45
                                Re: Divas, las mías...

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