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Adviento.

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  • Adviento.

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    Se avecinaba Navidad y ya era menester sacar de la caja las estatuitas del pesebre, limpiarlas, retocarlas con el pincel, reparar las machucaduras. Era ya tarde, pero don Camilo estaba todavía trabajando en su casa. Oyó golpear a la ventana, y cuando vio que era Pepón fue a abrir.
    Pepón se sentó mientras don Camilo volvía a su quehacer. Ambos callaron un largo rato.
    - ¡Viejo Dios!- exclamó de pronto Pepón rabiosamente.
    - ¿No se te ocurrió otro sitio que la casa parroquial para blasfemar?- preguntó don Camilo sin alterarse. ¿No podías hacerlo mientras estabas en el comité?
    - ¡Ya ni blasfemar se puede en el comité! - masculló Pepón. Porque también si uno blasfema debe dar explicaciones.
    Don Camilo se aplicó a la barba de San José.
    - ¡En este cochino mundo un hombre de bien ya no puede vivir! - exclamó Pepón al rato.
    - ¿Y qué te importa? - preguntó don Camilo. ¿Te has vuelto acaso un hombre de bien?
    - Siempre lo he sido.
    - ¡Ah, qué cosa! Nunca me lo habría imaginado.
    Don Camilo siguió retocando la barba de San José. Después pasó a retocarle el vestido.
    - ¿Le falta todavía mucho? - se informó Pepón con enojo.
    - Si me das una mano, acabamos pronto.
    Pepón era mecánico y tenía las manos grandes como palas y dedos enormes que se doblaban con esfuerzo. Pero cuando alguien tenía que arreglar un cronómetro, érale preciso acudir a Pepón. Porque así son las cosas, y justamente los hombrachones están hechos para las tareas minúsculas. Fileteaba la carrocería de los automóviles y los rayos de las ruedas de los carros como uno del oficio.
    - ¡Es lo que faltaba! ¡Que ahora me meta a pintar santos! - refunfuñó. ¡No me habrá confundido con el sacristán, supongo!
    Don Camilo pescó en el fondo de la caja y sacó una cosita de color rosa, grande como un gorrión, y era precisamente el Niño Jesús.
    Pepón se encontró en la mano la estatuita, sin saber cómo, y entonces tomó un pincelito y empezó a trabajar con esmero. Él de un lado de la mesa y don Camilo del otro, sin poder verse las caras, porque había entre ellos el resplandor del candil.
    - Es un mundo cochino - dijo Pepón. Uno no puede confiar en nadie si quiere decir algo. No me fío tampoco de mí mismo.
    Don Camilo estaba muy absorbido en su trabajo: había que rehacer todo el rostro de la Virgen. Cosa fina.
    - ¿Y en mí, tienes confianza? - preguntó don Camilo con indiferencia.
    - No lo sé.
    - Haz la prueba de decirme algo y así lo sabes. Pepón acabó los ojos del Niño: la cosa más difícil. Después repasó el rojo de los pequeños labios.
    - Quisiera plantar todo - dijo. Pero no se puede.
    - ¿Quién te lo impide?
    - ¿Impedírmelo? Agarro una tranca de hierro y mato a un regimiento.
    - ¿Tienes miedo?
    - ¡Nunca tuve miedo en la vida!
    - Yo sí, Pepón. Algunas veces tengo miedo.
    Pepón mojó el pincel.
    - Bueno, alguna vez también yo - dijo. Se le oyó apenas.
    Don Camilo suspiró.
    - La bala me pasó a cuatro dedos de la frente - contó don Camilo. Si no hubiera echado hacia atrás la cabeza, precisamente en ese instante, quedaba seco. Ha sido un milagro.
    Pepón había concluido el rostro del Niño y estaba repasando el color rosa del cuerpo.
    - Siento haberle errado - masculló Pepón. Pero estaba demasiado lejos y había de por medio los cerezos.
    Don Camilo paró de pintar.
    - Desde hacía tres noches - explicó Pepón- el Brusco daba vueltas alrededor de la casa de Pizzi para impedir que el otro matase al muchacho. El muchacho debe haber visto al que disparó desde la ventana contra su padre, y el otro lo sabe. Yo, mientras tanto, daba vueltas alrededor de su casa. Porque yo estaba seguro de que el otro sabía que también usted conoce al matador de Pizzi.
    - ¿Quién, el otro?
    - No lo conozco - respondió Pepón. Lo he visto de lejos acercarse a la ventana de la capillita. Pero no podía tirarle antes de que hiciese algo. Apenas disparó, disparé también yo. Le erré.
    - Agradezcamos al Señor - dijo don Camilo. Sé cómo tiras, y entonces puedo decir que los milagros han sido dos.
    - ¿Quién será? Sólo usted lo sabe y el muchacho.
    Don Camilo habló lentamente:
    - Sí, Pepón, lo sé; pero no hay cosa en el mundo que pueda hacerme violar el secreto de la confesión.
    Pepón suspiró y siguió pintando.
    - Hay algo que no marcha - dijo parece que todos ahora me miran con ojos distintos. Todos, también el Brusco.
    - Al Brusco le parecerá lo mismo, y a los demás también - respondió don Camilo. Cada cual tiene miedo del otro, y cuando habla parece que cada cual se sintiera siempre obligado a defenderse.
    - Y eso, ¿por qué?
    - No hagamos política, Pepón. Pepón suspiró de nuevo.
    - Me siento como en la Cárcel- dijo sombríamente.
    - Siempre hay una puerta para escapar de cualquier cárcel de esta tierra - sentenció don Camilo. Las prisiones son solamente para el cuerpo. Y el cuerpo cuenta poco.
    Ya el Niño estaba concluido, y así, frescamente pintado, rosa y claro, parecía resplandecer en medio de la enorme mano oscura de Pepón.
    Pepón lo miró y tuvo la impresión de sentir en la palma la tibieza del cuerpecito. Y se olvidó de la cárcel.
    Depositó con delicadeza al Niño rosado sobre la mesa y don Camilo lo puso al lado de la Virgen.
    - Mi hijo está aprendiendo el villancico de Navidad - anunció con orgullo Pepón. Oigo todas las noches a la madre hacérselo repetir antes de que se duerma. Es un fenómeno.
    - Lo sé - admitió don Camilo. También la poesía para el obispo la había aprendido maravillosamente.
    Pepón se crispó.
    - ¡Esa fue una de sus mayores bribonadas! - exclamó. Esa, usted me la paga.
    - Para pagar y para morir siempre hay tiempo. Después, junto a la Virgen inclinada sobre el Niño, puso la estatuita del asnillo.
    - Este es el hijo de Pepón, ésta la mujer de Pepón y éste es Pepón - dijo don Camilo, tocando por último al asno.
    - ¡Y éste es don Camilo! - exclamó Pepón, tomando la estatuita del buey y poniéndola en el grupo.
    - ¡Bah! Entre animales siempre nos entendemos - concluyó don Camilo.
    Saliendo, Pepón volvió a hallarse en la noche oscura del valle del Po, pero ahora estaba tranquilo porque aun sentía en la palma de la mano la tibieza del Niño rosado.
    Luego oyó resonarse en los oídos las palabras del villancico, que ya sabía de memoria.
    "Cuando, la noche de la víspera, me lo diga, será algo magnífico", se dijo regocijado. "También cuando mande la democracia proletaria, los villancicos habrá que respetarlos. ¡Más bien, hacerlos obligatorios!".
    El río corría plácido y lento, a dos pasos, bajo el dique, y también él era una poesía: una poesía empezada cuando había empezado el mundo y que todavía continuaba. Y para redondear y pulir el más pequeño de los miles de millones de guijarros del lecho del río, se habían requerido mil años.
    Y solamente dentro de veinte generaciones el agua habrá pulido una nueva piedrecita.
    Y dentro de mil años la gente correrá a seis mil kilómetros por hora sobre automóviles a propulsión superatómica. ¿Y para qué? Para llegar a fin de año y quedar con la boca abierta delante del mismo Niño de yeso que, una de las noches pasadas, el compañero Pepón repintó con su pincelito.
    -----

    http://www.librosmaravillosos.com/pe...ndo/index.html

  • #2
    Re: Adviento.

    Como me he divertido con los libros de Don Camilo, y el alcalde enojón...Ydespués con las películas, ... a todo dar.
    No recuerdo el nombre del actor, uno dientón, dientón,!!! a ver si alguien lo recuerda.


    Saludos Cubo.

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    • #3
      Re: Adviento.

      Excelente el Colloquium "El misterio de la navidad" realizado el martes nueve de diciembre en el Poliforum Cultural Siqueiros a las 19:00 horas.

      La presencia de Eduardo Sastre, la ministro luterana Louise, Roberto O'farrill, el padre Rafael López y José Antonio Villasana, animó el debate desde distintos ángulos. Villasana centró históricamente el acontecimiento, Sastre reflexionó sobre la figura de José, Louise hizo lo propio con María, Roberto se refirió a las extraordinarias circunstancias que se conjugaron esa noche, y el padre Rafael habló de ese entrañable Dios-Niño.

      Una segunda ronda de comentarios permitió contrastar las visiones lutera y católica sobre María, así como el significado cristiano de símbolos como la corona de adviento, el nacimiento y el árbol de navidad.

      La tercera ronda concluyó con la respuesta de los invitados al Colloquium a las preguntas del público asistente y con el recuerdo de los aromas mexicanos y alemanes de la navidad.

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      • #4
        Re: Adviento.

        "Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción".

        Gálatas 4, 4-5

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        • #5
          Re: Adviento.

          Esos entrañables reyes magos.

          -----
          Urge una Epifanía cultural

          ... Debemos abrir las puertas de nuestro empeño a quienes también buscan desde la honradez, como los Magos de Oriente, más certeros que los sabios judíos del momento. Pero a la vez, invitándoles a desenmascarar a la ingente legión de quienes, en ambos campos, abdicaron de tal honradez y se entregaron a la feria de las vanidades dogmatistas...

          Tras las luciérnagas navideñas y los fastos del nuevo año, encaminamos nuestros pasos hacia el misterio de la Epifanía, cuando unos misteriosos personajes, parece que científicos y tal vez antropólogos, en la tradición evangélica de Mateo, alcanzan al recién nacido en Belén y ponen a sus pies esos significativos oro, incienso y mirra.

          Para nada pertenecían al Pueblo de la Promesa, pues probablemente eran persas, en el caso de que realmente fueran más allá del mito, pero a fuerza de interpretar el devenir de una también misteriosa estrella, acabaron por incorporarse a nuestra Historia de Salvación como representantes de un cristianismo universal que no duda en asumir a los no creyentes en su dinámica epifánica: el Dios manifestado en Jesucristo se manifiesta a todos aquellos que lo aceptan o que lo buscan desde la tarea de cultivar la realidad humana mediante el empeño cultural en uno u otro campo. En los Magos de Oriente, con toda su tradicional parafernalia, la Revelación señala la conjunción entre Jesucristo y quienes investigan, analizan, crean, piensan, es decir, entre el Dios aparecido en nuestra carnalidad y todos aquellos que intentan escrutar la verdad de tal carnalidad, lanzada hacia abismos de permanente infinitud.

          Nos ha llegado el momento a quienes trabajamos en la tarea evangelizadora desde la realidad tan compleja y plural de la Iglesia Católica, del todo posicionados en comunión con ella, de abrir las puertas de nuestra fe, esperanza y caridad teologales y también práxicas a todos aquellos que caminan junto a/con nosotros motivados por el interrogante de alguna estrella sobrevenida en el marasmo histórico que vivimos. Es decir, en la estela del Vaticano II, abrir nuestras puertas creyentes a quienes, exactamente igual que nosotros mismos, se esfuerzan por analizar los signos de los tiempos, tal vez desde parámetros muy diferentes, de la misma manera que sucedió con los Magos de Oriente en relación con los sabios judíos del momento epifánico. Es decir, hasta el punto de que muchas veces los que tienen las claves para un análisis del todo correcto (los sabios judíos) resultan torpes en su aplicación, mientras que los aparentemente alejados (los Magos orientales) llegan hasta la puerta del misterio y nos desconciertan con su peregrinaje. No se trata de la tópica visión irenista del agnóstico que supera moralmente la actividad del creyente y hasta le da sustanciosas lecciones, un irenismo que está fatalmente de moda en ciertos ambientes críticos. Para nada. Se trata, sencillamente, de que bajo ningún concepto nosotros, creyentes de pro, tenemos derecho a negarle al increyente que busca y que se interroga su capacidad de encontrar la verdad, esa Palabra que es la Luz de los hombres, en palabras de Juan, el discípulo amado. No tenemos derecho desde el acontecimiento de la Epifanía, porque Dios, en la carne de Jesucristo, decidió estar a disposición de toda búsqueda humana que se base en la honradez intelectual. Nada más. Y nada menos.

          Situados en este filo de la navaja, nuestra cultura católica debiera hacer gala de un humanismo cristiano respetuoso con quienes buscan a su manera pero con auténtica honradez intelectual, sin cerrarles las puertas de la gloria de Dios, experto en misericordia y en perdón con todos aquellos que desean encontrarle. Por el contrario, nuestra obligación será tenderles la mano para que comprendan que estamos en la misma búsqueda pero desde puntos de partida distintos: ellos desde la interrogación absoluta (tremenda situación humana) y nosotros desde una serie de referentes creyentes que actúan como estrellas nocturnas que nos ayudan a caminar sin anular la dureza de la indagación. Sobre todo cuando tales referentes entran en conflicto con determinados hallazgos del citado camino. No vale su tentación de purismo en la búsqueda, pero tampoco nuestra posible soberbia intelectual al afirmar, como tantas veces hacemos, que encontraremos la verdad porque la poseemos de antemano. Porque somos compañeros de camino, en caso de proceder con rectitud y nunca enemigos empedernidos, si bien podamos aparecer como adversarios en determinadas confrontaciones intelectuales. Una cosa no quita la otra, por supuesto.

          Urge, por lo tanto, una Epifanía cultural de la Iglesia Católica, tal y como uno piensa que subyace en los mensajes repetidos de Benedicto XVI, quien reitera la relevancia de los referentes de la fe con una insistencia llamativa pero urgiendo también la honradez de la tarea humana en la persecución de la verdad, junto a tantos otros que también la buscan con fervor empedernido. Tras algunos años en que el pensamiento cristiano/católico había entrado por vericuetos de fragilidad reflexiva, tal vez tocado del relativismo ambiental, el actual Sucesor de Pedro, sobre todo en sus cartas encíclicas, alza el listón y nos obliga a reflexionar con dureza analítica sobre el misterio de Dios y del hombre en el contexto de una Naturaleza en permanente degradación. Ahora, dice el hombre de Ratisbona, ha llegado el momento de estar a la altura de tantos que estudian la realidad a fondo para que otros puedan llevar a cabo una auténtica pastoral capaz de interrogar de verdad la conciencia de nuestros contemporáneos.

          En esta tarea, según decíamos antes, debemos abrir las puertas de nuestro empeño a quienes también buscan desde la honradez, como los Magos de Oriente, más certeros que los sabios judíos del momento. Pero a la vez, invitándoles a desenmascarar a la ingente legión de quienes, en ambos campos, abdicaron de tal honradez y se entregaron a la feria de las vanidades dogmatistas, sustituyendo a Jesucristo como objeto de búsqueda por su propio ego, creyente o increyente, que de todo hay. La corrección cultural no debiera amedrentarnos en este auténtico esfuerzo contra la frivolidad y la endogamia intelectuales tan de moda en la actualidad. Por el contrario, esa honradez tiene que urgirnos a señalar sin remilgos a todo tipo de falsarios porque oscurecen el ambiente de búsqueda y provocan la desesperanza de encontrar en tantísimos espíritus, sobre todo jóvenes. Respetar a ultranza al que engaña por sistema, paraliza la Navidad y acaba por desarticular la dinámica epifánica. El respeto nunca es condescendencia silenciosa y cobarde.

          Hemos citado a los jóvenes y los hemos citado como un sector relevante de la posible desesperación de encontrar que atraviesa nuestra sociedad. Porque se nos llena con frecuencia la boca con palabras dedicadas a ellos y a ellas, pero tantas veces es para vituperarlos y para atribuirles actitudes y acciones que nosotros mismos, los adultos, les hemos inculcado mediante el sistema social imperante, explosionado cada amanecer hasta el atardecer respectivo de barbaridades en las que nuestros jóvenes para nada han tenido protagonismo ni en su elaboración ni en su implantación históricas. No hemos sido capaces de parar en seco el aluvión de mentira, de frivolidad y de dogmatismo que, sin poder remediarlo, al final se desploma sobre ellos, sin armas todavía con que defenderse. Estamos cegando la Epifanía posible de todo lo bello, bueno y verdadero, y más tarde les denunciamos sin piedad alguna como si nosotros estuviéramos exentos de culpa. Toda una desgracia.

          Urge, repetimos, una cultura epifánica para que se produzca una Epifanía de la cultura. Éste debiera ser nuestro empeño, siempre en comunión con la Santa Iglesia pero también con todos aquellos que, en seguimiento de alguna estrella, merecen ser acogidos en Belén hasta abrir caminos a la universalidad de esa misma Iglesia. A este empeño no hay que temerle. Más bien debiéramos temer abandonarlo por temor a la dureza que conlleva. Dios merece nuestra valentía. La valentía de los Magos de Oriente.
          -----

          http://www.abc.es/20090106/opinion-t...-20090106.html

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          • #6
            Re: Adviento.



            --
            la verdad cuando pasan alguna pelicula de don camilo y don pepone , procuro verla ...es buen humor de ese que ya no se ve por estas fechas
            ARMAOS LOS UNOS A LOS OTROS...

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            • #7
              Re: Adviento.

              Originalmente publicado por Pepis Ver post
              Como me he divertido con los libros de Don Camilo, y el alcalde enojón...Ydespués con las películas, ... a todo dar.
              No recuerdo el nombre del actor, uno dientón, dientón,!!! a ver si alguien lo recuerda.


              Saludos Cubo.
              las películas son interpretadas por Fernandel y Gino Cervi

              Toda la historia trancurre en un pequeño pueblito de Italia mas o menos entre los años 40as y 50as, tenemos por un lado al Alcalde Pepon (o Peppone) un comunista declarado, lider del partido comunista, cabecilla de la extrema izquierda, un hombre de pueblo con escasa educacion pero mas obstinado que un toro. Por otro lado tenemos a Don Camilo, el cura del pueblo, cruz de Pepone ya que es su amigo declarado por ser democrata-cristiano y porque es el unico capaz de enfrentarsele de tu a tu sin importar la sotana .
              Dia con dia, vemos a estos dos hombres chocar, de una manera curiosa cada quien por sus creencias, lo mas simpatico de la historia es que Don Camilo habla con el Cristo que tiene en la Iglesia, le pide consejo, le da sus quejas...y este: le contesta!!, muchas veces lo riñe: "DOn Camilo, portate bien", "Don Camilo, deja de golpear a Pepon"... "Don Camilo, que haces guardando esa ametralladora???"

              Alrededor, tenemos una galeria de personajes secundarios curiosos, ademas del Cristo del crucifijo que normalmente tiene muchos dialogos pero solo con el cura, tambien la gente del partido comunista de Pepon, la maestra Cristina una viajecita retirada, el anciano obispo que ya no sabe que hacer con Don Camilo...

              fuente http://www.ciao.es/Manana__Opinion_732653
              ARMAOS LOS UNOS A LOS OTROS...

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              • #8
                Re: Adviento.

                Cierto, Fernandel es el nombre del artista francés que interpretaba al sacerdote que peleaba con el alcalde, pero que se tenían en gran estima.
                Buenos libros, y bien logrados films....

                Saludos.

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                • #9
                  Re: Adviento.

                  Ignacio Camacho,
                  ABC.

                  -----
                  Honorables camaradas

                  En Trebujena, uno de los pueblos más rojos de España, que vota comunista desde la Transición -el diputado Cabral acompañó a Alberti en las primeras Cortes de la democracia-, las huestes de Izquierda Unida han salvado las imágenes de la parroquia en un incendio. Les pilló el fuego a pie de autobús, porque iban a manifestarse en Sevilla, y en ausencia del cura fue el alcalde Manuel Cárdenas quien se puso al frente del rescate. Al grito de «¡que se queman los santos!» hicieron de costaleros del Cristo de la Misericordia y la Virgen... del Desconsuelo en una improvisada procesión de socorro. La manifestación podía esperar, las llamas no, y el deber cívico tampoco. Puro Guareschi: los Pepponi sacándole a Don Camilo las castañas del fuego. Literalmente.

                  Seguramente a estos honorables camaradas, la mayoría ateos, les molestará incluso que se pondere su gesto. Cumplieron con su obligación y punto. El fuego era perentorio, no había lugar para dogmatismos. Salvaron desde una solidaridad elemental y urgente el patrimonio de su pueblo y el objeto de la fe de sus conciudadanos, y sólo desde una nostalgia sectaria cabe recordar el tiempo en que las visitas al templo eran para quemar imágenes en vez de rescatarlas. Correcto, queridos rojos, pero es que esa lección tan natural no se la sabe todo el mundo en esta España en que se le ha perdido el respeto a las creencias de la gente. Ni siquiera se la sabe el diputado de IU Gaspar Llamazares, que se dedicaba a la urgentísima tarea de pedir la regulación de la apostasía mientras vosotros íbais a manifestaros contra la crisis económica. Cuestión de prioridades.

                  Cualquier comunista de Trebujena conoce el sentido de la devoción popular que ignora la progresía capitalina en su imaginario político de diseño. Es la diferencia entre vivir junto a la gente que sufre en silencio por ganarse el pan nuestro de cada día y hacerlo en la burbuja de la moqueta parlamentaria y las conspiraciones de salón. Ante las difíciles condiciones de vida del campo andaluz, habrá quien busque su esperanza en la utopía de la revolución y quien refugie su aflicción en el amparo de la Virgen del Desconsuelo. Lo que la democracia nos enseñó fue a superar el triste enfrentamiento de creencias que llevó a incendiar templos y a encarcelar rojos, a fusilar por ir a misa o por no hacerlo. En el mismo desagrado que algunos militantes de IU expresan por el alcance mediático de su gesto está la mejor reivindicación de su dignidad humana. Hicieron lo que tenían que hacer. Pues claro. Pero si algún día se les quema la sede, que me avisen para ayudarles a poner a salvo la hoz y el martillo.
                  -----

                  http://www.abc.es/20090205/opinion-f...-20090205.html

                  Comment


                  • #10
                    Re: Adviento.

                    Pentecostés.

                    Ven, Dios Espíritu Santo,
                    y envíanos desde el cielo
                    tu luz, para iluminarnos.

                    Ven ya padre de los pobres,
                    luz que penetra en las almas
                    dador de todos los dones.

                    Fuente de todo consuelo,
                    amable huésped del alma,
                    paz en las horas de duelo.

                    Eres pausa en el trabajo;
                    brisa en un clima de fuego;
                    consuelo, en medio del llanto.

                    Ven, luz santificadora,
                    y entra hasta el fondo del alma
                    de todos los que te adoran.

                    Sin tu inspiración divina
                    los hombres nada podemos
                    y el pecado nos domina.

                    Lava nuestras inmundicias,
                    fecunda nuestros desiertos
                    y cura nuestras heridas.

                    Doblega nuestra soberbia,
                    calienta nuestra frialdad,
                    endereza nuestras sendas.

                    Concede a aquellos que ponen
                    en ti su fe y su confianza
                    tus siete sagrados dones.

                    Danos virtudes y méritos,
                    danos una buena muerte
                    y contigo el gozo eterno.

                    Comment


                    • #11
                      Re: Adviento.

                      El próximo domingo es el primero del año litúrgico. Comienza nuevamente el Adviento.

                      Comment


                      • #12
                        Re: Adviento.

                        "Oh Dios que nos colmas de alegría cada año por la espera de nuestra redención, haz que recibiendo con alegría a tu Hijo único que viene a redimirnos, podamos también contemplarlo con seguridad cuando venga a juzgarnos".

                        Oración de la Vigilia de Navidad.

                        Comment


                        • #13
                          Re: Adviento.

                          El Tribunal Constitucional Alemán da la razón a las Iglesias Católica y Evangélica:

                          "Berlín cerrará sus tiendas los domingos porque no respetan el 'recogimiento espiritual'".

                          http://www.elmundo.es/mundodinero/20...259690512.html

                          Comment


                          • #14
                            Re: Adviento.

                            "Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva".

                            Ga 4,4-5.

                            Comment


                            • #15
                              Re: Adviento.

                              Feliz Navidad, don Cubo.

                              Por si ya no lo leo despues. :)

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