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Colorin, colorado.

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  • #46
    Re: Colorin, colorado.



    EL PLACER DE PENSAR-

    Inventamos nuestros propios fantasmas. Esta es una vieja historia japonesa (donde aparece un acto de psicomagia):

    “Al agonizar, una esposa le dijo a su marido:
    "Quiero que seas fiel a mi recuerdo. Si te casas con otra, mi fantasma vendrá a molestarte!"
    El juró ser fiel. Cuando ella murió, guardó luto; pero al cabo de un año se enamoró de otra mujer.
    El fantasma apareció para decirle: "¡Te vigilo! ¡Sé lo que dices, qué regalos le das y puedo repetir las palabras con que la cortejas! ¡Te prohibo que la sigas viendo!"

    Sintiéndose así vigilado, el pobre hombre no podía hacer nada.
    Fue a consultar con un monje.
    El monje le dijo: "El fantasma dice que sabe todo lo que haces. Entonces, la próxima vez que aparezca, toma un puñado de arroz y pregúntale cuántos granos tienes en la mano.
    Si te responde exactamente, es un fantasma de verdad. Si no te responde, significa que tú lo has inventado".

    Cuando apareció el fantasma, el hombre le preguntó cuántos granos de arroz tenía en el puño. ¡El fantasma se disolvió!

    Creemos vivir libres en el presente y sin embargo estamos condicionados, maniatados, inhibidos por recuerdos.

    Estos recuerdos, impresos en nuestro cerebro, se nos manifiestan en la vida bajo forma de fantasmas.
    Creemos ver la realidad cuando en verdad sólo vemos imágenes de nuestra memoria.

    ¡Hay que desafiar esos fantasmas!
    Ver qué es real y qué es producto de nuestro miedo a desobedecer prohibiciones.

    No podemos ser un adulto cabal si no abandonamos esos fantasmas infantiles.
    Estos espectros interiores nos dicen a cada momento: “¡La vida es peligrosa, cuidado, huye, no la enfrentes tal cual es, disfrázala!”.

    Y es así como la mayor parte de nosotros, por temor al mundo, lo transforma en ilusiones, con mentiras, drogas, actividades superficiales, conciencia dormida.
    El monje de la vieja historia nos dice: “En tu puño tienes un número preciso, objetivo, de granos de arroz: debes saber cuántos granos tienes”.

    Es decir, venciendo tu subjetividad, debes saber cuál es la realidad objetiva; afrontarla, trabajar en lo que amas; amar lo que haces y construir una vida verdadera. Sin temor a ser lo que en verdad eres.

    Para vivir en el “mundo”, como dijo el filósofo Bertrand Rusell, tienes que aceptar que es horrible, horrible, horrible…

    Aceptando lo “horrible” del mundo, puedes luchar en él, sin huirle, comenzando a convertirlo en el paraíso que debe ser todo presente real.


    Alejandro Jodorowsky

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    • #47
      Re: Colorin, colorado.

      EL HUEVO MAGICO

      Había una vez un niño que creia en el Huevo Mágico.
      Asi que un día el niño salió al bosque con sus amigos.Mientras estaban pescando, el niño grita "pesqué uno,pésqué uno"; y de pronto sale el Huevo Mágico, estaba pegado al anzuelo del niño.
      El niño tan sorprendido se desmaya y el Huevo Mágico tuvo que arrastrar al niño hasta la casa del niño.

      Cuando el niño despertó vio al Huevo Mágico y gritó ¡AAAH, estoy alucinando!
      No, no, calma,calma, sólo soy el Huevo Mágico y vine aqui pára que creyeras en mi, mejor ya me voy.
      Ok, Ok, dice el niño, creeré en ti, pero es la última vez que creo en algo.


      Constanza G.C.

      30 de Nov de 2011
      (a los siete años y seis meses)
      Tatiana
      Forista Opalo
      Last edited by Tatiana; 30-noviembre-2011, 19:14.

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      • #48
        Re: Colorin, colorado.



        Alejandro Jodorowsky:

        Este cuento es tan bello como un diamante:

        Un viejo sabio es invitado donde un rico comerciante. En esa casa todo es lujoso y limpio.
        De pronto el sabio tiene ganas de escupir.
        El comerciante exclama: ” Caballero, no escupa aquí, ni aquí, ni aquí.
        Aquí todo es limpio.”
        Entonces el sabio le escupe en la cara. “
        Es el único sitio sucio que encontré”.

        Simbólicamente el escupo es una crítica a la forma de vida del comerciante.
        Este no soporta las críticas.
        Eso quiere decir que su ego está sucio…

        Cuando te hagan una crítica, recíbela con una sonrisa, medítala un largo tiempo y agradece a quien te la ha hecho porque te da la oportunidad de verte y cambiar.

        En el camino espiritual no hay que tratar de afirmarse.
        Es inútil tratar de ser, puesto que eres naturalmente.
        La iluminación es sólo una mente que se ha despojado de los límites impuestos por la familia, la sociedad y las tradiciones culturales.

        Cuando vacías tu corazón, la critica se esfuma, también el rencor y la rabia, encuentras la gracia.

        Cuando te liberas de los deseos impuestos por la publicidad y las prohibiciones impuestas por los prejuicios religiosos, encuentras el éxtasis.

        Cuando desaparece tu terror a la pobreza, desaparece el miedo de perder, y encuentra en cada acto un placer intenso.

        Un león, rey de la selva, se asoma a un pozo, llevado por una intensa sed.
        En el fondo ve a su reflejo en el agua.
        Le parece que es un enemigo.
        Se lanza dentro para atacarlo y matarlo.
        Cae en el agua.
        El reflejo desaparece.
        El león se ahoga.

        Esta historia nos quiere hacer comprender que todo lo que nos ataca, nos aterroriza, es nuestro reflejo.

        La mayor parte de nuestros problemas, son una proyección de lo que no aceptamos ver en nosotros mismos.

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        • #49
          Re: Colorin, colorado.







          Indígena: Los blancos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No les comprendemos. Creemos que están locos.

          Jung: ¿Por qué creéis que todos los blancos están locos?

          Indígena: Dicen que piensan con la cabeza.

          Jung: Pues claro, ¿con qué piensan tú?

          Indígena: Nosotros pensamos aquí.

          Esto dijo el indígena señalando su corazón.

          "Recuerdos, sueños, pensamientos. C. G. Jung"

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          • #50
            Re: Colorin, colorado.



            - Ya he encontrado el vórtice, conduce directo hacia ti, al tren, y al mismo asiento al lado del tuyo… espera… ¿Ves que ya estoy aquí?

            - Hola, es mejor hablar así, ¿no? Juntos.

            - Oh, claro.

            - ¿Qué me dices de este paisaje que ves por la ventanilla del tren…?

            - Ah, la planicie castellana, cortijos aquí y allá, campos de labrantío

            - Esa nube se parece a un dragón…

            - Esos árboles, ¿son olivos? No, parecen caballeros

            - Ah, los veo.

            - Allá abajo, cabalgan a toda velocidad, levantan una polvareda parecida a los disparos de los cañones del Duque de Bruswick

            - Antes vi una nube que parecía un faro….

            - mmmm…. es verdad

            - Un faro del fin del mundo. Espera, veo algo.

            - Tomo nota…

            La galera está a punto de naufragar, es noche cerrada, ruge la tormenta, han caído marineros al agua, las olas llegan hasta el palo de mesana. De pronto en la negrura un destello; el piloto aferrado al timón le grita al vigía:

            - ¿Ves esa luz?: A babor.

            - Sí capitán – le responde – Nornordeste. Aún es muy débil.

            En efecto es una luz la negrura. Llevan tantos días de navegación en la feroz tormenta que el piloto repite la pregunta una y otra vez porque ya han tenido demasiados espejismos, el escorbuto ha diezmado la tripulación. El vigía grita de nuevo:

            - ¡Es una luz que se mueve con el oleaje! Es real. – luego otro grito – ¡es un faro, capitán!

            - Un faro… ¿será posible? ¿Dónde estamos?

            Hace tantos días que están perdidos que no les servirán de nada las cartas de navegación para identificar cual es ese faro, por tanto el piloto gira el timón hacia babor y manda desplegar todas las velas. Si han de morir que sea luchando. No hay mejor forma de morir. Los marineros suben a los cabrestantes y las velas des despliegan a plomo hinchándose inmediatamente. La nave se va acercando, no se distingue nada en la negrura solo la luz parpadeante, rítmica, en efecto es un faro. La nave esta tan destrozada que el piloto decide ir directo a las rocas. El mundo desapareció hace rato a sus espaldas y lo único que existe es esa luz. Las primeras rocas rasgan el casco. El capitán ordena arriar los botes y que todos los marineros que aún siguen con vida abandonen la nave. Se queda al timón, que sigue avanzando entre el roquedal hasta quedar definitivamente encallado. El barco da un profundo cabeceo y el piloto ha de agarrarse al timón, su mejor amigo durante tantos años de travesía.

            Se asegura que nadie ha quedado en el barco. Da un repaso a al viejo cascaron, le da las gracias por su sacrificio, llora, reza una veja oración y salta por fin a las aguas.

            Nada en la espuma del romper de las olas hacia la luz, hacia adelante, hacia la luz. Está a punto de ahogarse porque las olas son muy altas y traga mucha agua pero ha de seguir, esa luz es su propia vida, sea que sea lo que sea que haya allá. Por fin sus rodillas dan contra una roca. Se levanta. La negrura es un manto de metal, pero la luz está más cerca, y entre sus destellos se distingue la silueta de un acantilado encima del cual está el faro. Tierra, tierra firme. Si vida es ahora tierra firme. Su navegación ha terminado.

            Va agarrándose a las rocas hasta llegar al pie del acantilado. En las tinieblas ha de ir palpando la pared para encontrar resquicios, grietas, salientes por los que trepar.

            La oscuridad se ha convertido en tacto firme, sólido. Empieza a trepar. Está agotado, pero la tierra le transmite su fuerza. Siente recibir una oleada de calor de la roca fría y mojada por la tempestad, y poco a poco va subiendo, subiendo. Resbala unas cuantas veces, pero la tierra lo agarra para que no caiga. La roca de agarra a él y él a la roca.

            Finalmente sus dedos se encuentran con hojas, yerba, ha llegado arriba. Entonces la luz del faro es muy potente, deslumbrante, caliente, se deja caer boca abajo y la luz lo va calentando hasta secar sus ropas y sus cabellos. Se desvanece.

            Al despertarse se incorpora y está allí, en Arcadia, en la tierra de las leyendas de sus ancestros.

            Campesinos dedicados a sus quehaceres, niños jugando entre la cebada, músicas de todas partes, aromas de nardo y rosa ajenjo y lavanda.

            Anda por entre los campos de cereal, rozando con la palma las espigas, va en busca de aquel grupo de niños que juegan con aros de flores. Esta muy débil pero consigue llegar y les pide que le dejen jugar, él es un niño como ellos, cae de rodillas y un dulce sueño reparador le envuelve con los aromas del mundo antiguo.
            La mente en calma, el espíritu en comunión con la armonía reinante.

            Se deja mecer por las pequeñas manos de los niños que lo llevan en volandas a la cabaña del druida para que descanse y ser presentado a la comunidad.

            El final del camino es el retorno, a nuestro verdadero origen a la armonía celeste, es la vuelta a casa.

            *

            *

            Juan Trigo, encuentro con Carmen Sol en algún lugar entre Ciudad real y Córdoba

            Domingo 29 de Enero 2012

            Imagen: Replikaart

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            • #51
              Re: Colorin, colorado.



              Un hombre va donde su sastre y se queja:
              ” Me hizo un bonito traje pero con mangas demasiado cortas”.
              El sastre le dice que encoja sus brazos y así se verá bien.

              “De acuerdo -responde el hombre- pero esta parte que cubre mi hombro derecho es mas ancha que la otra”.
              El sastre hace que se incline hacia el lado izquierdo, así el traje se le ve equilibrado.

              “De acuerdo, pero las piernas del pantalón también son demasiado cortas”. “Doble un poco las rodillas y nadie se dará cuenta de eso.”
              “Perfecto, ahora todo está bien” dice el hombre y se va a la calle todo torcido.

              Se encuentra con un amigo.
              ”¡Pobre, ¿qué te pasó? Andas como un monstruo.”
              “Sí, -responde el hombre- pero mi traje se ve formidable”.

              El traje mal hecho simboliza al ego que la familia, la sociedad y la cultura nos crea.
              El cerebro nos da una visión limitada de nosotros mismos, pero tenemos infinitas posibilidades de ser.
              El Ser esencial, esa dimensión inconsciente, poderosa, infinita, que es lo que en verdad somos, debe adaptarse a un traje que lo aprisiona, a una personalidad que parece “normal”, sin poder manifestarse en toda su grandeza creadora…

              Alejandro Jodorowsky

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              • #52
                Re: Colorin, colorado.


                La Mariposa Azul Y El Sabio Que Siempre Respondía A Todas Las Preguntas
                Marzo 24, 2008




                Había un viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes.
                Las niñas siempre hacían muchas preguntas.
                A algunas de ellas, él sabía responder, a otras no...

                Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.
                El sabio que siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar.

                Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que él no sabría responder.
                Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.

                “¿Qué vas a hacer?” preguntó la hermana.
                -Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta.
                Si él dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar.
                Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré.
                Y así, cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!

                Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.
                Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?

                Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió: “Depende de ti… ella está en tus manos”


                (Plano Creativo)

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                • #53
                  Re: Colorin, colorado.




                  “Si quieres un adulto con un pensamiento creativo, de pequeño cuéntale cuentos, si lo quieres además sabio, cuéntale más cuentos”.

                  (Albert Einstein)

                  Son muchos los cuentos que nos muestran sabiduría, por ejemplo:

                  Un maestro se estableció en un cruce de caminos.
                  Por la noche instaló una lámpara muy brillante y no muy lejos de esa lámpara encendió una vela.
                  Utilizaba esa vela para leer sus libros

                  La gente del pueblo cercano murmuraba sobre una secreta sabiduría en ese extraño comportamiento, pero nadie entendía nada.
                  Una noche se acercaron a preguntarle directamente por el motivo de esas dos fuentes de luz y por qué utilizaba la vela para la lectura cuando la lámpara tenía mucha más intensidad.

                  El sabio contestó: Por la noche la lámpara está rodeada por miles de polillas, al proporcionar esa luz intensa, me dejan en paz para leer con mi vela.

                  Complazco a las polillas y las mantengo alejadas de mí.

                  (Plano Creativo)

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                  • #54
                    Re: Colorin, colorado.



                    “Papá, léeme otra vez esa frase sobre los sabios”, dijo la niña de siete años a su padre antes de ir a la cama.
                    Éste se puso las gafas, buscó entre los miles de volúmenes de su biblioteca un libro bastante reciente.
                    Lo abrió y exclamó doblando sus rodillas, para llegar así a la altura de la niña:

                    -“La lluvia no se queda pegada al cielo: sólo es sabio quien comparte sus conocimientos”.
                    Estas palabras las tecleó Alejandro Jodorowsky en su Twitter,- le dijo- aunque han quedado también impresas en un libro, hija mía.
                    ¿Te acuerdas cuando viajamos a la playa y encontramos una botella en la orilla?

                    -Sí. Dentro había un mensaje de amor muy bonito y mamá dijo que vaya pena si, por suerte del destino, la botella se hubiese quedado en el fondo…. ¿Habrá muchos mensajes dentro de botellas atrapadas en el mar, papá?

                    -Supongo que no tantos como en los libros que acumulan polvo en las estanterías y en las cabezas de los llamados sabios, esos que no aprendieron a compartir.

                    Aquella noche, la niña soñó que el dios del mar liberaba los mensajes de todas las botellas del fondo marino. Peces de colores formaron una eficaz cadena para llevar los pequeños pergaminos manuscritos cerca de la superficie.

                    Pasaban el relevo a las blancas gaviotas que con sus picos naranja los atraparan y los transportaban volando lejos de la costa, hasta donde sus alas le permitían llegar.
                    En ese mundo onírico, las ciudades amanecieron cubiertas de mensajes bellos y positivos rescatados del olvido.

                    En mundo real, esa niña quizá en unos años colaborara en algo parecido…
                    Carmen Sol

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                    • #55
                      Re: Colorin, colorado.

                      .......................
                      Tatiana
                      Forista Opalo
                      Last edited by Tatiana; 21-abril-2012, 17:05.

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                      • #56
                        Re: Colorin, colorado.

                        BARBA AZUL




                        Hay un trozo de barba que se conserva en el convento de las monjas blancas de las lejanas montañas.
                        Nadie sabe cómo llegó al convento.
                        Algunos dicen que fueron las monjas que enterraron lo que quedaba de su cuerpo, pues nadie más quería tocarlo.
                        La razón de que las monjas conservaran semejante reliquia se desconoce, pero se trata de un hecho cierto.

                        La amiga de mi amiga la ha visto con sus propios ojos.
                        Dice que la barba es de color azul, añil para ser más exactos.
                        Es tan azul como el oscuro hielo del lago, tan azul como la sombra de un agujero de noche.
                        La barba la llevaba hace tiempo uno que, según dicen, era un mago frustrado, un gigante muy aficionado a las mujeres, un hombre llamado Barba Azul.

                        Dicen que cortejó a tres hermanas al mismo tiempo.
                        Pero a ellas les daba miedo su extraña barba de tono azulado y se escondían cuando iba a verlas.
                        En un intento de convencerlas de su amabilidad, las invitó a dar un paseo por el bosque.
                        Se presentó con unos caballos adornados con cascabeles y cintas carmesí. Sentó a las hermanas y a su madre en las sillas de los caballos y los cinco se alejaron a medio galope hacia el bosque.
                        Pasaron un día maravilloso cabalgando mientras los perros que los acompañaban corrían a su lado y por delante de ellos.
                        Más tarde se detuvieron bajo un árbol gigantesco y Barba Azul deleitó a sus invitadas con unas historias deliciosas y las obsequió con manjares exquisitos.

                        Las hermanas empezaron a pensar “Bueno, a lo mejor, este Barba Azul no es tan malo como parece”.

                        Regresaron a casa comentando animadamente lo interesante que había sido la jornada y lo bien que se lo habían pasado.

                        Sin embargo, las sospechas y los temores de las dos hermanas mayores no se disiparon, por lo que éstas decidieron no volver a ver a Barba Azul.

                        En cambio, la hermana menor pensó que un hombre tan encantador no podía ser malo.
                        Cuanto más trataba de convencerse, tanto menos horrible te parecía aquel hombre y tanto menos azul le parecía su barba.

                        Por consiguiente, cuando Barba Azul pidió su mano, ella aceptó.
                        Pensó mucho en la proposición y le pareció que se iba a casar con un hombre muy elegante.
                        Así pues, se casaron y se fueron, al castillo que el marido tenía en el bosque.

                        Un día él le dijo:

                        —Tengo que ausentarme durante algún tiempo.
                        Si quieres, invita a tu familia a venir aquí. Puedes cabalgar por el bosque, ordenar a los cocineros que preparen un festín, puedes hacer lo que te apetezca y todo lo que desee tu corazón.
                        Es más, aquí tienes mi llavero. Puedes abrir todas las puertas que quieras, las de las despensas, las de los cuartos del dinero, cualquier puerta del castillo, pero no utilices la llavecita que tiene estos adornos encima.

                        La esposa contestó:

                        —Me parece muy bien, haré lo que tú me pides. Vete tranquilo, mi querido esposo, y no tardes en regresar.

                        Así pues, él se fue y ella se quedó.

                        Sus hermanas fueron a visitarla y, como cualquier persona en su lugar, tu- vieron curiosidad por saber qué quería el amo que se hiciera en su ausencia. La joven esposa se lo dijo alegremente.

                        —Dice que podemos hacer lo que queramos y entrar en cualquier estancia que deseemos menos en una. Pero no sé cuál es. Tengo una llave, pero no sé a qué puerta corresponde.

                        Las hermanas decidieron convertir en un juego la tarea de descubrir a qué puerta correspondía la llave.
                        El castillo tenía tres pisos de altura con cien puertas en cada ala y, como había muchas llaves en el llavero, las hermanas fueron de puerta en puerta y se divirtieron muchísimo abriendo las puertas.
                        Detrás de una puerta estaban las despensas de la cocina; detrás de otra, los cuartos donde se guardaba el dinero.
                        Había toda suerte de riquezas y todo les parecía cada vez más Prodigioso. Al final, tras haber visto tantas maravillas, llegaron al sótano y, al fondo de un pasillo, se encontraron con una pared desnuda.

                        Estudiaron desconcertadas la última llave, la de los adornos encima.
                        —A lo mejor, esta llave no encaja en ningún sitio.
                        Mientras lo decían, oyeron un extraño ruido… “errrrrrrrr”. Asomaron la cabeza por la esquina y, ¡oh, prodigio!, vieron una puertecita que se estaba cerran- do. Cuando trataron de volver abrirla, descubrieron que estaba firmemente ce- rrada con llave. Una de las hermanas gritó:

                        —¡Hermana, hermana, trae la llave! Ésta debe de ser la puerta de la misteriosa llavecita.

                        Sin pensarlo, una de las hermanas introdujo la llave en la cerradura y la hizo girar. La cerradura chirrió y la puerta se abrió, pero dentro estaba todo tan oscuro que no se veía nada.

                        —Hermana, hermana, trae una vela. Encendieron una vela, contemplaron el interior de la estancia y las tres lanzaron un grito al unísono, pues dentro había un lodazal de sangre, por el suelo estaban diseminados los ennegrecidos huesos de unos cadáveres y en los rincones se veían unas calaveras amontona- das cual si fueran pirámides de manzanas.

                        Volvieron a cerrar la puerta de golpe, sacaron la llave de la cerradura y se apoyaron la una contra la otra, jadeando y respirando afanosamente. ¡Dios mío! ¡Dios mío!

                        La esposa contempló la llave y vio que estaba manchada de sangre. Horro- rizada, intentó limpiarla con la falda de su vestido, pero la sangre no se iba.

                        —¡Oh, no! —gritó.

                        Cada una de sus hermanas tomó la llavecita y trató de limpiarla, pero no lo consiguió.

                        La esposa se guardó la llavecita en el bolsillo y corrió a la cocina. Al llegar allí, vio que su vestido blanco estaba manchado de rojo desde el bolsillo hasta el dobladillo, pues la llave estaba llorando lentamente gotas de sangre de color rojo oscuro.

                        —Rápido, dame un poco de crin de caballo —le ordenó a la cocinera.

                        Frotó la llave, pero ésta no dejaba de sangrar. De la llavecita brotaban gotas y más gotas de pura sangre roja.

                        La sacó fuera, la cubrió con ceniza de la cocina y la frotó enérgicamente. La acercó al calor para chamuscarla. La cubrió con telarañas para restañar la san- gre, pero nada podía impedir aquel llanto.

                        —¿Qué voy a hacer? —gritó entre sollozos—. Ya lo sé. Esconderé la llavecita. La esconderé en el armarlo de la ropa. Cerraré la puerta. Esto es una pesadilla. Todo se arreglará.

                        Y eso fue lo que hizo.

                        El esposo regresó justo a la mañana siguiente, entró en el castillo y llamó a la esposa.

                        —¿Y bien? ¿Qué tal ha ido todo en mi ausencia?
                        —Ha ido todo muy bien, mi señor.
                        —¿Cómo están mis despensas? —preguntó el esposo con voz de trueno. —Muy bien, mi señor.
                        —¿Y los cuartos del dinero? —rugió el esposo.
                        —Los cuartos del dinero están muy bien, mi señor.
                        —O sea que todo está bien, ¿no es cierto, esposa mía?

                        —Sí, todo está bien.

                        —En tal caso —dijo el esposo en voz baja—, será mejor que me devuelvas las llaves. —Le bastó un solo vistazo para darse cuenta de que faltaba una llave— . ¿Dónde está la llave más pequeña?

                        —La… la he perdido. Sí, la he perdido. Salí a pasear a caballo, se me cayó el llavero y debí de perder una llave.

                        —¿Qué hiciste con ella, mujer?
                        —No… no… me acuerdo.
                        —¡No me mientas! ¡Dime qué hiciste con la llave! —El esposo le acercó una

                        mano al rostro como si quisiera acariciarle la mejilla, pero, en su lugar, la agarró por el cabello—. ¡Esposa infiel! —gritó, arrojándola al suelo—. Has estado en la habitación, ¿verdad?

                        Abrió el armarlo ropero y vio que de la llavecita colocada en el estante supe- rior había manado sangre roja que manchaba todos los preciosos vestidos de se- da que estaban colgados debajo.

                        —Pues ahora te toca a ti, señora mía —gritó, y llevándola a rastras por el pasillo bajó con ella al sótano hasta llegar a la terrible puerta.

                        Barba Azul se limitó a mirar la puerta con sus fieros ojos y ésta se abrió. Allí estaban los esqueletos de todas sus anteriores esposas.

                        —¡¡¡Ahora!!! —bramó.
                        Pero ella se agarró al marco de la puerta y le suplicó:
                        —¡Por favor! Te ruego que me permitas serenarme y prepararme para mi
                        muerte.
                        Dame un cuarto de hora antes de quitarme la vida para que pueda q uedar en paz con Dios.

                        —Muy bien —rezongó el esposo—, te doy un cuarto de hora, pero procura estar preparada.

                        La esposa corrió a su cámara del piso de arriba y pidió a sus hermanas que salieran a lo alto de las murallas del castillo. Después se arrodilló para rezar, pero, en su lugar, llamó a sus hermanas.

                        —¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
                        —No vemos nada en la vasta llanura.
                        A cada momento preguntaba:
                        —¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?
                        —Vemos un torbellino, puede que sea una polvareda.
                        Entretanto, Barba Azul ordenó a gritos a su mujer que bajara al sótano para decapitarla.

                        Ella volvió a preguntar:

                        —¡Hermanas, hermanas! ¿Veis venir a nuestros hermanos?

                        Barba Azul volvió a llamar a gritos a su mujer y empezó a subir ruidosa- mente los peldaños de piedra.

                        Las hermanas contestaron:

                        —¡Sí, los vemos! Nuestros hermanos están aquí y acaban de entrar en el castillo.

                        Barba Azul avanzó por el pasillo en dirección a la cámara de su esposa. —Vengo a buscarte —rugió.
                        Sus pisadas eran muy fuertes, tanto que las piedras del pasillo se desprendieron y la arena de la argamasa cayó al suelo.

                        Mientras Barba Azul entraba pesadamente en la estancia con las manos extendidas para agarrarla, los hermanos penetraron al galope en el castillo e irrumpieron en la estancia. Desde allí obligaron a Barba Azul a salir al parapeto, se acercaron a él con las espadas desenvainadas, empezaron a dar tajos a diestro y siniestro, lo derribaron al suelo y, al final, lo mataron, de) ando su sangre y sus despojos para los buitres.


                        Clarissa Pinkola Estés, “Mujeres que corren con lobos”

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