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"Dizque se escucha" la alarma de la deuda gringa
Don’t talk about the noose in the house of a hanged man No hables de la soga en la casa del ahorcado
"Oh, say can you see,by the dawn's early light,
What so proudly we hailed
at the twilight's last gleaming?
Whose broad stripes and bright stars,
through the perilous fight...,"
[/i][/b]
"Dizque se escucha" el Alarma de la deuda gringaPublicado el día en que se conmemora la toma de la bastilla, por el períoquido quasi propiedad del gordito Carlo$ $lim, pre$tanmobre$ de Carlo$ $alina$ de Gortari, mejor conocido como The New York Times
traducido por Rafael Norma Méndez
Mientras que las pláticas de los negociadores del techo d e endeudamiento braman y petardean, la helada realidad de una falla de pagos inminente gubernamental trepó este miércoles e hizo de su maestría en el juego, una burla. Las dos principales agencias de calificación advirtieron que la alguna vez impensable degradación de la evaluación crediticia de la nación estuviera tan a la mano, si esta crisis no fuera desactivada inmediatamente.
Eso finalmente desinfló la descuidada noción, popularizada por lo legisladores del La Fiesta del Té como Michele Bachmann y Louie Gohmert, que la falla en pago sería un inconveniente menor. Standard & Poor’s dijo ue la degradación podría ocurrir si fallaran cualquiera de los pagos, aún cuando a los tenedores de bonos se les pagara primero. Moody’s dijo que se requería un nuevo proceso para tratar con el techo de endeudamiento. Aunque todavía los mercados de bonos tienen que ser enturbiados, hay frescas indicaciones de que China y demás inversionistas están empezando a ponerse nerviosos.
Las alarmas no subirían de volumen, pero la hechura de mitos está impidiendo todavía el acuerdo tan desesperadamente requerido.
Muchos legisladores republicanos persisten en actuar como si le estuvieran haciendo un favor al presidente Obama al considerar un incremento en el techo de endeudamiento y que a cambio de eso, ellos deberían obtener todos los recortes de gasto que ellos quieran. De hecho el techo de endeudamiento es un método artificial de mantener la vista sobre los préstamos que se ha auto impuesto el congreso desde hace un siglo. El presidente no “pidió” un incemento; simplemente le recordó al congreso que la autoridad para continuar pidiendo prestado se ha agotado, debido a que le gasto al que ya se ha incurrido, en gran medida debido a las guerras, a la recesión , a los crecientes programas de ayuda social y a los recortes impositivos de Bush.
El mensaje de als aencias evaluadoras es que el techo de endeudamienot jamás debío de usarse como un vehíuclo para forzar recortes en el tamño y el rol del gobierno. La deuda de la nación requerirá fr una reducción de largo plazo. Peor el debate fundamental sobre la naturaleza del gobierno no puede mantenerse en cuestión de días mientras que la evaluación crediticia d la nación está colgada en al balanza. Hay mucho orgullo y política en el trayecto
Los republicanos empezaron a secuestrar para lograr su meta ideológica de reducción gubernamental, resistiendo todos los intentos de negociar nuevos ingresos impositivos. La Casa Blanca intenta impresionar a los votantes independiente con sus propias propuestas de recortes en gasto, y para rescatar algunas medidas de estímulos. El techo jamás fue muy prudente, pero hasta ahora se ha usado sólo para darle voz al Congreso en los prestamos gubernamentales y no como una arma radioactiva.
No obstante, habiendo escogido el arma, ninguna de las partes ha sido capaz de dejarla a un lado. Finalmente pcos Republicanos importantes se han pempezado a dar cuenta de que el arma, usada de esta manera, es demasiado poderosa para controlarla. Mitch McConnell, [/B el líder republicano del Senado, dijo que la falla en pago sería mala para las marca de su partido y permitiría al presidente echarle la culpa a los republicanos por la deficiente economía.
Lo que en verdad quiso decir, fue que la falla [en el pago] expondría el enorme rol de los Republicanos en la creación de la crisis económica. No sólo los republicanos han consentido que el déficit se vaya a las nubes, sino que también han obstruido cualquier consideración de los programas para poner de nuevo en empleo a los estadounidenses , mientras que culpan del elevado desempleo al Presidente Obama
El Sr. McConnell sabe que tal sofisticación sería imposible si una falla en pagos causara el colapso de la economía. Es por eso que propone una escotilla de escape, permitiendo que se levante el techo de endeudamiento sin los recortes de gasto requeridos , en tanto toda la culpa recaiga en el Sr. Obama A pesar e que la preocupación tan grave del Sr. McConnell es parroquial y partidista, los demás de la mesa deberían atrapar su idea, o algunas de las variaciones que se están tratando, si se preocupan de la marca de[color=blue] los Estados Unidos de Amnesia
Editorial
The Debt Alarm Is Heard
Published: July 14, 2011
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As negotiators in the debt-ceiling talks sputtered and raged, the chill reality of an imminent government default crept up Wednesday and made a mockery of their gamesmanship. Two major rating agencies warned that a once-unthinkable downgrade of the nation’s credit rating would be at hand if this crisis was not immediately defused.
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That finally punctured the careless notion, popularized by Tea Party lawmakers like Michele Bachmann and Louie Gohmert, that default would be a minor inconvenience. Standard & Poor’s said a downgrade could occur if any required payments were missed, even if bondholders were paid first. Moody’s said a new process for dealing with the debt ceiling was needed. Although the bond markets have yet to be roiled, there are fresh indications that China and other investors are beginning to get nervous.
The alarms could not be much louder, but myth-making is still impeding the desperately needed deal.
Many House Republicans persist in acting as though they are doing President Obama a favor by considering a debt-ceiling increase at all, and that in exchange they should get all the spending cuts they want. In fact, the debt ceiling is an artificial method of keeping an eye on borrowing that Congress itself imposed nearly a century ago. The president didn’t “ask” for an increase; he simply reminded Congress that the authority to continue borrowing had run out because of spending already incurred, largely because of wars, the recession, growing entitlement programs and the Bush tax cuts.
The rating agencies’ message is that the debt ceiling should never have been used as a vehicle to force cuts in the size and the role of government. The nation’s debt will require long-term reduction. But the fundamental debate about the nature of government cannot be held in a matter of days while the nation’s credit rating hangs in the balance. There is too much pride and politics in the way.
Republicans began the hostage-taking to achieve their ideological goal of shrinking government, resisting all attempts at compromise involving new tax revenues. The White House tried to impress independent voters with its own spending-cut proposals, and to salvage some stimulus measures. The ceiling was never very wise, but until now it has been used only to give Congress a voice in government borrowing, not as a radioactive weapon.
Having picked up the weapon, though, neither side has seemed able to set it down. At last, a few senior Republicans have started to realize that the weapon, used in this way, is too powerful to be controlled. Mitch McConnell, the Senate Republican leader, said default would be bad for his party’s “brand” and would allow the president to shift blame for the poor economy onto Republicans.
What he really meant, of course, was that default would expose the huge Republican role in creating the economic crisis. Republicans have not only consented to the skyrocketing deficit, they have also blocked any consideration of programs to put Americans back to work, all while blaming high unemployment on President Obama.
Mr. McConnell knows such sophistry would be impossible if a default caused the economy to collapse. That is why he has proposed an escape hatch, allowing the debt ceiling to be lifted without required spending cuts as long as all blame falls on Mr. Obama. Though Mr. McConnell’s concern is partisan and parochial, others at the table should seize his idea, or some of the variations being discussed, if they care about the brand of the United States.
A version of this editorial appeared in print on July 15, 2011, on page A22 of the New York edition with the headline: The Debt Alarm Is Heard: Congress and the White House can no longer ignore the imminent threat to the economy.
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