El borrachito Quezada,
al caminar por la acera,
vio de pronto una botella
que se encontraba cerrada.
Cuando la abría en el piso,
un genio se apareció
y por librarlo le dijo:
un deseo te daré yo.
El borrachito pidió
que el íquido de su orina,
se convirtiera en tequila
y el genio lo concedió.
Cuando a su casa llegó,
dos vasos pidió a su esposa,
y en los dos él se orinó
para comprobar la cosa.
Tanto a ella como a él,
aquello los convencía,
ya que a tequila sabía,
a auténtico de maguey.
Así pasaban los días
y a su esposa él invitaba,
que alegre lo acompañaba
con la copa de tequila.
Una vez llegó en la noche,
queriendo hacer el amor,
y en un vaso se orinó
con abundancia y derroche.
La mujer le reclamó:
¿Por qué a mí no me serviste?
Y el hombre le contestó,
mientras ella se desviste.
Le dijo sin más ni más,
ya montado sobre de ella:
Ahora te tocará,
directo de la botella.