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Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

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  • #46
    Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

    TE DIGO ADIOS ... Y ACASO TE QUIERO TODAVIA ???

    te digo adios y acaso te quiero todavia .
    quisas no e de olvidarte , pero te digo adios ,
    este cariño triste ,apasionado y loco
    me lo sembre en el alma para quererte a ti

    no se si te ame mucho, no se si te ame poco ,
    pero si se que nunca volvere a amar asi .....
    me queda tu sonrisa dormida en tu recuerdo
    y el corazon me dise que jamas te olvidare.
    pero al quedarme solo saviendo que te pierdo
    talvez empieso a amarte como jamas te ame .
    te digo adios y acaso con esta despedida ,
    mi mas hermoso sueño muera dentro de mi ,
    pero te digo adios para toda la vida ,
    aunque toda la vida siga pensando en ti .

    La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas. Confucio

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    • #47
      Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

      [I][Si Tú Me Dices Ven
      Si tú me dices ven, lo dejo todo…
      No volveré siquiera la mirada
      para mirar a la mujer amada…
      Pero dímelo fuerte, de tal modo
      que tu voz como toque de llamada,
      vibre hasta el más íntimo recodo del ser,
      levante el alma de su lodo
      y hiera el corazón como una espada.
      Si tú me dices ven, todo lo dejo…
      Llegaré a tu santuario casi viejo,
      y al fulgor de la luz crepuscular,
      más he de compensarte mi retardo,
      difundiéndome ¡Oh, Cristo! como un nardo
      de perfume sutil, ante tu altar.
      /I]

      La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas. Confucio

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      • #48
        Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

        REsIGNACION


        [CENTER¡Sin lágrimas, sin quejas,
        sin decirnos adiós, sin un sollozo!
        cumplamos hasta lo último... la suerte
        nos trajo aquí con el objeto mismo,
        los dos venimos a enterrar el alma
        bajo la losa del escepticismo.

        Sin lágrimas... las lágrimas no pueden
        devolver a un cadáver la existencia;
        que caigan nuestras flores y que rueden,
        pero al rodar, siquiera que nos queden
        seca la vista y firme la conciencia.

        ¡Ya lo ves! para tu alma y para mi alma
        los espacios y el mundo están desiertos...
        los dos hemos concluido,
        y de tristeza y aflicción cubiertos,
        ya no somos al fin sino dos muertos
        que buscan la mortaja del olvido.

        Niños y soñadores cuando apenas
        de dejar acabábamos la cuna,
        y nuestras vidas al dolor ajenas
        se deslizaban dulces y serenas
        como el ala de un cisne en la laguna
        cuando la aurora del primer cariño
        aún no asomaba a recoger el velo
        que la ignorancia virginal del niño
        extiende entre sus párpados y el cielo,
        tu alma como la mía,
        en su reloj adelantando la hora
        y en sus tinieblas encendiendo el día,
        vieron un panorama que se abría
        bajo el beso y la luz de aquella aurora;
        y sintiendo al mirar ese paisaje
        las alas de un esfuerzo soberano,
        temprano las abrimos, y temprano
        nos trajeron al término del viaje.

        Le dimos a la tierra
        los tintes del amor y de la rosa;
        a nuestro huerto nidos y cantares,
        a nuestro cielo pájaros y estrellas;
        agotamos las flores del camino
        para formar con ellas
        una corona al ángel del destino...
        y hoy en medio del triste desacuerdo
        de tanta flor agonizante o muerta,
        ya sólo se alza pálida y desierta
        la flor envenenada del recuerdo.

        Del libro de la vida
        la que escribimos hoy es la última hoja...
        Cerrémoslo en seguida,
        y en el sepulcro de la fe perdida
        enterremos también nuestra congoja.
        Y ya que el cielo nos concede que este
        de nuestros males el postrero sea,
        para que el alma a descansar se apreste,
        aunque la última lágrima nos cueste,
        cumplamos hasta el fin con la tarea.

        Y después cuando al ángel del olvido
        hayamos entregado estas cenizas
        que guardan el recuerdo adolorido
        de tantas ilusiones hechas trizas
        y de tanto placer desvanecido,
        dejemos los espacios y volvamos
        a la tranquila vida de la tierra,
        ya que la noche del dolor temprana
        se avanza hasta nosotros y nos cierra
        los dulces horizontes del mañana.

        Dejemos los espacios, o si quieres
        que hagamos, ensayando nuestro aliento,
        un nuevo viaje a esa región bendita
        cuyo sólo recuerdo resucita
        al cadáver del alma al sentimiento,
        lancémonos entonces a ese mundo
        en donde todo es sombras y vacío,
        hagamos una luna del recuerdo
        si el sol de nuestro amor está ya frío;
        volemos, si tu quieres,
        al fondo de esas mágicas regiones,
        y fingiendo esperanzas e ilusiones,
        rompamos el sepulcro, y levantando
        nuestro atrevido y poderoso vuelo,
        formaremos un cielo entre las sombras,
        y seremos los duendes de ese cielo.
        MANUEL ACUÑA


        ][/CENTER]

        La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas. Confucio

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        • #49
          Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

          LOS VILES
          Salvdor Diaz Mirón

          Lenguas mordaces de acerada punta
          víboras sois que el cenegal anida;
          la ciega envidia en el rencor os junta
          ya a la difamación la ira os convida.

          ¡Difamad, difamad, pero en el suelo!.
          Lo vil, lo ruin, del suelo jamás sube:
          no mancha nunca el esplendor del cielo,
          no empaña nunca el ala de un querube.

          Bien están los castillos en la altura,
          y en los bosques sin término las palmas,
          el inmundo lagarto en la hendidura
          y la eterna bajeza en vuestras almas.

          Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
          Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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          • #50
            Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma


            LA ISLA DE LA SOLEDAD
            Sin Autor

            Erase un alma que encalló
            en la isla de la soledad
            donde agoniza el tiempo
            donde mendiga la paz.

            Con amargura sintió
            el frío de la realidad,
            torturada por la voz
            que le devolvía la mar

            ¿Dónde podía hallar
            consuelo y bienestar
            si en esta tierra sólo crece
            la espiga de la vanidad?

            ¿Dónde poder saciar la sed
            de libertad que mereció
            si la piedad en esta isla
            jamás amaneció?

            Y así transcurren sus días
            naufragando su destino
            varada su esperanza
            en el oleaje del olvido.




            Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
            Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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            • #51
              Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

              ENGAÑO Y TRAICIÓN
              Sin Autor.

              Sobre un engaño, cercano a la traición,
              donde hubo poca palabra y querías emoción;
              como tonta he caído, me partiste el corazón!

              No se si solo yo, o si más habrán caído,
              sé que te amaba y la ilusión se ha perdido...
              Fuiste una farsa, ¡cómo habrá reído!

              Fantasía hubo, tú la has inventado,
              nada era cieto, todo fue creado
              para la pobre ilusa que tu camino ha cruzado!

              Engaño, mentira cruel, con dolo fue lanzado
              y alguien inocente, tu "cuento" ha atrapado;
              dañando a terceros, nos has inhabilitado:

              para seguir de frente, al sol queriendo mirar,
              más ese abismo de fe, nunca podrá cerrar:
              porque tú no entiendes de verdades, ni de amar!
              Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
              Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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              • #52
                Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                ALFONSINA Y EL MAR
                F. Luna y A. Ramirez

                Por la blanca arena que lame el mar
                su pequeña huella no vuelve mas,
                y por un sendero de pena y silencio llegó
                hasta el agua profunda;
                y un sendero solo de penas mudas llegó
                hasta la espuma.

                Sebe Dios que angustia te acompañó,
                que dolores viejos calló tu voz,
                para recostarte arrullada
                en el fondo de la caracola marina;
                la canción que canta en el fondo obscuro del mar
                la caracola.

                Te vas Alfonsina con tu soledad,
                que poemas nuevos fuiste a buscar;
                una voz antigua de viento y de sal
                te requiebra el alma y te está llevando,
                y te vas hacia allá como un sueño,
                dormida Alfonsina, vestida de mar.

                Cinco sirenitas te llevarán
                por caminos de algas y de coral,
                y fosforecentes caballos marinos harán
                una ronda a tu lado,
                y los habitantes del agua van a jugar
                pronto a tu lado.

                Bájame la lámpara un poco mas,
                déjame que duerma nodriza, en paz,
                y si llama él no le digas que estoy
                dile que Alfonsina no vuelve;
                Y si llama él no le digas nunca que estoy,
                Di que me he ido.





                Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                • #53
                  Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                  ALARMA, ALARMALA DE TOS
                  Botellita de Jerez

                  La Lola paciente mendigaba,
                  sufría, su jefe la obligaba,
                  con ella sacaba buena lana,
                  la pobre era jorobada.

                  Su madre la metió al talón,
                  era perversa y de mal corazón,
                  su hermano vivía en el reventón,
                  el era lilo amante de un panzón.

                  Alarma, alármala de tos, una, dos, tres: patada y Kos.

                  Ese dia paseaba normalmente,
                  cuando su padre atacola de repente,
                  violola con un deseo demente,
                  y ella quiso morirse en ese instante.

                  Mató a su padre cuando este la seguía,
                  mientras su hermano con su madre le ponía,
                  pensó que ayuda jamás encontraría,
                  hasta que al fin halló a un policía.

                  La lola su historia lloró,
                  y auxilio al tira imploró,
                  el azul sonriendo la miró,
                  que creen que fue lo que pasó...
                  siguiola, traijiola, golpeola, violola y matola...
                  Con una pistola...

                  alarmala de tos, una, dos, tres: patada y cos.
                  Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                  Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                  • #54
                    Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                    Anselma
                    Cesar Suedan

                    Cuando te cases con el otro iré a tu boda
                    Cuando pregunten en seguida me opondré
                    Y si pregunta el cura que porque me opongo
                    Yo le diré que porque tu eres mi querer.

                    Y si se enoja el que iba ser tu esposo
                    Saco mi cuete y me pongo a disparar
                    Al fin y al cabo yo no le tengo a la muerte
                    Ni voy al bote porque soy la autoridad

                    Ay, Anselma, Anselma, Anselma
                    Chaparra de mis penares
                    O, dejas que te visite
                    O, te mando a los gendarmes

                    Y si te niegas a matrimoniar conmigo
                    Les quito el rancho y propiedad de tu papa
                    Les pongo impuestos y hasta les quemo la casa
                    Porque por algo soy aquí la autoridad.

                    Yo ordeno, y mando en todo este municipio
                    Yo te lo digo por si quieres escapar
                    Allá en el otro el que manda es mi tío Eligio
                    No mas le digo y te tiene que agarrar

                    Ay, Anselma, Anselma, Anselma
                    Chaparra de mis penares
                    O, dejas que te visite
                    O, te mando a los gendarmes.
                    Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                    Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                    • #55
                      Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                      Poema Idilio Eterno
                      de Julio Florez Rea

                      Ruge el mar, y se encrespa y se agiganta;
                      la luna, ave de luz, prepara el vuelo
                      y en el momento en que la faz levanta,
                      da un beso al mar, y se remonta al cielo.

                      Y aquel monstruo indomable, que respira
                      tempestades, y sube y baja y crece,
                      al sentir aquel ósculo, suspira...
                      y en su cárcel de rocas... se estremece

                      Hace siglos de siglos que, de lejos
                      tiemblan de amor en noches estivales;
                      ella le da sus límpidos reflejos,
                      él le ofrece sus perlas y corales.

                      Con orgullo se expresan sus amores
                      estos viejos amantes afligidos;
                      Ella le dice «¡te amo!» en sus fulgores,
                      y él responde «¡te adoro!» en sus rugidos.

                      Ella lo aduerme con su lumbre pura,
                      y el mar la arrulla con su eterno grito
                      y le cuenta su afán y su amargura
                      con una voz que truena en lo infinito.

                      Ella, pálida y triste, lo oye y sube
                      por el espacio en que su luz desploma,
                      y, velando la faz tras de la nube,
                      le oculta el duelo que a su frente asoma.

                      Comprende que su amor es imposible,
                      que el mar la copia en su convulso seno,
                      y se contempla en el cristal movible
                      del monstruo azul en que retumba el trueno.

                      Y, al descender tras de la sierra fría,
                      le grita el mar: «¡en tu fulgor me abraso!»
                      ¡No desciendas tan pronto, estrella mía!
                      ¡Estrella de mi amor, detén el paso!

                      Un instante mitiga mi amargura,
                      ya que en tu lumbre sideral me bañas
                      ¡No te alejes!... ¿no ves tu imagen pura,
                      brillar en el azul de mis entrañas?"

                      Y ella exclama, en su loco desvarío:
                      «Por doquiera la muerte me circunda,
                      ¡Detenerme no puedo monstruo mío!
                      ¡Compadece a tu pobre moribunda!

                      Mi último beso de pasión te envío;
                      mi postrer lampo a tu semblante junto!»
                      y en las hondas tinieblas del vacío,
                      hecha cadáver, se desploma al punto.

                      Entonces, el mar, de un polo al otro polo,
                      al encrespar sus olas plañideras,
                      inmenso, triste, desvalido y solo,
                      cubre con sus sollozos las riberas.

                      Y al contemplar los luminosos rastros
                      del alba luna en el oscuro velo,
                      tiemblan, de envidia y de dolor, los astros
                      en la profunda soledad del cielo.

                      Todo calla... el mar duerme, y no importuna
                      con sus gritos salvajes de reproche;
                      y sueña que se besa con la luna
                      en el tálamo negro de la noche.
                      Te extrañaría aunque no nos hubiéramos conocido...

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                      • #56
                        Poema Recapitulación de Jose Angel Buesa

                        Yo he vivido mi vida: si fue larga o fue corta,
                        si fue alegre o fue triste, ya casi no me importa.
                        Y aquí estoy, esperando. No sé bien lo que espero,
                        si el amor o la muerte, -lo que pase primero.

                        Algo tuve algún día; lo perdí de algún modo,
                        y me dará lo mismo cuando lo pierda todo.
                        Pero no me lamento de mi mala fortuna,
                        pues me queda un palacio de cristal en la luna,
                        y por andar errante, por vivir el momento,
                        son tan buenos amigos mi corazón y el viento.

                        Por eso y otras me deja indiferente,
                        aquí, allá y dondequiera, lo que diga la gente.
                        ?¿Trampas?? Pues sí, hice algunas;
                        pero, mal jugador, yo perdí más que nadie
                        con mis trampas de amor.

                        ?¿Pecados?? Sí, aunque leves, de esos que Dios perdona,
                        porque, a pesar de todo, Dios no es mala persona.
                        ?¿Mentiras?? Dije muchas, y de bello artificio,
                        pero que en un poeta son cosas del oficio.
                        Y en los casos dudosos, si hice bien o mal,
                        ya arreglaremos cuentas en el Juicio Final.

                        Eso es todo. He vivido.
                        La vida que me queda puede tener dos caras,
                        igual que una moneda: una que es de oro puro
                        ?la cara del pasado? y otra ?la del presente?
                        que es de plomo dorado.

                        Por lo demás, ya es tarde; pero no tengo prisa,
                        y esperaré la muerte con mi mejor sonrisa,
                        y seguiré viviendo de la misma manera,
                        que es vivir cada instante como una vida entera,
                        mientras siguen andando, de un modo parecido,
                        los hombres con el tiempo y el tiempo hacia el olvido.
                        Last edited by Quizas; 22-abril-2009, 13:16.

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                        • #57
                          Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                          Originalmente publicado por kabrakan Ver post
                          ENGAÑO Y TRAICIÓN
                          Sin Autor.

                          Sobre un engaño, cercano a la traición,
                          donde hubo poca palabra y querías emoción;
                          como tonta he caído, me partiste el corazón!

                          No se si solo yo, o si más habrán caído,
                          sé que te amaba y la ilusión se ha perdido...
                          Fuiste una farsa, ¡cómo habrá reído!

                          Fantasía hubo, tú la has inventado,
                          nada era cieto, todo fue creado
                          para la pobre ilusa que tu camino ha cruzado!

                          Engaño, mentira cruel, con dolo fue lanzado
                          y alguien inocente, tu "cuento" ha atrapado;
                          dañando a terceros, nos has inhabilitado:

                          para seguir de frente, al sol queriendo mirar,
                          más ese abismo de fe, nunca podrá cerrar:
                          porque tú no entiendes de verdades, ni de amar!
                          Este si estruja hasta los intestinos, cuánto desamor exhala.
                          Te extrañaría aunque no nos hubiéramos conocido...

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                          • #58
                            Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                            SI OTRO AMANTE TE PROCURA
                            Vox Populi

                            Si oyes tocar mi agonía,
                            pa' qué es que te pongas triste,
                            si al cabo no me quisiste
                            el tanto que te quería;
                            pues será el último dia
                            que mi perjuicio te apura,
                            quedarás libre y segura
                            si yo me llego a morir,
                            a mi entierro no has de ir
                            si otro amante te procura.

                            Si eres de buen corazón
                            y yo muero a tu presencia,
                            pide a tu dueño licencia
                            para pedirme perdón.
                            Será la última ocasión
                            que en el mundo me verás,
                            porque a verme volverás
                            solamente el dia del juicio;
                            si acaso te di perjuicio,
                            no pienses en mi jamás.

                            De mi muerte no hagas duelo,
                            que yo en nada te serví,
                            haz de cuenta que yo fuí
                            lo inferior a tu pañuelo;
                            que si tendido en el suelo
                            tu me vieras por ventura,
                            haz cuenta que fuí basura,
                            y al fin no te cause llanto
                            cuando esté en el camposanto
                            tendido en mi sepultura.

                            En fin, haré el testamento
                            pasando al eterno sueño,
                            que si tienes otro dueño
                            que alivie tu sentimiento,
                            ya se acabe mi engrimiento,
                            adios, no vuelvo jamás.
                            Hoy mucho gusto tendrás,
                            que se te acabó la guerra,
                            ahí cuando me eches tierra,
                            entonces me llorarás.

                            Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                            Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                            • #59
                              Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                              Edgar Allan Poe


                              el cuervo



                              Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
                              mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
                              inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
                              cabeceando, casi dormido,
                              oyóse de súbito un leve golpe,
                              como si suavemente tocaran,
                              tocaran a la puerta de mi cuarto.
                              “Es —dije musitando— un visitante
                              tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
                              Eso es todo, y nada más.”

                              ¡Ah! aquel lúcido recuerdo
                              de un gélido diciembre;
                              espectros de brasas moribundas
                              reflejadas en el suelo;
                              angustia del deseo del nuevo día;
                              en vano encareciendo a mis libros
                              dieran tregua a mi dolor.
                              Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
                              virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
                              Aquí ya sin nombre, para siempre.

                              Y el crujir triste, vago, escalofriante
                              de la seda de las cortinas rojas
                              llenábame de fantásticos terrores
                              jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
                              acallando el latido de mi corazón,
                              vuelvo a repetir:
                              “Es un visitante a la puerta de mi cuarto
                              queriendo entrar. Algún visitante
                              que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
                              Eso es todo, y nada más.”

                              Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
                              y ya sin titubeos:
                              “Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
                              imploro,
                              mas el caso es que, adormilado
                              cuando vinisteis a tocar quedamente,
                              tan quedo vinisteis a llamar,
                              a llamar a la puerta de mi cuarto,
                              que apenas pude creer que os oía.”
                              Y entonces abrí de par en par la puerta:
                              Oscuridad, y nada más.

                              Escrutando hondo en aquella negrura
                              permanecí largo rato, atónito, temeroso,
                              dudando, soñando sueños que ningún mortal
                              se haya atrevido jamás a soñar.
                              Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
                              y la única palabra ahí proferida
                              era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
                              Lo pronuncié en un susurro, y el eco
                              lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
                              Apenas esto fue, y nada más.

                              Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
                              toda mi alma abrasándose dentro de mí,
                              no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
                              “Ciertamente —me dije—, ciertamente
                              algo sucede en la reja de mi ventana.
                              Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
                              y así penetrar pueda en el misterio.
                              Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
                              y así penetrar pueda en el misterio.”
                              ¡Es el viento, y nada más!

                              De un golpe abrí la puerta,
                              y con suave batir de alas, entró
                              un majestuoso cuervo
                              de los santos días idos.
                              Sin asomos de reverencia,
                              ni un instante quedo;
                              y con aires de gran señor o de gran dama
                              fue a posarse en el busto de Palas,
                              sobre el dintel de mi puerta.
                              Posado, inmóvil, y nada más.

                              Entonces, este pájaro de ébano
                              cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
                              con el grave y severo decoro
                              del aspecto de que se revestía.
                              “Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
                              no serás un cobarde,
                              hórrido cuervo vetusto y amenazador.
                              Evadido de la ribera nocturna.
                              ¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
                              Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

                              Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
                              pudiera hablar tan claramente;
                              aunque poco significaba su respuesta.
                              Poco pertinente era. Pues no podemos
                              sino concordar en que ningún ser humano
                              ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
                              posado sobre el dintel de su puerta,
                              pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
                              de Palas en el dintel de su puerta
                              con semejante nombre: “Nunca más.”

                              Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
                              las palabras pronunció, como virtiendo
                              su alma sólo en esas palabras.
                              Nada más dijo entonces;
                              no movió ni una pluma.
                              Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
                              “Otros amigos se han ido antes;
                              mañana él también me dejará,
                              como me abandonaron mis esperanzas.”
                              Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”

                              Sobrecogido al romper el silencio
                              tan idóneas palabras,
                              “sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
                              es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
                              de un amo infortunado a quien desastre impío
                              persiguió, acosó sin dar tregua
                              hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
                              hasta que las endechas de su esperanza
                              llevaron sólo esa carga melancólica
                              de ‘Nunca, nunca más’.”

                              Mas el Cuervo arrancó todavía
                              de mis tristes fantasías una sonrisa;
                              acerqué un mullido asiento
                              frente al pájaro, el busto y la puerta;
                              y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
                              empecé a enlazar una fantasía con otra,
                              pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
                              lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
                              flaco y ominoso pájaro de antaño
                              quería decir granzando: “Nunca más.”

                              En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
                              frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
                              quemaban hasta el fondo de mi pecho.
                              Esto y más, sentado, adivinaba,
                              con la cabeza reclinada
                              en el aterciopelado forro del cojín
                              acariciado por la luz de la lámpara;
                              en el forro de terciopelo violeta
                              acariciado por la luz de la lámpara
                              ¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!

                              Entonces me pareció que el aire
                              se tornaba más denso, perfumado
                              por invisible incensario mecido por serafines
                              cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
                              “¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
                              por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
                              tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
                              ¡Apura, oh, apura este dulce nepente
                              y olvida a tu ausente Leonora!”
                              Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

                              “¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
                              ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
                              enviado por el Tentador, o arrojado
                              por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
                              a esta desértica tierra encantada,
                              a este hogar hechizado por el horror!
                              Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
                              ¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
                              ¡Dime, dime, te imploro!”
                              Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

                              “¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
                              ¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
                              ¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
                              ese Dios que adoramos tú y yo,
                              dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
                              tendrá en sus brazos a una santa doncella
                              llamada por los ángeles Leonora,
                              tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
                              llamada por los ángeles Leonora!”
                              Y el cuervo dijo: “Nunca más.”

                              “¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
                              pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
                              ¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
                              No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
                              que profirió tu espíritu!
                              Deja mi soledad intacta.
                              Abandona el busto del dintel de mi puerta.
                              Aparta tu pico de mi corazón
                              y tu figura del dintel de mi puerta.
                              Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”

                              Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
                              Aún sigue posado, aún sigue posado
                              en el pálido busto de Palas.
                              en el dintel de la puerta de mi cuarto.
                              Y sus ojos tienen la apariencia
                              de los de un demonio que está soñando.
                              Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
                              tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
                              del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
                              no podrá liberarse. ¡Nunca más!

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                              • #60
                                Re: Poesias Que Ajan Y Estrujan El Alma

                                No es nada de tu cuerpo...

                                Jaime Sabines


                                No es nada de tu cuerpo
                                ni tu piel, ni tus ojos, ni tu vientre,
                                ni ese lugar secreto que los dos conocemos,
                                fosa de nuestra muerte, final de nuestro entierro.
                                No es tu boca -tu boca
                                que es igual que tu sexo-,
                                ni la reunión exacta de tus pechos,
                                ni tu espalda dulcísima y suave,
                                ni tu ombligo en que bebo.
                                Ni son tus muslos duros como el día,
                                ni tus rodillas de marfil al fuego,
                                ni tus pies diminutos y sangrantes,
                                ni tu olor, ni tu pelo.
                                No es tu mirada -¿qué es una mirada?-
                                triste luz descarriada, paz sin dueño,
                                ni el álbum de tu oído, ni tus voces,
                                ni las ojeras que te deja el sueño.
                                Ni es tu lengua de víbora tampoco,
                                flecha de avispas en el aire ciego,
                                ni la humedad caliente de tu asfixia
                                que sostiene tu beso.
                                No es nada de tu cuerpo,
                                ni una brizna, ni un pétalo,
                                ni una gota, ni un grano, ni un momento.

                                Es sólo este lugar donde estuviste,
                                estos mis brazos tercos.

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