¿Estallará en México otra revolución en 2010?
articulo que aparece en el editorial de yo influyo ADMINISTRADO POR LOS JOTOS CURAS
Federico Müggenburg
lunes, 23 de febrero de 2009
Resentidos de la vida política actual, ideólogos trasnochados de toda la variedad de socialismos, mercenarios de la inconformidad social y oportunistas audaces de siempre, pretenden crear un “fetiche” alrededor de los festejos del bicentenario de la iniciación de la guerra de independencia y del primer centenario de la revolución antiporfirista.
Los festejos están previstos entre septiembre y noviembre de 2010. Estos adquieren un valor mayor, ya que las luchas de independencia son sincrónicas en toda América Latina y hasta España y Portugal han anunciado su participación en los mismos.
En México, al menos, se hacen una gran cantidad de promesas de obra pública y se ofrecen premios por concursos sobre análisis históricos, temas literarios y despliegues artísticos con ese propósito, que hasta obras inútiles o no prioritarias se están envolviendo con los rótulos y los logotipos de dicha conmemoración.
Cada político importante, de los tres niveles de gobierno, quiere dejar plasmado su nombre en dicha conmemoración, como lo es hoy el del General Porfirio Díaz, vinculado al monumento por el inicio de la lucha de la independencia en su primer centenario, la “Columna del Ángel” en la simbólica glorieta del Paseo de la Reforma.
Muchas instituciones sociales tampoco quieren dejar pasar la oportunidad de señalar su presencia por los mismos “motivos” centenarios, haciendo un recuento de su presencia y sus logros vinculados a dichos acontecimientos.
Simultáneamente, y en forma machacona, hay articulistas, ideólogos y algunos académicos que vaticinan el estallido de una nueva revolución violenta para esas fechas. Su razón o explicación es ocurrencial e insensata; dicen que corresponde a los “ciclos históricos de México”, que van de cien años en cien años, y ¡por eso toca! (sic).
Independientemente de ese extraño pronóstico, lo que sí se puede apreciar es que, si alguien quiere crear violencia y caos, es decir una revolución, sería quien tenga la capacidad de conjuntar los factores de la delincuencia organizada y la delincuencia administrada, combinados con el temor por la pérdida de los “injustos e ilegítimos privilegios” de los grandes gremios sindicales (mineros, burócratas, electricistas, telefonistas, magisteriales, etc.), tomando en cuenta que cada uno por separado podría ser el factor suficiente para una explosión social, además de la novedosa presencia de oeneges revoltosas, tipo los “400 pueblos”, macheteros, panchitos, cegeacheros, appistas, y de ahí a sólo un paso, eperristas con sus derivados comandos bolivarianos y farquistas.
Más de un amable lector podrá considerar exagerada la imagen, pero hace apenas unos meses se vivió lo que pudo haber sido el primer ensayo o un “laboratorio experimental revolucionario para 2010” en el estado de Morelos –en las puertas de la ciudad de México– con la huelga de los maestros, que paralizó la enseñanza en todas las escuelas y la libre circulación en su capital Cuernavaca, además de las carreteras de acceso y salida.
A dicha huelga se le incorporaron de inmediato los radicales del perredismo, los vecinos oaxaqueños eperristas, los activistas de los círculos bolivarianos de la ciudad de México, e incluso agentes identificados de las FARC.
Sólo la firmeza y la prudencia del gobernador, Dr. Marco Adame, en esa circunstancia abandonado por la Señora Secretaria de Educación y la Señora Secretaria General del Sindicato de los Trabajadores de la Educación, que habían sido señaladas como el pretexto de la huelga, por la firma de la “Alianza Para la Educación”, una de cuyas consecuencias implica que los maestros que reprueban los exámenes de calidad, pierden la plaza, lo que es grave; pero más grave para muchos de ellos es que, como han tenido acceso a esa plaza por “compra” de la misma, sólo están dispuestos a dejarla si les pagan lo que les costó, más alguna “utilidad”, con lo que se ve, además, que la ley de la “oferta y la demanda” también opera entre los mecanismos de la corrupción.
El otro elemento que llama poderosamente la atención en cuanto a la activación de ingredientes del “laboratorio experimental revolucionario para 2010”, es lo que ya se llama “La toma de Monterrey”, extrañísimos sucesos entre el 9 y el 12 de febrero, en los que grupos de jóvenes y aún niños encapuchados (allá les han llamado “tapados”, por envolverse la cara con camisas y pañuelos), han bloqueado las principales arterias de tráfico, paralizando totalmente a la ciudad, creando un caos que fue definido en el congreso local como “terrorismo vial”, y que, ante la pasividad el Gobernador del Estado, provocó la enérgica protesta de la bancada panista en los siguientes términos:
“Los ciudadanos viven en un clima de zozobra e inseguridad. Es necesario actuar ya. De lo contrario, estaremos entrando en un estado de ingobernabilidad por la pasividad del gobierno de Natividad González Parás”.
Lo que más ha llamado la atención, es que los “paristas bloqueadores de avenidas” llevaban pancartas y gritan consignas en contra del Ejército Nacional Mexicano. Y que sólo algunos fueron detenidos durante unas horas y luego soltados. No hay detenidos, ni aparecen los responsables. El Gobierno del Estado de Nuevo León hace una acusación genérica: “Es gente pagada por la delincuencia organizada”.
Lo que sí ocurrió después de recibir la amenaza de muerte por vía telefónica, fue el acribillamiento (más de 50 impactos de bala) de Ramón Jasso, Comandante del Segundo Grupo de Homicidios de la Policía Ministerial, que había actuado el primer día persiguiendo e intentando detener a algunos “tapados”. ¿Quién hubiera pensado que en la industriosa y prospera capital regiomontana ocurrieran sucesos como los descritos? Si sucede en Monterrey, podría pasar en todo el país. ¿Estallará en México otra revolución en 2010?
articulo que aparece en el editorial de yo influyo ADMINISTRADO POR LOS JOTOS CURAS
Federico Müggenburg
lunes, 23 de febrero de 2009
Resentidos de la vida política actual, ideólogos trasnochados de toda la variedad de socialismos, mercenarios de la inconformidad social y oportunistas audaces de siempre, pretenden crear un “fetiche” alrededor de los festejos del bicentenario de la iniciación de la guerra de independencia y del primer centenario de la revolución antiporfirista.
Los festejos están previstos entre septiembre y noviembre de 2010. Estos adquieren un valor mayor, ya que las luchas de independencia son sincrónicas en toda América Latina y hasta España y Portugal han anunciado su participación en los mismos.
En México, al menos, se hacen una gran cantidad de promesas de obra pública y se ofrecen premios por concursos sobre análisis históricos, temas literarios y despliegues artísticos con ese propósito, que hasta obras inútiles o no prioritarias se están envolviendo con los rótulos y los logotipos de dicha conmemoración.
Cada político importante, de los tres niveles de gobierno, quiere dejar plasmado su nombre en dicha conmemoración, como lo es hoy el del General Porfirio Díaz, vinculado al monumento por el inicio de la lucha de la independencia en su primer centenario, la “Columna del Ángel” en la simbólica glorieta del Paseo de la Reforma.
Muchas instituciones sociales tampoco quieren dejar pasar la oportunidad de señalar su presencia por los mismos “motivos” centenarios, haciendo un recuento de su presencia y sus logros vinculados a dichos acontecimientos.
Simultáneamente, y en forma machacona, hay articulistas, ideólogos y algunos académicos que vaticinan el estallido de una nueva revolución violenta para esas fechas. Su razón o explicación es ocurrencial e insensata; dicen que corresponde a los “ciclos históricos de México”, que van de cien años en cien años, y ¡por eso toca! (sic).
Independientemente de ese extraño pronóstico, lo que sí se puede apreciar es que, si alguien quiere crear violencia y caos, es decir una revolución, sería quien tenga la capacidad de conjuntar los factores de la delincuencia organizada y la delincuencia administrada, combinados con el temor por la pérdida de los “injustos e ilegítimos privilegios” de los grandes gremios sindicales (mineros, burócratas, electricistas, telefonistas, magisteriales, etc.), tomando en cuenta que cada uno por separado podría ser el factor suficiente para una explosión social, además de la novedosa presencia de oeneges revoltosas, tipo los “400 pueblos”, macheteros, panchitos, cegeacheros, appistas, y de ahí a sólo un paso, eperristas con sus derivados comandos bolivarianos y farquistas.
Más de un amable lector podrá considerar exagerada la imagen, pero hace apenas unos meses se vivió lo que pudo haber sido el primer ensayo o un “laboratorio experimental revolucionario para 2010” en el estado de Morelos –en las puertas de la ciudad de México– con la huelga de los maestros, que paralizó la enseñanza en todas las escuelas y la libre circulación en su capital Cuernavaca, además de las carreteras de acceso y salida.
A dicha huelga se le incorporaron de inmediato los radicales del perredismo, los vecinos oaxaqueños eperristas, los activistas de los círculos bolivarianos de la ciudad de México, e incluso agentes identificados de las FARC.
Sólo la firmeza y la prudencia del gobernador, Dr. Marco Adame, en esa circunstancia abandonado por la Señora Secretaria de Educación y la Señora Secretaria General del Sindicato de los Trabajadores de la Educación, que habían sido señaladas como el pretexto de la huelga, por la firma de la “Alianza Para la Educación”, una de cuyas consecuencias implica que los maestros que reprueban los exámenes de calidad, pierden la plaza, lo que es grave; pero más grave para muchos de ellos es que, como han tenido acceso a esa plaza por “compra” de la misma, sólo están dispuestos a dejarla si les pagan lo que les costó, más alguna “utilidad”, con lo que se ve, además, que la ley de la “oferta y la demanda” también opera entre los mecanismos de la corrupción.
El otro elemento que llama poderosamente la atención en cuanto a la activación de ingredientes del “laboratorio experimental revolucionario para 2010”, es lo que ya se llama “La toma de Monterrey”, extrañísimos sucesos entre el 9 y el 12 de febrero, en los que grupos de jóvenes y aún niños encapuchados (allá les han llamado “tapados”, por envolverse la cara con camisas y pañuelos), han bloqueado las principales arterias de tráfico, paralizando totalmente a la ciudad, creando un caos que fue definido en el congreso local como “terrorismo vial”, y que, ante la pasividad el Gobernador del Estado, provocó la enérgica protesta de la bancada panista en los siguientes términos:
“Los ciudadanos viven en un clima de zozobra e inseguridad. Es necesario actuar ya. De lo contrario, estaremos entrando en un estado de ingobernabilidad por la pasividad del gobierno de Natividad González Parás”.
Lo que más ha llamado la atención, es que los “paristas bloqueadores de avenidas” llevaban pancartas y gritan consignas en contra del Ejército Nacional Mexicano. Y que sólo algunos fueron detenidos durante unas horas y luego soltados. No hay detenidos, ni aparecen los responsables. El Gobierno del Estado de Nuevo León hace una acusación genérica: “Es gente pagada por la delincuencia organizada”.
Lo que sí ocurrió después de recibir la amenaza de muerte por vía telefónica, fue el acribillamiento (más de 50 impactos de bala) de Ramón Jasso, Comandante del Segundo Grupo de Homicidios de la Policía Ministerial, que había actuado el primer día persiguiendo e intentando detener a algunos “tapados”. ¿Quién hubiera pensado que en la industriosa y prospera capital regiomontana ocurrieran sucesos como los descritos? Si sucede en Monterrey, podría pasar en todo el país. ¿Estallará en México otra revolución en 2010?
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