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La existencia de Dios

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  • #16
    Re: La existencia de Dios

    Hola Tatiana, tienes mucha razón en lo que argumentas, pues aqui sucede al revés como en otros foros, ya que SOLO el último comentario siempre queda arriba Y NO EL TEMA PRINCIPAL… sin embargo significativamente eso no ha sucedido con el tema sobre Hitler y al que le di el título de “El Tercer Reich” y que ya terminado hoy, consta de muchísimas partes… y te deseo suerte en su lectura. Solo recuerda, que son palabras del autor y no las mias
    Te saludo con un abrazo

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    • #17
      Re: La existencia de Dios

      Qué tal, Herbert...

      Es el primer tema que leo de ti, parece que tienes otros más y tal vez interesantes por la forma en que se expresa Tatiana de ti. Claro que no voy a leer todos tus aportes, pero te iré conociendo con el paso del tiempo y la forma como concibes la vida; este aporte pienso que a muchos nos dará de que reflexionar: La existencia de Dios.

      ¿Existe Dios? Sí, sí existe. Nosotros no sólo somos carne, hay un ser en nuestro interior que es semejante a Quién le dio vida y eternidad. Es en estas reflexiones, que conociendo un poco más de nosotros mismos, hallaremos la presencia y el Autor de nuestra existencia.

      El hombre está formado de tres naturalezas: La humana, que es nuestra carne; la espiritual, que es nuestro espíritu; y la divina, nuestra Conciencia. Las demás criaturas terrenales sólo poseen la material, no tienen espíritu ni Conciencia. Meditando las tres naturalezas en que está conformado el hombre, conociéndonos un poco más, llegará el tiempo en que no sólo sea el "creer" que existe Dios, sino será la certeza de que Él existe no sólo fuera sino también en nuestro propio ser.

      Se necesita tiempo, pero pienso que tenemos los meses necesarios para abordar este tema interesante, que con mucho respeto espero se siga haciendo. Lo que si te puedo comentar, es que todo el conocimiento que pueda aportar, no sólo pertenece a las Escrituras, sino mucho más al TERCER TESTAMENTO: Es un Libro formado por doce tomos el cuál contiene la Sabiduría de nuestro Padre (Dios) como Espíritu de Verdad.

      Nuestro Creador de tiempo en tiempo también se ha hecho conocer, pero poco a poco iré aportando más todo esto...

      Tengo una página, que espero quite muchas interrogantes que en algún momento nos ha llegado a inquietar a todos: Tercerlegado.com

      Hasta pronto y estoy a tus órdenes para las preguntas que quieras hacer y que estén a mi comprensión el contestar.
      ----------------------------------------------------
      Visita este portal, dedicado al Segundo Advenimiento de Cristo: Tercerlegado.com

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      • #18
        Re: La existencia de Dios

        Hola Leonardo, mucho agradezco, que hayas opinado sobre mi tema “La Existencia de Dios” pero honestamente supongo que no lo has leído completamente, por lo siguiente:

        Mientras yo expongo mis argumentos en 2677 palabras en 348 líneas, llegando a la conclusión que lo que llamamos “Dios” es en realidad el CREADOR (según tus propias palabras) de todo un inmenso universo, que práctica mente representa la eternidad, tu solo expones en 32 líneas la “tri divinidad” con las frases ya muy trilladas de la religión cristiana, que solo tiene algo más de dos mil años de existir… llegando al extremo de hablar de un “Tercer Testamento”, cuando el mundo supone, que el “Antiguo Testamento” es el primero y el “Nuevo Testamento” es el segundo, tolo lo cual se conoce como “La Biblia”.

        Manifiestamente no hablamos es mismo lenguaje.
        Saludos

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        • #19
          Re: La existencia de Dios

          Hola, Herbert, creo que si hablásemos el mismo lenguaje, la semejanza con tus ideas expuestas tendrían que ser en mí el mismo pensamiento e incluso la misma percepción y la conclusión a la cual has llegado; lo cual no es así.

          La negación de un Dios Creador tampoco pertenece a este tiempo, sino es tan antigua como lo puede ser las diversas civilizaciones del hombre. No te puedo negar en que la ciencia ha avanzado mucho en demostrar las leyes en que está conformado el Universo, la Naturaleza e incluso del mismo hombre. Si la ciencia ha avanzado a través de los siglos, nada extraño tiene que también la ciencia espiritual evolucione con el paso de los siglos y el hombre se acerque más a la claridad de la verdad espiritual y como consecuencia a una mejor comprensión de la que se tenía hace siglos.

          Ciencia material y ciencia espiritual no pueden estar divididos, aunque muchos lo quieran ver así, los dos son un complemento universal del Todo. El Todo no es sólo materia, también es espiritual. Puede que aún no te convenza, pero todo por lo que está regido la Creación material y cuanto existe en él, tuvo su origen de lo espiritual. ¿Demostrarlo? Para ello tendré que demostrarte la existencia Del que existe, lo cual no es imposible, más si es necesario un tiempo adecuado, hasta que te pueda mostrar cierto conocimiento que no concierne sólo a la materia, sino más aún a lo que no es perceptible a los ojos humanos, pero que existe y se manifiesta de una forma aún poco comprensible para la mayoría.

          No sólo la ciencia material ha evolucionado Herbert, también nuestros espíritus han evolucionado y lo que antes era incomprensible para nuestros espíritus en su búsqueda del origen y la finalidad de sus existencias, hoy en este Tiempo se comprende mejor. Si te dijese que el adelanto material que hay en la humanidad se debe principalmente por la evolución espiritual de los espíritus, no me creerías, pero es así.

          Así que por el momento no podemos hablar el mismo lenguaje, más sí podemos acercarnos algo en común, el cual será un paso primordial para acercarnos más a la verdad, que es en sí, lo que todos buscamos.

          No se trata de líneas y de cuantas palabras uno llega a escribir, sino lo principal según mi punto de vista es aclarar algo que posiblemente a muchos nos ha llegado a inquietar, en este caso, la existencia de Dios.

          Dios, tiene nombre, pero a través del tiempo la humanidad en su búsqueda de su Creador le ha puesto demasiados adjetivos o cualidades que lo representen: La Mente Suprema, El Altísimo, El Omnipotente… etc; pero desde los tiempos de Jesús e incluso en este, Él nos entregó Su nombre con el cual nosotros debemos dirigirnos a Él: Padre. Ese es Su nombre verdadero, y debería ser grato para todos nosotros, ya que así le decimos al ser que nos dio la existencia material, padre, madre, entonces porque no hacerlo de la misma forma a Quién nos dio la existencia espiritual.

          Y sobre el Tercer Testamento, sólo te puedo decir hasta el momento, que así como nuestro Padre dejo un primer legado en Moisés y un segundo más en Jesús, también dejó un tercer legado en Su manifestación como Espíritu de Verdad, promesa cumplida entre los años de 1866 a 1950. Cristo prometió volver y lo cumplió.

          Hasta pronto, Herbert…
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          • #20
            Re: La existencia de Dios

            Originalmente publicado por Leonardo López Ver post
            Hola, Herbert, creo que si hablásemos el mismo lenguaje, la semejanza con tus ideas expuestas tendrían que ser en mí el mismo pensamiento e incluso la misma percepción y la conclusión a la cual has llegado; lo cual no es así.

            La negación de un Dios Creador tampoco pertenece a este tiempo, sino es tan antigua como lo puede ser las diversas civilizaciones del hombre. No te puedo negar en que la ciencia ha avanzado mucho en demostrar las leyes en que está conformado el Universo, la Naturaleza e incluso del mismo hombre. Si la ciencia ha avanzado a través de los siglos, nada extraño tiene que también la ciencia espiritual evolucione con el paso de los siglos y el hombre se acerque más a la claridad de la verdad espiritual y como consecuencia a una mejor comprensión de la que se tenía hace siglos.

            Ciencia material y ciencia espiritual no pueden estar divididos, aunque muchos lo quieran ver así, los dos son un complemento universal del Todo. El Todo no es sólo materia, también es espiritual. Puede que aún no te convenza, pero todo por lo que está regido la Creación material y cuanto existe en él, tuvo su origen de lo espiritual. ¿Demostrarlo? Para ello tendré que demostrarte la existencia Del que existe, lo cual no es imposible, más si es necesario un tiempo adecuado, hasta que te pueda mostrar cierto conocimiento que no concierne sólo a la materia, sino más aún a lo que no es perceptible a los ojos humanos, pero que existe y se manifiesta de una forma aún poco comprensible para la mayoría.

            No sólo la ciencia material ha evolucionado Herbert, también nuestros espíritus han evolucionado y lo que antes era incomprensible para nuestros espíritus en su búsqueda del origen y la finalidad de sus existencias, hoy en este Tiempo se comprende mejor. Si te dijese que el adelanto material que hay en la humanidad se debe principalmente por la evolución espiritual de los espíritus, no me creerías, pero es así.

            Así que por el momento no podemos hablar el mismo lenguaje, más sí podemos acercarnos algo en común, el cual será un paso primordial para acercarnos más a la verdad, que es en sí, lo que todos buscamos.

            No se trata de líneas y de cuantas palabras uno llega a escribir, sino lo principal según mi punto de vista es aclarar algo que posiblemente a muchos nos ha llegado a inquietar, en este caso, la existencia de Dios.

            Dios, tiene nombre, pero a través del tiempo la humanidad en su búsqueda de su Creador le ha puesto demasiados adjetivos o cualidades que lo representen: La Mente Suprema, El Altísimo, El Omnipotente… etc; pero desde los tiempos de Jesús e incluso en este, Él nos entregó Su nombre con el cual nosotros debemos dirigirnos a Él: Padre. Ese es Su nombre verdadero, y debería ser grato para todos nosotros, ya que así le decimos al ser que nos dio la existencia material, padre, madre, entonces porque no hacerlo de la misma forma a Quién nos dio la existencia espiritual.

            Y sobre el Tercer Testamento, sólo te puedo decir hasta el momento, que así como nuestro Padre dejo un primer legado en Moisés y un segundo más en Jesús, también dejó un tercer legado en Su manifestación como Espíritu de Verdad, promesa cumplida entre los años de 1866 a 1950. Cristo prometió volver y lo cumplió.

            Hasta pronto, Herbert…

            Hola Leonardo; muy interesante todo lo que dices.

            Hace un par de años más o menos lei tu concepto de espiritualidad y me gustó mucho, lástima que ya no volviste a seguir aportando.

            Tal vez tiene razón Herbert.
            No hablamos el mismo idioma, nadie, en cuanto a ciertos tópicos y más si nuestras ideas difieren ,sin ser necesariamene antagónicas.

            Y también tienes razón tú... Desde el momento en que estamos encontrándonos en este tema, es que nos interesa, por el ángulo que hayamos escogido de todas maneras estamos refiriéndonos al concepto Dios.

            Yo, personalmente, tengo mi idea al respecto.No me cuestiono, no me interesa discutir en el sentido que discusión sería el intercambio de juicios con el afán de convencer a otro de las conclusiones a que hemos llegado.

            Sé que Dios existe.Lo veo todos los días y no necesito pruebas porque el hecho de la existencia misma ya es la prueba.
            No me interesan los dogmas, ni las etiquetas ni las sectas.Pero sí me interesan las ideas de los demás

            Y,como nunca uno termina de aprender, me va a interesar mucho entrar a tu página y enterarme.

            Claro que si nos pudieras adelantar algo acerca de ese Tercer Testamento sería excelente.

            Para no invadir este tema que abrió Herbert; porque de acuerdo a su comentario no considera que estamos hablando de lo mismo, podrías usar el tuyo de espiritualidad?
            O abrir uno específicamente del Tercer Testamento, qué te parece?

            Bueno espero que podamos seguirte leyendo.
            Saludos

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            • #21
              Re: La existencia de Dios

              Ahora soy yo el que vuelve a tomar la palabra, después de haber leído y cuidadosamente analizado primero lo expuesto por ti, Leonardo y después lo que tu, Tatiana, y por ende concluyo, que todos en realidad hablamos de lo mismo.
              Con toda intención escogí como título de mi tema "LA EXISTENCIA DE DIOS" , pues con la simple palabra de "existencia", ya queda demostrado su existencia en la mente y en el vocabulario del hombre como especie (humanidad). Eso es innegable.

              Sin embargo todo lo que como tales expresamos esta enfocado sobre nosotros mismos ... hoy dicen "personalizado" ... porque se nos hace sumamente dificil ser METAFISICOS. ¿alguien ha logrado NO PENSAR EN NADA, poner la mente en blanco? Supongo que algunos monjes de los Lamas del Tibet lo han logrado.

              A fin de cuentas tanto la BIBLIA como cuantos "testamentos" quiera inventar el hombre, no son otra cosa, que normar la conducta de la humanidad... ¡y vuelta a la misma humidad, como si fuera lo único en el inmenso universo!

              Efectivamente no quiero convencer a nadie y solo expongo mi punto de vista, y asi como admito y felicito a los que tengan fe en el dios de la Cristiandad caminando en esta tierra, yo also el vuelo hacia el cielo y al infinito porque tango alas para hacerlo.

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              • #22
                Re: La existencia de Dios

                Vuelvo a presentarne porque acabo de leer el llamado "tercer testamento" y veo que su bibliografía la respaldan los de la misma biblia y hablan de conceptos totalmente de emociones humanas, como lo son el amor, el perdón, la bondad, la angustia y la tristeza y la nobleza y la piedad, la tolerancia y no recuerdo cuantas manifestaciones más del alma humana.

                Sin embargo en el inmenso universo no existen estas manifestaciones emotivas, que son exclusivamente del hombre... si acaso en el reino animal de nuestro miniplaneta tierra puede existir el amor maternal, pero solo temporalmente.

                Saludos

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                • #23
                  Re: La existencia de Dios

                  Qué tal, Herbert...

                  Lo que hoy comprendemos de nuestro vasto Universo, como de alguna forma lo expresas es nuestra propia pequeñez, comparado con todo cuanto pudiese existir en la Creación. La VIDA existe dentro y fuera de nuestro mundo; todo cuanto dio forma y desarrollo a nuestro planeta, es el resultado de los elementos que existen y conforman al Universo en sí.

                  El hombre es el ser más inquietante en este plano terrenal, siendo creyente o no de un Creador, él es quien se pregunta y se cuestiona sobre su origen, quién es y sin tendrá una finalidad su existencia. No hay otra criatura que se cuestione a sí mismo. Nuestras ideas son las que evolucionan a través del tiempo, nuestros razonamientos van acorde conforme nuestra mente evoluciona. Mente e idea, razonamiento no pertenecen a nuestra carne, sino a nuestro espíritu. Es él quien se pregunta su principio, e indaga su mundo exterior e interior.

                  El conocimiento de uno mismo es tan antiguo como lo es el hombre mismo, esa necesidad de saber quién es y de todo lo que le rodea, ha sido la principal causa de cada uno de nuestros descubrimientos tanto humanos como espirituales. ¡Cuánto se ha indagado y se ha preguntado si en la inmensidad del Universo, habrá otro ser que se asemeje a él! En la Tierra no lo ha encontrado.

                  ¿Qué es el hombre? Un ser dotado de todo lo indispensable tanto materialmente como espiritualmente, para ascender en el camino de su propia evolución. Las criaturas diversas sólo desarrollan sus instintos, la capacidad de adaptarse en el lugar que les corresponde. El hombre por su espíritu desarrolla todo su entorno. Es el hombre quien tiene a su disposición a la Creación para desarrollar su razonamiento, en cada descubrimiento que él hace ¡cuánto se ha maravillado! Y él puede poner de acuerdo a su ingenio cada conocimiento adquirido a su servicio para sí mismo. Pero, ¿es feliz el hombre?

                  Todas las criaturas se deleitan a sí mismas, no necesitan de nada puesto que la misma ley natural de la Creación les alimenta y cobija. Si el hombre sólo es una criatura más que hay en el Universo, ¿por qué no es feliz?, ¿por qué no ha logrado sentirse en plenitud consigo mismo? Ya que pareciese que todo cuanto ha logrado en lo material no le ha bastado para sentirse pleno.

                  Si el hombre anhela alcanzar la plenitud de su existencia, no debe desconocer su parte espiritual. El ser humano no ha alcanzado la felicidad que le corresponde porque ha negado la parte más primordial de él: Su espíritu. Nuestro espíritu no se alimenta cuanto le proporciona la Naturaleza, su alimento es totalmente diferente, es intangible: El amor, la paz, el perdón, la bondad, el bien, la virtud, la oración, la meditación; todo ello es el alimento de nuestro espíritu.

                  El hombre debe de considerarse principalmente un ser espiritual, y meditar que mientras esté encarnado no sólo necesitará del pan material, sino mucho más importante del pan espiritual. Ya lo dijo nuestro amado Maestro: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios". Desde entonces se nos decía que no solamente éramos carne, sino también esencia espiritual.

                  Hasta aquí por el momento...

                  Tatiana, gracias por tu interés; es posible que abra otro espacio con el título "Temas del Tercer Testamento". Y en ese espacio abordar diferentes temas que se relacionen al contenido del Libro. Hasta pronto...
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                  • #24
                    Re: La existencia de Dios

                    Saludos:

                    Nuestra percepción de lo espiritual va cambiando conforme evoluciona nuestro conocimiento material. La ciencia del hombre a cada paso que descubre y se maravilla se está acercando al Origen de todo lo creado. La ciencia espiritual está evolucionando también paso a paso, acorde el hombre está descubriendo su origen y la finalidad de su existencia.

                    Ciencia material y espiritual, hace tiempo que están divididas, pero el tiempo se acerca en que se vuelvan a unir como un cúmulo de conocimientos que brinde al hombre una sola Verdad, en donde se desprenderán todas las demás lecciones necesarias que harán de la humanidad una civilización desarrollada y evolucionada material y espiritualmente.

                    Las ideas se están reencontrando, el hombre sabe que su destino lo forja sus ideas y razonamientos, que sus pensamientos están determinando su fracaso o no, a la paz. Así como se han levantado hombres pregonando que las guerras son los que determinan el avance de la humanidad, otros más han alentado a través de los tiempos persuadiendo, exhortando y convenciendo que el aprendizaje de todo y de la paz está en la convivencia de los unos a los otros.

                    Donde está la convivencia hay aprendizaje, hay desarrollo de las culturas en sus entornos, no hay ego. En las guerras incitadas y hechas, hay ego, mortandad, hambre, orfandad, desilusión, avaricia, esclavitud, predominio, escases. Los diversos pueblos de la Tierra tienen que renunciar de su ego y aprender a convivir, no sentirse distantes unos de otros por sus diferencias culturales, así como comprender que todos tienen un solo Hogar que les brinda cobijo, sostén, abundancia en todos los sentidos. La guerra destruye, lacera y distancia, y en cierto, todo el progreso que hoy se envanecen unos cuantos por sus descubrimientos por sus guerras, lo hubiesen obtenido y mucho más en la convivencia de los unos a los otros.

                    Hoy en día aún tenemos el reflejo del fantasma de nuestras guerras insensatas de hace siglos. Anteponemos según la superioridad de la raza, a la igualdad en todos por el espíritu. Nos distinguimos por razas, y más que hacernos un bien ha sido nuestro fracaso. En cierto el espíritu no conoce fronteras, un día él nace en un pueblo y en otro tiempo, en uno distinto. Hoy hablamos una lengua, mañana podría ser otra diferente. Hoy alguno de nosotros puede que tenga cierta aversión a alguna raza, mañana tan cierto es que pertenezcamos a esa misma raza, a su civilización, a su cultura y costumbres.

                    El espíritu no conoce fronteras terrenales, ya que todos poseemos los mismos atributos espirituales. Hoy somos carne, mañana sólo esencia espiritual seremos. No es en nuestra carne donde deberíamos observarnos los unos a los otros, sino en la semejanza que hay en todos por el espíritu.

                    Las guerras terminarán, pero el desenvolvimiento de la humanidad por la convivencia no conocerá tiempo ni distancia. De cierto las fronteras también llegarán a desaparecer, cuando los hombres reconozcan a su parte espiritual de los unos a los otros. La ciencia entonces dará grandes avances en todos los sentidos, ya que todos los pueblos por su convivencia darán todos sus conocimientos adquiridos y revelados, para beneficio no de unos cuantos sino en su conjunto universal.

                    Todos tenemos un Hogar por heredad y no pedazos de tierra como lo hoy es por nuestras fronteras que nos dividen; observemos a nuestro Hogar la Tierra, un sólo punto azul en el espacio, ¿dónde se distinguen las fronteras creados por el razonamiento y el distanciamiento humano? No lo hay. Ese punto azul es nuestro Hogar, hoy nuestro espíritu al nacer a la existencia humana puede estar en Occidente, mañana en Oriente en otro cuerpo. Y en otra existencia nueva, el haber dejado al otro lado del mundo seres queridos que nos acompañaron como amigos, hermanos, padres, hijos, hermanas, madres, amigas, hijas y que hoy por su destino espiritual nacieron en el mismo lugar, aunque nuestro propio destino sea al otro lado del mundo. Meditemos un momento en esto, ¿es posible hacer la guerra a quienes nos acompañaron a lo largo de un existir en otro tiempo, que nos brindaron su cariño y su amor, aunque hoy nos distingan nuestros rasgos humanos? ¿Es posible derramar la sangre de quienes alguna vez abrazamos y sus ojos se cruzaron con los nuestros experimentando el amor que nos otorgaron?

                    Hasta aquí por ahora…
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                    • #25
                      Re: La existencia de Dios

                      Saludos:

                      La semejanza que hay en toda la humanidad es por su espíritu, las virtudes, los dones, las facultades y potencias espirituales son los que nos hacen semejantes unos de otros. No es en el color de la piel donde la humanidad debe encontrar o razonar su identidad de los unos a los otros. Somos más esencia espiritual que carne, tenemos más semejanza con lo divino que con lo terrenal.

                      Nuestra carne sólo es un organismo más que es semejante a todas las demás criaturas terrenales, un ser que pide instintivamente se le alimente, se le proteja, cumpla su misión de multiplicarse, para después fundirse con los elementos de la Creación donde tomo su fuerza vital para nacer y desarrollarse. Llega un momento de toda criatura terrenal que tiene que fundirse entregando su fuerza o energía vital a la Naturaleza que le dio y donde tomo su existencia, es en ese instante que se sustenta a sí misma y se multiplica inagotable e indefinidamente, esa es su Ley natural.

                      El hombre en su naturaleza material es semejante a todas las demás criaturas, nace, se alimenta, se protege, multiplica y… muere, no puede escapar a esa la Ley natural que tiene como designio, es una fuerza que está más allá de su ciencia y de ese poder falso con que cree que él, la ha gobernado. ¡Cuántas veces hemos observado al hombre en sí mismo con la arrogancia y la presunción de querer burlar la Ley natural, de alterar y con ello perturbar el equilibrio de todos los órdenes con que está constituida la madre Naturaleza! Pero he aquí que ésta le muestra al hombre las consecuencias originadas de su temeridad y su vanagloria.

                      La Creación y la vida son una escuela, una sola aula con infinidad de lecciones para el espíritu. La vida con que está saturada fuera y dentro de nuestro mundo está perfeccionando con sus lecciones inagotables a nuestro espíritu. Es necesario aprender armonizar nuestras potencias espirituales con la Creación material, para poder ser de los que rijan cuando ya no pertenezcamos a este Valle, la Creación misma, sin que nuestro espíritu por ignorancia, falta de experiencia o en su temeridad infrinja, rompa la armonía con que todo está creado y destinado desde el comienzo de su fundación.

                      Somos seres pensantes, seres con voluntad propia para crear y en cierto, todo esto no desaparece del espíritu cuando su organismo se funde con los elementos de la Naturaleza. El pensamiento y la creatividad son potencias espirituales que con nuestra eternidad se van desarrollando y a la vez potencializando más y más. Pero mientras nuestra libertad para crear y transformar no se ajuste a la armonía con que fue hecho todo y como un ejemplo al espíritu se le presenta al observar, reflexionar y meditar su vasto Universo, seremos espíritus confinados en un pequeño espacio como lo es nuestro planeta, donde recogemos la cosecha de nuestro mal proceder, al encaminar equivocadamente la potencia espiritual de nuestro pensamiento, y en él, nuestra libertad de crear y transformar lo ya hecho en la Creación.

                      Aún somos espíritus que no saben gobernarse a sí mismos, que no se ajustan a la Ley natural y mucho menos a la Ley que le dicta su misma Conciencia. Somos espíritus que necesitan aún tener la experiencia amarga y las lecciones que nos originan dolor y sufrimiento, para comprender que aún no hemos armonizado nuestra naturaleza espiritual con la material.

                      Ese vasto Universo que observamos día con día, noche tras noche nos pertenece y más aún nos espera. Todos esos mundos que nuestros ojos no alcanzan a ver, también son heredad nuestra. Nuestro Reino material y espiritual es todo cuanto percibimos con nuestros ojos humanos y espirituales, pero para poder poseer y gobernar cuanto nos pertenece por heredad, es necesario lograr la Espiritualidad en nuestra existencia. Este es el propósito de nuestra existencia terrenal, conquistar cada uno de nosotros su propia Espiritualidad, poder regir nuestro libre albedrío al unísono con la Ley divina, respetando lo creado, respetando cada quien con su propia existencia, lo creado para dicha y aleccionamiento nuestro.

                      Hasta aquí por ahora…
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                      • #26
                        Re: La existencia de Dios

                        Saludos...

                        La vida es un reflejo de nuestra existencia espiritual, un reflejo de sabiduría, de amor, de belleza, armonía, de cumplimiento hacia una Ley creada en donde todo se sustenta sabiamente. Podemos darnos una idea de lo qué es y significa para nosotros la existencia espiritual, si meditamos las leyes que están establecidas en la Creación material.

                        La humanidad en su progresivo desarrollo de sus diversas disciplinas no puede ya creer o deducir que la casualidad sea la que rija cuanto observa y medita en todo lo que existe. El hombre de ciencia se ha adentrado en el profundo arcano de la misma Naturaleza, y estudiándola a lo largo de los siglos ha ido descubriendo elementos necesarios para la vida, pero aún podemos oír de sus grandes eminentes en la actualidad, que la vida todavía es un misterio que no ha sido del todo descifrado y comprendido.

                        ¡Cuántas leyes tuvieron que ser necesarias para dar sustento a la vida, y no sólo eso, sino la propia existencia de cada uno de nosotros! Todas las leyes que han sido descubiertas, estudiadas y entendidas sólo tienen un fin, coexistir las unas a las otras para dar un principio y mantener en equilibrio la vida que hay en toda la Creación.

                        El hombre es la única criatura que le ha inquietado y ha indagado todo cuanto le rodea, no existe otro ser parecido a él, y con asombro se ha maravillado de las respuestas que ha encontrado a través de los tiempos al descubrir como todo tiene un orden y un fin determinado, que nada está por el acaso. ¿El hombre sólo ha indagado su exterior? De cierto no, ya que él es también la única criatura que se observa y se interroga hacia su interior para conocerse a sí mismo. La filosofía de la existencia, ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿cuál es el principio y la finalidad de mi existencia?... etc. Y si nada de cuanto ha observado y estudiado en su Universo está por casualidad, ¿será posible que el hombre esté por el acaso, que él no deba de tener un orden y un fin determinado en la Creación?, ¿será posible que cada uno de nosotros sólo seamos una casualidad, un error del Universo?

                        Todas las criaturas, todos los elementos que hay en la Creación cumplen con un fin determinado y lo hacen con un orden establecido en su propia Ley natural. Pero el hombre tiene algo que ninguna otra criatura o elemento tiene, y es la libertad para obrar, un don que posee desde antes de habitar por primera vez en este plano terrenal y por el cual puede experimentar, aprender, evolucionar más que en su sentido material, en la parte que le debería de importar mucho más, la espiritual.

                        ¿Por qué al hombre le preocupa lo qué es el bien y el mal? ¿Qué es lo correcto y lo qué no es correcto? ¿De dónde viene esa inquietud por establecer conductas, normas, preceptos, deberes para sentir que como sociedad o más aún como civilización están conviviendo y cumpliendo correcta y apropiadamente de los unos a los otros? Y es que el hombre aunque no lo ha comprendido del todo, siempre ha necesitado de una guía que le ayude a avanzar o progresar por el sendero de la virtud.

                        ¿Qué es la virtud? Sino sólo la expresión de nuestro espíritu por obrar de acuerdo a la Ley espiritual, Ley que cuando es cumplida y la manifestamos en nuestra existencia, cada uno de nosotros podemos experimentar o más bien sentir… la paz.

                        Como humanidad no sólo estamos regidos por la Ley natural, sino más aún por la Ley espiritual; para nosotros es más importante sentir que estamos cumpliendo con un deber, y en ese deber la finalidad por el cual estamos aquí en este mundo. Cuando en nuestra existencia por nuestro libre albedrío nos alejamos de la Ley espiritual hay caos, zozobra, dolor, sufrimiento, desolación, es lo que experimentamos o sentimos individualmente, tanto en nuestra familia, en la sociedad o como humanidad en conjunto al menospreciar la virtud.

                        La Ley espiritual también tiene preceptos, normas, deberes que al cumplirlas sólo trae paz a nuestro ser primordial. En cierto, toda la Ley está basada en la potencia espiritual del Amor, de esa potencia se derivan cada una de las virtudes espirituales de la que el hombre puede hacer uso para ser un reflejo de armonía, obediencia, sabiduría y de cumplimiento para lograr el propósito de la finalidad de su existencia, la Espiritualidad. ¡Qué difícil puede ser esto, lograr esa finalidad! Pero de cierto, todos estamos destinados a alcanzarlo, cada ser humano por su espíritu tiene por destino y como fin escalar las altas cimas de la Espiritualidad, puesto que nuestro espíritu tiene que reflejar con perfección la Naturaleza divina de donde brotó y se sustentó sabiamente al nacer.

                        En todos nosotros existe un legado, un legado que quedo impreso en nuestro espíritu en las palabras dichas por Jesús: “Sed perfectos como vuestro Padre perfecto lo es”. Asimismo cada uno de nosotros tiene la misión de cumplir debidamente un precepto, que al manifestarlo en nuestra existencia individual o como humanidad, traerá la paz anhelada: “El Amarnos los unos a los otros”.

                        Hasta aquí por ahora…
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                        • #27
                          Re: La existencia de Dios

                          Un ateo en Semana Santa
                          Por: Héctor Abad Faciolince

                          Recuerdo que en Semana Santa estrenábamos zapatos; unos zapatos duros, de cuero casi crudo, comprados en Rionegro, que nos quedaran grandes para que nos duraran, remontados en noviembre, hasta el año siguiente.

                          Los pies de los niños crecen muy rápido. Recuerdo que, tuviera o no pecados, a los ocho años debía confesarme, pues era necesario empezar pronto a entrenar el cerebro a sentir culpa. Con Dios o sin Dios, con diablo o sin el diablo, la sensación católica de tener una deuda con la vida nos queda para siempre, y apenas se paga a medias con expiación, dolor y sacrificios.
                          Recuerdo que mi hermana la mayor consiguió novio a los 12 años —y terminó casándose con él— en una procesión de Jueves Santo. Recuerdo penitentes que se azotaban el lomo con zurriagos y que a golpes de rejo les quedaban llagas de verdad en el pellejo; unas rayas rojizas les surcaban la espalda, en una mezcla de ampollas y aguasangre. Recuerdo señores de la parroquia disfrazados de romanos, con sandalias y yelmos. Recuerdo un Jesús rubio, amanerado, a horcajadas en un burro de cerámica. Recuerdo a Judas, oscuro de piel, colgado de un árbol. Recuerdo la obligación de visitar monumentos, oír el sermón eterno de las siete palabras.
                          Y hoy todo esto lo veo como un ritual lejano, infantil y salvaje. Una fábula extraña de un joven torturado en ritos sanguinarios de colonos romanos. Un muchacho peludo, una especie de hippie que se muere de sed, colgado al sol de una cruz, chorreando sangre, y su madre lo ve, sus amigos lo ven, quienes lo aman lo ven, mientras agoniza. Luego lo entierran debajo de una lápida y dicen que resucita al tercer día, y que está sentado a la derecha del padre. Lo más extraño de todo este relato es que haya cientos de millones de personas que todavía lo crean, y digan que así fue, porque cuatro libros que cuentan versiones distintas de lo mismo, así lo afirman.
                          Veo a mi madre salir a misa, con su bastón de más que octogenaria, y fervorosamente comerse una hostia que —aseguran— después de unas palabras se ha convertido en el cuerpo y la sangre de Cristo. Ella cree, y con ella millones creen que es verdad este cuento tan raro, y yo no le pregunto ni le discuto nada, pero me maravilla que en una cabeza tan sabia y tan astuta quepa una fábula tan burda y tan inverosímil, algo que nadie le aceptaría al mejor novelista de relatos fantásticos.
                          En un poema lúcido (Cristo en la cruz), Jorge Luis Borges describe lo que pudo pasar hace dos milenios: “El rostro no es el rostro de las láminas. / Es áspero y judío”. No el nórdico ojiazul y amanerado de las procesiones, sino “la negra barba que pende sobre el pecho” y las facciones semitas. A continuación Borges hace el recuento de lo que todavía no era el cristianismo, pues lo que sigue es lo que elaboraron las iglesias, tanto la católica como las protestantes y evangélicas: “No le está dado ver la teología, / la indescifrable Trinidad, los gnósticos, / las catedrales, la navaja de Occam, / la púrpura, la mitra, la liturgia, / la conversión de Guthrum por la espada, / la Inquisición, la sangre de los mártires, / las atroces Cruzadas, Juana de Arco, / el Vaticano que bendice ejércitos”.
                          Ahora un argentino como Borges dirige el Vaticano. Algunos dicen que también él bendijo los ejércitos durante la dictadura, cuando era provincial de los jesuitas. Otros lo niegan. Parece que sus primeros gestos se encaminan a tratar de recuperar la figura sencilla del Jesús evangélico. No usa oro sino plata en los ornamentos y dice que no habitará en los palacios vaticanos destinados al obispo de Roma. Esos gestos lo acercan a la gente y a lo que quiso ser el cristianismo en sus primeros días. Un ateo puede ver con simpatía esos signos humildes, pero ellos se inscriben —de todas maneras— en una fábula absurda e increíble. Mi madre cree y reza; yo no creo y escribo.
                          Héctor Abad | Elespectador.com
                          Nunca deja de asombrar como las focas, prontas y felices, reciben con brazos abiertos cualquier basura que les avienten sus amos, los caciques de la oposicion.

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                          • #28
                            Re: La existencia de Dios

                            Saludos...

                            Una porción considerable de la humanidad ha tomado a través de los tiempos una gran cantidad de creencias que no ayudan en nada a su espíritu, ni mucho menos a su desarrollo espiritual. La evolución que ha adquirido nuestro razonamiento a través del tiempo, nos hace observar incoherencias dentro de las religiones, hechos sin sentido; es natural que muchos se aparten de la religiosidad y al mismo tiempo el tratar encontrar otro camino que calme en algo su búsqueda hacia el conocimiento de la verdad.

                            Así, unos al reflexionar las incoherencias de las religiones han optado buscar el sentido de la vida a través del conocimiento de la ciencia, observando y estudiando su Universo; otros se refugian en el campo extenso de la filosofía, cuestionándose de igual forma la vida, el yo del ser, profundizándose en los diversos quehaceres que hay en lo humano. Ambos casos son en sí, un reflejo innato del espíritu por conocer todo cuanto le rodea y por consiguiente a sí mismo.

                            A todos en un momento nos ha inquietado la posibilidad de la existencia de Dios; el hombre de ciencia, el filósofo, el religioso y el que no lo es, aseverando o rechazando, cada quien aportando los argumentos que testifiquen su existencia o no. ¿Quién tiene la verdad? ¿Dónde está el argumento sólido que demuestre o no su existencia? Mas, para que cada quien pueda dilucidar esta inquietud, cabría el reflexionar y responderse a sí mismo, ¿si nuestra forma de pensar y de concebir la existencia es la misma a la de nuestros antepasados? De cierto no.

                            La humanidad no es la misma de la de hace siglos, su pensamiento y en él su razonamiento dista en mucho a la de sus antepasados. El hombre en su necesidad de conocerse a sí mismo, ha avanzado en la búsqueda de la verdad por medio del estudio y la reflexión de la vida. Nuestra percepción científica, filosófica y espiritual no es la misma a la de hace siglos; pero si queremos darnos una idea en la forma en que comprendíamos nuestra realidad material y espiritual en la antigüedad, podemos hacerlo al observar en la actualidad tribus que percibimos como primitivos, existiendo en las profundidades de la selva, alejados de lo que nosotros consideramos, el mundo moderno.

                            El hombre como todo lo existente en la Creación es un ser sujeto a la evolución; él es el único ser que indaga y le inquieta todo cuanto le rodea, y por lo tanto su manera de concebir lo existente también evoluciona conforme encuentra respuestas a sus inquietudes. El hombre ya no cree que la Tierra sea plana, y ha desechado de igual forma los seres mitológicos en que alguna vez creyó para sustentar un ideal espiritual, para dar sentido a lo que no comprendía material o espiritualmente. Han pasado los siglos y aunque ha encontrado innumerables respuestas gracias a la ciencia, siente que aún no ha llegado del todo a él, las respuestas que pide y necesita para comprenderse a sí mismo espiritualmente. Pero, ¿por qué esa búsqueda ha permanecido a través de los siglos?, ¿por qué todavía siente esa necesidad hasta en la actualidad, de dar un sentido espiritual a su existencia?

                            ¿Quién soy? ¿De dónde provengo? ¿Qué es la vida? ¿Qué es el amor? Si meditamos por un instante, notaremos que desde tiempos remotos también han existido quienes han indagado y cuestionado no sólo lo exterior del mundo, sino lo interior, todo aquello que es intangible al ser humano. Pensadores que a lo largo de la historia han reflexionado detenidamente el del porqué somos entre todas las demás criaturas el único ser que le inquieta lo que son los principios, los valores, las virtudes, la moralidad, lo que significa el bien y el mal; el del porqué se considera como una distinción de humanidad la igualdad, la fraternidad, la sociabilidad, la humildad, el perdón y el amor; el porqué el hombre se pregunta a sí mismo el principio y la finalidad de su existencia, el que se cuestiona su sufrimiento, si la muerte es el final todo, el ser que anhela dar un significado a su existir y también el sentir una paz por haber cumplido una misión para consigo mismo. Todo esto y más es lo que el hombre ha llamado el sentido espiritual en su existencia, y aunque lo quiera desechar no lo puede hacer; es innato en él.

                            No sólo hemos buscado la verdad que hay en el Universo, en la Naturaleza, en nuestro organismo, sino también la verdad que aún no hemos descifrado del todo en nuestro propio interior. Y puedo decir con certeza que aun los que se dicen ateos, sienten esa necesidad.

                            Muchos se han alejado de los ritos, las costumbres y tradiciones, del dogmatismo religioso porque no ofrecen respuestas a las inquietudes más básicas de todo ser humano. Y puedo decir sin equivocarme que la humanidad verá resurgir con fuerza la filosofía de la existencia, adentrándose más profundamente en el conocimiento de sí misma, aceptando la verdad que hay en la Creación y armonizando con ella su naturaleza interior; tendrá por comprensión que la rutina religiosa sólo fue un espejismo donde creyó sustentarse espiritualmente, aceptando el fin de toda institución o denominación religiosa en provecho de su desarrollo espiritual.

                            Aunque muchos desisten o niegan en creer el sentido espiritual en su existencia, enfocándose sólo en el estudio del exterior, es un hecho que no pueden negarse a sí mismos, cuando su interior clama por respuestas que no han logrado responder. Sucede lo mismo cuando alguien por voluntad propia no quiere saber nada de lo exterior, enfocando su existencia a lo místico, pasan los años, las décadas, y cuando por fin se anima a descubrir su mundo exterior, ya que nunca ha sido ajeno a él, aunque quiera evadirlo o negarlo, no puede o le es difícil el comprender tantas verdades que otros han descubierto por medio del estudio. Es lo que acontece en la actualidad con la humanidad, ha dado tanto valor a su exterior, al conocimiento que la ciencia le ha brindado, que simplemente se volvió un ser falto de comprensión de su interior.

                            El hombre no debe desatender sus dos naturalezas, la humana ni la espiritual, ni rechazar alguna de las dos, porque no será un ser completo. En cierto, así como busca y encuentra las verdades que hay en lo exterior, también debe de interesarse por encontrar las respuestas que le hagan conocerse interiormente. Él debe respetar las leyes que hay en su Universo, en su Naturaleza, en su propio organismo, así como también las leyes espirituales, que le traerán como consecuencia esa armonía que necesita para establecer su paz con todo lo que le rodea, con los demás y consigo mismo.

                            La humanidad no contemplará en lo cercano ni en lo futuro el triunfo de alguna religión en particular sobre las demás, será ella misma que abandonando todo lo superfluo y vano, reflexionando cómo ha ido evolucionando la manera de concebir su existencia, encontrando las respuestas fuera y dentro de sí, se acerque paso a paso a un hecho que no puede detener, su propia Espiritualidad. Ese hecho será una de las más bellas realidades para el hombre, ya que hablará de la victoria que encontrará en sí mismo por la madurez que alcanzará en virtud de su evolución tanto en el sentido material como en el espiritual; el ser que respetará su mundo exterior e interior, la vida en todos sus aspectos; el ser que en su razonamiento tendrá una noción más acertada y cercana sobre sí mismo y por consiguiente de su parte espiritual, que procede de quien conoce desde tiempos inmemorables como Dios.

                            Dichosos días, ya que al fin de todo, será el hombre que contemplará la paz exterior en todas las naciones, al comprenderse él mismo en su propio interior.

                            Hasta pronto…
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