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García Luna, el nada Bravo Mena y Patylu

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    García Luna, el nada Bravo Mena y Patylu
    Política cero
    Jairo Calixto Albarrán




    2011-05-25•Al Frente


    No se vale, en estos días han tratado peor a García Luna que a Bravo Mena —que no es ni bravo ni ameno—en la FES Acatlán, donde al candidato panista se le ocurrió entrar a las instalaciones de la UNAM sin estar vestido como los Pikolines o Palencia. Y aunque me parece primitivo que el alumnado continúe con la vieja tradición de corretear políticos en los campus universitarios —pero debe ser divertido hacerlo—, Luis Felipe hizo mal en confiarse. Si le pasó al Peje en Ciencias Políticas, ¿qué esperaba el chico del mandil blanquiazul?

    Si hubiera prometido que iba a poner junto a la biblioteca un bar como el que había en una cárcel en Chihuahua, con chupe, pomos, mota y billar, otro gallo le hubiera cantado.Digo, Eruviel promete cualquier cosa, hasta que Aeroméxico va dar pases de abordar en tiempo.

    Aunque a lo mejor todo estaba planeado. El nada ameno se puso bravo y siguió el ejemplo temerario del munícipe de Navolato, quien se atrevió a poner en duda el valor moral de las minifaldas para salir del anonimato. Y lo logró, pues luego de haber sido echado a patadas, Bravo Mena ha tenido más cobertura mediática que en toda su vida. Incluso en su Facebook la gente la atiborra con propuestas para darle nombre al Bravo Bus, ante la posibilidad de ¡ganar un día en su campaña! Esto incluye cena-baile y una sorpresa: seguramente Patylu cantará “La vaca Tomasa”.

    Como quiera que sea, ser Genaro García Luna no debe ser nada fácil. Primero aparecen un montón de rijosos que no entienden el valor patriótico de acabar en una narcofosa, y exigen su renuncia como si fuera de enchílame una gorda encontrar trabajos bien remunerados con guaruras incluidos. Luego, cuando finalmente reconocen su labor como productor televisivo después de Florence Cassez, casos de la vida real, le tumban tus infomerciales de El equipo, por hacer apología de sí mismo. Y ya en el colmo, después de una vida en la lucha contra los malos de Malolandia, en el manejo de estrategias que le rinden homenaje a La loca academia de policía, justo cuando le dan un reconocimiento en Colombia, la bola de envidiosos del Congreso lo obligan a devolver la medalla por no haber pedido permiso para recibirla. O sea, ¿desde cuándo los héroes que se envuelven en el lábaro patrio están obligados a pedir permiso para recibir el aplauso del público conocedor?

    ¿Por qué el líder en San Lázaro tiene que sacar a pasear sus rencores priistas para obligar al secretario a hacer el oso frente al gobierno de Colombia? Chale. Mejor que Ramírez Marín se ponga a jugar con sus casitas de muñecas, y que no mortifique al héroe de esta telenovela de charros vs. gánsters, papá.
    jairo.calixto@milenio.com Anuncios Google
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