De viaje
Por Rafael Segovia
Se ha pedido una discreción total sobre la desaparición del hombre político más importante que hayamos tenido que aceptar, Diego Fernández de Cevallos. No hay nada que decir ni que acallar. El Presidente ha hecho el ridículo de su vida. Se ha acobardado a más no poder: el día mismo en que don Diego desaparecía, él se iba a España a resolver no se puede saber qué urgentes problemas que, sin su presencia, no tendrían solución. Uno de ellos, la desaparición de este hombre, no se resolvió ni se ha resuelto desde entonces. Unos días después de este hecho apareció una carta de la familia Fernández de Cevallos donde se pedía la mayor discreción sobre el acontecimiento, es decir, se suplicaba el mayor silencio para no alterar el trabajo de los autores de aquello. Se publicaba al mismo tiempo una fotografía de don Diego, con los ojos vendados, el pelo enmarañado, con todo el aspecto de un hombre raptado, de un hombre que está posando en contra de su voluntad.
No se había vuelto a publicar una línea sobre el secuestro. Es admirable cómo se ha obedecido una orden salida no se sabe de dónde, si fue de los hermanos o de los hijos. De don Diego, de la Procuraduría, de la Presidencia o de un grupo de amigos, en todo caso de algo misterioso, que no se identificó, y con una clara intención: que se olvide el hecho, que no se vuelva a hablar del tema hasta que se olvide. Por ejemplo, hasta que se haya pagado, se hayan entregado los millones del acuerdo.
Vivimos bajo acuerdos que, lo menos que se puede decir, es lo que corresponden con un Estado imperfecto, donde la tan temida imperfección es la que impera.
Pero mientras nos intentamos convencer de la perfección o imperfección de nuestras instituciones, el Presidente se pasea. Ahora se fue al Canadá. País con el que se tuvo sus inconvenientes cuando exigió una visa para entrar en su territorio. Es de suponer que al señor Calderón le habían dado una de cortesía y otra a su señora. Su intención, al menos por lo dicho, es aumentar nuestras relaciones dado que de ese país viene la masa de turistas gracias a la cual se mantiene mal que bien la balanza de pagos. Antes pasó a Estados Unidos, para ver cómo la guardia nacional vigila la frontera de Arizona, como era de esperarse. Como se puede ver, es una actividad llena de éxitos.
No queda sino plegarse a lo que hay y a lo que viene. No tenemos escape. Lo malo es cómo nos sometimos, es ver al personal que acompaña y aconseja al Presidente, cómo hace las cosas, cómo elige las fechas. Ahí es donde no tenemos perdón, donde aparecemos como unos torpes, donde todos aparecemos como gobernadores de Jalisco, donde todo es condenar el aborto sin entenderse que en México los embarazos se producen a pesar de las precauciones que, en primer lugar, tienen un costo que por lo general estas muchachas no pueden pagar y, en segundo lugar, no tienen información alguna sobre la contracepción. No será el cura de su pueblo quien las informe. Basta con leer lo que se ha dicho por alguien que no merece estar en un tribunal superior. La Suprema Corte debe hablar de temas más relevantes para la República que los rebuznos del gobernador de Jalisco y sus conocimientos de química.
El mundo se empieza a complicar para estos señores del PAN, empezando por su Presidente que, como de costumbre, suele poner los pies en polvorosa para explicar lejos de México lo bien que gobierna, con un éxito inconmensurable, aunque vaya a decir cómo se expone para llegar adonde llegó. No sé si a los niños de Harvard les fue a decir cómo espera las elecciones. Son 12. En pleno optimismo puede perder 11, aunque lo lógico y tomando en cuenta sus triunfos y el amor que le tiene su pueblo, puede, con ayuda de las trácalas de sus hombres de confianza ocupados por la gobernación del país y de su partido, apoyados por las declaraciones de testigos protegidos, que es algo ante lo que cualquier persona honesta debe indignarse, puede ganar 12 elecciones.
Desde su llegada al poder se ha preocupado por las alianzas electorales con hombres y partidos a los que se puede repudiar con la seguridad de que son de esos hombres con los que no hay negociación posible. Vienen de la izquierda para asegurar un triunfo de la derecha, imposible como se mire. Lo mejor que se puede pensar es que Los Chuchos son gente dispuesta a la corrupción, que lo mismo se asocian con un bobo, como el presidente del PAN, como con un comunista, hombre del partido al que pertenecieron y del que no aprendieron nada. Como no aprendieron nada del PAN, sino que hay que condenar el aborto, podemos preguntarnos qué piensan ahora del aborto, porque en el PRI los hay que andan dudando.
Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo
Por Rafael Segovia
Se ha pedido una discreción total sobre la desaparición del hombre político más importante que hayamos tenido que aceptar, Diego Fernández de Cevallos. No hay nada que decir ni que acallar. El Presidente ha hecho el ridículo de su vida. Se ha acobardado a más no poder: el día mismo en que don Diego desaparecía, él se iba a España a resolver no se puede saber qué urgentes problemas que, sin su presencia, no tendrían solución. Uno de ellos, la desaparición de este hombre, no se resolvió ni se ha resuelto desde entonces. Unos días después de este hecho apareció una carta de la familia Fernández de Cevallos donde se pedía la mayor discreción sobre el acontecimiento, es decir, se suplicaba el mayor silencio para no alterar el trabajo de los autores de aquello. Se publicaba al mismo tiempo una fotografía de don Diego, con los ojos vendados, el pelo enmarañado, con todo el aspecto de un hombre raptado, de un hombre que está posando en contra de su voluntad.
No se había vuelto a publicar una línea sobre el secuestro. Es admirable cómo se ha obedecido una orden salida no se sabe de dónde, si fue de los hermanos o de los hijos. De don Diego, de la Procuraduría, de la Presidencia o de un grupo de amigos, en todo caso de algo misterioso, que no se identificó, y con una clara intención: que se olvide el hecho, que no se vuelva a hablar del tema hasta que se olvide. Por ejemplo, hasta que se haya pagado, se hayan entregado los millones del acuerdo.
Vivimos bajo acuerdos que, lo menos que se puede decir, es lo que corresponden con un Estado imperfecto, donde la tan temida imperfección es la que impera.
Pero mientras nos intentamos convencer de la perfección o imperfección de nuestras instituciones, el Presidente se pasea. Ahora se fue al Canadá. País con el que se tuvo sus inconvenientes cuando exigió una visa para entrar en su territorio. Es de suponer que al señor Calderón le habían dado una de cortesía y otra a su señora. Su intención, al menos por lo dicho, es aumentar nuestras relaciones dado que de ese país viene la masa de turistas gracias a la cual se mantiene mal que bien la balanza de pagos. Antes pasó a Estados Unidos, para ver cómo la guardia nacional vigila la frontera de Arizona, como era de esperarse. Como se puede ver, es una actividad llena de éxitos.
No queda sino plegarse a lo que hay y a lo que viene. No tenemos escape. Lo malo es cómo nos sometimos, es ver al personal que acompaña y aconseja al Presidente, cómo hace las cosas, cómo elige las fechas. Ahí es donde no tenemos perdón, donde aparecemos como unos torpes, donde todos aparecemos como gobernadores de Jalisco, donde todo es condenar el aborto sin entenderse que en México los embarazos se producen a pesar de las precauciones que, en primer lugar, tienen un costo que por lo general estas muchachas no pueden pagar y, en segundo lugar, no tienen información alguna sobre la contracepción. No será el cura de su pueblo quien las informe. Basta con leer lo que se ha dicho por alguien que no merece estar en un tribunal superior. La Suprema Corte debe hablar de temas más relevantes para la República que los rebuznos del gobernador de Jalisco y sus conocimientos de química.
El mundo se empieza a complicar para estos señores del PAN, empezando por su Presidente que, como de costumbre, suele poner los pies en polvorosa para explicar lejos de México lo bien que gobierna, con un éxito inconmensurable, aunque vaya a decir cómo se expone para llegar adonde llegó. No sé si a los niños de Harvard les fue a decir cómo espera las elecciones. Son 12. En pleno optimismo puede perder 11, aunque lo lógico y tomando en cuenta sus triunfos y el amor que le tiene su pueblo, puede, con ayuda de las trácalas de sus hombres de confianza ocupados por la gobernación del país y de su partido, apoyados por las declaraciones de testigos protegidos, que es algo ante lo que cualquier persona honesta debe indignarse, puede ganar 12 elecciones.
Desde su llegada al poder se ha preocupado por las alianzas electorales con hombres y partidos a los que se puede repudiar con la seguridad de que son de esos hombres con los que no hay negociación posible. Vienen de la izquierda para asegurar un triunfo de la derecha, imposible como se mire. Lo mejor que se puede pensar es que Los Chuchos son gente dispuesta a la corrupción, que lo mismo se asocian con un bobo, como el presidente del PAN, como con un comunista, hombre del partido al que pertenecieron y del que no aprendieron nada. Como no aprendieron nada del PAN, sino que hay que condenar el aborto, podemos preguntarnos qué piensan ahora del aborto, porque en el PRI los hay que andan dudando.
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