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A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

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  • A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

    El general Sóstenes Rocha.

    Con veinte años de edad, Sóstenes Rocha ingresó al Heroico Colegio Militar en 1851; desde ese año hasta 1860 fue un militar al uso de su época, lo mismo peleó a las órdenes de Santos Degollado que a las de Miguel Miramón, y siguió a sus jefes en los repetidos cuartelazos, motines y cambios de partido que contribuyeron enormemente a que la nación viviera en un caos y una angustia permanentes; pero en ese último año se incorporó definitivamente al partido liberal, al que ya no habría de abandonar ni en las más adversas circunstancias.

    Como militar liberal, el general Sóstenes Rocha tomó parte en la heroica defensa de Puebla en 1863 y, junto con los demás jefes del Ejército de Oriente, fue hecho prisionero por los franceses, de los que escapó en Orizaba y volvió a ponerse a las órdenes del gobierno de Benito Juárez, en San Luis Potosí. Fue uno de los jefes de las tropas que escoltaron al gobierno nacional desde San Luis Potosí hasta Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), combatiendo al lado de su paisano, el general Manuel Doblado, lo mismo contra los mexicanos de Santiago Vidaurry que contra los dragones frances del general Castagny.

    Restaurada la república, Sóstenes Rocha fue un apasionado defensor de la legalidad y combatió a quienes se levantaron en armas, desde el general Trinidad García de la Cadena, hasta al propio general Porfirio Díaz.

    Fue director del Heroico Colegio Militar de 1880 hasta 1883. Murió en la ciudad de México. Los restos de este valiente militar y político reposan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

    (Fragmento tomado de Relatos e Historias en México)

  • #2
    Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

    Filomeno Mata.

    Filomeno Mata (San Luis Potosí, 5 de julio de 1845 - Veracruz, 2 de julio de 1911). Fue un periodista y profesor mexicano, uno de los más destacados durante el Porfiriato.

    Originario de la Hacienda de Carranco, San Luis Potosí, México, ejerció el periodismo en algunos periódicos de la época, como lo eran El Monitor Republicano y La Patria.

    También participó en El Ahuizote, semanario feroz que apareció en 1874, cuyo contenido se oponía al gobierno del político Sebastián Lerdo de Tejada. Filomeno Mata era responsable de los corresponsales.

    También, dentro de su carrera como periodista, fundó y dirigió varios periódicos, algunos de ellos eran: El Sufragio Libre, El Cascabel, La Hoja Eléctrica y El Monitor Tuxtepecano, éste último partidario del gobierno del general Porfirio Díaz.

    Tras desempeñar su trabajo como uno de los periodistas mexicanos más exitosos de esa época, fue designado como director del Diario Oficial de la Federación y de la imprenta del gobierno.

    Pese a publicaciones previas a favor del gobierno de Díaz, Filomeno Mata se habría de distinguir por la fundación de uno de los periódicos más conocidos de oposición al porfirismo El Diario del Hogar, que apareció el 16 de septiembre de 1881, con la idea inicial de publicar en él recetas de cocina. Sin embargo, se tornó en un diario combativo en el que Mata plasmó virulentas críticas que le significaron la cárcel, a donde fue a parar en varias ocasiones.

    Falleció en la ciudad de Veracruz, abatido y enfermo, el 2 de julio de 1911, tras haber apoyado la candidatura de Francisco I. Madero, a principios de la Revolución Mexicana.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Filomeno_Mata

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    • #3
      Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

      El Tratado McLane - Ocampo.*

      El Tratado McLane-Ocampo, firmado el 14 de diciembre de 1859 entre Robert McLane, enviado especial del presidente Buchanan y Melchor Ocampo, Secretario de Relaciones Exteriores del gobierno de México, consta de once artículos más dos convencionales.

      El artículo primero concedía a los ciudadanos y bienes de los Estados Unidos derecho de tránsito a perpetuidad por el Istmo de Tehuantepec; por el artículo tercero, el gobierno mexicano se comprometía a no imponer derechos a las mercancias estadounidenses que transitaran por el Istmo, salvo las dedicadas a consumirse en México; el artículo quinto especificaba que fuerzas de los Estados Unidos, "con el consentimiento o a petición" del gobierno de México, podrían ayudar a la defensa de los puertos y rutas de dicho Istmo; "sin embargo, en caso excepcional de peligro imprevisto o inminente para la vida o las propiedades de ciudadanos de Estados Unidos, quedan autorizadas las fuerzas de dicha república" para obrar en protección de aquellos, sin previo aviso.

      El artículo sexto concedía libre tránsito de tropas, abastos y pertrechos de guerra de los Estados Unidos por el Istmo de Tehuantepec y entre el puerto de Guaymas y Nogales, Sonora, previo aviso a las autoridades mexicanas; el séptimo cedía a perpetuidad el derecho de paso entre las ciudades de Camargo o Matamoros, por la vía de Monterrey, hasta el puerto de Mazatlán; finalmente, el artículo décimo estipulaba que a manera de compensación por las rentas que el gobierno mexicano perdería por semejante acuerdo, recibiría cuatro millones de pesos, la mitad de los cualesse pagarían al firmar el Tratado (dinero que, efectivamente, puso McLane en manos del gobierno mexicano).

      En eso consiste el célebre tratado que nunca tuvo vigencia, pues no fue ratificado por el Senado de los Estados Unidos. Su firma fue, como reconoce Fernando Iglesias Calderón, "imprudente y desacertada", pero sus estipulaciones "en modo alguno, pueden constituir una traición a la patria". Según Iglesias Calderón, aunque de haberse ratificado sus consecuencias hubiesen sido muy lesivas para el país, de acuerdo con las leyes nacionales y el derecho internacional, el Tratado no constituye traición a la patria porque, porque no pone en riesgo la independencia ni la soberanía nacionales, ni cede palmo ninguno de territorio a otra soberanía: se limita (que no es poco, pero es otra cosa) a dar derecho de paso. Hay que considerar , además, añade el autor al que seguimos, que los Tratados Internacionalesnpueden ser denunciados en todo momento por cualesquiera de las partes firmantes.

      Tal es, pues, el famoso tratado. Era pésimo, pero esa es la condición de alianza con el fuerte. Y dadas las particulares condiciones internas de Estados Unidos, en vísperas de dividirse en una sangrienta guerra civil, el gobierno de Juárez obtuvo dos millones de pesos y la captura de la escuadrilla de Miramón sin dar nada a cambio, aunque eso no justifica su firma, que marca el punto más bajo de la vida pública de Benito Juárez y sus compañeros.

      * Pedro Salmerón. Doctor en Historia por la UNAM. Docente del ITAM. (Fragmento)

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      • #4
        Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

        Cubo, que padre que te animaste a participar. Fíjate que creo que este no será un tema muy concurrido, pero, aún así, seguiré poniendo algunos datos sobre lo que considere relevante de nuestro pasado como nación, ya que para mi es importante que no se nos olvide cómo fue que se forjó México.

        Un saludo, Cubo.

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        • #5
          Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

          Muerte de Don Benito Juárez. *

          En los periódicos nacionales, apareció el 19 de julio de 1872 la siguiente esquela (textual):

          Anoche, a las once y media, ha fallecido
          el ilustre Ciudadano
          Benito Juárez,
          Presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
          El Presidente interino, al participar a V., con
          el dolor más profundo, tan deplorable acontecimiento;
          le invita á que asista al funeral que se verificará
          el martes 23 del presente mes, en el Cementerio
          de San Fernando.
          México, Julio 19 de 1872.

          El duelo se inició ese día en el Palacio Nacional a las 9 de la mañana. En El Monitor Republicano (número 172), se informa que a las cinco de la mañana de la fecha, los cañones del Palacio Nacional habían anunciado a toda la Ciudad de México que el Presidente Juárez había muerto de manera instantánea, "víctima de un ataque en las regiones del corazón". Se advierte de que en pocas horas la república se enteraría de que "el hombre de la Reforma y de la Independencia, ha pasado á las páginas brillantes de nuestra historia contemporánea, circundado de esa aureola que acompaña á los grandes y á los héroes. La República está de duelo."

          En la misma nota de la redacción, se dice también, que el mundo entero estaría de luto al enterarse del deceso, pues Juárez no sólo "era una gloria de su patria, sino un timbre de honor para la humanidad". A la vez, se rogaba a Dios que esta muerte no fuera a convertirse en el principio de grandes trastornos para México, y se hablaba de momentos de suprema angustia para la nación. Como presidente interino, fue nombrado Sebastián Lerdo de Tejada, quien era Presidente de la Suprema Corte de Justicia, la cual fue ocupada por Pedro Ogazón, conforme a la Constitución Federal de 1857 y lo prescrito por la ley del 29 de febrero de 1836. A Lerdo de Tejada lo había ido a buscar a su casa el General Mejía, Ministro de Guerra, para avisarle de la muerte de Juárez pocos minutos después que ésta sucedió. "Una comisión del comercio se presentó también al nuevo Presidente, y le manifestó su buena disposición para proporcionarle los recursos necesarios; y, según dice El Siglo [Diez y Nueve], en la tarde debía tener lugar una junta de comerciantes con ese objeto" (La Iberia, 20 de julio de 1872).

          El Ministerio se encargó de levantar el acta de defunción con la asistencia de los escribanos públicos Crescencio Landgrave y José María Villela, y certificaron la defunción los doctores Ignacio Alvarado, Rafael Lucio y Gabino Barreda, quienes habían asistido al Presidente (El Distrito Federal, 19 de julio de 1872).

          El Diario Oficial (19 de julio de 1872) avisaba también de la muerte de Juárez la noche anterior, a las once y media, a causa de "una neurosis del gran simpático"; también aquí lo llaman "¡El gran atleta de la Reforma y de la Independencia!, amigo del pueblo y de la libertad". Se pide por el eterno descanso de su alma y se expresa el deseo de que su recuerdo sirva de estímulo y de unión fraternal a todos los mexicanos. En el ambiente se respiraba el temor por el resurgimiento de la violencia y la lucha fratricida entre los mexicanos.

          Según el mismo Diario Oficial, Juárez había empezado a sentirse enfermo desde la mañana del 17 de ese mes; sin embargo, había atendido los asuntos de la Presidencia. El señor Darío Balandrano, redactor en jefe del Diario Oficial, le leía al Presidente lo más notable que contenían los periódicos de esa mañana, cuando Juárez se levantó repentinamente de su asiento y se llevó la mano al cerebro. Balandrano suspendió la lectura de los periódicos y le preguntó si se sentía indispuesto. "Estoy bien —contestó— puede usted continuar". (El Federalista, 20 de julio de 1872). Después, volvió a levantarse de su asiento y caminó hasta el salón de Iturbide. Regresó y pidió su desayuno, que tomó tranquilamente. Sin embargo, dijo que a medio día "comería de dieta": una sopa que le trajeron de su casa y que apenas probó. Se veía que se sentía mal. Durante la comida Juárez habló con sus acompañantes —entre quienes estaba el señor José María Lafragua (Ministro de Relaciones Exteriores)—, especialmente de dos de sus preocupaciones: la reforma a la Constitución y la terminación del ferrocarril a Veracruz. En la tarde, habiendo despachado los asuntos pendientes, salió con su familia a pasear en coche, como era su costumbre. La noche de ese mismo día, Juárez despertó con fuertes náuseas y algunos dolores, pero no permitió que su hijo Benito, que dormía en la misma recámara, avisara a persona alguna de su malestar.

          Al siguiente día, Juárez faltó a Palacio pues sentía fuertes dolores en la pierna derecha, sin embargo, no se esperaba nada grave. Sus hijas, sus cuñados, sus yernos y sus amigos le preguntaban inquietos cómo se sentía. El Presidente les contestaba que un poco cansado porque no había dormido bien, pero les pidió que no hicieran pública su indisposición y que sólo dijeran que padecía de reuma en la pierna derecha. En la tarde de ese día, Juárez recibió en sus habitaciones al señor Lafragua, con quien trató asuntos generales, y al General Ignacio Alatorre, con quien habló sobre la situación que guardaba el estado de Puebla. A las siete de la noche, el dolor que sentía en el pecho lo obligo a irse a la cama. A partir de ese momento, Juárez empeoró progresivamente. A las ocho de la noche de ese día, "empezó a desarrollarse con una fuerza extraordinaria el mal que lo atacó el año de 1870",2 pero que en esta ocasión no pudo controlar su médico de cabecera, el doctor Ignacio Alvarado, quien avisó al secretario del Presidente, señor Santacilia, que Juárez estaba muy mal y que no le quedaban más de tres horas de vida. Por indicación suya, se llamó también a los doctores Lucio y Barreda. Los dolores fueron avanzando y ya no se pudieron calmar con pociones internas; debido a las náuseas del enfermo, hubo que recurrir a inyecciones locales y a una solución de morfina inyectada sobre el lado izquierdo del pecho. "Poco antes de las once, el Presidente llamó a un criado a quien quería bastante, llamado Camilo, oriundo de la sierra de Ixtlán, y le dijo que le comprimiera con la mano el lugar donde sentía un intenso dolor. Obedeció el buen hombre, pero no podía contener sus lágrimas […] Momentos antes de morir [Juárez] estaba sentado tranquilamente en su cama; a las once y veinticinco minutos se recostó sobre el lado izquierdo, descansó su cabeza sobre su mano, no volvió a hacer movimiento alguno, y a las once y media en punto, sin agonía, sin padecimiento aparente, exhaló el último suspiro… El Dr. Alvarado dijo esta sola palabra: —Acabó!" (El Federalista, 20 de julio de 1872).3 Así había terminado su vida "el ilustre y benemérito ciudadano a quien México había confiado, por tercera vez, sus destinos" (El Distrito Federal, 20 de julio de 1872).

          El pueblo, al recibir la dolorosa noticia, invadió el Palacio queriendo ver el cadáver del señor Juárez; pero no ha sido posible exponerlo todavía mientras no sea embalsamado, de cuya operación están encargados, en los momentos que escribimos, los acreditados facultativos Lucio, Alvarado y don Gabino Barreda. Probablemente mañana será expuesto, y se anunciará el día, así como los honores con que será conducido a la tumba, el que fue el jefe de la Reforma y Presidente de la República, don Benito Juárez.
          ¿Qué podríamos añadir a su historia?
          ¿Quién puede abarcar en una cuantas líneas la inmensidad de la gloria del hombre cuya muerte es un duelo nacional?
          Ante esa tumba, enfrente de ese cadáver, nuestra pluma se detiene, porque es impotente para expresar lo que siente en estos momentos el pueblo mexicano.
          (Diario Oficial, 19 de julio de 1872).

          Una vez que fue terminado de embalsamar el cadáver, "le contemplamos con una emoción que no trataremos de describir, en su recámara, encima de su cama de bronce, vestido de negro, pálido, pero con la fisonomía tranquila, sin contracción alguna, y pareciendo más dormir con el plácido y pasajero sueño de la vida, que con el eterno y profundo de la muerte" (El Federalista, 20 de julio de 1872).

          El Periódico El Siglo Diez y Nueve (19 de julio de 1872), reconoció que desde sus páginas había combatido fuertemente a Juárez, especialmente en el último periodo de su administración, principalmente por su oposición a dejar el poder presidencial, pero "jamás desconocimos los grandes servicios que el C. Juárez prestó a la causa de la democracia y de la independencia, viendo siempre en él uno de los caracteres privilegiados de un temple enérgico para luchar y sobreponerse a las situaciones más difíciles". Se confiaba en que la crisis provocada por la muerte intempestiva de Juárez se iba a resolver de "manera natural y pacífica", por el camino de las leyes y que no iba a ser pretexto para que algunos convocaran a la violencia. Firmaron el comunicado José María Vigil, Julio Zárate, Emilio Velasco, Jesús Castañeda, Agustín R. González y Pedro Landázuri.

          El 19 de julio, "el cañón, detonando ayer cada cuarto de hora, anunciaba a los habitantes de esta capital la noticia de que el Presidente de la República, C. Benito Juárez, había dejado de existir", ese anuncio se repetiría durante tres días (El Ferrocarril, 20 de julio de 1872). La bandera fue izada a media asta en los edificios públicos, se colocaron cortinajes con adornos fúnebres en el Palacio Nacional, el municipal y otros edificios oficiales, "las armas llevadas a la funerala por las tropas de la guarnición", y los instrumentos de sus respectivas bandas también llevarían señales de luto y sordinas. Jefes y oficiales del ejército que se hallaban en la guarnición de la capital, portarían luto riguroso por espacio de un mes. El cadáver estaría expuesto por tres días "para que vaya el pueblo a darle su tierna despedida".

          CONTINÚA...

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          • #6
            Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

            Los empresarios de los teatros, voluntariamente y en señal de duelo, decidieron suspender por nueve días sus funciones. Los señores Nagel Sucesores, Walker Hermanos, Gutheil y Santiago Lohse, dueños de varios comercios en la calle de la Palma, cubrieron sus aparadores en señal de duelo. La casa de la familia de Juárez recibió a infinidad de personas, las que manifestaron su pena. El señor Maza, cuñado de Juárez, pidió que le dieran a la familia el ejemplar de la Constitución de 1857 que Juárez llevaba siempre consigo y que había llenado de anotaciones. Tiburcio Montiel, Gobernador del Distrito se encargó de los preparativos del sepelio en el panteón de San Fernando.

            El Ministerio de Relaciones avisó al cuerpo diplomático de la muerte de Juárez. El señor Norman H. Nelson, Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de América, convocó a sus colegas para reunirse e ir a felicitar al nuevo Presidente y a darle el pésame por la muerte de Juárez. "¡Murió el rey; viva el rey!" (El Federalista, 20 de julio de 1872). A las cuatro de la tarde del 20 de julio, el señor Juan de Dios Arias, Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones, y el señor Luis G. Bossero, Jefe de la Sección de Europa, guiaron a los ministros extranjeros ante el cadáver embalsamado de Juárez, colocado en el salón de embajadores. Los ministros de España y Alemania vestían de riguroso uniforme. El nuevo presidente estaba acompañado por los señores Lafragua, el general Mejía, Francisco Mejía y el señor Balcárcel, Ramón Isaac Alcaraz y Cayetano Gómez Pérez, oficiales mayores de Justicia y Gobernación. A ellos les daban el pésame por la muerte del Presidente Juárez. El señor Nelson habló, en inglés, en nombre de sus colegas para felicitar a Sebastían Lerdo de Tejada por su nombramiento como presidente interino, y para darle el pésame por la muerte de Juárez, expresándole "el deseo y la confianza de que vuestra sabia y patriótica administración promoverá la paz, la unión, la prosperidad y la gloria de la República Mexicana" (El Distrito Federal, 20 de julio de 1872). Tal parece que también los representantes diplomáticos acreditados en México temían que la violencia fuese a estallar nuevamente en el país. Lerdo de Tejada agradeció la manifestación de duelo de los diplomáticos asegurando que se conservarían las relaciones de México con esas naciones. "¡Que sobre su tumba venerada se depongan como homenaje a su memoria los odios y los rencores políticos, y que la unión de todos los mexicanos asegure para siempre la paz y la felicidad de la República!" (El Federalista, 20 de julio de 1872).

            Entre otras manifestaciones de luto y homenaje a Juárez, el Ayuntamiento de la Ciudad de México, declaró que en la plaza de Santo Domingo se haría un monumento a Juárez, que finalmente se colocó en la glorieta central de la Alameda. En adelante, la plaza de Santo Domingo se llamaría plaza Juárez, pero el acuerdo quedó sin efecto.

            Después de la muerte de Juárez, los periódicos se dedicaron a reflexionar sobre la obra pública del Presidente, a quien llamaron, entre otras cosas, "El patriarca de la Reforma, el hombre del progreso, el apóstol de la igualdad…" (La Orquesta, 20 de julio de 1872). Periódicos, como el mencionado, no se midieron en sus calificativos hacia Juárez: "Fue la roca acariciada por el mar en calma y azotada por las tormentas; siempre impasible":

            La muerte de Juárez es su apoteosis. Lleva algunas horas de haber pasado a la eternidad, y hoy no sólo queda de él una memoria, sino un título para bendecir su genio. México, no sólo México sino el mundo entero, tienen que registrar este acontecimiento en los anales de la catástrofe; y encima de la tumba sólo cabe colocar coronas y hacer brillar las luces de la gloria.

            Los periódicos se dedicaron a hacer, a cual más elogiosa, la historia del Presidente, resaltando su origen humilde, su constancia y fervor para lograr lo que se proponía, y su lucha por la libertad y la igualdad de los mexicanos, así como su actitud frente al Imperio y al clero católico y la abolición de privilegios para algunos. Sin embargo, algunos hablaron de sus errores, "muchas de sus acciones no correspondieron en sus últimos días a sus antecedentes; pero sus faltas no pueden ser juzgadas por sus contemporáneos", escribió Juan A. Mateos en El Monitor Republicano (20 de julio de 1872). Y dejó a Dios como árbitro y juez de las conciencias de los hombres, en este caso la de Juárez. También se habló de la historia como la encargada de enjuiciar a los hombres. "Hoy olvidamos sus errores para no recordar sino sus virtudes".

            Lo cierto es que muchos mexicanos, no todos por supuesto, estaban tristes por la muerte de Juárez, "el único de los gobernantes de México que ha muerto en su palacio después del periodo de gobierno más largo y más tempestuoso de que hace mención nuestra historia" (El Federalista, 20 de julio de 1872). Los mexicanos estaban angustiados por el futuro; por eso, pidieron a Lerdo de Tejada, Presidente interino, que no se dejara llevar por intereses personales ni se rodeara de aduladores que sólo buscaban su propio provecho, y que cuidara de la paz de la nación con las leyes en la mano. Preocupados, liberales y conservadores, librepensadores a ultranza y fervientes católicos por el futuro del país: "¡Quiera Dios que bajen al sepulcro con el pasado Presidente los odios políticos, el espíritu revolucionario, las exigencias de partido; y que, reunidos todos los hijos del país bajo la misma bandera nacional, no opongan obstáculos al nuevo magistrado de la nación, para que logre, auxiliado por todos los hombres honrados, conquistar la paz por tantos años perdida, el renombre de México, la moralidad pública, el orden y bienestar que ardientemente desean todos los habitantes de la República Mexicana!" (El Defensor Católico, 20 de julio de 1872). "¡La patria está de duelo, Dios proteja a México!"

            Los honores luctuosos que se le hicieron a Juárez fueron impresionantes. No sólo muchos mexicanos desfilaron frente a su féretro expresando sentidas muestras de tristeza, sino que en los honores oficiales los discursos de opositores irreconciliables proponían dejar atrás las diferencias para rendir homenaje a la figura de Juárez, y buscar la unidad de la nación. Así lo expusieron, principalmente, los partidarios de Lerdo de Tejada y los de Porfirio Díaz, quien se había rebelado contra Juárez por su última reelección. Pronto, Díaz y sus hombres olvidaron el pacto y aquél permaneció muchos más años que Juárez en la silla presidencial.

            Cuatro hermanos francmasones, vestidos de negro, y llevando en el ojal de la levita la insignia de su grado, acompañaron el cadáver desde la tarde del sábado, alternándose cada dos horas, según las prescripciones de la gran logia (El Federalista, 23 de julio de 1872).

            Los masones estuvieron presentes durante todos los honores que se rindieron a Juárez, así como sus ministros y el cuerpo diplomático. La silla presidencial fue cubierta de terciopelo y de crespón negros. El cuerpo de Juárez fue vestido de etiqueta, cruzado el pecho con la banda tricolor, y en la mano derecha se puso un bastón, símbolo de mando.

            Los funerales se celebraron el martes 23 de julio, en el panteón de San Fernando. El cortejo fúnebre salió de Palacio Nacional a las nueve de la mañana, "dirigiéndose a la esquina del puente de Palacio, y de allí por la misma calle y portales de las Flores, de la Diputación y Mercaderes, y calles de Plateros, San Francisco, Santa Isabel, La Mariscala, San Juan de Dios y San Hipólito, al expresado panteón" (El Federalista, 23 de julio de 1872).4

            Según el bando expedido por Tiburcio Montiel, Gobernador de Distrito, el 20 de julio de 1872, una escuadra de batidores abriría la marcha del cortejo, después vendrían las escuelas municipales y nacionales, la de Jurisprudencia, personajes invitados, empleados y jefes de oficinas, jueces, jefes del ejército y los generales, presididos por el ayuntamiento. Después iría la carroza fúnebre, a cuyos costados estaría la guardia de honor. Detrás de la carroza, irían las autoridades, amigos y parientes de Juárez,5 los diputados, la comisión del Tribunal Superior del Distrito, la de la Suprema Corte de Justicia, el cuerpo diplomático y los secretarios del despacho, presididos por el presidente de la Suprema Corte de Justicia en ejercicio del Poder Ejecutivo. Cerrarían la columna las tropas de la guarnición. El orador oficial, en el momento de sepultar a Juárez, sería el licenciado José María Iglesias. Al salir el cortejo fúnebre del Palacio Nacional, la batería situada en la plaza y formada por alumnos del Colegio Militar dispararía cuatro tiros consecutivos.

            CONTINÚA...

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            • #7
              Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

              Desde las ocho de la mañana del día del sepelio de Juárez, la Plaza de la Constitución y las calles que iba a recorrer el cortejo estaban llenas de personas que querían ver el paso de la carroza fúnebre. A las nueve en punto, el cuerpo fue bajado del catafalco en el que estuvo expuesto al público en el salón de embajadores, para colocarlo en una caja de zinc, que después se metió en un sencillo ataúd de caoba adornado con dos ramas de oliva y de laurel, en cuyo centro se esculpieron dos letras B. J. Camilo, criado de la Presidencia, colocó por su voluntad en el féretro una corona de siemprevivas. A las diez horas y diez minutos, cuatro cañonazos avisaron a la ciudad que el cortejo salía por la puerta central del Palacio Nacional. "Un espléndido carro fúnebre, tirado por seis hermosos caballos tordillos cubiertos de negras gualdrapas, conducía el ataúd en que iban depositados los restos mortales del señor Juárez". (El Federalista, 24 de julio de 1872). El carro, adornado de negro y oro, llevaba también los signos masónicos,6 y lo guiaba el cochero Juan Udueta, quien había estado con Juárez en Paso del Norte. Atrás venía el carruaje de la presidencia, vestido de negro y tirado también por cuatro caballos tordillos. Nunca se habían visto en México exequias tan concurridas. La comitiva tardó dos horas en llegar del Palacio Nacional al panteón de San Fernando. Antes de sepultar el cuerpo, hubo doce discursos pronunciados por José María Iglesias, designado para tal tarea por el gobierno del Distrito; Ignacio Silva, a nombre de la Diputación Permanente; Alfredo Chavero; Francisco T. Gordillo, quien habló a nombre de los masones del Rito Nacional Mexicano; José María Vigil representante de la Prensa Asociada, José María Baranda en nombre de la Sociedad Filarmónica Mexicana, el doctor Morón, representante de la Sociedad Médica "Escobedo"; Victoriano Mereles, orador del Gran Círculo de Obreros de México; el vate José Rosas Moreno leyó un poema; los niños Antonio Álvarez y Salvador Martínez Zurita, alumnos de Tecpan de Santiago, y Gumersindo Mendoza, a nombre del Consejo Superior de Salubridad. "Concluidos los discursos que se pronunciaron en San Fernando, el C. gobernador de Palacio entregó la llave de la caja que contenía los restos del señor Juárez al señor Lafragua, y este funcionario dijo en seguida: 'Queda depositada esta llave, según la ley, en el archivo del Ministerio de Relaciones'" (Diario Oficial, 24 de julio de 1872). Después se dio sepultura al Presidente Juárez, se inclinó la bandera en el momento en que bajó el cuerpo a la fosa y resonaron veintiún cañonazos, a las dos menos cuarto todo había concluido. "La lápida de mármol que se colocó a la entrada de la tumba no contiene más que esta sencilla inscripción: 'Benito Juárez'" (El Distrito Federal, 25 de julio de 1872).

              Los discursos y el poema pronunciados en el entierro de Juárez exaltaron su figura y el lugar que ocupó en la historia de México. Francisco T. Gordillo, representante de los Masones del Rito Mexicano, terminó así su discurso:

              Nosotros, hermanos, tenemos que hacer otra promesa: mientras el aire aliente nuestras vidas, mientras exista uno sólo de los MM. (masones) mexicanos, no permitamos que la huella del soldado extranjero venga a profanar esta tumba: jurémosle a Juárez seguir sus pasos, aprender su ejemplo, imitar sus virtudes y velar en su sepulcro para que nunca crezca en él por nuestro abandono la yerba silvestre, ni los pájaros puedan anidar en su cúpula; recordemos su nombre con veneración, respetemos su memoria con nuestros hechos, y si la paz se llega a establecer en nuestra República por el trabajo, la moralidad y la obediencia a la ley que él nos recomendara, podremos decir a nuestros hijos lo que los primeros cristianos dijeron a Cristo: "Con su muerte nos ha redimido". (Diario Oficial, 22 de julio de 1872)

              En la historia de México hay personajes polémicos, y Juárez no fue la excepción. Algunos historiadores y escritores quisieron hacer una historia "objetiva y justa" de Juárez. Celerino Salmerón, en Las grandes traiciones de Juárez, y a pesar de que en la introducción se compromete a cumplir ese propósito con base en testimonios, hay en el libro —y en otros más— un odio irracional contra Juárez. Algunos juicios de Salmerón bien podrían haber sido suscritos por los inquisidores del Santo Oficio, como aquellos que excomulgaron a Hidalgo y a Morelos.

              Lo menos que Salmerón dice de Juárez es que se convirtió de indio bárbaro en hombre civilizado gracias a la Iglesia Católica, que lo hizo vestirse de "chaqueta y pantalón", y dejar de vestir andrajos; y le enseñó a comer sentado a la mesa y con cuchara. El autor se alegra de que Juárez "murió impenitente, repentinamente, excomulgado, fuera de la Iglesia. ¡Sólo Dios sabe lo que haya hecho con él!"

              La edición hecha por la Editorial Tradición (¿Traición?) en 1972, año en el que se conmemoró el primer centenario de la muerte de Juárez, fue la quinta. Las cuatro anteriores aparecieron bajo el sello de la editorial Jus, lo que es entendible porque Jus estuvo asociada, al menos en sus orígenes, con la Iglesia Católica.

              Juárez, según Salmerón, "Sometió brutalmente a la Iglesia al poder del Estado", y colocó "La soberanía de Méjico (sic) a las plantas de los Estados Unidos". Esto lo dice después de "analizar" el tratado McLane-Ocampo, por el cual México cedía el paso de los Estados Unidos por el istmo de Tehuantepec. El tratado ha sido abordado de manera reiterativa por diversos historiadores y algunos, como Salmerón, lo han interpretado como la muestra más grande del entreguismo de Juárez a los Estados Unidos, con el cual comprometió el territorio y la soberanía de México. Pero Salmerón y otros escritores analizan éste y otros tratados relacionados con Juárez fuera de contexto histórico, y les dan la interpretación que quieren darle.

              En su libro Juárez: su obra y su tiempo, Justo Sierra, otro de los historiadores de la vida y obra de Juárez —y quien es calificado por Celerino Salmerón como "defensor ardentísimo de Juárez, enamorado casi locamente de él"—, califica la obra de Juárez como "una suprema lección de moral cívica". Por su amor a México —dice— nadie como él tiene derecho a que sus errores "le sean perdonados". En lenguaje poético y altamente elogioso, Justo Sierra se refiere a Juárez así: "Todos estamos contigo, será inútil injuriarte o rebajarte, la diatriba será un remusgo que hará espuma en torno al arrecife inconmovible, y pasará y morirá" (Sierra, 1974: 449).

              Francisco Bulnes, otro biógrafo de Juárez, escribió El verdadero Juárez y El verdadero Díaz. En el primero de esos libros, Bulnes habla de la "debilidad" de Juárez como la causa de su "huida" de los conservadores mexicanos, del ejército francés y del ejército de Maximiliano, que lo llevó a refugiarse fuera del país, especialmente en Estados Unidos. Afirma que Juárez pudo haber evitado la intervención francesa y el imperio de Maximiliano, comenzando "por no mendigar ni comprar el reconocimiento de los gobiernos europeos, con millones ni concesiones de soberanía y derechos fundamentales de la nación" (Bulnes, 1960: 72). Bulnes también se refiere a los tratados del gobierno de Juárez con países extranjeros en busca de recursos que le permitieran enfrentar con éxito a sus enemigos mexicanos y extranjeros, y al igual que Salmerón, lo acusa de traición.

              Juárez sólo concibe el poder, la vida, la política, como lo hace sentir su raza, con su invariable cerebro de plomo y como se lo ha enseñado el único libro que ha leído bien, La Política, de Benjamín Constant, apologética del régimen parlamentario (Bulnes, 1960: 100-101).

              Califica a Juárez como poco instruido, pues apenas había leído bien un libro en toda su vida; además de endilgarle ofensas como las de tener "cerebro de plomo". Tal vez dudando inconscientemente de la validez de esos calificativos, dice también: "Los hombres de buena voluntad y de diversa ilustración se encargarán de fallar en definitiva sobre la figura de Juárez, llevando en consideración los fundamentos emanados de una crítica sana, apoyada en hechos y pruebas incontestables" (Bulnes, 1960: 870). A pesar de los biógrafos ecuánimes que ha tenido Juárez, tal vez sigan faltando esos hombres de los que habla Bulnes, encargados de hacer una buena historia de Juárez.

              Roberto Blanco Moheno, también escribió sobre Juárez: Juárez ante Dios y ante los hombres, libro en que busca rebatir a quienes habían escrito las "antihistorias de Juárez". Afirma que los reformadores del siglo XIX, no sólo Juárez, y a excepción de Ignacio Ramírez, fueron buenos cristianos, respetuosos y creyentes, y amaron a México; juicio contrario al de sus detractores. Juárez, "Indio de raza pura, miserable habitante de la perdida sierra en la región más pobre del país, ignorante del idioma español hasta la pubertad, feo de aspecto y pequeño de cuerpo pero gigante de espíritu, con alma de acero, supo levantarse por encima de un destino negro y chato, el chato y negro destino que para nuestra vergüenza espera todavía a todos los pequeños indios que pululan por los claros de los montes" (Blanco, 1967: 253-254).

              Blanco Moheno ataca duramente y en especial al alto clero católico, por haberse comportado, no sólo durante la época de Juárez sino a lo largo de la historia de México, de manera mezquina y traidora al negarle su ayuda a los gobernantes mexicanos en turno para salvar al país: "a nadie se le ocurra tocarles la bolsa".


              * Elvia Montes de Oca Navas.

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              • #8
                Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                Gral. Lucio Blanco. *

                Campesino nacido en Nadadores, estado de Coahuila, en 1879, Lucio Blanco se unió a la lucha revolucionaria, tomando parte en diversos hechos de armas.

                Habiendo sufrido en carne propia la miseria en que vivía el campesinado, se unió al movimiento antireeleccionista desde 1909, cuando contaba ya con 30 años de edad. Una vez iniciada la lucha armada encabezada por el también coahuilense, Francisco I. Madero Lucio Blanco tomó las armas, dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias.

                Asesinado Madero, el campesino abrazó la causa del constitucionalismo con Venustiano Carranza a la cabeza. Firmó el Plan de Guadalupe y participó valientemente en diversas batallas.

                Sus méritos le hicieron acreedor a sucesivos ascensos militares. Ya con el rango de general, llegó a ocupar la plaza de Matamoros, donde inició el reparto agrario en la zona noreste del país.

                Aquella acción fue considerada como un acto de indisciplina por don Venustiano Carranza, quien de inmediato ordenó su traslado a la ciudad de Hermosillo, Sonora. Ahí recibió de Alvaro Obregón la encomienda de dirigir la caballería del Cuerpo del Ejército del Noroeste.

                Su valor y osadía lo llevaron a destacar en la lucha y realizó varias hazañas que le otorgaron la admiración de los revolucionarios y el reconocimiento de sus superiores.
                Más tarde, asistió como delegado a la Convención de Aguascalientes que eligió como presidente de la República a Eulalio Gutiérrez.

                El mandatario lo designó ministro de Gobernación, cargo que desempeñó durante la primera quincena del mes de enero de 1915. Desde su puesto combatió al contitucionalismo al que se había unido por decisión propia.

                Sus diferencias con los villistas se hicieron cada vez más profundas y llegó el momento en que debió el exiliarse en los Estados Unidos.

                Tiempo después, su reconciliación política con Carranza le brindó la oportunidad de regresar temporalmente a México, pero al iniciar y tomar fuerza el movimiento de Agua Prieta se vio en la necesidad de salir de nuevo del país En 1922, intentó encabezar una insurrección, pero fue aprehendido y fusilado el 7 de junio, en la ciudad de Nuevo Laredo Tamaulipas.

                *Tomado de la red.

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                • #9
                  Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                  Diez datos curiosos sobre la consumación de la Independencia.

                  1.- Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero no desfilaron juntos el 27 de septiembre de 1821. Al frente del ejército marchó Iturbide. En la retaguardia, al mando de la última división del contingente venía Guerrero.

                  2.- A diferencia del resto del ejército Trigarante que iba perfectamente uniformado, las tropas de Guerrero no contaban con uniformes para el desfile. Para salvar el escollo fue necesario utilizar, de último momento, los uniformes del Cuerpo Urbano de Comercio de la ciudad de México.

                  3.- Según cuenta el cronista Artemio del Valle-Arizpe, Iturbide modificó la ruta del desfile triunfal para pasar frente al balcón de la famosa güera Rodríguez y saludarla

                  4.- En el acta de independencia firmada el 28 de septiembre de 1821, se establece que México nacía a la vida independiente como Imperio. Luego de la caída del emperador Iturbide (1823), el acta de independencia fue reformada y en lugar de decir “Imperio”, se estableció el término “República”. Por eso se dice que México cuenta con “dos” actas de independencia.

                  5.- Paradójicamente, ninguno de los viejos insurgentes como Guerrero o Victoria -los que habían combatido desde los primeros tiempos de la lucha-, firmó el acta de independencia. Los firmantes fueron los criollos cercanos a Iturbide.

                  6.- Al momento de consumarse la independencia en septiembre de 1821, con respecto a la bandera la Junta provisional gubernativa estableció que: “las faxas de colores verde, blanco y encarnado del pabellón deberían ser trasversales para que la faxa blanca dé más campo en que dibujar el Águila”. Sin embargo, la propuesta no llegó a concretarse pues, el 2 de noviembre de 1821, por decreto se estableció que “… el pabellón nacional y banderas del ejército deberán ser tricolores, adoptándose perpetuamente los colores verde, blanco y encarnado en fajas verticales, y dibujándose en la blanca el águila coronada”.

                  7.- Meses después de consumada la guerra de Independencia en el año de 1821, Agustín de Iturbide se proclamó emperador de México. Correspondió al diputado por Puebla, Rafael Mangino, coronar a Agustín I (21 de julio de 1822), con las siguientes palabras: "... que la siguiente Dignidad a la que la Nación os eleva, tiene solamente por objeto la conservación, el bien y la felicidad de la misma y de cada uno de sus individuos. Sabed, señor, que vuestra augusta persona es y será siempre sagrada e inviolable, para que podáis conducir con más acierto el estado, proteger vuestro súbditos y ser verdaderamente el Padre de vuestros pueblos; pero no olvidéis que ese gran poder que la Nación pone en vuestras augustas manos tiene por límites la Constitución y las leyes".

                  8.- Proclamado el Imperio Mexicano se organiza una comisión especial para determinar las características de la nueva moneda por acuñar y que debía dar cuenta de la legitimidad “divina” y “constitucional” del nuevo emperador. La disposición decía que: "En el anverso de la moneda se pondrá el busto del Emperador á la heroica, coronado de laurel. En la circunferencia llevará esta inscripción: 'Agustinus, Dei povidentia' y al calce la fecha del año actual [1822 y 1823]. Al reverso se pondrán las armas nacionales, esto es, sobre el nopal el águila con la corona imperial en actitud de volar. En la circunferencia se leerá: Mexici primus Imperator constitucionalis'.

                  9.- Meses después de la caída de Iturbide, el 19 de julio de 1823, el Congreso declaró beneméritos de la Patria a Hidalgo, Morelos, Allende, Aldama, Jiménez, Abasolo, Galeana, Matamoros, a los Bravo, Moreno y a Mina y se ordenó el traslado de sus restos a la capital de la república para depositarlos con todos los honores en la Catedral. A pesar de haber sido el consumador de la Independencia, Iturbide fue repudiado por haberse coronado emperador y un año después fue fusilado.

                  10.- Agustín de Iturbide, responsable de la Consumación de la Independencia, es el único caudillo cuyos restos no se encuentran en la Columna de la Independencia, sino en la capilla de San Felipe de Jesús en la Catedral de la ciudad de México.

                  Tomado de: México 2010.

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                  • #10
                    Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                    ¡Que tema tan interesante Tan, habias de poner mas!

                    Comment


                    • #11
                      Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                      Fíjate que no sé si será muy concurrido o no, pero lo importante, para mi, es ir dejando un registro de algunos hechos de nuestra historia. Espero que sea de interés para algunos cuando menos, y con eso me doy por bien servida.

                      Un beso, Alba.

                      Comment


                      • #12
                        Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                        Una pequeña aportación al tema:

                        Tumba de Benito Juárez

                        http://www.inehrm.gob.mx/imagenes/juarez/16_juarez.jpg

                        Saludos a todos

                        Comment


                        • #13
                          Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                          Mil gracias, José, y es un honor verte por aquí.

                          Comment


                          • #14
                            Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.

                            Originalmente publicado por Tancredi Ver post
                            Muerte de Don Benito Juárez. *

                            En los periódicos nacionales, apareció el 19 de julio de 1872 la siguiente esquela (textual):

                            Anoche, a las once y media, ha fallecido
                            el ilustre Ciudadano
                            Benito Juárez,
                            Presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
                            El Presidente interino, al participar a V., con
                            el dolor más profundo, tan deplorable acontecimiento;
                            le invita á que asista al funeral que se verificará
                            el martes 23 del presente mes, en el Cementerio
                            de San Fernando.
                            México, Julio 19 de 1872.

                            El duelo se inició ese día en el Palacio Nacional a las 9 de la mañana. En El Monitor Republicano (número 172), se informa que a las cinco de la mañana de la fecha, los cañones del Palacio Nacional habían anunciado a toda la Ciudad de México que el Presidente Juárez había muerto de manera instantánea, "víctima de un ataque en las regiones del corazón". Se advierte de que en pocas horas la república se enteraría de que "el hombre de la Reforma y de la Independencia, ha pasado á las páginas brillantes de nuestra historia contemporánea, circundado de esa aureola que acompaña á los grandes y á los héroes. La República está de duelo."

                            CONTINÚA...
                            Muy bueno ese relato Tancredi, gracias. Son cosas que ya hemos
                            leido pero que es bueno recordarlas. A mi me gusta recordar a Juarez por varias cosas, de niño me enteraba de detalles y un dia quise ir a Guelatao, tardé como 40 años queriendo hacerlo, hasta que en los 90's me animé, tambien recuerdo haber entrado al panteon de San Fernando a visitar la tumba del Oaxaqueño...El recinto de homenaje en Palacio nacional. etc.

                            *En Guelatao (cuando fuí) no había nada digno del personaje, el lugar
                            casi ni a pueblo llega pero yo me dí el gusto de estar ahi.


                            .

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                            • #15
                              Re: A propósito del bicentenario: Flashazos de nuestra historia.



                              Ubicacion del panteon de San Fernando.

                              Cerca del Metro Hidalgo.


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