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El PAN en su laberinto

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    El PAN en su laberinto
    René Avilés Fabila
    | Opinión 2011-07-22 | Hora de creación: 00:26:49| Ultima modificación: 00:36:30




    Tratando de mostrar una firmeza que está lejos de poseer, Gustavo Madero advirtió que las alianzas con “las izquierdas” quedarán condicionadas a dos puntos clave: jamás irían con sus candidatos: Andrés Manuel López Obrador, ni Marcelo Ebrard. Está visto que el PAN sigue dando tumbos; pocos días después del cónclave para analizar la situación política que se avecina y lamer las heridas que el PRI les infligió en el pasado proceso electoral, todo supervisado por la mirada severa de Felipe Calderón, el más priista de los panistas, descubrieron que aunque están muy quietos, los aspirantes de “las derechas” siguen firmes en sus aspiraciones, ¿por qué no estarlo en un partido sin grandes figuras y sólo confiados en un milagro? Pero las presiones comenzaron y Javier Lozano es el primero en declinar. Los demás se ven apurados en explicar su ineptitud en tanto funcionarios: Lujambio no sabe a quién echarle la culpa por las estelas de luz, un total fracaso y una pillería que no ha sido cabalmente aclarada. Se mantienen firmes Cordero —quien ahora es cauteloso y no dice tantas barbaridades sobre la situación económica del país—, Vázquez Mota y, desde luego, por segunda vez, Santiago Creel. Con rigor, no hay grandeza en los aspirantes, en todo caso, estos dos últimos son los mejor posicionados dentro del PAN. El problema es que el segundo no es santo de la devoción de Felipe, mientras que la primera, en un partido mexicano conservador, tiene el problema de no ser varón. No obstante, es quien de todos los panistas ha avanzado más políticamente. Por ejemplo, en entrevista reciente, supo manifestar con trazos elegantes sus abismales diferencias con Elba Esther Gordillo, asunto espinoso.

    Lo que Gustavo Madero dice,
    como muñeco de ventrílocuo, no es más de lo que piensa y ordena Felipe Calderón. Tampoco López Obrador quiere ser el candidato de “las derechas”, quedaría en ridículo y su discurso perdería fuerza. Marcelo Ebrard, como afamado equilibrista político, mientras intenta levantar las ballenas que se derrumbaron, justificar la pésima calidad del trabajo en función de las prisas electorales, ha entrado en un discurso teórico de pésimo profesor de ciencia política. Sus escasos admiradores lo imaginan genio que está orillando a su ex jefe y antiguo protector, AMLO, a cederle espacios al menos dentro del PRD, porque el PT, Convergencia y Morena son organizaciones que conduce a placer. Marcelo, para decirlo abruptamente, ni siquiera tiene sucesor, dentro de una serie de pésimos funcionarios sin identidad ni personalidad, no sabe qué hacer. En tal sentido, no está lejos del PAN. Junto al Cádillac de Peña Nieto, Ebrard se mueve en una bicicleta maltrecha.

    Ya es tiempo de que Calderón y Madero modifiquen su discurso. Van a toparse en el 2012 con millones de nuevos electores que no padecieron al peor PRI. Cuando estos dos reaccionarios hablan de los métodos y vicios del tricolor, es posible apreciar que están hablando de los suyos: El Presidente es el caudillo supremo, maneja incluso al partido, las decisiones se toman en cónclave, entre unos pocos elegidos, todo es a puertas cerradas, no hay discusión porque le cuesta la expulsión como a Espino. La política no la toman las bases, sino la dirigencia y siempre a la sombra del mandatario. ¿Dónde está la diferencia si hay nepotismo, corrupción y autoritarismo disfrazado, un lenguaje monacal como el de Bravo Mena o uno de autoestima como el de la mayoría de los panistas? Al parecer el único lúcido, que mira con objetividad la situación dentro del PAN, es el senador Ricardo García Cervantes, quien, agudo, explica: el PAN “está entrampado, presionado, hecho bolas…, no le creen ni sus militantes”. ¿Es éste el partido que jura ganará en el 2012?

    El PAN no es ninguna esperanza de cambio, tampoco de pureza ideológica, es un lamentable clon del viejo PRI. Si logra la alianza con parte de “las izquierdas” no llegará más lejos de lo que obtendrá en soledad. Los dinosaurios priistas lo metieron en su juego. El más ingenuo fue el “jefe nato” de Acción Nacional, Felipe, quien supuso que a pesar del desprestigio obtenido merced a su incapacidad en tanto político, podría mediante una red de alianzas derrotar a sus enemigos ancestrales, desde que estaba en kínder, pero nada le salió bien. Felipe y los suyos perdieron prestigio y algo peor, identidad.Ahora es un partido más, confundido entre los muchos que ven la política como un negocio.Al Presidente le queda el recurso de la oratoria: una verborrea infinita y apoyarla en la Sub 17. Olvidó que alguna vez fue el “hijo desobediente” y pudo imponerse al candidato más poderoso: AMLO. Hoy da tumbos, algunos sectores del PRD lo aceptan, pero la mayoría lo considera espurio y no pierden la oportunidad de ofenderlo en las redes sociales y en algunos medios. El PAN es una sombra que no proyecta sombra. Restos del pasado digno y valiente que tuvo. En tanto el PRD y en general “las izquierdas” se hunden en su propio lodo y el PRI supone que es diferente. Éste, por desgracia, es el actual mundo político, gobernado por partidos en verdad lamentables.
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