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![]() ![]() Bajo el naranjo lava pañales de algodón. Tiene verde los ojos y violeta la voz ¡Ay, amor, bajo el naranjo en flor! El agua de la acequia iba llena de sol, el el olivarito cantaba un gorrión ¡Ay, amor, bajo el naranjo en flor! Luego cuando la Lola gaste todo el jabón, vendrán los torerillos. ¡Ay, amor, bajo el naranjo en flor Federico Gracia Lorca |
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![]() ![]() (Toulousse Lautec) LA TORMENTA
Yo tuve un gran amor durante un chaparrón y sentí aquella vez tan profunda pasión, que ahora el buen tiempo me da asco. Cuando el cielo está azul, no lo puedo ni ver. ¡Que se nuble ya el sol! ¡Que se ponga a llover! ¡Que caiga pronto otro chubasco! Confirmando el refrán, una noche de abril, la tormenta estalló y mi vecina febril, asustada con tanto trueno, brincó en un santiamén del lecho en camisón y vino hacia mí pidiendo protección. - "Auxílieme usted, sea bueno, ábrame por piedad, estoy sola y no sé si podre resistir, mi marido se fue, pues tiene entre otros muchos fallos, que en las noche así, abandona el hogar por la triste razón de que va a trabajar: es vendedor de pararrayos". Bendiciendo al genial Franklin por su invención, en mis brazos le di curso a su petición y luego el amor hizo el resto. - Mira tú que instalar pararrayos por ahí y olvidarte poner en tu casa ¡caray! Cometiste un error funesto. Varias horas después, cuando al fin escampó ella se hubo de ir, pero antes me citó para la próxima tormenta. - "Mi esposo va a llegar y si en casa no estoy se me va a resfriar, así que ya me voy, a secarle la cornamenta". Desde entonces jamás he dejado el balcón. No hago más que poner la máxima atención en cirros cúmulos y estratos. La menor nube gris me colma de placer, aunque a decir verdad, sé que no han de volver tan torrenciales arrebatos. A base de vender palitos de metal, su marido reunió un pingüe capital y se hizo multimillonario. A vivir la llevó a un imbécil país donde si oye llover será porque haga pis algún niño del vecindario. Ojalá mi canción llegue al Sáhara aquél a decirle que yo le seré siempre fiel, que la llevo dentro del alma. Y aunque sople el Simun, con seca realidad algún día nos reunirá una gran tempestad tras la que no vendrá la calma. Georges Brassens, traducida por Javier Krahe). |
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