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De la protección estatal al ejercicio libre

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  • De la protección estatal al ejercicio libre

    No de en balde Edgar Altamirano del movimiento infrarrealista retrató mi pequeño comercio cerrado y a oscuras, a altas horas de la noche, después de que hube yo rechazado públicamente mi adhesión a dicho movimiento. El mensaje es obvio. De esa manera me gustaría verme, sin alternativa laboral. De esa manera su actitud sería más comprensible.

    No es de extrañar que los llamados intelectuales que hemos conocido a través de sus obras, y que los tenemos como ejemplos únicos de artistas en la práctica sean todos becarios de las instituciones culturales, de los fondos estatales y nacionales para la cultura y las artes, como quien dice de la beneficencia.

    A pesar de la preparación teórica y la práctica constante a las que debe estar sujeto para sostenerse, el artista no tiene abiertas las puertas en el mundo económico para el sostenimiento privado de su carrera (excepto tal vez el músico). Algunos ni siquiera lo son de nacimiento o por vocación, sino sólo esos productos apócrifos a los que la institución los hizo y les proporcionó los elementos necesarios para tal hechura en su trabajo manipulatorio.

    Incluso las convocatorias a concursos tienen una difusión limitada dentro de planteles determinados, la universidad, por ejemplo, las secretarías. Al parecer el gobierno sólo reconoce y promueve al artista que es afiliado a sus dependencias y que por lo tanto obedece a un condicionamiento secreto para el público y lleva con orgullo su collar de servidumbre.

    Artistas tan polifacéticos y talentosos como el multidisciplinario Alberto Blanco no ocultan su profesión de becarios, de protegidos del nuevo mecenas. La comercialización de la obra y la presentación del artista que traerían ingreso sin filiación gubernamental encuentran las limitaciones que toda actividad racional, arte o ciencia, poseen en nuestro medio, que tiende e induce a la mediocridad y a la sedimentación, al establecimiento del predominio de la materia sobre el vano pensamiento.

    Los artistas luchan teóricamente por causas políticas y sociales, el comandante Marcos, el Peje, la pobreza, la protección a los animales y al ambiente, y se manifiestan activistas de cuanta causa existe, pero no pelean por su libertad, por conquistar formas de ingreso económico que les permitan desarrollar su arte en libertad, ajeno a condicionamientos de un medio oficial que al estar basado en la aleatoriedad, por principio no los quiere. Los tolera, pero no los puede aceptar. No es cierto que la ciudad ama a sus artistas. Los artistas les recuerdan a los demás que no todos son iguales, que aunque potencialmente hay semejanzas ineludibles, la realización y el desempeño arrojan diferencias insalvables que pueden en determinado momento llegar a ser vistas como un problema para el control, un problema sistémico.


    saludos
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