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Cuéntame un cuento...

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  • Cuéntame un cuento...

    ¿Qué les parece si vamos contando cuentos?

    Siempre te querré (Debi Gliori)


    Colín estaba muy enfadado y tristón.Se puso a tirar, a romper y a derramar, a gritar, a llorar, a golpear y a patalear. Rompió, astilló, machacó y aporreó


    -¡Ay Dios mío! -dijo su madre- . ¿Qué es todo este lío?


    Y Colín dijo: -Soy un zorro pequeño, enfadado y tristón y nadie me quiere de corazón.


    -¡Pero, Colín… -dijo su madre- .Enfadado o no, pase lo que pase, siempre te querré de corazón


    Y Colín dijo: -Si fuera un oso pardo, ¿Todavía me cuidarías?.


    -Pues claro -dijo su madre-. Seas oso o no, pase lo que pase, siempre te querré de corazón.


    Y Colín dijo: -Si me volviese gusano, ¿Todavía me querrías y me mimarías?.

    -Pues claro que sí -dijo su madre- , gusano o no, pase lo que pase, siempre te querré de corazón.


    -¿Pase lo que pase? -dijo Colín, y sonrió. ¿Y si fuera un cocodrilo?.


    Y su madre dijo: -De besos y mimos te cubriría y por las noches, te arroparía.


    -El cariño se gasta? -preguntó Colín- . ¿Se rompe o se dobla?, ¿Se puede coser o pegar?, ¿Se puede arreglar?.


    -¡Vaya, vaya! -dijo su madre- , tantas cosas no sé, pero te aseguro que siempre te querré.


    Y Colín dijo: -Pero cuando te mueras y te hayas ido, ¿Me seguirás queriendo?, ¿El cariño sigue vivo?.


    Su madre lo llevó, amorosa, a ver la noche serena con la luna luminosa y las brillantes estrellas.

    -Colín, fíjate en esos luceros que brillan como diamantes: aunque algunos ya murieron siglos y siglos antes …siguen brillando de noche el año entero. El cariño, como su luz, no muere, es duradero.



  • #2
    Re: Cuéntame un cuento...

    Bellísimo Triviadicta, bellísimo !!!

    Saludos y gracias.

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    • #3
      Re: Cuéntame un cuento...

      En la isla de Creta existió hace muchos años un rey llamado Minos, este rey poseía grandes riquezas y algo que nadie tenía: un hijo de fuerza extraordinaria, con cabeza de toro al cual lo llamó Minotauro.



      Minos pensó ponerlo en lugar seguro, de donde no pudiera escapar, así que le encargo a Dédalo, un gran arquitecto, que construyera un enorme y complicado laberinto.

      Dédalo aceptó y junto con su hijo Ícaro, emprendió la gran obra. Cinco años después terminaron el laberinto, éste era tan grande que solo ellos sabían el camino correcto.



      El rey Minos quedó satisfecho, pero tuvo miedo de que Dédalo e Ícaro revelaran el secreto del laberinto asi que el rey les negó el permiso para abandonar la isla de Creta.

      Dédalo se dio cuenta que escapar de la isla sería imposible por el mar, ya que el rey Minos ordenó a todos los soldados de su ejercito a vigilar las playas de día y de noche.



      Pero Dédalo era un hombre muy ingenioso e ideó un maravilloso plan, consistía en escapar volando como las aves.

      Dédalo e Ícaro se dedicaron a reunir muchas plumas de las aves que sobrevolaban la isla y juntándolas todas las unieron con cera de abeja.

      Sin que nadie los viera, pegaron las plumas y construyeron dos pares de alas. Cuando estuvieron listas, Dédalo pegó un par de alas en la espalda de Ícaro y otro par en su propia espalda.



      Y Dédalo dijo a Ícaro: “¡Volemos fuera de la isla! Pero debemos de tener cuidado de o volar demasiado alto, pues el sol quemaría nuestras alas”.

      Dédalo e Ícaro iniciaron el vuelo, a Ícaro le pareció tan hermoso de volar como los pájaros, que olvidó las advertencias de su padre. Voló, voló y voló más alto cada vez que el no escuchaba los gritos desesperados de su padre.


      El calor de sol empezó a derretir la cera de las alas de Ícaro entonces empezó el drama, las plumas comenzaron a desprenderse, hasta que las alas no soportaron más el peso de Ícaro y cayó ante la mirada atónita de su padre.



      Según la leyenda que las plumas quedaron flotando sobre el mar y tiempo después se formaron las islas Ícaras, llamadas así en recuerdo del joven que intentó volar al sol.

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      • #4
        Re: Cuéntame un cuento...

        Erase una vez, un rey de la vieja Europa, que ofreció la mano de su hija al hombre, que pudiera descifrar, lo que el a señas expresaba.


        Llegaron hombres de todo el mundo, pretendiendo desposar a la princesa, se entrevistaban con el rey y este les mostraba el dedo índice.


        Uno por uno se iban descartando al no poder interpretar el mensaje de aquel rey. Hasta que llego un caballero, que venía de un continente al que le llamaban “El Nuevo Mundo” para ser mas preciso, del centro del continente.


        Cuando se entrevisto con el rey, sucedió lo que ya sabemos. El rey le mostro un dedo y el caballero, sin pensarlo, le mostro dos dedos, el rey se puso de pie y le mostro tres dedos, a lo que el caballero contesto mostrando toda la mano cerrada en un puño.


        Acto seguido el rey saco un trozo de pan y el caballero sacando una espada muy rara, con el filo en curva, lo corto en dos partes de un solo tajo.

        El rey muy contento, grito – felicidades has mostrado ser un caballero muy inteligente, ecuánime y noble, por ese motivo os concederé la mano de mi hija –El caballero solo respondió –gracias – un poco contrariado por la noticia.


        Al día siguiente se celebro la boda y fueron muy felices para siempre.

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        • #5
          Re: Cuéntame un cuento...

          Los Sentimientos
          Cuentan que una vez se reunieron todos los sentimientos y cualidades del Hombre.
          Cuando el ABURRIMIENTO había bostezado por tercera vez, la LOCURA, como siempre tan loca, les propuso:

          - Vamos a jugar a los escondidos?!
          - La INTRIGA levantó la ceja intrigada y la CURIOSIDAD, sin poder contenerse, preguntó:
          - A los escondidos? Y cómo es eso?
          - Es un juego - explicó la LOCURA - en que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego.

          El ENTUSIASMO bailó secundado por la EUFORIA, la ALEGRIA dió tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATIA, a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar... la VERDAD prefirió no esconderse, ¿para qué? si al final siempre la hallaban, y la SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (en el fondo lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido de ella) y la COBARDIA prefirió no arriesgarse...

          - Uno, dos, tres... comenzó a contar la LOCURA

          La primera en esconderse fue la PEREZA, que como siempre se dejó caer tras la primera piedra del camino, la FE subió al cielo y la ENVIDIA se escondió tras la sombra del TRIUNFO que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La GENEROSIDAD casi no alcanzaba a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos...

          - Que si un lago cristalino? Ideal para la BELLEZA.
          - Que si la hendija de un árbol? Perfecto para la TIMIDEZ.
          - Que si el vuelo de la mariposa? Lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD.
          - Que si una ráfaga de viento? Magnífico para la LIBERTAD...

          Así, la GENEROSIDAD terminó por ocultarse en un rayito de sol. El EGOISMO en cambio, encontró un sitio
          muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... pero sólo para él. La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (mentira, en realidad se escondió detrás del arcoiris), y la PASION y el DESEO en el centro de los volcanes. El OLVIDO... se me olvidó dónde se escondió... pero eso no es lo importante.

          Cuando la LOCURA contaba 999.999, el AMOR aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado... hasta que divisó un rosal... y enternecido decidió esconderse entre sus flores.

          - Un millón - contó la LOCURA y comenzó a buscar.

          La primera en aparecer fue la PEREZA, sólo a tres pasos de una piedra. Después se escuchó la FE discutiendo con Dios en el cielo sobre Zoología... La PASION y el DESEO los sintió en el vibrar de los volcanes. En un descuido encontró la ENVIDIA y, claro, pudo deducir dónde estaba el TRIUNFO. El EGOISMO no tuvo ni que buscarlo. Él solito salió disparado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la BELLEZA y con la DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún de que lado esconderse... Así fue encontrando a todos... al TALENTO entre la hierba fresca, a la ANGUSTIA en una oscura cueva, a la MENTIRA detrás del arcoiris...(mentira, si ella estaba en el fondo del océano) y hasta al OLVIDO... que ya se le había olvidado que estaba jugando a los escondidos... pero sólo el AMOR no aparecía por ningún sitio.

          La LOCURA buscó detrás de cada árbol bajo, cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas... y cuando estaba dándose por vencida divisó un rosal y las rosas... Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó... Las espinas habían herido en los ojos al AMOR; la LOCURA no sabía qué hacer para disculparse... lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lanzarillo.

          Desde entonces; desde que por primera vez se jugó a los escondidos en
          la tierra:

          EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE LO ACOMPAÑA
          sigpic INSERT RANDOM BULLSHIT HERE.

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          • #6
            Re: Cuéntame un cuento...

            Fábula

            El oso, la mona y el cerdo


            Un oso con que la vida
            ganaba un piamontés,
            la no muy bien aprendida
            danza ensayaba en dos pies.

            Queriendo hacer de persona,
            dijo a una mona: "¿Qué tal?"
            Era perita la mona y respondióle: "Muy mal."

            Yo creo —replicó el oso—
            que me haces poco favor.
            ¡Pues qué! ¿Mi aire no es garboso?
            ¿No hago el paso con primor?"

            Estaba el cerdo presente,
            y dijo: "¡Bravo! ¡Bien va!
            Bailarín más excelente
            no se ha visto ni verá."

            Echó el oso, al oír esto,
            sus cuentas allá entre si,
            y con ademán modesto
            hubo de exclamar así:

            "Cuando me desaprobaba
            la mona, llegué a dudar;
            mas ya que el cerdo me alaba,
            muy mal debo de bailar."

            Guarde pura su regalo
            esta sentencia un autor:
            si e! sabio no aprueba, malo;
            si el necio aplaude, peor.


            Moraleja:
            Nunca una obra se acredita tanto de malo, como cuando la aplauden los necios.



            Fabula de D. Tomás de Iriarte

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            • #7
              Re: El gusano y el escarabajo

              El gusano y el escarabajo


              Había una vez un gusano y un escarabajo que eran amigos, pasaban charlando horas y horas. El escarabajo estaba consciente de que su amigo era muy limitado en movilidad, tenía una visibilidad muy restringida y era muy tranquilo comparado con los de su especie. El gusano estaba muy consciente de que su amigo venía de otro ambiente, comía cosas que le parecían desagradables y era muy acelerado para su estándar de vida, tenía una imagen grotesca y hablaba con mucha rapidez.
              Un día, la compañera del escarabajo le cuestionó la amistad hacia el gusano. ¿Cómo era posible que caminara tanto para ir al encuentro del gusano? A lo que él respondió que el gusano estaba limitado en sus movimientos. ¿Por qué seguía siendo amigo de un insecto que no le regresaba los saludos efusivos que el escarabajo hacía desde lejos? Esto era entendido por él, ya que sabía de su limitada visión, muchas veces ni siquiera sabía que alguien lo saludaba y cuando se daba cuenta, no distinguía si se trataba de él para contestar el saludo, sin embargo calló para no discutir. Fueron muchas las respuestas que en el escarabajo buscaron para cuestionar la amistad con el gusano, que al final, éste decidió poner a prueba la amistad alejándose un tiempo para esperar que el gusano lo buscara.
              Pasó el tiempo y la noticia llegó: el gusano estaba muriendo, pues su organismo lo traicionaba por tanto esfuerzo, cada día emprendía el camino para llegar hasta su amigo y la noche lo obligaba a retornar hasta su lugar de origen. El escarabajo decidió ir a ver sin preguntar a su compañera qué opinaba.
              En el camino varios insectos le contaron las peripecias del gusano por saber qué le había pasado a su amigo. Le contaron de cómo se exponía día a día para ir a dónde él se encontraba, pasando cerca del nido de los pájaros. De cómo sobrevivió al ataque de las hormigas y así sucesivamente.
              Llegó el escarabajo hasta el árbol en que yacía el gusano esperando pasar a mejor vida. Al verlo acercarse, con las últimas fuerzas que la vida te da, le dijo cuánto le alegraba que se encontrara bien. Sonrió por última vez y se despidió de su amigo sabiendo que nada malo le había pasado.
              El escarabajo avergonzado de sí mismo, por haber confiado su amistad en otros oídos que no eran los suyos, había perdido muchas horas de regocijo que las pláticas con su amigo le proporcionaban. Al final entendió que el gusano, siendo tan diferente, tan limitado y tan distinto de lo que él era, era su amigo, a quien respetaba y quería no tanto por la especie a la que pertenecía sino porque le ofreció su amistad.
              El escarabajo aprendió varias lecciones ese día: La amistad está en ti y no en los demás, si la cultivas en tu propio ser, encontrarás el gozo del amigo. También entendió que el tiempo no delimita las amistades, tampoco las razas o las limitantes propias ni las ajenas. Lo que más le impactó fue que el tiempo y la distancia no destruyen una amistad, son las dudas y nuestros temores los que más nos afectan. Y cuando pierdes un amigo una parte de ti se va con él. Las frases, los gestos, los temores, las alegrías e ilusiones compartidas en el capullo de la confianza se van con él. El escarabajo murió después de un tiempo. Nunca se le escuchó quejarse de quien mal le aconsejó, pues fue decisión propia el poner en manos extrañas su amistad, solo para verla escurrirse como agua entre los dedos.
              Dijo la madre Teresa: "Voy a pasar por la vida una sola vez, cualquier cosa buena que yo pueda hacer o alguna amabilidad que pueda hacer a algún humano, debo hacerlo ahora, porque no pasaré de nuevo por ahí".

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              • #8
                Re: Cuéntame un cuento...





                CUÉNTAME UN CUENTO ABU

                Cuéntame un cuento Abu
                para dormirme y soñar.
                El cuento de lo cerditos
                como me lo cuentas Tú.

                Y yo con mucho cariño
                invento todas las veces
                una versión diferente
                pues me falla la memoria.

                Me dices: ¡Así no era
                Cuéntame el del otro día!…
                Ayyy mi niño si supieras
                que no puedo recordarlo.

                Empiezo de nuevo a contarlo
                tu me estás escuchando
                con tus risas y mis olvidos
                el sueño te va atrapando
                nos vamos acurrucando
                hasta quedarnos dormidos.

                Autora: Elena Argentina Calderón
                Lugar: Quilmes Oeste, Buenos Aires
                País: Argentina
                Fecha: miércoles 18 de mayo de 2010

                Publicado por Elenita del Blog "Secretos Liberados"

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                • #9
                  Re: Cuéntame un cuento...

                  Yo Tenía Cuatro Perritos

                  Cuentan por ahí que había una niña llamada Chitanena que tenía muchas ganas de tener un perrito. Llegó su cumpleaños y su Tía Teena le regaló un hermoso husky siberiano. Con todo y que resultó muy gruñón, a la niña le encantó su perro. A cada rato intentaba morderla, pero ella creía poder domarlo. Un buen día logró morderla y de a gacho. La niña decidió soltarlo en el bosque por salvajito.


                  Pasó un tiempo y un chihuahueño muy bonito y grande -ajá, grande- la siguió a casa. La niña anduvo por las calles buscando a ver si el perrito le pertenecía a alguien, mas nadie lo reclamó y decidió quedárselo pues era juguetón y movía el rabito. Todas las demás niñas le envidiaban a ese perro. Se veía que tenía pedigree, estaba chulo de bonito. Hasta que un día se escapó entre las rejas. La niña lo buscó y buscó y nada. Pero alguien por ahí le contó que su dueña anterior lo había visto entre las rejas y lo había sacado. ¡La pobre lepa quedó inconsolable!



                  Ésta vez decidió conseguirse otro de ipso facto, pues ya no tenía caso llorarle al chihuahueño. Se consiguió un perrito corriente con de la calle, pero como estaba muy cachorrito le dió ternurita y que se lo lleva. Lo mimó, le dio su lechita y todo. Aunque no estaba tan bonito como los anteriores lo apreció mucho porque era el que le regalaba su compañía y hasta le compartía de su huesito. Pero como siempre, se quedó sin perro. Esta vez fueron los de la perrera local que lo encontraron y se lo llevaron porque la niña no había tenido chance de vacunarlo. Y es que lo de las vacunas era puro pretexto para deshacerse de él. Al poco tiempo le dijeron que la perrera estaba muy llena y que lo iban a soltar pero en el pueblo de al lado, que no regresara porque lo encerrarían aún más si lo cachaban. El perrito corrió y corrió y no miró pa’tras. La niña sintió rencor solamente contra los de la perrera, hasta que se enteró que a los perritos de otras amigas les había pasado lo mismo y habían vuelto a pesar de las amenazas de los de la perrera y no les pasaba nada. “Bah, no quiere volver”, pensó la chaparra.



                  Y así que se compró uno de esos perritos robóticos que podía prender y apagar y manejar con control remoto a su antojo, pero se dio cuenta que no era lo mismo y que no era la única con un control para ese perrito.


                  Decidió dejar las mascotas por la santa paz. Así pasó otro rato y un día…¡zas!, que llegan los tres perritos de carne y hueso a pedirle que les rasque la pancita. Sí…los tres en un día-aunque a distinta hora c/u. El husky prometió ya no morder, sino lamer la mano de su ama. El chihuahueño juró que no quería otra dueña. Y el chiquitito pidió perdón por no haber regresado rápido. Entonces la niña se dio cuenta de que no quería ni un chingao perrito, que lo único que le hacía falta era verlos volver pa’ mandarlos a volar. Así lo hizo.
                  Y colorín, colorado…
                  Carolina Villa
                  Forera Cuerera
                  Last edited by Carolina Villa; 06-septiembre-2011, 15:49.
                  sigpic INSERT RANDOM BULLSHIT HERE.

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                  • #10
                    Re: Cuéntame un cuento...

                    Ay qué bonitos no los había visto, chicas están hermosos, dejenme buscar uno lindo y lo traeré por acá.
                    Te extrañaría aunque no nos hubiéramos conocido...

                    Comment


                    • #11
                      Re: Cuéntame un cuento...

                      Cuentame un cuento

                      Cuentame un cuento, niña bonita.

                      Cuentame un cuento de hadas y mostruos.

                      Cuentame un cuento de lunas, de soles, de albas y estrellas con estelas de colores que nunca acaba, que nunca se desvanecen.

                      Cuentame un cuento de magia, un cuento donde no haya principio o fin, donde el tiempo pase segun los caprichos de una princesa, una bella doncella que añora un amor que nunca perdió.

                      Cuentame un cuento de castillos y tronos, donde cada piedra tiene su propia historia que contar y donde en cada nicho se esconden sombras perdidas, sombras sin dueño y sin lugar.

                      Cuntame un cuento de amor, un cuento donde la princesa seas tú y el príncipe yo, donde por un beso entregaría mi reino y tu por mi darías tus sueños.

                      Cuentame un cuento que tenga un final feliz, porque de finales tristes, suficientes he tenido ya, y quiero ver el sol brillar en tu mirada perdida, mientras caminamos juntos, de las manos fuertemente agarrados, el resto de la eternidad.

                      ©Katherine Graterol, 2009.


                      Del Bog "Nostalgie Time"

                      Comment


                      • #12
                        Re: Cuéntame un cuento...

                        Este cuento me encanta y algunas veces lo utilice en mis cursos; espero les guste y luego comentamos al respecto.

                        El almohadón de plumas

                        Horacio Quiroga
                        Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer. Durante tres meses -se habían casado en abril- vivieron una dicha especial.
                        Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
                        La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso -frisos, columnas y estatuas de mármol- producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
                        En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
                        No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.
                        Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.
                        -No sé -le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja-. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.
                        Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.
                        Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
                        -¡Jordán! ¡Jordán! -clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
                        Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.
                        -¡Soy yo, Alicia, soy yo!
                        Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.
                        Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
                        Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.
                        -Pst... -se encogió de hombros desalentado su médico-. Es un caso serio... poco hay que hacer...
                        -¡Sólo eso me faltaba! -resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
                        Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
                        Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.
                        Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
                        -¡Señor! -llamó a Jordán en voz baja-. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
                        Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.
                        -Parecen picaduras -murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.
                        -Levántelo a la luz -le dijo Jordán.
                        La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
                        -¿Qué hay? -murmuró con la voz ronca.
                        -Pesa mucho -articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
                        Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
                        Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca -su trompa, mejor dicho- a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón había impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.
                        Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
                        Te extrañaría aunque no nos hubiéramos conocido...

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                        • #13
                          Re: Cuéntame un cuento...

                          Me encanta Bugsi!
                          Y siempre me ha aterrado...
                          Ahora, tus comentarios por favor Bicha.


                          Qué coraje lo de Espiral!!

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                          • #14
                            Re: Cuéntame un cuento...

                            Bueno ese cuento lo utilizaba para demostrar que no es facil realizar el análisis de un texto, aún siendo corto.
                            Que no se debían hacer conclusiones apresuradas ni mucho menos subestimar al autor, porque si no se ha leído completo no se tiene la visión general de la historia.
                            Recuerdo cuando lo daba a leer, jejeje miraba sus caras y observaba el proceso de descubrimiento del cuento, eso es genial.
                            A mi en lo particular el cuento me gusta por la creatividad que demuestra y que los prototipos de vampiros, monstruos y demás pueden variar, ser de lo más convencional y tener el mismo efecto.
                            Porque no me van a decir que al empezarlo a leer no pensaron que el marido quería deshacerse de la mujer? jejeje es lo interesante de este cuento que presenta la narración como si la conclusión fuera obvia y predecible y no es así.
                            Me gusta porque en la vida real no se puede predecir un comportamiento, decisión o acción; sencillamente las personas deciden en función de sus intereses y nada más.
                            Además el cuento está muy bien hecho, es sencillo, con un lenguaje accesible y con una desenlace sorprendente.
                            Eso es lo que pienso al respecto.
                            Te extrañaría aunque no nos hubiéramos conocido...

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                            • #15
                              Re: Cuéntame un cuento...




                              En una playa perdida junto al mar Caribe, un indígena vivía de la pesca.
                              En las noches, solitario, mirando la luna, se preguntaba: “¿Por qué no tengo una mujer como los otros. Quiero una compañera simple y a la vez brillante.
                              La quiero humana y también diosa.
                              Deseo que en la noche oscura ilumine mi camino”.

                              Para pasar el tiempo, plantó sandías. Crecieron enormes.
                              Las cargó en su burro y fue a venderlas al mercado de un pueblo.
                              A mediodía llegó un hombre moreno acompañado de una extraña mujer: a pesar de ser joven, sus cabellos eran plateados.
                              El indígena exclamó, admirado: “¡Raro es el cabello de tu mujer!”
                              El moreno le respondió: “Más extraño su corazón, porque también es plateado”.
                              El indígena le preguntó: “¿Dónde nacen mujeres tan maravillosas?”.
                              El otro le dijo: “En un pueblo de brujos, detrás de las montañas.
                              El que se casa con una de ellas alcanza la paz, el amor, la sabiduría, la prosperidad”. Y no quiso decir más.

                              El indígena exclamó: “¡Encontraré una mujer así!”.
                              Y abandonando su burro y sus sandías fue a las montañas. Escaló, bajó, atravesó valles, bosques, desiertos, miles de aldeas.
                              Buscó durante años.
                              Le creció el cabello, la barba, se cubrió de harapos, adquirió expresión de loco.
                              Los campesinos se rieron de él. “¡Ja, ja, busca una mujer con el corazón plateado!”. Nunca la encontró.
                              Decepcionado, volvió a su playa para vivir desnudo comiendo sólo almejas.

                              Un día vio bajar a una mujer por el cerro. ¡Tenía la cabellera plateada!
                              Cuando llegó junto a él, le dijo: “Me envían los brujos porque lo has dejado todo por mí. Te pertenezco.”
                              El gruñó: “No creo que tus cabellos sean reales: te los has pintado.
                              ¡Y tu corazón ha de ser rojo! ¡Te desenmascararé!”

                              Bruscamente le hundió un cuchillo entre los senos para abrir un surco y extraerle el corazón.
                              ¡Era plateado! Gritó: “¡He recuperado la fe! ¡Lograré por fin la paz, el amor, la sabiduría y la prosperidad!”
                              Pero ya era tarde, la mujer estaba muerta.

                              Llegas hasta donde llega tu fe.


                              En el fondo, amar es un acto de fe.
                              Siempre el encuentro de una pareja es milagroso.
                              No deberíamos haber ido a ese sitio, pero movidos por una fuerza que creemos absurda, vamos para encontramos con la persona que nos acompañará el resto de nuestra vida.
                              O bien, el mágico encuentro se produce a un momento dado: si hubiéramos estado ahí cinco minutos antes o cinco minutos después, nada hubiera sucedido.
                              Desde la primera mirada el amor se presenta con una certeza absoluta.
                              Sin embargo, si dejamos entrar las dudas, los celos, el espíritu de posesión, el milagro se desvanece.


                              Alejandro Jodorowski
                              Tatiana
                              Forista Opalo
                              Last edited by Tatiana; 17-septiembre-2011, 21:47.

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