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Taller del Alquimista...

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  • Re: Taller del Alquimista...

    SOBEL
    Dicen, que el mal no tiene nombre, pero se equivocan.
    El mal se llama Isobel. Si se preguntan como lo sé, les diré que no me resultó fácil descubrirlo. Al principio, Isobel era una niña como cualquier otra,
    Tan solo se diferenciaba de la mayoría, en que ella fue abandonada. A Isobel la dejaron en la puerta de una iglesia al poco de nacer. No era deseada por su madre, eso está claro, y allí fue donde unas beatas, la encontraron a eso de las siete de la mañana, cuando iban a rezar más por costumbre, que por otra cosa.
    Cuando, al escuchar unos balbuceos, levantaron la mantita que cubría aquel bulto mañanero, se encontraron con ella. Se dice que la niña no lloró y que, a diferencia de los recién nacidos “normales”, tenía los ojos abiertos, muy, muy abiertos. Para no alargarme en demasía con la explicación, concluiré diciendo que el sacerdote, después de confirmar el hallazgo con sus propios ojos, hizo una llamada a los servicios sociales que se hicieron cargo, de forma inmediata, de la situación. Isobel tenía ya nueve años cuando fuimos a un centro de acogida, antes llamados orfanatos, para elegir a la que sería nuestra última hija.
    Cuando nació Eli, la pequeña, que en esos momentos contaba ya once años, mi mujer, Mym, sufrió una grave infección generaliza, de origen desconocido, que hizo peligrar seriamente su vida.
    Como resultado de ello, perdió la capacidad de tener hijos.
    Bueno, en nuestro caso, hijas, pues a Eli debíamos sumar a Lau (ya no aceptaba que la llamasen Laurita), que a sus quince años, se estaba convirtiendo en una mujercita preciosa y sobre todo, y lo más importante, muy inteligente y cabal.
    El caso es que allí estábamos mi mujer, nuestras hijas y yo, aquel caluroso miércoles catorce de Agosto, de hace justo un año, esperando para escoger a la niña que, desde ese día, pasaría a ser parte de nosotros.
    Personalmente hubiese preferido un niño, aunque solo fuese por cambiar un poco y darle más variedad a la cosa, pero las tres se pusieron en mi contra y el resultado fue otro componente femenino, en el elenco familiar.
    Es muy triste, descorazonador diría yo, el ver a esas niñas expuestas allí como si fueran…a la espera de unos padres que las salven de tanto desamor; de la soledad.
    Como tampoco tengo intención de extenderme mucho en lo que ocurrió ese día, solo diré que a mí me gustó una niña de aspecto triste y algo retraída, que se encontraba un poco apartada de las demás. Otra vez mis preferencias fueron desoídas por el resto de la familia. Isobel, de forma desvergonzada, abandonando la fila y dirigiéndose, todo descaro, a Mym, la abrazó diciéndole, “voy a ser tu hija, ¿verdad?” Acto seguido, fijando esos grandes ojos negros que la adornan en Eli, le dijo muy bajito, “¿quieres que sea tu hermana?” Antes de que mi hija, pudiese articular palabra alguna, Lau, que siempre ha tenido un concepto muy claro de las cosas, contestó por el resto de nosotros. “Creo que esta niña encajará a la perfección en nuestra tribu (así nos llamaba “familiarmente”). Tiene un ‘no sé qué’, que me gusta mucho.
    ¡Nos la quedamos!… ¿verdad mamá?” No hacía falta que le preguntase. Mym ya había decidido. Unas horas más tarde, después de comer en un burger, Isobel, tomaba posesión de su nueva casa. Al principio todo fue bien, quizás demasiado. La “nueva” como la llamaba Eli, fue instalada en una pequeña y confortable habitación, muy luminosa, en el desván de nuestro hogar. A ella le gustó nada más verla y con una radiante sonrisa, nos confirmó, lo que ya intuíamos; estaba encantada con nosotros.

    Pasados los primero meses, Isobel empezó, al principio de forma muy sutil, a tener un comportamiento digamos, algo fuera de lo normal. Cogía rabietas por las cosas más nimias, se volvió hiperactiva, escapándose de casa a la menor ocasión, para deambular sin rumbo por el barrio. Cuantas veces nuestros vecinos, nos habían alertado de su presencia varias calles más allá, pisando distraída las flores de sus jardines o mirando fijamente a sus ventanas. En un principio no le dimos mayor importancia, cosas de la edad y de sus circunstancias pasadas, pero ninguna de nuestras dos hijas hicieron nada parecido, cuando contaban nueve años.
    El caso es que hablamos con ella “Isobel, no puedes ausentarte sin pedir permiso. Todavía eres demasiado pequeña y no es seguro para ti, que salgas sola. Hay muchas cosas que todavía no sabes y podría pasarte algo malo. ¿Comprendes cariño?” Isobel nos miraba con el rostro hierático; sin pestañear. De sus labios apretados no salió palabra alguna Se diría que le molestaba que le llamásemos la atención; que no entendía, por qué no podía hacer lo que le viniese en gana.
    Dejó de salir, pero nos lo hizo pagar muy caro. A partir de ese momento, consiguió que la convivencia en nuestra casa, fuese de todo punto imposible. No solo no obedecía a Mym, cuando esta le pedía que hiciese cualquier cosa, si no que la miraba de forma desafiante…retadora.
    Dejó de limpiar su habitación tirándolo todo por el suelo y chillando y pataleando si, mi esposa o yo, le recriminábamos su actitud. Entraba en el cuarto de sus hermanas, cuando estas no estaban y sustraía pequeños objetos, que dejaba en la habitación de la otra para enfrentarlas (algo que consiguió en más de una ocasión), o, ¡simplemente!, las tiraba al cubo de la basura.
    Su vocabulario pasó de ser el de una niña normal, a otro más bien barriobajero, vulgar… soez. Del colegio acabaron expulsándola, por su extremado mal comportamiento, pues incluso llegó a agredir a niñas más pequeñas que ella. También la acusaron de otras cosas, pero prefiero no mencionarlas aquí. Son demasiado terribles y, además, no fueron probadas. Pero todo puede empeorar y eso fue lo que ocurrió, cuando Isobel empezó a levantarse por las noches. Podía oír sus pasos a eso de las dos o las tres de la mañana, deambulando de aquí para allá. Solía pararse delante de la puerta de las habitaciones de sus hermanas. Más de una vez me levanté y pude verla observándolas, como esperando el momento apropiado para hacer…no sabría decir qué.
    También trajinaba en la cocina, y podía escucharse el ruido que hacía abriendo y cerrando la puerta del horno, escudriñando en los cajones de la cubertería, o en la nevera, cogiendo lo que más le apeteciera.
    Un día desapareció Pepa, nuestra gata.
    Recuerdo que la buscamos por toda la casa, por el jardín y que, después, ampliamos la búsqueda a todo el vecindario. Pusimos carteles con su foto, en cualquier sitio que nos permitiesen hacerlo, pero no obtuvimos ningún resultado. Que disgusto se llevaron nuestras hijas. Eli, estaba desconsolada.
    Tatiana
    Forista Opalo
    Last edited by Tatiana; 13-septiembre-2018, 16:14.

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    • Re: Taller del Alquimista...

      . Pepa la eligió a ella, desde un principio, para dormir en su cama. Lau tiene mucho genio y no le gustaba tenerla sobre la almohada.
      Mym, entusiasta de los gatos y en particular de Pepa, no podía hacerse a la idea de haberla perdido para siempre.
      A veces, sentaba en una sillita situada en el porche, lloraba en silencio la pérdida de su amada “peludita”, como solía llamarla.

      Me encontraba un domingo por la mañana en nuestro jardín, podando los rosales, cuando nuestra vecina, una mujer de aspecto imponente y voz de sargento mayor del cuerpo de marines, me hizo señas por encima del seto que separaba nuestras propiedades, para que me acercase.
      Cuando la distancia que nos separaba se acortó lo suficiente, para hablar sin dificultades, me confesó, en un susurro, que unas noches atrás y debido a que no podía conciliar el sueño, por culpa de unas molestias estomacales, se encontraba asomada a la ventana, cuando vio que por la puerta trasera de nuestra vivienda salía, con una bolsa de basura, ¡Isobel! “La bolsa parecía moverse”, me dijo con un hilo de voz.
      Al poco, estaba de vuelta espolsándose de su camisón, lo que parecía ser tierra. Después entró de nuevo en casa y la noche siguió su curso, sin más incidentes dignos de mención.

      Cuando regresé a los rosales, una idea rondaba por mi cabeza. ¡Pepa! Dentro de la bolsa se encontraba nuestra gata y estaba viva cuando se la llevó. No se lo dije ni a Mym ni a las niñas, pues no sabía cómo hacerlo. No me hubiesen creído, por lo que preferí cerrar la boca y esperar.
      El psicólogo al que la llevamos, andaba bastante desorientado y nos pidió un poco más de tiempo, para poder evaluarla en condiciones. Nos dijo que algunas de sus reacciones eran de adulto y que le costaba empatizar con los demás. Era un caso muy extraño y quería consultarlo con sus colegas.
      Isobel dejó de hablar con nosotros.
      Su retraimiento se hizo cada vez más acusado y apenas salía de su habitación…durante el día. Su reino era la noche. El curso escolar ya lo habíamos dado por perdido, pero a ella parecía no importarle. Tenía un objetivo y yo empezaba a sospechar cual.

      Estoy solo. Nadie en mi familia parece darse cuenta, del peligro que corremos. En las últimas semanas, han desaparecido varias mascotas de los alrededores. Sus propietarios creen que hay una banda organizada que los rapta, a saber con qué fin. Pero yo conozco la verdad. Es Isobel. Siempre es ella. Creo haber averiguado donde los entierra… ¡vivos! Hay un terreno detrás de nuestra casa, en donde no llegó a construirse edificación alguna y que ahora, está cubierto de matorrales. Estoy seguro que es ahí donde se deshace de los pobres animales, incluida Pepa.

      No me gusta como nos mira. Hace dos días que no quiere comer, solo dirige esos maliciosos ojos negros hacía todos nosotros y sonríe. Es una sonrisa casi imperceptible, pero está ahí, yo puedo detectarla. Hoy nos hemos ido a la cama temprano.
      Mañana es un día señalado. Lau, junto con otras compañeras del colegio, recibirá un premio por su actuación en la función de teatro anual, que organizaba el colegio. Estuvo increíble en el papel de Electra. Después iremos todos a comer al restaurante favorito de Eli que, como amante de las pizzas, no puede ser otro que Don Salvatore. Al poco de retirarnos, la casa quedo completamente en silencio; como una tumba.

      Tenía que pasar. Se lo advertí a Mym en innumerables ocasiones cuando, ya harto de callar, le conté todas mis sospechas, pero no me hizo caso; nadie me lo hacía. Esta noche, cuando la oscuridad da paso a lo desconocido, Isobel se ha levantado de su cama. No ha hecho ningún ruido. Sus ojos destellan en la oscuridad. El mal se ha adueñado de nuestro hogar,
      y ya es demasiado tarde para detenerlo. Su camisón blanco contrasta con un rostro envuelto en tinieblas.
      Sus pies descalzos la conducen, como llevada por un viento infernal, hasta la habitación de Eli; mi querida, mi preciosa Eli. Después de mirarla durante unos segundos, ha levantado el brazo derecho por encima de su cabeza y, con un golpe brutal, ha clavado el cuchillo de trinchar, en su pecho.
      Un ligero silbido, como un escape de gas, has salido de la boca de Eli; eso es todo. Acto seguido ha continuado acuchillándola de forma mecánica, una, dos…, no sé cuántas veces más. Su camisón, su cara, su pelo, están ahora, manchados con la sangre de su hermana. Después le toca el turno a Lau. Ha intentado repetir la operación, solo que esta vez, mi hija mayor se ha despertado y la ha visto al lado de la cama. La ha apuñalado en la garganta para que no grite. Cuando Isobel sale de la habitación, Lau todavía se está ahogando en su propia sangre. Pobre Mym, ella es la siguiente. Isobel está mirándola fijamente y su cara tiene una expresión de locura y, al mismo tiempo, de conmiseración.
      Es posible que sienta un poco de afecto por ella, aunque eso nunca lo sabremos. Si en estos momentos Mym se despertase y se diese exacta cuenta de la situación, sin duda gritaría:
      “¡Por dios santo!, ¿Qué has hecho? Toda esa sangre, ¡mis hijas! ¿Dónde están mis hijas? ¿Cómo has podido? ¡Maldito seas!
      Sé lo que estás pensando, que ha sido Isobel, pero Isobel no existe.
      ¡Nunca ha existido excepto en tu imaginación!
      Apareció cuando sufriste aquel terrible golpe en la cabeza. Jamás estuvo en nuestra casa, ni mató a nuestra gata. Tampoco enfrentó a nuestras hijas robándoles cosas de sus habitaciones, ni ha hecho nada de lo que, en tu locura, le has atribuido. ¡Fuiste tú y solo tú!
      Ella solo vive en tu mente enferma. El psiquiatra, después de examinarte, recomendó el internamiento inmediato, pero nosotras decidimos que te quedases en casa, y siguieses el tratamiento a nuestro lado, y así nos lo pagas. ¡Así te pudras en el infierno!”.

      ¡Qué lista es Isobel! Siempre se ocultó a mi familia. Ellas nunca la vieron, cuando siempre ha estado aquí. Manipuló sus mentes para que creyesen que era yo, el culpable de todo. Como pueden ver, el mal se llama Isobel. Levantó el cuchillo una última vez. Adiós mamá.


      Jose Maria

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      • Re: Taller del Alquimista...

        La inquietud de la hora. Polvos de aquellos lodos.

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        • Re: Taller del Alquimista...

          Originalmente publicado por Tatiana Ver post
          . Pepa la eligió a ella, desde un principio, para dormir en su cama. Lau tiene mucho genio y no le gustaba tenerla sobre la almohada.
          Mym, entusiasta de los gatos y en particular de Pepa, no podía hacerse a la idea de haberla perdido para siempre.
          A veces, sentaba en una sillita situada en el porche, lloraba en silencio la pérdida de su amada “peludita”, como solía llamarla.

          Me encontraba un domingo por la mañana en nuestro jardín, podando los rosales, cuando nuestra vecina, una mujer de aspecto imponente y voz de sargento mayor del cuerpo de marines, me hizo señas por encima del seto que separaba nuestras propiedades, para que me acercase.
          Cuando la distancia que nos separaba se acortó lo suficiente, para hablar sin dificultades, me confesó, en un susurro, que unas noches atrás y debido a que no podía conciliar el sueño, por culpa de unas molestias estomacales, se encontraba asomada a la ventana, cuando vio que por la puerta trasera de nuestra vivienda salía, con una bolsa de basura, ¡Isobel! “La bolsa parecía moverse”, me dijo con un hilo de voz.
          Al poco, estaba de vuelta espolsándose de su camisón, lo que parecía ser tierra. Después entró de nuevo en casa y la noche siguió su curso, sin más incidentes dignos de mención.

          Cuando regresé a los rosales, una idea rondaba por mi cabeza. ¡Pepa! Dentro de la bolsa se encontraba nuestra gata y estaba viva cuando se la llevó. No se lo dije ni a Mym ni a las niñas, pues no sabía cómo hacerlo. No me hubiesen creído, por lo que preferí cerrar la boca y esperar.
          El psicólogo al que la llevamos, andaba bastante desorientado y nos pidió un poco más de tiempo, para poder evaluarla en condiciones. Nos dijo que algunas de sus reacciones eran de adulto y que le costaba empatizar con los demás. Era un caso muy extraño y quería consultarlo con sus colegas.
          Isobel dejó de hablar con nosotros.
          Su retraimiento se hizo cada vez más acusado y apenas salía de su habitación…durante el día. Su reino era la noche. El curso escolar ya lo habíamos dado por perdido, pero a ella parecía no importarle. Tenía un objetivo y yo empezaba a sospechar cual.

          Estoy solo. Nadie en mi familia parece darse cuenta, del peligro que corremos. En las últimas semanas, han desaparecido varias mascotas de los alrededores. Sus propietarios creen que hay una banda organizada que los rapta, a saber con qué fin. Pero yo conozco la verdad. Es Isobel. Siempre es ella. Creo haber averiguado donde los entierra… ¡vivos! Hay un terreno detrás de nuestra casa, en donde no llegó a construirse edificación alguna y que ahora, está cubierto de matorrales. Estoy seguro que es ahí donde se deshace de los pobres animales, incluida Pepa.

          No me gusta como nos mira. Hace dos días que no quiere comer, solo dirige esos maliciosos ojos negros hacía todos nosotros y sonríe. Es una sonrisa casi imperceptible, pero está ahí, yo puedo detectarla. Hoy nos hemos ido a la cama temprano.
          Mañana es un día señalado. Lau, junto con otras compañeras del colegio, recibirá un premio por su actuación en la función de teatro anual, que organizaba el colegio. Estuvo increíble en el papel de Electra. Después iremos todos a comer al restaurante favorito de Eli que, como amante de las pizzas, no puede ser otro que Don Salvatore. Al poco de retirarnos, la casa quedo completamente en silencio; como una tumba.

          Tenía que pasar. Se lo advertí a Mym en innumerables ocasiones cuando, ya harto de callar, le conté todas mis sospechas, pero no me hizo caso; nadie me lo hacía. Esta noche, cuando la oscuridad da paso a lo desconocido, Isobel se ha levantado de su cama. No ha hecho ningún ruido. Sus ojos destellan en la oscuridad. El mal se ha adueñado de nuestro hogar,
          y ya es demasiado tarde para detenerlo. Su camisón blanco contrasta con un rostro envuelto en tinieblas.
          Sus pies descalzos la conducen, como llevada por un viento infernal, hasta la habitación de Eli; mi querida, mi preciosa Eli. Después de mirarla durante unos segundos, ha levantado el brazo derecho por encima de su cabeza y, con un golpe brutal, ha clavado el cuchillo de trinchar, en su pecho.
          Un ligero silbido, como un escape de gas, has salido de la boca de Eli; eso es todo. Acto seguido ha continuado acuchillándola de forma mecánica, una, dos…, no sé cuántas veces más. Su camisón, su cara, su pelo, están ahora, manchados con la sangre de su hermana. Después le toca el turno a Lau. Ha intentado repetir la operación, solo que esta vez, mi hija mayor se ha despertado y la ha visto al lado de la cama. La ha apuñalado en la garganta para que no grite. Cuando Isobel sale de la habitación, Lau todavía se está ahogando en su propia sangre. Pobre Mym, ella es la siguiente. Isobel está mirándola fijamente y su cara tiene una expresión de locura y, al mismo tiempo, de conmiseración.
          Es posible que sienta un poco de afecto por ella, aunque eso nunca lo sabremos. Si en estos momentos Mym se despertase y se diese exacta cuenta de la situación, sin duda gritaría:
          “¡Por dios santo!, ¿Qué has hecho? Toda esa sangre, ¡mis hijas! ¿Dónde están mis hijas? ¿Cómo has podido? ¡Maldito seas!
          Sé lo que estás pensando, que ha sido Isobel, pero Isobel no existe.
          ¡Nunca ha existido excepto en tu imaginación!
          Apareció cuando sufriste aquel terrible golpe en la cabeza. Jamás estuvo en nuestra casa, ni mató a nuestra gata. Tampoco enfrentó a nuestras hijas robándoles cosas de sus habitaciones, ni ha hecho nada de lo que, en tu locura, le has atribuido. ¡Fuiste tú y solo tú!
          Ella solo vive en tu mente enferma. El psiquiatra, después de examinarte, recomendó el internamiento inmediato, pero nosotras decidimos que te quedases en casa, y siguieses el tratamiento a nuestro lado, y así nos lo pagas. ¡Así te pudras en el infierno!”.

          ¡Qué lista es Isobel! Siempre se ocultó a mi familia. Ellas nunca la vieron, cuando siempre ha estado aquí. Manipuló sus mentes para que creyesen que era yo, el culpable de todo. Como pueden ver, el mal se llama Isobel. Levantó el cuchillo una última vez. Adiós mamá.


          Jose Maria





          Terrorífico, pero lo he leído de un tirón, y a pesar de que siempre digo que textos largos no me gusta leerlos en Internet, con esto lo he hecho.

          Saludos.

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          • Re: Taller del Alquimista...

            Hay historias que solo se alcanzan a vislumbrar en este día y en estos camposantos.

            Sentada en solitario frente a la tumba llora la joven de ojos de almendra y su llanto es callado e inunda las tumbas contiguas con suspiros de luto.

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            • Re: Taller del Alquimista...

              -----
              Hölderlin

              ¿Acaso no lo ves?
              Hoy regresa el tiempo más hermoso de mi vida
              una vez más, y lo más grande me espera
              todavía; arriba, hijo mío: subamos
              a la cumbre del viejo y sagrado Etna,
              pues los dioses están más cerca en las alturas.
              Hoy quiero ver de allí con estos ojos,
              otra vez, los ríos y las islas y el mar.
              Que me bendiga al despedirse, vacilante
              sobre doradas aguas, la luz del sol,
              espléndida y juvenil que antaño
              tanto amé. Luego brillarán en torno nuestro
              calladamente las estrellas eternas, mientras subiendo
              de las entrañas al monte, brota el fuego de la tierra
              y con ternura nos roza el que todo lo mueve,
              el espíritu, el éter, ¡oh entonces!

              La muerte de Empédocles.
              Hölderlin
              -----

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              • Re: Taller del Alquimista...

                Originalmente publicado por cubo Ver post
                -----
                Hölderlin

                ¿Acaso no lo ves?
                Hoy regresa el tiempo más hermoso de mi vida
                una vez más, y lo más grande me espera
                todavía; arriba, hijo mío: subamos
                a la cumbre del viejo y sagrado Etna,
                pues los dioses están más cerca en las alturas.
                Hoy quiero ver de allí con estos ojos,
                otra vez, los ríos y las islas y el mar.
                Que me bendiga al despedirse, vacilante
                sobre doradas aguas, la luz del sol,
                espléndida y juvenil que antaño
                tanto amé. Luego brillarán en torno nuestro
                calladamente las estrellas eternas, mientras subiendo
                de las entrañas al monte, brota el fuego de la tierra
                y con ternura nos roza el que todo lo mueve,
                el espíritu, el éter, ¡oh entonces!

                La muerte de Empédocles.
                Hölderlin
                -----
                ----

                Hermoso, así no más.


                Saludos.

                Comment


                • Re: Taller del Alquimista...

                  "Los ricos teucros de Zelea que beben el agua negra del Esepo..."

                  Comment


                  • Re: Taller del Alquimista...

                    -----
                    El lago. (Fragmento)

                    ¡Oh, tiempo! suspende tu vuelo, y vosotras, horas propicias
                    ¡Suspended vuestro curso!
                    ¡Dejadnos saborear las fugaces delicias
                    de nuestros días más hermosos!

                    Alphonse de Lamartine
                    -----

                    Comment


                    • Re: Taller del Alquimista...

                      -----
                      “En Günzbeirg, en esta ciudad que fue llamada la pequeña Viena durante el periodo de los Habsburgo, la población rindió homenaje, el 28 de abril de 1770, a María Antonieta, que se dirigía con su cortejo nupcial de trescientos setenta caballos y cincuenta y siete carrozas, a su matrimonio con Luis XVI y, más adelante, a su cita con la guillotina”.
                      -----

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                      • Re: Taller del Alquimista...

                        Camino del mar, Galilea de los paganos.

                        Comment


                        • Re: Taller del Alquimista...

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                          • Re: Taller del Alquimista...

                            -----
                            La Divina Comedia
                            Dante Alighieri

                            Canto XXVI (fragmento)

                            —Luego que me aparté
                            de Circe, que por más de un año me
                            retuvo en Gaeta —aunque entonces no
                            tenía el nombre que le dio
                            Eneas—, y cansado, regresé
                            a los míos, ni el temor filial,
                            ni la piedad debida a la vejez
                            del padre anciano, ni la ternura
                            de Penélope, me dieron ventura
                            ni sosiego, ni calmaron mi sed
                            de ver el mundo, tanto en su mal,
                            como en sus virtudes.

                            Y así
                            pues, me lancé al mar dilatado,
                            sólo con mi barco y aquel puñado
                            de adictos que no me abandonó. Vi
                            cuantas tierras le bañan. Recorrí
                            entrambas costas de uno y otro lado,
                            hasta España y Marruecos y lo alzado
                            en su mar.

                            Éramos ya viejos y
                            lentos, cuando llegamos a la estrecha
                            garganta, donde Hércules plantó
                            las dos columnas, prohibiendo pasar.
                            Dejé a Sevilla a mi derecha,
                            y antes Ceuta a la izquierda. —“¡Oh,
                            hermanos! —les dije—. Tras arrostrar
                            mil peligros, habéis arribado
                            a Occidente. No os queráis negar
                            la gloriosa experiencia de alcanzar
                            las riberas del mundo reservado,
                            que todavía no le fue entregado
                            al hombre y se halla en este mar,
                            siguiendo el sol. Ya va a terminar
                            la vida. Ved que no se os ha dado
                            para pasar como brutos, sino
                            para lograr la virtud y la ciencia”.

                            Y tras estas palabras, prendió
                            en mi gente tal ansia e impaciencia,
                            que hubiera sido inútil el enmiendo
                            a la decisión. Y así, volviendo
                            la popa a Oriente, siempre torciendo
                            a la izquierda, hizo nuestra osadía
                            los remos alas.

                            La noche veía
                            ya todas las estrellas surgiendo
                            del otro polo, y el nuestro —durmiendo
                            al otro extremo—, apenas parecía
                            sobresalir del agua y escondía
                            las suyas.

                            Cinco veces vi creciendo
                            y menguando a nuestra luna,
                            desde que entramos en aquel gran mar,
                            cuando se nos apareció una
                            montaña que pese a la negrura
                            de la distancia, era de tal altura
                            que su cima parecía entrar
                            en lo alto. Aquello nos llenó
                            de gozo, que pronto se nos trocó
                            en tristeza.

                            De esa tierra surgió
                            un remolino que se dirigió
                            a nuestro barco y lo embistió
                            de frente. Por tres veces lo giró
                            en las ondas. A la cuarta, alzó
                            la proa en el aire y apretó
                            la popa, que al punto se hundió
                            en el abismo que se abrió
                            bajo nosotros por la voluntad
                            del Desconocido.

                            Y tras entrar
                            nuestra nave en la profundidad,
                            las aguas se volvieron a quedar
                            lisas.
                            -----

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                            • Re: Taller del Alquimista...

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                              • Re: Taller del Alquimista...

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