esta vieja cara de perro , defiende a maciel de los medios lo raro es que ella trabaja en los medios.....chale siempre hay traidores
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Estimado Sr. bernardo Barranco:
El tema del P. M. Maciel parecía ineludible para su programa. Un nuevo escándalo que era obligado tocar, según las leyes de la comunicación, el rating y demás razones. Un tema que requiere toda la prudencia y sentido ético de un comunicador, pero al que ya se le ha dado mucho hilo, mucha cuerda, mucho amarillismo.
Quizá me equivoque, pero dan la impresión de que a los medios y a quienes en ellos trabajan, también les proporciona gran regocijo. No siempre hay cosas tan sensacionales y llamativas de qué hablar.
Como persona, como criatura de Dios, como católica de conciencia recta –que no escrupulosa–, como hija amante de la Iglesia, como pecadora –¿usted no?– considero muy lamentable la cadena de comentarios y escritos corrosivos y demoledores que se vendrán encima de la Legión de Cristo y de Regnum Christi, si los medios no tienen honor propio para callar ante el honor ajeno. Claro que en nuestro mundo relativista y sin escrúpulos, hablar de honor es hablar de una entelequia enmohecida.
Para detener el alud difamatorio –aunque se diga la verdad, no siempre se tiene derecho a decirla como se dice– desde un programa radiofónico, es preciso tener el valor de callar, de dar vuelta a esa página denigrante que mancha la conciencia del que la propala, porque adopta el papel de juez, olvidando que es reo.
Termino sugiriéndole que no incite a sus radio escuchas a decir –como si tuvieran un mínimo de criterio y siquiera conocieran el catecismo– lo que la Santa Sede debe hacer, ya sea en el caso que nos ocupa o en cualquier otro, porque va a escuchar muchas infamias que sólo enconan los ataques que sufre la Iglesia y que los ignorantes se tragan, debilitando o perdiendo la fe que aún les quede. El Papa insiste en la infoética, porque no divide más al mundo y puede ser fuente de paz.
Cordialmente,
Ma. Elena Melgarejo
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Estimado Sr. bernardo Barranco:
El tema del P. M. Maciel parecía ineludible para su programa. Un nuevo escándalo que era obligado tocar, según las leyes de la comunicación, el rating y demás razones. Un tema que requiere toda la prudencia y sentido ético de un comunicador, pero al que ya se le ha dado mucho hilo, mucha cuerda, mucho amarillismo.
Quizá me equivoque, pero dan la impresión de que a los medios y a quienes en ellos trabajan, también les proporciona gran regocijo. No siempre hay cosas tan sensacionales y llamativas de qué hablar.
Como persona, como criatura de Dios, como católica de conciencia recta –que no escrupulosa–, como hija amante de la Iglesia, como pecadora –¿usted no?– considero muy lamentable la cadena de comentarios y escritos corrosivos y demoledores que se vendrán encima de la Legión de Cristo y de Regnum Christi, si los medios no tienen honor propio para callar ante el honor ajeno. Claro que en nuestro mundo relativista y sin escrúpulos, hablar de honor es hablar de una entelequia enmohecida.
Para detener el alud difamatorio –aunque se diga la verdad, no siempre se tiene derecho a decirla como se dice– desde un programa radiofónico, es preciso tener el valor de callar, de dar vuelta a esa página denigrante que mancha la conciencia del que la propala, porque adopta el papel de juez, olvidando que es reo.
Termino sugiriéndole que no incite a sus radio escuchas a decir –como si tuvieran un mínimo de criterio y siquiera conocieran el catecismo– lo que la Santa Sede debe hacer, ya sea en el caso que nos ocupa o en cualquier otro, porque va a escuchar muchas infamias que sólo enconan los ataques que sufre la Iglesia y que los ignorantes se tragan, debilitando o perdiendo la fe que aún les quede. El Papa insiste en la infoética, porque no divide más al mundo y puede ser fuente de paz.
Cordialmente,
Ma. Elena Melgarejo
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