Cuando se cierra un ciclo
sin que lo hayamos previsto
sentimos temor.
La primera impresión
es de pérdida.
Pero luego
podemos mirar alrededor
y descubrimos tanta belleza
que escapaba a nuestra atención.
Cuando se cierra un ciclo
y tenemos que decir adiós
a lo que amamos,
aunque duela,
podemos empezar a ver
que estábamos ciegos.
Es preciso poner en juego
nuestra habilidad
para convertir en oro
nuestras experiencias.
Convertirnos en alquimistas
de nuestras experiencias
es una habilidad
que no nos enseñan
pero tal vez sea
la que más vale la pena.
sin que lo hayamos previsto
sentimos temor.
La primera impresión
es de pérdida.
Pero luego
podemos mirar alrededor
y descubrimos tanta belleza
que escapaba a nuestra atención.
Cuando se cierra un ciclo
y tenemos que decir adiós
a lo que amamos,
aunque duela,
podemos empezar a ver
que estábamos ciegos.
Es preciso poner en juego
nuestra habilidad
para convertir en oro
nuestras experiencias.
Convertirnos en alquimistas
de nuestras experiencias
es una habilidad
que no nos enseñan
pero tal vez sea
la que más vale la pena.
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