¿Debemos celebrar la revolución?
Cuando de niño celebrábamos en la escuela la revolución nos pedían que fuéramos disfrazados de revolucionarios, todos llegábamos disfrazados de Pancho Villa, en los juegos en el barrio nos peleábamos por representar a Villa y después del volado el perdedor le tocaba ser Carranza y entre cantos de Carranza no tiene panza porque Villa se lo quitó con un cuchillo filoso que muy muerto se quedó.
Cuando un dorado atrapaba a un Carrancista lo llevaba ante Pancho Villa quien arreglándose el bigote inexistente decía con tono grave “ajusilenlo y después viruguamos”, también jugábamos al llanero Solitario, Batman y otros superhéroes, pero el favorito sin duda era Pancho Villa.
No entendíamos porque no les hacía gracia a nuestros padres y abuelos ese culto a Villa, pero los considerábamos viejos y anticuados y no los tomábamos en serio.
Nuestra generación que no lo conoció, lo hizo héroe, el más mítico y fascinante héroe nacido por estas tierras, leyenda que crece día a día, ya en el terreno de la mitología.
En la preparatoria conocí al nieto de Melitón Lozoya y a la nieta de Sáenz Pardo, dos personajes que enfrentaron a Villa en su última escaramuza, con cierto temor un día le preguntamos, ¿oye y tu abuelo sigue en la cárcel? Y respondía enfático, mi abuelo nunca fue a la cárcel, el fue un libertador que eliminó al mas cobarde asesino que ha pisado este pueblo.
Me recordó a los vecinos de edad que les molestaban los juegos “revolucionarios”, un día me prestaron el libro Villa ante la historia de Celia Herrera, una biógrafa de Villa que vivió en sus tiempos y que se dedicó a recabar los documentos oficiales sobre Villa y hacer relatos puntuales de sus andanzas.
La historia se apegaba mucho a lo que los viejos del pueblo contaban de Villa, un ladrón y asesino desalmado y daba los datos de los expedientes que se habían levantado en su momento, actas de los juzgados y relatos de los protagonistas.
Es que Villa mató al violador de su hermana, lo justificábamos y tuvo que andar huyendo todo el tiempo y no tenía otra forma de sobrevivir que robándole a los ricos.
Desde niño, según Celia, Villa tuvo un carácter irascible y pendenciero, lo de su hermana es solo una leyenda, que aunque hubiera sido cierta no le da justificación a todo lo que hizo, imaginemos que a un muchacho al que le violan la hermana se dedique a matar, torturar, secuestrar , extorsionar a inocentes toda la vida.
Es cierto que hubo idealistas en ese movimiento, podemos hablar de los Flores Magón, del mismo Madero, pero las revoluciones requieren de mucho dinero y armas y ellos no la tenían, tampoco el pueblo, porque sería contradictorio hablar de un pueblo con dinero para armas y suministros que se levanta por hambre, la revolución fue planeada por gente de mucho dinero y ambiciones de tomar el poder en México y esos no podrían ser otros que los grupos secretos norteamericanos cuya cara la daban traidores mexicanos.
Madero aún en su idealismo le cegó su ambición y cometió un gran daño al país al prestarse a una conquista interna, a una toma violenta de poder que le costaría mas de 50 años de desarrollo a nuestro país y mas de un millón de muertos en una población que apenas rondaba los 10 millones, esto es, casi el 10% de la población, de la cual la mayoría eran hombres jóvenes en su mejor etapa productiva.
Porfirio Díaz era un hombre mayor y su muerte estaba próxima, como ocurrió, regar el país de sangre por tomar el poder y destruir el sistema económico de una nación próspera, para quitar a alguien que ya estaba a punto de dejarlo resulta incomprensible.
La justificación Robin Hood de quitarle al rico para darle al pobre, nunca ocurrió, las grandes haciendas pasaron a manos de políticos y militares que las tomaron como botín y las volvieron improductivas, porque los empresarios no se hacen por decreto y podrán ser muy buenos para matar gente, pero no necesariamente tendrán la disciplina y conocimientos para hacer productivos los campos.
¿Qué vamos a celebrar este año? El genocidio que inicio el 1910, ¿Por qué no combatimos a ningún invasor? Nos matamos los unos a los otros y muchos de ellos ni siquiera sabían porque peleaban, simplemente los levantaban los militares o los revolucionarios y a pelear.
Vamos a cumplir 100 años de inicio de un movimiento depredador y asesino que mutiló a nuestra sociedad y la enfermó en la estúpida y envenenada lucha de clases que aún no podemos superar, que nos dio un gobierno mantenido por el fraude electoral, el asesinato, político, el robo permanente de los recursos de la sociedad.
Bajo la bandera de este genocidio se formó la familia revolucionaria que sigue depredando aún nuestro país.
¿Vamos a celebrar el dolor de las madres que perdieron a sus hijos en ese golpe de estado?
¿Vamos a celebrar la orfandad de cientos de miles de niños que perdieron a su padre en esta lucha estéril?
¿Vamos a celebrar ese retroceso histórico en materia económica que aún no superamos?
Solo hay que recordar que no solo éramos autosuficientes en alimentos sino que exportábamos la mayor parte de la producción.
¿Qué vamos a celebrar? Si fuéramos un poco congruentes y analíticos tendríamos que recordar esta fecha con luto y vergüenza.
Cuando de niño celebrábamos en la escuela la revolución nos pedían que fuéramos disfrazados de revolucionarios, todos llegábamos disfrazados de Pancho Villa, en los juegos en el barrio nos peleábamos por representar a Villa y después del volado el perdedor le tocaba ser Carranza y entre cantos de Carranza no tiene panza porque Villa se lo quitó con un cuchillo filoso que muy muerto se quedó.
Cuando un dorado atrapaba a un Carrancista lo llevaba ante Pancho Villa quien arreglándose el bigote inexistente decía con tono grave “ajusilenlo y después viruguamos”, también jugábamos al llanero Solitario, Batman y otros superhéroes, pero el favorito sin duda era Pancho Villa.
No entendíamos porque no les hacía gracia a nuestros padres y abuelos ese culto a Villa, pero los considerábamos viejos y anticuados y no los tomábamos en serio.
Nuestra generación que no lo conoció, lo hizo héroe, el más mítico y fascinante héroe nacido por estas tierras, leyenda que crece día a día, ya en el terreno de la mitología.
En la preparatoria conocí al nieto de Melitón Lozoya y a la nieta de Sáenz Pardo, dos personajes que enfrentaron a Villa en su última escaramuza, con cierto temor un día le preguntamos, ¿oye y tu abuelo sigue en la cárcel? Y respondía enfático, mi abuelo nunca fue a la cárcel, el fue un libertador que eliminó al mas cobarde asesino que ha pisado este pueblo.
Me recordó a los vecinos de edad que les molestaban los juegos “revolucionarios”, un día me prestaron el libro Villa ante la historia de Celia Herrera, una biógrafa de Villa que vivió en sus tiempos y que se dedicó a recabar los documentos oficiales sobre Villa y hacer relatos puntuales de sus andanzas.
La historia se apegaba mucho a lo que los viejos del pueblo contaban de Villa, un ladrón y asesino desalmado y daba los datos de los expedientes que se habían levantado en su momento, actas de los juzgados y relatos de los protagonistas.
Es que Villa mató al violador de su hermana, lo justificábamos y tuvo que andar huyendo todo el tiempo y no tenía otra forma de sobrevivir que robándole a los ricos.
Desde niño, según Celia, Villa tuvo un carácter irascible y pendenciero, lo de su hermana es solo una leyenda, que aunque hubiera sido cierta no le da justificación a todo lo que hizo, imaginemos que a un muchacho al que le violan la hermana se dedique a matar, torturar, secuestrar , extorsionar a inocentes toda la vida.
Es cierto que hubo idealistas en ese movimiento, podemos hablar de los Flores Magón, del mismo Madero, pero las revoluciones requieren de mucho dinero y armas y ellos no la tenían, tampoco el pueblo, porque sería contradictorio hablar de un pueblo con dinero para armas y suministros que se levanta por hambre, la revolución fue planeada por gente de mucho dinero y ambiciones de tomar el poder en México y esos no podrían ser otros que los grupos secretos norteamericanos cuya cara la daban traidores mexicanos.
Madero aún en su idealismo le cegó su ambición y cometió un gran daño al país al prestarse a una conquista interna, a una toma violenta de poder que le costaría mas de 50 años de desarrollo a nuestro país y mas de un millón de muertos en una población que apenas rondaba los 10 millones, esto es, casi el 10% de la población, de la cual la mayoría eran hombres jóvenes en su mejor etapa productiva.
Porfirio Díaz era un hombre mayor y su muerte estaba próxima, como ocurrió, regar el país de sangre por tomar el poder y destruir el sistema económico de una nación próspera, para quitar a alguien que ya estaba a punto de dejarlo resulta incomprensible.
La justificación Robin Hood de quitarle al rico para darle al pobre, nunca ocurrió, las grandes haciendas pasaron a manos de políticos y militares que las tomaron como botín y las volvieron improductivas, porque los empresarios no se hacen por decreto y podrán ser muy buenos para matar gente, pero no necesariamente tendrán la disciplina y conocimientos para hacer productivos los campos.
¿Qué vamos a celebrar este año? El genocidio que inicio el 1910, ¿Por qué no combatimos a ningún invasor? Nos matamos los unos a los otros y muchos de ellos ni siquiera sabían porque peleaban, simplemente los levantaban los militares o los revolucionarios y a pelear.
Vamos a cumplir 100 años de inicio de un movimiento depredador y asesino que mutiló a nuestra sociedad y la enfermó en la estúpida y envenenada lucha de clases que aún no podemos superar, que nos dio un gobierno mantenido por el fraude electoral, el asesinato, político, el robo permanente de los recursos de la sociedad.
Bajo la bandera de este genocidio se formó la familia revolucionaria que sigue depredando aún nuestro país.
¿Vamos a celebrar el dolor de las madres que perdieron a sus hijos en ese golpe de estado?
¿Vamos a celebrar la orfandad de cientos de miles de niños que perdieron a su padre en esta lucha estéril?
¿Vamos a celebrar ese retroceso histórico en materia económica que aún no superamos?
Solo hay que recordar que no solo éramos autosuficientes en alimentos sino que exportábamos la mayor parte de la producción.
¿Qué vamos a celebrar? Si fuéramos un poco congruentes y analíticos tendríamos que recordar esta fecha con luto y vergüenza.
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