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Cofetel, ¿cuál autonomía?

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    Editorial de EL UNIVERSAL

    Cofetel, ¿cuál autonomía?


    Cuando fue asesinado el candidato el PRI al gobierno de Tamaulipas, el presidente Calderón dijo, con razón, que el desafío criminal ameritaba una respuesta unísona de todos los actores políticos del país. La respuesta de los principales opositores fue “no”. Privilegiaron sus agravios personales por encima del bien común, es cierto, pero también lo es que la falta de convocatoria del jefe de Estado mexicano ha sido ganada a pulso. El nombramiento de Mony de Swaan como nuevo miembro y presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) lo demuestra.

    La Cofetel es, ni más ni menos, el órgano técnico que otorga o niega concesiones y licitaciones a las poderosas empresas de la telecomunicación en México. De esta comisión depende la regulación de las industrias de telefonía, televisión, radio e internet. Durante décadas el presidente de la república absorbió esas facultades por lo que la libertad de expresión en México estaba condicionada a las directrices del Poder Ejecutivo. El mandatario decidía quién podía o no hacer negocio con la información.

    Cuando la Suprema Corte resolvió el año pasado que otorgar o negar concesiones sólo era facultad de la Cofetel y no del gobierno federal se creó la expectativa de que, por fin, las decisiones en la materia obedecerían a razones técnicas y no políticas.

    Hoy nos damos cuenta de que esa autonomía era una ilusión. Ante la salida del pasado titular de la comisión, Héctor Osuna, el presidente Calderón designó como sustituto a Mony de Swaan, un empleado de Juan Molinar Horcasitas en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

    Ya instalado en la Cofetel, sin haber pasado por la aprobación del Senado o algún otro filtro de calidad, De Swaan fue nombrado presidente de la comisión, lo cual lo coloca en una posición clave para decidir sobre los permisos o negativas a los empresarios.

    La maniobra del Ejecutivo federal no pudo ser más burda. Se nombró como comisionado a un funcionario del gobierno actual sin experiencia en telecomunicaciones.

    ¿Para qué declarar autónomo un organismo si finalmente su cabeza responderá al Presidente? ¿Cuánta credibilidad y capacidad de convocatoria pueden otorgarle las fuerzas políticas a un jefe de Estado que impone incondicionales en sectores supuestamente técnicos y autónomos?

    Lo peor es que la contaminación política presidencial se ha replicado en organismos como el INEGI y el IFAI, que deberían ser profesionales e independientes. Así es muy difícil pedir credibilidad y confianza.

    http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/48964.html
    "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"
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