La gota
Por René Delgado
Gotas hay muchas, la duda es cuál de ellas terminará por derramar el vaso.
• La ausencia de la autoridad en la confrontación de los gigantes de las telecomunicaciones.
* La falta de diplomacia para plantear el relevo del embajador de Estados Unidos.
• El engaño a los trabajadores de Mexicana haciéndoles creer que levantaban el vuelo, cuando se les llevaba en picada.
• El agravio de resolver en días el asesinato de un agente estadounidense, dejando en la impunidad el homicidio de infinidad de mexicanos.
• Los impuestos regresivos que, por votos, acendran la desigualdad.
• La pila de muertos que
no acaba de justificar la estrategia anticrimen. Los ajustes por venir en el gabinete, a finales del sexenio.
Cualquiera de esas gotas puede derramar el vaso o, bien, no hay por qué descartarlo, alguna nueva que se esté formando sin saberlo.
***
* La confrontación de los gigantes de las telecomunicaciones pone en evidencia la inoperancia de la autoridad en ese campo y la idea de los concesionarios de que el espacio radioeléctrico nacional no es, valga el absurdo, una concesión del Estado sino un patrimonio particular.
Desde esa perspectiva, el pleito entre los concesionarios puede interpretarse de un modo distinto: vámonos peleando el espacio entre nosotros -los concesionarios- ahora que la autoridad
no cuenta, no vaya a ser que llegue alguien a Los Pinos interesado en hacer valer el dominio del Estado.
Esta visión del problema no supone una pelea arreglada, sí un pleito de callejón sin árbitro ni reglas. Un litigio interesado en definir, sobre la base de fuerza e inteligencia, quién debe dominar el espacio radioeléctrico y evitar que el próximo gobierno pretenda modernizar leyes y reglas en ese campo y someter a los concursantes.
***
Por definición la diplomacia exige habilidad, cortesía y disimulo. Ante esa evidencia, la reiterada y pública descalificación del embajador Carlos Pascual por parte del presidente Felipe Calderón no ayuda a mejorar la relación con Estados Unidos. Nomás la empeora.
Si, aquí mismo, los gobernantes rechazan operar cambios bajo presión en su equipo de trabajo, en Estados Unidos el asunto no es muy distinto. Bajo esa premisa, se ha colocado a la Casa Blanca ante una absurda disyuntiva: sostener a Carlos Pascual en México para dejar en claro que esa decisión se toma en Washington y no en Los Pinos [u]o, bien, relevarlo por un embajador todavía más duro y ratificar que los hombres cambian, no la política.
Sugerir el relevo del embajador estadounidense exigía enorme habilidad, indudable cortesía y gran disimulo, reclamar el cambio a través de la prensa supone enorme torpeza, malas maneras y gran escándalo. Si Obama hiciera lo mismo y destacara la ignorancia de Arturo Sarukhán como la desconfianza que le provoca, acá se tomaría muy mal el desplante. ¿Por qué, allá, no van tomar así los juicios de Calderón sobre Pascual? Ahora que si, de a de veras, la decisión es no querer ver más a Pascual en México, cosa de declararlo persona non grata.
Puede el presidente Calderón vanagloriarse de ir a Estados Unidos a decirle a los gringos lo que piensa. En su cara y en su casa, le reclamó a los legisladores enmendar su Constitución para evitar la venta de armas a los narcotraficantes mexicanos. En público y a través de la prensa, le reclama al presidente Obama cambiar su embajador. Puede vanagloriarse de eso,
no de regresar a México con resultados positivos de sus visitas.
Hasta donde se sabe, el saldo de la visita presidencial a Estados Unidos es sencillo: regresó con más problemas y peticiones, no con acuerdos ni soluciones.[/i]
***
El aborto del despegue de Mexicana es un nuevo agravio a los trabajadores. Los funcionarios que tan animosamente impulsaron la idea de que PC Capital tomara la aerolínea
no pueden declararse ahora víctimas inocentes de un engaño y salir con un ni modo, no se pudo. Lo cierto es que de piedrita en piedrita se ha venido acumulado un costal de malestar entre los mineros, los electricistas y, ahora, los trabajadores de esa empresa aérea. Puede minusvalorarse ese malestar; declararlo, como se acostumbra, un hecho aislado sin importancia y seguir como si nada hubiera pasado. El problema es que sí están ocurriendo cosas.
***
Sin restarle mérito al Ejército y a la Marina que, en cuestión de días, detuvieron a los presuntos responsables del atentado contra los agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos,
no puede soslayarse la terrible desigualdad con que se trata a las víctimas mexicanas del crimen. El brazo de la justicia muestra músculo y capacidad cuando la víctima es extranjera y más si es funcionario. Pero, cuando la víctima es nacional, ese brazo se muestra flojo e incapaz. La conclusión es simple: si el crimen atenta contra extranjeros, el brazo de la justicia les caerá encima; si atenta contra nacionales, ese brazo los cubrirá con el manto de la impunidad que corona sus fechorías.
***
Ernesto Cordero, el delfín que no quiere nadar, algún día tendrá que explicar la contradicción de rechazar a priori cualquier propuesta de reforma fiscal tendiente a reactivar la economía interna sobre la base de reducir impuestos y acatar, sin chistar, los parches fiscales regresivos con ribete electoral que aplican en Los Pinos. ¿Cómo es que las primeras les parecen sexys y tramposas, y las segundas atinadas y atendibles? Si la campaña del precandidato que jura
no querer ser candidato sigue por el carril de las contradicciones, a lo mejor consigue sepultar las aspiraciones que dice
no tener y, a la vez, complicar aún más la deficiente estructura fiscal del país.
***
A la salida del embajador Carlos Pascual del gabinete presidencial seguirá la del procurador Arturo Chávez y la del secretario Francisco Blake. Las quejas del mandatario sobre Carlos Pascual son las mismas que supuestamente tiene sobre sus otros dos funcionarios. Le provocan desconfianza y malestar, y entonces cualquier día será bueno para nombrar al tercer procurador de la República y al quinto secretario de Gobernación. Aun cuando se esté en el quinto año del sexenio habrá que darles tiempo a los nuevos funcionarios para que, quizá, a más tardar, el último día de noviembre del año entrante, entiendan la dimensión del cargo y empiecen a operar. ¿Cuándo se operará ese cambio?
***
Cualquier gota puede derramar el vaso, muchas ya están escurriendo. Eso sin desconsiderar las que todavía se pueden formar. ¡Qué días estos!
sobreaviso@latinmail.com
Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo
Fecha de publicación: 5 Mar. 11
Por René Delgado
Gotas hay muchas, la duda es cuál de ellas terminará por derramar el vaso.
• La ausencia de la autoridad en la confrontación de los gigantes de las telecomunicaciones.
* La falta de diplomacia para plantear el relevo del embajador de Estados Unidos.
• El engaño a los trabajadores de Mexicana haciéndoles creer que levantaban el vuelo, cuando se les llevaba en picada.
• El agravio de resolver en días el asesinato de un agente estadounidense, dejando en la impunidad el homicidio de infinidad de mexicanos.
• Los impuestos regresivos que, por votos, acendran la desigualdad.
• La pila de muertos que

Cualquiera de esas gotas puede derramar el vaso o, bien, no hay por qué descartarlo, alguna nueva que se esté formando sin saberlo.
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* La confrontación de los gigantes de las telecomunicaciones pone en evidencia la inoperancia de la autoridad en ese campo y la idea de los concesionarios de que el espacio radioeléctrico nacional no es, valga el absurdo, una concesión del Estado sino un patrimonio particular.
Desde esa perspectiva, el pleito entre los concesionarios puede interpretarse de un modo distinto: vámonos peleando el espacio entre nosotros -los concesionarios- ahora que la autoridad

Esta visión del problema no supone una pelea arreglada, sí un pleito de callejón sin árbitro ni reglas. Un litigio interesado en definir, sobre la base de fuerza e inteligencia, quién debe dominar el espacio radioeléctrico y evitar que el próximo gobierno pretenda modernizar leyes y reglas en ese campo y someter a los concursantes.
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Por definición la diplomacia exige habilidad, cortesía y disimulo. Ante esa evidencia, la reiterada y pública descalificación del embajador Carlos Pascual por parte del presidente Felipe Calderón no ayuda a mejorar la relación con Estados Unidos. Nomás la empeora.
Si, aquí mismo, los gobernantes rechazan operar cambios bajo presión en su equipo de trabajo, en Estados Unidos el asunto no es muy distinto. Bajo esa premisa, se ha colocado a la Casa Blanca ante una absurda disyuntiva: sostener a Carlos Pascual en México para dejar en claro que esa decisión se toma en Washington y no en Los Pinos [u]o, bien, relevarlo por un embajador todavía más duro y ratificar que los hombres cambian, no la política.
Sugerir el relevo del embajador estadounidense exigía enorme habilidad, indudable cortesía y gran disimulo, reclamar el cambio a través de la prensa supone enorme torpeza, malas maneras y gran escándalo. Si Obama hiciera lo mismo y destacara la ignorancia de Arturo Sarukhán como la desconfianza que le provoca, acá se tomaría muy mal el desplante. ¿Por qué, allá, no van tomar así los juicios de Calderón sobre Pascual? Ahora que si, de a de veras, la decisión es no querer ver más a Pascual en México, cosa de declararlo persona non grata.
Puede el presidente Calderón vanagloriarse de ir a Estados Unidos a decirle a los gringos lo que piensa. En su cara y en su casa, le reclamó a los legisladores enmendar su Constitución para evitar la venta de armas a los narcotraficantes mexicanos. En público y a través de la prensa, le reclama al presidente Obama cambiar su embajador. Puede vanagloriarse de eso,

Hasta donde se sabe, el saldo de la visita presidencial a Estados Unidos es sencillo: regresó con más problemas y peticiones, no con acuerdos ni soluciones.[/i]
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El aborto del despegue de Mexicana es un nuevo agravio a los trabajadores. Los funcionarios que tan animosamente impulsaron la idea de que PC Capital tomara la aerolínea

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Sin restarle mérito al Ejército y a la Marina que, en cuestión de días, detuvieron a los presuntos responsables del atentado contra los agentes del Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos,

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Ernesto Cordero, el delfín que no quiere nadar, algún día tendrá que explicar la contradicción de rechazar a priori cualquier propuesta de reforma fiscal tendiente a reactivar la economía interna sobre la base de reducir impuestos y acatar, sin chistar, los parches fiscales regresivos con ribete electoral que aplican en Los Pinos. ¿Cómo es que las primeras les parecen sexys y tramposas, y las segundas atinadas y atendibles? Si la campaña del precandidato que jura


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A la salida del embajador Carlos Pascual del gabinete presidencial seguirá la del procurador Arturo Chávez y la del secretario Francisco Blake. Las quejas del mandatario sobre Carlos Pascual son las mismas que supuestamente tiene sobre sus otros dos funcionarios. Le provocan desconfianza y malestar, y entonces cualquier día será bueno para nombrar al tercer procurador de la República y al quinto secretario de Gobernación. Aun cuando se esté en el quinto año del sexenio habrá que darles tiempo a los nuevos funcionarios para que, quizá, a más tardar, el último día de noviembre del año entrante, entiendan la dimensión del cargo y empiecen a operar. ¿Cuándo se operará ese cambio?
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Cualquier gota puede derramar el vaso, muchas ya están escurriendo. Eso sin desconsiderar las que todavía se pueden formar. ¡Qué días estos!
sobreaviso@latinmail.com
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Fecha de publicación: 5 Mar. 11