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Franca envidia la de @gloaeza Y yo también le tengo harta envida a Gerard Depardieu,
Franca envidia la de @gloaeza Y yo también le tengo harta envida a Gerard Depardieu, y porque no? @Carlosslim., y a @eazcarraga y a @RBSalinas…
Franco-ruso
x Guadalupe Loaeza
(8 enero 2013).- Hacía mucho tiempo que los franceses no se sentían tan consternados, pero sobre todo, indignados respecto al insólito comportamiento de uno de sus compatriotas. Hay que decir, no obstante, que no se trata de cualquier compatriota. Lejos de eso. Nos referimos al caso más sonado de los últimos días, de uno de los actores franceses más conocidos y mejor pagados del mundo, Gerard Depardieu. Sí, el mismo que nos conmovió en el papel de Danton, en el de Cyrano de Bergerac, o en el del joven audaz y atrevido de Les Valseuses. ¿Cómo olvidarlo transformado en Vatel, en Jean de Florette, o en Rodin? ¿Quién no vibró con la espléndida actuación de Depardieu en la película El retorno de Martin Guerre, o en la de Todas las mañanas del mundo? ¿Cómo no recordarlo en cintas como El último metro, La mujer de al lado, Los miserables o en la serie de tv El conde de Montecristo? Japoneses, italianos, finlandeses, puertorriqueños, franceses, brasileños, estadounidenses, alemanes, coreanos, mexicanos y hasta los esquimales hemos admirado a este gran actor en alguna de sus más de 170 películas. De allí que nos duela toda la polémica y críticas sumamente negativas que ha suscitado su determinación de irse a vivir fuera de Francia, a pesar de que ayer lunes afirmara en el canal deportivo L'Equipe 21 que: "Tengo pasaporte ruso pero sigo siendo francés y posiblemente tenga nacionalidad doble con Bélgica. Si quisiera escapar del fisco, como dice la prensa francesa, lo habría hecho hace mucho tiempo" (Liberation, 7-1-13).
Todo comenzó el día (15 de diciembre 2012) en que el actor "faro del cine tricolor", como suelen llamar a Depardieu en la prensa francesa, declaró que se iría a vivir a Néchin, un pequeño pueblo en Bélgica, debido a que el gobierno de Francois Hollande habría presentado una iniciativa para aumentar los impuestos a los millonarios al 75%. Aunque la iniciativa fue rechazada, aún se esperan algunas modificaciones. Por el momento, los franceses muy, muy ricos pagan el 41% de impuestos. No tardó mucho tiempo para que su declaración estallara en un verdadero escándalo. El que reaccionó furioso fue el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, al decir que Depardieu era un "minable", es decir, "un miserable". De inmediato el actor mandó una carta pública, Miserable, dijo usted "miserable"? He allí algo realmente miserable! En esta misiva que ha dado la vuelta al mundo, Depardieu le recordó al funcionario francés que empezó a trabajar, como impresor, desde los 14 años, para después convertirse en artista dramático. Siempre he pagado mis impuestos en todos los gobiernos... No pido que me apruebe, pero al menos podría ser respetado. Todos los que han dejado Francia (debido al pago de impuestos) no han sido injuriados como yo he sido. Líneas abajo, Depardieu dice haber pagado en 2012, el 85% de impuestos. Le regreso mi pasaporte y mi seguridad social, la cual nunca la he ocupado. Ya no somos dueños de la misma patria, soy un verdadero europeo, un ciudadano del mundo, como me inculcó mi padre toda su vida. En esta misma carta, le recuerda también al ministro la injusticia que cometió el gobierno francés, al encarcelar a su hijo Guillaume, juzgado por los jueces a tres años de prisión por 2 gramos de heroína, cuando a otros no los encarcelan por hechos mucho más graves. No lanzo la piedra a los que han padecido colesterol, hipertensión, diabetes, o excesos de alcohol o los que se duermen sobre su "scooter": yo soy uno de ellos, como insisten en repetir sus queridos medios. Nunca he matado a nadie y he pagado 145 millones de euros en impuestos durante 45 años... No merezco dar lástima, ni que me alaben, pero rehúso la palabra "miserable". Su despedida me recordó uno de sus monólogos, especialmente en los que se refieren en sus películas históricas. Bien podría haberla dicho Danton, o De Bergerac: ¿Quién es usted para juzgarme de ese modo, le pregunto, señor Ayrault, primer ministro del señor Hollande, le pregunto quién es usted? A pesar de mis excesos, de mi apetito y de mi amor a la vida, soy un ser libre, Señor (así con mayúscula), y me conservo educado.
¿A cuántos franceses millonarios no les gustaría escribir una carta semejante al primer ministro? ¿Cuántos de ellos no desearían obtener otra nacionalidad que la suya, con tal de no pagar tantos y tantos impuestos? Curiosamente, en el caso de México, país donde los híper-ricos no pagan impuestos, ni siquiera se da este tipo de casos. Los mexicanos millonarios no tienen, incluso, necesidad de optar por otra nacionalidad, nada más no pagan y ya. Por eso, en un momento dado, tuve deseos que Gerard Depardieu obtuviera su nacionalidad mexicana, pero desafortunadamente nadie se la ofreció, como ni tardo ni perezoso lo hiciera el presidente Vladimir Putin. De hecho Depardieu ya recibió su pasaporte ruso, país en el cual nada más se paga 13% de impuestos. Incluso el actor tiene una oferta para convertirse en ministro de Cultura.
La que también ya quiere obtener la ciudadanía rusa es la actriz Brigitte Bardot, otra de mis heroínas del cine francés. "Ya no aguanto Francia, ya no la soporto", declaró la defensora de los animales. Hace unos días, mandó una carta a Hollande, para que se impidiera la eutanasia de dos elefantes enfermos de tuberculosis. A ella, le deberían, asimismo, proponerle la nacionalidad mexicana para que cuidara a los animales que están a punto de extinción en México: como son la tortuga y la vaquita marina, el oso hormiguero y el mono araña.
Dirán misa los franceses, pero no pueden negar que, gracias a las películas de Depardieu y de Bardot, Francia no nada más es más conocida en el mundo, sino también, admirada...
gloaeza@yahoo.com
Franco-ruso
x Guadalupe Loaeza
(8 enero 2013).- Hacía mucho tiempo que los franceses no se sentían tan consternados, pero sobre todo, indignados respecto al insólito comportamiento de uno de sus compatriotas. Hay que decir, no obstante, que no se trata de cualquier compatriota. Lejos de eso. Nos referimos al caso más sonado de los últimos días, de uno de los actores franceses más conocidos y mejor pagados del mundo, Gerard Depardieu. Sí, el mismo que nos conmovió en el papel de Danton, en el de Cyrano de Bergerac, o en el del joven audaz y atrevido de Les Valseuses. ¿Cómo olvidarlo transformado en Vatel, en Jean de Florette, o en Rodin? ¿Quién no vibró con la espléndida actuación de Depardieu en la película El retorno de Martin Guerre, o en la de Todas las mañanas del mundo? ¿Cómo no recordarlo en cintas como El último metro, La mujer de al lado, Los miserables o en la serie de tv El conde de Montecristo? Japoneses, italianos, finlandeses, puertorriqueños, franceses, brasileños, estadounidenses, alemanes, coreanos, mexicanos y hasta los esquimales hemos admirado a este gran actor en alguna de sus más de 170 películas. De allí que nos duela toda la polémica y críticas sumamente negativas que ha suscitado su determinación de irse a vivir fuera de Francia, a pesar de que ayer lunes afirmara en el canal deportivo L'Equipe 21 que: "Tengo pasaporte ruso pero sigo siendo francés y posiblemente tenga nacionalidad doble con Bélgica. Si quisiera escapar del fisco, como dice la prensa francesa, lo habría hecho hace mucho tiempo" (Liberation, 7-1-13).
Todo comenzó el día (15 de diciembre 2012) en que el actor "faro del cine tricolor", como suelen llamar a Depardieu en la prensa francesa, declaró que se iría a vivir a Néchin, un pequeño pueblo en Bélgica, debido a que el gobierno de Francois Hollande habría presentado una iniciativa para aumentar los impuestos a los millonarios al 75%. Aunque la iniciativa fue rechazada, aún se esperan algunas modificaciones. Por el momento, los franceses muy, muy ricos pagan el 41% de impuestos. No tardó mucho tiempo para que su declaración estallara en un verdadero escándalo. El que reaccionó furioso fue el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, al decir que Depardieu era un "minable", es decir, "un miserable". De inmediato el actor mandó una carta pública, Miserable, dijo usted "miserable"? He allí algo realmente miserable! En esta misiva que ha dado la vuelta al mundo, Depardieu le recordó al funcionario francés que empezó a trabajar, como impresor, desde los 14 años, para después convertirse en artista dramático. Siempre he pagado mis impuestos en todos los gobiernos... No pido que me apruebe, pero al menos podría ser respetado. Todos los que han dejado Francia (debido al pago de impuestos) no han sido injuriados como yo he sido. Líneas abajo, Depardieu dice haber pagado en 2012, el 85% de impuestos. Le regreso mi pasaporte y mi seguridad social, la cual nunca la he ocupado. Ya no somos dueños de la misma patria, soy un verdadero europeo, un ciudadano del mundo, como me inculcó mi padre toda su vida. En esta misma carta, le recuerda también al ministro la injusticia que cometió el gobierno francés, al encarcelar a su hijo Guillaume, juzgado por los jueces a tres años de prisión por 2 gramos de heroína, cuando a otros no los encarcelan por hechos mucho más graves. No lanzo la piedra a los que han padecido colesterol, hipertensión, diabetes, o excesos de alcohol o los que se duermen sobre su "scooter": yo soy uno de ellos, como insisten en repetir sus queridos medios. Nunca he matado a nadie y he pagado 145 millones de euros en impuestos durante 45 años... No merezco dar lástima, ni que me alaben, pero rehúso la palabra "miserable". Su despedida me recordó uno de sus monólogos, especialmente en los que se refieren en sus películas históricas. Bien podría haberla dicho Danton, o De Bergerac: ¿Quién es usted para juzgarme de ese modo, le pregunto, señor Ayrault, primer ministro del señor Hollande, le pregunto quién es usted? A pesar de mis excesos, de mi apetito y de mi amor a la vida, soy un ser libre, Señor (así con mayúscula), y me conservo educado.
¿A cuántos franceses millonarios no les gustaría escribir una carta semejante al primer ministro? ¿Cuántos de ellos no desearían obtener otra nacionalidad que la suya, con tal de no pagar tantos y tantos impuestos? Curiosamente, en el caso de México, país donde los híper-ricos no pagan impuestos, ni siquiera se da este tipo de casos. Los mexicanos millonarios no tienen, incluso, necesidad de optar por otra nacionalidad, nada más no pagan y ya. Por eso, en un momento dado, tuve deseos que Gerard Depardieu obtuviera su nacionalidad mexicana, pero desafortunadamente nadie se la ofreció, como ni tardo ni perezoso lo hiciera el presidente Vladimir Putin. De hecho Depardieu ya recibió su pasaporte ruso, país en el cual nada más se paga 13% de impuestos. Incluso el actor tiene una oferta para convertirse en ministro de Cultura.
La que también ya quiere obtener la ciudadanía rusa es la actriz Brigitte Bardot, otra de mis heroínas del cine francés. "Ya no aguanto Francia, ya no la soporto", declaró la defensora de los animales. Hace unos días, mandó una carta a Hollande, para que se impidiera la eutanasia de dos elefantes enfermos de tuberculosis. A ella, le deberían, asimismo, proponerle la nacionalidad mexicana para que cuidara a los animales que están a punto de extinción en México: como son la tortuga y la vaquita marina, el oso hormiguero y el mono araña.
Dirán misa los franceses, pero no pueden negar que, gracias a las películas de Depardieu y de Bardot, Francia no nada más es más conocida en el mundo, sino también, admirada...
gloaeza@yahoo.com