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Cachetada con guante blanco.

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  • Cachetada con guante blanco.


    Serpientes y Escaleras
    Salvador García Soto
    19 de julio de 2008

    Fue tan elegante la jugada del Presidente que Marcelo, que de estrategia política entiende algo, tuvo que salir a agradecer la cooperación desde Los Pinos
    Políticamente fue impecable. Felipe Calderón salió en un mensaje nacional a aceptar y validar a los nuevos encargados de la seguridad del DF que le propuso Marcelo Ebrard. Ni un cuestionamiento ni un reproche para el jefe de Gobierno que, obcecado y por atavismos personales, se niega a reconocerlo como Presidente. Por el contrario, además de aceptarle a Manuel Mondragón y a Miguel Mancera como nuevos secretario de Seguridad Pública y procurador capitalino, Calderón se dio tiempo para enviar un llamado civilizado a la cooperación y al diálogo entre los dos gobiernos.
    Eso sí, en algo que le valió críticas por todos lados, insistió en no llamar “presidente” al Presidente, aunque finalmente también el jefe de Gobierno dio un viraje y ablandó su trato hacia la casa presidencial.
    De paso, Calderón dejó claro que si funcionan o no los nuevos encargados de la seguridad de la ciudad, la responsabilidad será de Ebrard, porque en ambos casos la cercanía del jefe de Gobierno con los nuevos funcionarios está documentada, y a los dos Marcelo les encomendó públicamente llegar a reordenar y resolver las deficiencias, abusos y corruptelas de la SSP y la PGJDF exhibidas tras la tragedia del New’s Divine.
    En sentido estricto Calderón no tenía motivos profesionales para objetar las propuestas, aunque la ley le da la facultad de rechazarlas y ser él quien decida quiénes ocupan ese cargo. Tal vez si el Presidente se hubiera visto rencoroso podría haber recordado un incidente muy poco agradable para él y en el que se vio involucrado el flamante secretario de Seguridad, Manuel Mondragón.
    En los tensos días posteriores a la elección del 2 de julio, cuando se radicalizaba cada vez más el movimiento de protesta encabezado por López Obrador y la crispación política crecía en el país, no era nada fácil que Felipe Calderón, entonces virtual ganador de la elección según el IFE, se presentara en eventos públicos, y menos en el DF por la presencia de las fuerzas que apoyaban a AMLO.
    Pero aun con el riesgo, el 18 de julio de 2006, Calderón decidió asistir a una invitación del Club de Periodistas de México, ubicado en la calle de Filomeno Mata, en el Centro Histórico. Cuando salía del evento, un grupo de unas 10 personas lo encaró para protestar por su triunfo que aún no era validado por el TEPJF. Eran cuatro mujeres de la red de Mujeres AC y tres jóvenes de la Universidad Metropolitana los que, con pancartas y enardecidos, le salieron al paso a un apurado Calderón. Le hicieron señas, le golpearon la camioneta y gritaban “voto por voto, casilla por casilla, chingue a su madre Felipe y su pandilla”.
    Las señoras enardecidas no sólo le gritaron en la cara a Calderón, lo persiguieron hasta su camioneta y, una vez arriba el panista, golpearon y movieron el auto que tuvo que arrancar aprisa para rehuir la protesta.
    Por aquellos días, una nota de Alberto González, en Reforma, consignó que las señoras que encararon a Calderón y golpearon su camioneta eran parte de las redes ciudadanas de Marcelo Ebrard que coordinaba nada menos que Manuel Mondragón. Después de que renunció a su puesto de subsecretario de Prevención del Delito, en solidaridad con Ebrard que había sido destituido por Vicente Fox tras su negligente actuación en Tláhuac, Mondragón fue recompensado con la coordinación de las redes de la campaña de Marcelo a la jefatura de Gobierno.
    Dos de las mujeres que encararon a Calderón eran María Hernández y Eugenia de la O; la primera era coordinadora de las redes ciudadanas de Ebrard en Xochimilco y la segunda en Cuauhtémoc. Y el 22 de julio, unos días después del incidente con Calderón, las dos mujeres recibieron un reconocimiento como “promotoras del voto” y, en un acto público en que fueron puestas como ejemplo de la lucha y de la “resistencia pacífica”, su coordinador, Mondragón, les hizo entrega del premio en el Club de Leones de la colonia Roma.
    Mondragón y Kalb quiso deslindar a sus redes de esta situación, mas aclaró: “Todo mundo tiene derecho a manifestarse”; pero la imagen de María Hernández estaba en varios medios gritándole casi en la cara a Calderón y siendo retirada por elementos del Estado Mayor Presidencial; mientras Eugenia de la O gritaba, con el rostro descompuesto, cerca de la ventanilla de la camioneta. La acción de María Hernández tuvo más recompensas. Cuando Mondragón fue nombrado por Marcelo secretario de Salud del DF, María fue designada directora de área de la dependencia.
    Y pensar que, casi exactamente dos años después de aquel incidente, Calderón aceptó, sin objeciones de ningún tipo, que Manuel Mondragón sea secretario de Seguridad Pública del DF. Las vueltas que da la vida.
    La inteligencia no se mide por el IQ, sino por la capacidad que se tiene para entender a los demás.
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