Por primera vez estoy de acuerdo ( aunque parcialmente, ya que el pejero loco si ERA un peligro para México) con Lupita la Boba esa:
feliponcio es más gris que una rata bodeguera!
Sin embargo si el pejestorio hubiera sido el preciso, yo si me habría cuando menos suicidado
Aunque Ciorán indica que lo que buscaba Diógenes con su lamparita era un indiferente
Saludos.
feliponcio es más gris que una rata bodeguera!
¡¡¡Ni fu... ni fa...!!!Por Guadalupe Loaeza
Desde que está en la Presidencia, confieso que nunca he escrito sobre él. ¡Qué barbaridad, porque ya ha pasado más de un año y en todo este tiempo no le he dedicado ni un solo texto! Sinceramente, no es que no quiera hacerlo, al contrario, nada me gustaría más que compartir mi opinión con los lectores respecto a su gestión, sea ésta positiva o negativa. Pero me temo que el personaje no me inspira. Cosa rara porque desde que empecé a escribir allá por 1982, uno de mis temas más recurrentes siempre ha sido opinar acerca del Presidente en turno. Pero quién sabe qué me pasa con Felipe Calderón que por más que intento buscar un motivo para escribir, no se me ocurre nada.
"¿Cómo es posible, señora, que no tenga nada de qué escribir a propósito del presidente de la República de uno de los países más importantes de América Latina? ¿Cómo es posible que no se pueda referir ya sea a uno de sus logros o bien, a sus desatinos, en estos momentos tan complejos que estamos viviendo millones de mexicanos?", se preguntarán no sin razón muchos lectores. Es cierto. Tienen razón. Pero también es verdad que no me nace y eso es lo que me preocupa. Sin ir más lejos el domingo por la madrugada se me fue el sueño, pensando qué podría escribir sobre Felipe Calderón y por más que pensaba y pensaba, no se me ocurrió nada. Cuando dieron las siete de la mañana, prendí el radio en Radio Trece, para ver si el noticiario de Javier Solórzano me inspiraba un poco alrededor de Calderón, pero no fue así y eso que lo escuché hasta las diez. No sé a qué atribuir mi bloqueo. ¿Que si sigo enojada porque supuestamente ganó las elecciones? Para nada. De hecho, a veces se me olvida que supuestamente sí ganó la Presidencia. Más bien, lo que no me queda claro es que Calderón sea efectivamente el que mande en Los Pinos. Por absurdo que parezca, por más que lo busco (metafóricamente hablando), no lo encuentro por ninguna parte. En otras palabras, no asumo a Felipe Calderón como Presidente, porque no lo veo como Presidente, ni lo siento como Presidente, ni me parece que actúa como Presidente. Es horrible despertarse por la mañana y saberse ciudadana sin Presidente. No sé si está de viaje oficial o si está en México. Cuando lo veo en las noticias, lo veo como a un funcionario muy trabajador, que hace declaraciones, que habla del petróleo, de los inmigrantes y del crimen organizado, pero no como a un líder o como el primer mandatario. Repito, no estoy hablando por la herida, ni estoy resentida, ni mucho menos puedo decir que Felipe Calderón me caiga mal. Estoy segura que es muy buen marido, buen padre, buen amigo, muy buen hijo, magnífico cuñado, pero por lo que a mí respecta, hay algo en su personalidad que me impide verlo como presidente de la República. A lo mejor fue muy buen presidente de su partido. Ah, justamente, a propósito de este periodo, quiero escribir una anécdota (ay, por fin se me ocurrió escribir algo alrededor de su persona, ¡qué maravilla!) que me sucedió cuando Felipe era, precisamente, presidente de Acción Nacional. Entonces tenía un programa en el Canal 40 que se llamaba A través del espejo y en febrero de 1997 se cumplían 100 años del nacimiento de don Manuel Gómez Morín, por tal motivo, le hice un programa al fundador del PAN. Los invitados eran Cecilia Landerreche de Hinojosa, directora del Centro Cultural Manuel Gómez Marín, y Calderón. Lo que sucedió a la mitad del programa fue de verdad algo inexplicable. No sé qué mosca me picó, el caso es que de pronto le digo a Calderón: "Mientras te escuchaba hablar de todos los fraudes electorales que ha sufrido el PAN a lo largo de sus sesenta años de repente tuve una corazonada; ( Y AQUI VIENE LUPITA LA VIDENTE) me dije: 'este muchacho, porque ciertamente eres muy joven, puede llegar a ser presidente de la República'". Dicho lo anterior, se hizo un silencio. Los tres nos quedamos como pasmados. Nunca olvidaré la cara de Felipe, whaaaaaaaaaaaaaat??????, parecía decirme con los ojos bien abiertos y con una cara de absoluta incredulidad. Por su parte, Cecilia también se quedó muy desorientada por mi comentario tan fuera de lugar. Acto seguido lo único que me restó hacer en esos momentos fue sonreír y poner cara de "yo no fui...". Hasta la fecha, ignoro qué diablos me sucedió. ¿Por qué pronostiqué algo que al cabo de 10 años lamentaría de todo corazón? ¿Le estaba haciendo la barba al presidente del PAN? Imposible, entonces apoyaba al primer jefe de Gobierno de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas. ¿De verdad le vi cara de Presidente a Felipe Calderón? Sinceramente, no lo creo. Especialmente en esa época en que se veía como el típico joven panista, conservador, de anteojos, un poco cachetón y con más pelo que ahora. Lo que sí recuerdo es que me pareció simpático y dicharachero, lo advertí con sentido del humor y muy articulado. Además, me llamó la atención el conocimiento tan profundo que tenía acerca de la vida de don Manuel; de él sabía al pie de la letra fechas, lugares, nombres de las personas que lo rodeaban y toda su trayectoria. Por otro lado, le pude haber dicho lo mismo a Cecilia, ya que se sabía de memoria la vida de su abuelo y es igualmente inteligente y articulada. Me acuerdo que al terminar el programa, mientras me desmaquillaba frente al espejo del entonces estudio del Canal 40, me dije muy quedito al acordarme lo que le había dicho al presidente del PAN: "Ay, que se te haga la boca chicharrón...".
Ahora me pregunto: ¿por qué en ese programa de televisión sí vi a Felipe como Presidente, y ahora que efectivamente lo es, no lo veo para nada como mandatario? ¿Quién de los dos cambió tan radicalmente, él o yo? En esos tiempos, ¿aspiraba realmente Felipe la Presidencia de la República o ni por asomo se le atravesaba por la cabeza? Cuando se ve en el espejo, sin banda y sin todo el aparato que suele rodearlo, ¿se ve él mismo como Presidente o como el candidato perdedor? ¿Lo verán sus amigos de toda la vida, como Presidente o les pasará como a mí? ¿Qué debo hacer para ver a Felipe como Presidente? ¿Hacerle otra entrevista por televisión? No, nunca había tenido tantas dudas respecto a la identidad de mi Presidente. Aunque no estaba orgullosa de tener un Presidente como Fox, por lo menos sabía que él estaba allí por sus metidotas de pata... Lo que me frustra con Felipe Calderón es que no me importa si es o no es mi Presidente. En otras palabras, me es totalmente indiferente... Como se decía en los cincuenta: "¡ni fu... ni fa...!" ops:
Desde que está en la Presidencia, confieso que nunca he escrito sobre él. ¡Qué barbaridad, porque ya ha pasado más de un año y en todo este tiempo no le he dedicado ni un solo texto! Sinceramente, no es que no quiera hacerlo, al contrario, nada me gustaría más que compartir mi opinión con los lectores respecto a su gestión, sea ésta positiva o negativa. Pero me temo que el personaje no me inspira. Cosa rara porque desde que empecé a escribir allá por 1982, uno de mis temas más recurrentes siempre ha sido opinar acerca del Presidente en turno. Pero quién sabe qué me pasa con Felipe Calderón que por más que intento buscar un motivo para escribir, no se me ocurre nada.
"¿Cómo es posible, señora, que no tenga nada de qué escribir a propósito del presidente de la República de uno de los países más importantes de América Latina? ¿Cómo es posible que no se pueda referir ya sea a uno de sus logros o bien, a sus desatinos, en estos momentos tan complejos que estamos viviendo millones de mexicanos?", se preguntarán no sin razón muchos lectores. Es cierto. Tienen razón. Pero también es verdad que no me nace y eso es lo que me preocupa. Sin ir más lejos el domingo por la madrugada se me fue el sueño, pensando qué podría escribir sobre Felipe Calderón y por más que pensaba y pensaba, no se me ocurrió nada. Cuando dieron las siete de la mañana, prendí el radio en Radio Trece, para ver si el noticiario de Javier Solórzano me inspiraba un poco alrededor de Calderón, pero no fue así y eso que lo escuché hasta las diez. No sé a qué atribuir mi bloqueo. ¿Que si sigo enojada porque supuestamente ganó las elecciones? Para nada. De hecho, a veces se me olvida que supuestamente sí ganó la Presidencia. Más bien, lo que no me queda claro es que Calderón sea efectivamente el que mande en Los Pinos. Por absurdo que parezca, por más que lo busco (metafóricamente hablando), no lo encuentro por ninguna parte. En otras palabras, no asumo a Felipe Calderón como Presidente, porque no lo veo como Presidente, ni lo siento como Presidente, ni me parece que actúa como Presidente. Es horrible despertarse por la mañana y saberse ciudadana sin Presidente. No sé si está de viaje oficial o si está en México. Cuando lo veo en las noticias, lo veo como a un funcionario muy trabajador, que hace declaraciones, que habla del petróleo, de los inmigrantes y del crimen organizado, pero no como a un líder o como el primer mandatario. Repito, no estoy hablando por la herida, ni estoy resentida, ni mucho menos puedo decir que Felipe Calderón me caiga mal. Estoy segura que es muy buen marido, buen padre, buen amigo, muy buen hijo, magnífico cuñado, pero por lo que a mí respecta, hay algo en su personalidad que me impide verlo como presidente de la República. A lo mejor fue muy buen presidente de su partido. Ah, justamente, a propósito de este periodo, quiero escribir una anécdota (ay, por fin se me ocurrió escribir algo alrededor de su persona, ¡qué maravilla!) que me sucedió cuando Felipe era, precisamente, presidente de Acción Nacional. Entonces tenía un programa en el Canal 40 que se llamaba A través del espejo y en febrero de 1997 se cumplían 100 años del nacimiento de don Manuel Gómez Morín, por tal motivo, le hice un programa al fundador del PAN. Los invitados eran Cecilia Landerreche de Hinojosa, directora del Centro Cultural Manuel Gómez Marín, y Calderón. Lo que sucedió a la mitad del programa fue de verdad algo inexplicable. No sé qué mosca me picó, el caso es que de pronto le digo a Calderón: "Mientras te escuchaba hablar de todos los fraudes electorales que ha sufrido el PAN a lo largo de sus sesenta años de repente tuve una corazonada; ( Y AQUI VIENE LUPITA LA VIDENTE) me dije: 'este muchacho, porque ciertamente eres muy joven, puede llegar a ser presidente de la República'". Dicho lo anterior, se hizo un silencio. Los tres nos quedamos como pasmados. Nunca olvidaré la cara de Felipe, whaaaaaaaaaaaaaat??????, parecía decirme con los ojos bien abiertos y con una cara de absoluta incredulidad. Por su parte, Cecilia también se quedó muy desorientada por mi comentario tan fuera de lugar. Acto seguido lo único que me restó hacer en esos momentos fue sonreír y poner cara de "yo no fui...". Hasta la fecha, ignoro qué diablos me sucedió. ¿Por qué pronostiqué algo que al cabo de 10 años lamentaría de todo corazón? ¿Le estaba haciendo la barba al presidente del PAN? Imposible, entonces apoyaba al primer jefe de Gobierno de la oposición, Cuauhtémoc Cárdenas. ¿De verdad le vi cara de Presidente a Felipe Calderón? Sinceramente, no lo creo. Especialmente en esa época en que se veía como el típico joven panista, conservador, de anteojos, un poco cachetón y con más pelo que ahora. Lo que sí recuerdo es que me pareció simpático y dicharachero, lo advertí con sentido del humor y muy articulado. Además, me llamó la atención el conocimiento tan profundo que tenía acerca de la vida de don Manuel; de él sabía al pie de la letra fechas, lugares, nombres de las personas que lo rodeaban y toda su trayectoria. Por otro lado, le pude haber dicho lo mismo a Cecilia, ya que se sabía de memoria la vida de su abuelo y es igualmente inteligente y articulada. Me acuerdo que al terminar el programa, mientras me desmaquillaba frente al espejo del entonces estudio del Canal 40, me dije muy quedito al acordarme lo que le había dicho al presidente del PAN: "Ay, que se te haga la boca chicharrón...".
Ahora me pregunto: ¿por qué en ese programa de televisión sí vi a Felipe como Presidente, y ahora que efectivamente lo es, no lo veo para nada como mandatario? ¿Quién de los dos cambió tan radicalmente, él o yo? En esos tiempos, ¿aspiraba realmente Felipe la Presidencia de la República o ni por asomo se le atravesaba por la cabeza? Cuando se ve en el espejo, sin banda y sin todo el aparato que suele rodearlo, ¿se ve él mismo como Presidente o como el candidato perdedor? ¿Lo verán sus amigos de toda la vida, como Presidente o les pasará como a mí? ¿Qué debo hacer para ver a Felipe como Presidente? ¿Hacerle otra entrevista por televisión? No, nunca había tenido tantas dudas respecto a la identidad de mi Presidente. Aunque no estaba orgullosa de tener un Presidente como Fox, por lo menos sabía que él estaba allí por sus metidotas de pata... Lo que me frustra con Felipe Calderón es que no me importa si es o no es mi Presidente. En otras palabras, me es totalmente indiferente... Como se decía en los cincuenta: "¡ni fu... ni fa...!" ops:
Aunque Ciorán indica que lo que buscaba Diógenes con su lamparita era un indiferente
Saludos.
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