Pito Garza Sada
Por Rosaura Barahona
Grupo Reforma
Alain de Botton nos explica en su interesante y ameno libro: "Status anxiety" ("Ansiedad por el estatus", Taurus 2004) de donde viene la lucha enfermiza por tener estatus, en la que todos participamos de un modo u otro. El estatus puede ser económico o no, pero es estatus al fin y al cabo.
A pesar de que lo material no garantiza la felicidad, seguimos consumiendo cosas innecesarias para demostrar a otros que tenemos dinero (sobre todo, cuando no lo tenemos). De ahí que la ansiedad por un auto nuevo ceda en cuanto lo poseemos y sea sustituida por otra ansiedad similar: una casa mayor, un viaje maravilloso, una joya costosa.
El viernes pasado, mí querido Felipe Díaz Garza reflexionó sobre un incidente del que El NORTE dio cuenta: dos señores jóvenes fueron provocados por tres chicos de nuestra clase económica más alta y hubo una riña cuando los guaruras de uno de los chicos intervinieron. Todos fueron detenidos.
Como los guaruras mostraron su permiso para portar armas sólo fueron multados por una falta administrativa. Los exámenes de los tres chicos, Roberto Garza Sada, Jorge Treviño Garza y Rodrigo Padilla Jiménez mostraron que el primero traía ebriedad completa y el segundo, incompleta. De Padilla no se dice nada, excepto que fue multado por insultar a la autoridad.
Cuando los detenidos fueron fotografiados, Garza le gritó al reportero: "Yo soy Roberto Garza Sada, ¿y tú?... Tú eres Pito Pérez, ¿verdad?".
Cuando se escribe teatro, el autor debe valerse principalmente de los parlamentos para dar a conocer al espectador todo sobre el carácter y la condición humana de sus personajes. No puede, como en la novela, valerse de un narrador o de un monólogo para dar a conocer su mentalidad, sus sentimientos, su estado de ánimo. Todo debe ser a través de unas cuantas palabras. De ahí lo difícil de escribir buen teatro; cada palabra cuenta y tiene una carga poética.
Un enunciado breve debe dejar traslucir algo clave que nos remita a la mentalidad de quien la dice. Por eso la expresión de Garza es una joya: en unas cuantas palabras refleja su clasismo, su racismo, su prepotencia, su falta de orientación, su rabia, su ignorancia y sus ¿valores?
No sé en qué colegio estudió Roberto, pero le apuesto a que fue en uno de los que se ufanan de enseñar muchos valores. ¿Y prepa? En una de las que se construyen para evitar que se mezclen clasemedieros y ricos. No sé en qué universidad estudie ni si estudia), pero le aseguro que no tiene idea de quién es José Rubén Romero, a quien rindió homenaje sin saberlo.
José Rubén Romero (1890-1952) nació en Michoacán y es un espléndido escritor al que no se ha leído lo suficiente. Su prosa, su sentido del humor y su visión crítica son una delicia. JRR se inspiró en Jesús Pérez Gaona, personaje real de la picaresca mexicana, para escribir "La vida inútil de Pito Pérez", que refleja muchas características de los mexicanos.
¿Qué diferencia hay entre Roberto y el reportero al que trató de insultar? El dinero, la mala educación y la prepotencia. Nada más. Ambos son iguales biológicamente, comparten una lengua, una ciudad, tradiciones y costumbres, aunque en esferas distintas. En esencia es lo mismo.
"Yo soy Roberto Garza Sada, ¿y tú?" ¿Qué significará ser Roberto Garza Sada, cuando no se ha hecho nada por serlo, excepto nacer? El nombre lo escogieron sus padres y los apellidos son conocidos en la ciudad, pero no ilustres por ellos mismos: hay que cuidarlos, pulirlos y conservarlos limpios, como a cualquier apellido. Eso cuesta y no se logra insultando reporteros que cumplen con su chamba.
Desconozco el árbol genealógico de Roberto, pero supongo que en alguna rama debe estar vinculado a personas como don Eugenio Garza Sada. ¿Sabrá Roberto que don Eugenio al llegar a la sesión de consejeros del Tec aprovechaba para comer en el comedor de estudiantes y tomaba su charola como cualquiera, se formaba como cualquiera y comía lo que le servían, como cualquiera? Yo lo vi por años.
¿Sabrá Roberto que don Eugenio recorría el Tec y anotaba en una libretita la llave goteadora, el baño descompuesto, la puerta floja? ¿Sabrá que saludaba a los jardineros y a los consejeros del mismo modo? ¿Sabrá que con frecuencia preguntaba a los mozos por su salud, por su familia o si ya había nacido el hijo que esperaban?
Jamás don Eugenio trató a nadie como Pitos Pérez. A pesar de su riqueza, era una persona educada y entendía que todo ser humano merece respeto. Sabía que su propia condición de privilegio lo obligaba a ser generoso con quienes menos oportunidades tenían. Roberto comparte con él sus apellidos y nada más. Por desgracia.
¿Eran otros tiempos los de don Eugenio? Claro. Eran los tiempos en que no se debía ser prepotente para que los demás supieran que se era rico.
Pobre Roberto Garza Sada (ya conocido como Pito Garza Sada). Esperemos que el personaje de Romero lo perdone porque, desde luego, le falta mucho al chico regiomontano para alcanzar su misma categoría.
Por Rosaura Barahona
Grupo Reforma
Alain de Botton nos explica en su interesante y ameno libro: "Status anxiety" ("Ansiedad por el estatus", Taurus 2004) de donde viene la lucha enfermiza por tener estatus, en la que todos participamos de un modo u otro. El estatus puede ser económico o no, pero es estatus al fin y al cabo.
A pesar de que lo material no garantiza la felicidad, seguimos consumiendo cosas innecesarias para demostrar a otros que tenemos dinero (sobre todo, cuando no lo tenemos). De ahí que la ansiedad por un auto nuevo ceda en cuanto lo poseemos y sea sustituida por otra ansiedad similar: una casa mayor, un viaje maravilloso, una joya costosa.
El viernes pasado, mí querido Felipe Díaz Garza reflexionó sobre un incidente del que El NORTE dio cuenta: dos señores jóvenes fueron provocados por tres chicos de nuestra clase económica más alta y hubo una riña cuando los guaruras de uno de los chicos intervinieron. Todos fueron detenidos.
Como los guaruras mostraron su permiso para portar armas sólo fueron multados por una falta administrativa. Los exámenes de los tres chicos, Roberto Garza Sada, Jorge Treviño Garza y Rodrigo Padilla Jiménez mostraron que el primero traía ebriedad completa y el segundo, incompleta. De Padilla no se dice nada, excepto que fue multado por insultar a la autoridad.
Cuando los detenidos fueron fotografiados, Garza le gritó al reportero: "Yo soy Roberto Garza Sada, ¿y tú?... Tú eres Pito Pérez, ¿verdad?".
Cuando se escribe teatro, el autor debe valerse principalmente de los parlamentos para dar a conocer al espectador todo sobre el carácter y la condición humana de sus personajes. No puede, como en la novela, valerse de un narrador o de un monólogo para dar a conocer su mentalidad, sus sentimientos, su estado de ánimo. Todo debe ser a través de unas cuantas palabras. De ahí lo difícil de escribir buen teatro; cada palabra cuenta y tiene una carga poética.
Un enunciado breve debe dejar traslucir algo clave que nos remita a la mentalidad de quien la dice. Por eso la expresión de Garza es una joya: en unas cuantas palabras refleja su clasismo, su racismo, su prepotencia, su falta de orientación, su rabia, su ignorancia y sus ¿valores?
No sé en qué colegio estudió Roberto, pero le apuesto a que fue en uno de los que se ufanan de enseñar muchos valores. ¿Y prepa? En una de las que se construyen para evitar que se mezclen clasemedieros y ricos. No sé en qué universidad estudie ni si estudia), pero le aseguro que no tiene idea de quién es José Rubén Romero, a quien rindió homenaje sin saberlo.
José Rubén Romero (1890-1952) nació en Michoacán y es un espléndido escritor al que no se ha leído lo suficiente. Su prosa, su sentido del humor y su visión crítica son una delicia. JRR se inspiró en Jesús Pérez Gaona, personaje real de la picaresca mexicana, para escribir "La vida inútil de Pito Pérez", que refleja muchas características de los mexicanos.
¿Qué diferencia hay entre Roberto y el reportero al que trató de insultar? El dinero, la mala educación y la prepotencia. Nada más. Ambos son iguales biológicamente, comparten una lengua, una ciudad, tradiciones y costumbres, aunque en esferas distintas. En esencia es lo mismo.
"Yo soy Roberto Garza Sada, ¿y tú?" ¿Qué significará ser Roberto Garza Sada, cuando no se ha hecho nada por serlo, excepto nacer? El nombre lo escogieron sus padres y los apellidos son conocidos en la ciudad, pero no ilustres por ellos mismos: hay que cuidarlos, pulirlos y conservarlos limpios, como a cualquier apellido. Eso cuesta y no se logra insultando reporteros que cumplen con su chamba.
Desconozco el árbol genealógico de Roberto, pero supongo que en alguna rama debe estar vinculado a personas como don Eugenio Garza Sada. ¿Sabrá Roberto que don Eugenio al llegar a la sesión de consejeros del Tec aprovechaba para comer en el comedor de estudiantes y tomaba su charola como cualquiera, se formaba como cualquiera y comía lo que le servían, como cualquiera? Yo lo vi por años.
¿Sabrá Roberto que don Eugenio recorría el Tec y anotaba en una libretita la llave goteadora, el baño descompuesto, la puerta floja? ¿Sabrá que saludaba a los jardineros y a los consejeros del mismo modo? ¿Sabrá que con frecuencia preguntaba a los mozos por su salud, por su familia o si ya había nacido el hijo que esperaban?
Jamás don Eugenio trató a nadie como Pitos Pérez. A pesar de su riqueza, era una persona educada y entendía que todo ser humano merece respeto. Sabía que su propia condición de privilegio lo obligaba a ser generoso con quienes menos oportunidades tenían. Roberto comparte con él sus apellidos y nada más. Por desgracia.
¿Eran otros tiempos los de don Eugenio? Claro. Eran los tiempos en que no se debía ser prepotente para que los demás supieran que se era rico.
Pobre Roberto Garza Sada (ya conocido como Pito Garza Sada). Esperemos que el personaje de Romero lo perdone porque, desde luego, le falta mucho al chico regiomontano para alcanzar su misma categoría.
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