La mala racha de México
Andrés Oppenheimer
31 Jul. 09
Pobre México. Como si no tuviera suficientes problemas con la violencia de los carteles del narcotráfico, la epidemia de gripe porcina y la crisis económica, ahora llega Bruno
Vi la película unas noches atrás y salí moviendo la cabeza, sin saber claramente si acababa de ver una repugnante diatriba racista, o una comedia irreverente que sólo hay que tomar como tal.
Su personaje central, un modelo gay austríaco convertido en periodista televisivo, interpretado por el comediante británico Sacha Baron Cohen, se burla prácticamente de todo el mundo, pero es particularmente brutal con los mexicanos.
En su show televisivo ficticio, Bruno convida a sus invitados a sentarse sobre hombres que están en cuatro patas, mirando el piso con una mezcla de aburrimiento y resignación, y que tienen todo el aspecto del estereotipo de los migrantes mexicanos, bigotes densos incluidos.
"Adelante, tome asiento en uno de nuestros maravillosos sillones", le dice Bruno a su atónita invitada, la cantante pop Paula Abdul. "Son nuestros sillones humanos mexicanos. Demi Moore tiene dos en su casa".
Todo el cine estalló en carcajadas. Una parte de mí se unió al coro de risas y otra parte pensó: "esto es de mal gusto".
La mayoría de los mexicanos no lo ven con mucha gracia.
"No hay memoria de una percepción mundial más depresiva de México", escribió el ex vocero del Gobierno mexicano José Carreño Carlon en el periódico El Universal del miércoles. "No más mexicanos altivos, románticos ni ingeniosos en el estereotipo mundial. No más el México de las modernizaciones de principios de la década de 1990 ni la nueva era de la democracia mexicana (...) Sólo imágenes de mexicanos rotos, dispuestos a ser utilizados como cosas".
Según cifras oficiales del Gobierno mexicano, solo la epidemia de H1N1 le costará este año al país alrededor de 4 mil millones de dólares en turismo e ingresos comerciales perdidos. México ha lanzado una campaña publicitaria internacional de 100 millones de dólares para volver a estimular el turismo en el país.
Curioso por saber cómo responderá México a esta película, llamé a Bruno Ferrari, director de Pro-México, la agencia gubernamental mexicana a cargo de mejorar la imagen del país en el exterior.
Ferrari me dijo que el filme todavía no se ha exhibido en México, y que él no lo ha visto, pero que tiene sentimientos encontrados sobre la manera en que deberían reaccionar los funcionarios oficiales.
Por un lado, cualquier cosa que ofenda la dignidad de un pueblo, independientemente del pueblo de que se trate, es racista y debe ser denunciada como tal por quienes representan al país. Por otro lado, hablar sobre la película sólo ayudará a que vaya más publico a verla, dijo.
"Habrá que evaluarlo muy bien," dijo Ferrari. "Creo que habrá que hacer un análisis profundo para ver cómo reaccionar".
Simon Anholt, el experto británico en "marca país" que publica cada año el Ranking de Marca País Anholt-GFK Roper - una encuesta realizada con más de 20 mil personas de todo el mundo, que les pregunta cuál es su percepción de otros países- me dijo en otra entrevista telefónica que no cree que el filme haga mella en la imagen de México en el exterior.
"La imagen general de un país no cambia mayormente por algo como esto", me dijo Anholt. "Ni siquiera acontecimientos como la fiebre porcina destruyen la imagen de los países. Si México tuviera enfermedades infecciosas durante 20 años, eso sí afectaría su imagen. Pero cosas como estas ocurren todo el tiempo, y la gente lo entiende. La gripe aviaria no destruyó la imagen de Asia".
En cuanto a cómo debería reaccionar México ante la película, Anholt dijo: "Sólo hay una respuesta posible ante una comedia, y es reírse. Este es un filme cómico: o bien uno lo ignora, o se ríe con él".
Agregó que "si uno responde con seriedad, pasa a convertirse en objeto de la burla. Eso es lo que ocurrió en el caso de Borat (el filme anterior de Sacha Baron) y Kazajastán. Ellos [Kazajastán] se comportaron exactamente como su propia caricatura: dijeron que el filme era un insulto contra el glorioso estado nación de Kazajastán. Tendrían que haber dicho: Es un filme muy divertido. Y, a propósito, vengan a visitar Kazajastán".
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Lo mejor que puede hacer México es tomar la película con una sonrisa. El Gobierno podría incluso considerar la idea de fabricar bancos de madera con la imagen de Sacha Baron Cohen en cuatro patas, ponerlos en las plazas públicas e invitar a los turistas a descansar en ellos.
Luego, podría aprovechar la atención mundial que traería esta noticia para desviar la atención de la violencia de los carteles de la droga y la epidemia H1N1, y para presentarse como un país espectacular donde la gente la pasa muy bien, algo que sigue ocurriendo a pesar de sus problemas actuales.
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Andrés Oppenheimer
31 Jul. 09
Pobre México. Como si no tuviera suficientes problemas con la violencia de los carteles del narcotráfico, la epidemia de gripe porcina y la crisis económica, ahora llega Bruno
Vi la película unas noches atrás y salí moviendo la cabeza, sin saber claramente si acababa de ver una repugnante diatriba racista, o una comedia irreverente que sólo hay que tomar como tal.
Su personaje central, un modelo gay austríaco convertido en periodista televisivo, interpretado por el comediante británico Sacha Baron Cohen, se burla prácticamente de todo el mundo, pero es particularmente brutal con los mexicanos.
En su show televisivo ficticio, Bruno convida a sus invitados a sentarse sobre hombres que están en cuatro patas, mirando el piso con una mezcla de aburrimiento y resignación, y que tienen todo el aspecto del estereotipo de los migrantes mexicanos, bigotes densos incluidos.
"Adelante, tome asiento en uno de nuestros maravillosos sillones", le dice Bruno a su atónita invitada, la cantante pop Paula Abdul. "Son nuestros sillones humanos mexicanos. Demi Moore tiene dos en su casa".
Todo el cine estalló en carcajadas. Una parte de mí se unió al coro de risas y otra parte pensó: "esto es de mal gusto".
La mayoría de los mexicanos no lo ven con mucha gracia.
"No hay memoria de una percepción mundial más depresiva de México", escribió el ex vocero del Gobierno mexicano José Carreño Carlon en el periódico El Universal del miércoles. "No más mexicanos altivos, románticos ni ingeniosos en el estereotipo mundial. No más el México de las modernizaciones de principios de la década de 1990 ni la nueva era de la democracia mexicana (...) Sólo imágenes de mexicanos rotos, dispuestos a ser utilizados como cosas".
Según cifras oficiales del Gobierno mexicano, solo la epidemia de H1N1 le costará este año al país alrededor de 4 mil millones de dólares en turismo e ingresos comerciales perdidos. México ha lanzado una campaña publicitaria internacional de 100 millones de dólares para volver a estimular el turismo en el país.
Curioso por saber cómo responderá México a esta película, llamé a Bruno Ferrari, director de Pro-México, la agencia gubernamental mexicana a cargo de mejorar la imagen del país en el exterior.
Ferrari me dijo que el filme todavía no se ha exhibido en México, y que él no lo ha visto, pero que tiene sentimientos encontrados sobre la manera en que deberían reaccionar los funcionarios oficiales.
Por un lado, cualquier cosa que ofenda la dignidad de un pueblo, independientemente del pueblo de que se trate, es racista y debe ser denunciada como tal por quienes representan al país. Por otro lado, hablar sobre la película sólo ayudará a que vaya más publico a verla, dijo.
"Habrá que evaluarlo muy bien," dijo Ferrari. "Creo que habrá que hacer un análisis profundo para ver cómo reaccionar".
Simon Anholt, el experto británico en "marca país" que publica cada año el Ranking de Marca País Anholt-GFK Roper - una encuesta realizada con más de 20 mil personas de todo el mundo, que les pregunta cuál es su percepción de otros países- me dijo en otra entrevista telefónica que no cree que el filme haga mella en la imagen de México en el exterior.
"La imagen general de un país no cambia mayormente por algo como esto", me dijo Anholt. "Ni siquiera acontecimientos como la fiebre porcina destruyen la imagen de los países. Si México tuviera enfermedades infecciosas durante 20 años, eso sí afectaría su imagen. Pero cosas como estas ocurren todo el tiempo, y la gente lo entiende. La gripe aviaria no destruyó la imagen de Asia".
En cuanto a cómo debería reaccionar México ante la película, Anholt dijo: "Sólo hay una respuesta posible ante una comedia, y es reírse. Este es un filme cómico: o bien uno lo ignora, o se ríe con él".
Agregó que "si uno responde con seriedad, pasa a convertirse en objeto de la burla. Eso es lo que ocurrió en el caso de Borat (el filme anterior de Sacha Baron) y Kazajastán. Ellos [Kazajastán] se comportaron exactamente como su propia caricatura: dijeron que el filme era un insulto contra el glorioso estado nación de Kazajastán. Tendrían que haber dicho: Es un filme muy divertido. Y, a propósito, vengan a visitar Kazajastán".
Mi opinión: Estoy de acuerdo. Lo mejor que puede hacer México es tomar la película con una sonrisa. El Gobierno podría incluso considerar la idea de fabricar bancos de madera con la imagen de Sacha Baron Cohen en cuatro patas, ponerlos en las plazas públicas e invitar a los turistas a descansar en ellos.
Luego, podría aprovechar la atención mundial que traería esta noticia para desviar la atención de la violencia de los carteles de la droga y la epidemia H1N1, y para presentarse como un país espectacular donde la gente la pasa muy bien, algo que sigue ocurriendo a pesar de sus problemas actuales.
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