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De gripe a shock
Por Sergio Sarmiento
"Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo".
Stephen Covey
Con gran rapidez pasamos del catarrito a la neumonía y de ahí a la influenza y al shock financiero. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, reiteró este martes 11 de agosto en el Senado que los ingresos públicos tendrán un faltante de 480 mil millones de pesos en 2009 y otro de 308 mil millones en 2010. Las soluciones que ofrece son más recortes al gasto público, más déficit de presupuesto (o sea más deuda) y mayores impuestos y tarifas de servicios públicos.
¿Se acuerda usted cuando los funcionarios del gobierno federal y los diputados y senadores de la LX Legislatura se enorgullecían de las reformas fiscal y energética y difundían anuncios en radio y televisión para vanagloriarse de ellas? La verdad es que ninguna resolvió los problemas de fondo. Ni la fiscal liberó a la hacienda pública de su dependencia del petróleo ni la energética permitió aumentar la inversión y, por lo tanto, la producción de petróleo o gasolina.
Hoy el secretario de Hacienda anuncia más recortes al gasto, más deuda y más impuestos y cobros por servicios públicos. Pero tampoco éstas son soluciones de fondo.
Más que recortar el gasto en abstracto, debemos racionalizarlo. En México gastamos mucho en lo superfluo y muy poco en lo indispensable. A nadie le importa que las empresas del Estado pierdan carretadas de dinero siempre y cuando se llenen bien los formularios burocráticos. Mantenemos en la nómina pública a cientos de miles de burócratas improductivos porque son "de planta" mientras que detenemos proyectos productivos importantes por falta de inversiones nimias. Medimos el gasto social por la cantidad de dinero que se reparte y no por los avances de los supuestos beneficiarios.
Aumentar el déficit de gasto público no es más que postergar el problema. Lo que dejemos de cubrir ahora tendrá que pagarse en el futuro, sólo que con intereses.
Aumentar los impuestos o las tarifas de los bienes y servicios de empresas monopólicas del Estado equivale a seguir cargando la mano a los pocos que ya son esclavos del erario. Los legisladores y los funcionarios han sido hasta ahora incapaces de cobrar impuestos a quienes no pagan. Rechazan de antemano propuestas, como aplicar IVA a alimentos y medicinas, porque no otorgan exenciones y tratos especiales que se traduzcan en votos. ¿De qué nos sirve cobrar más por la electricidad a los cumplidos cuando permitimos que millones se cuelguen de los cables impunemente?
Para superar el shock hay que tomar medidas sensatas que promuevan la inversión y la competitividad, pero los políticos de todos los partidos se niegan a realizarlas. Debemos llevar a cabo una reforma fiscal que genere más actividad económica, para que los mexicanos paguemos más impuestos por tener más dinero en el bolsillo y no para desplumar más a los cautivos; una reforma energética que promueva la inversión privada en petróleo y electricidad, para beneficiar realmente a los gobernados; y una reforma del gasto público, para que éste favorezca a la sociedad en vez de a los burócratas y a los sindicatos.
La crisis actual nos da una oportunidad para resolver de fondo los problemas de nuestro país. El peor error sería seguir aplicando los paliativos tradicionales, como aumentos de impuestos, mayor deuda y recortes en el gasto. Estaríamos condenando al país a continuar con las crisis recurrentes y con la pobreza que nos agobia.
Censura
El primer paso de todos los nuevos dictadores latinoamericanos es cambiar la Constitución para dominar a las instituciones y asegurar su reelección. Después viene el control de los medios de comunicación. Rafael Correa logró ya lo primero en el Ecuador. En su discurso reinaugural del 10 de agosto, tras su reelección como Presidente, anunció medidas para controlar a los medios. "La revolución ciudadana -dijo- es irreversible y nada ni nadie la podrá detener".
www.sergiosarmiento.com
Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo
Fecha de publicación: 13 Ago. 09
Por Sergio Sarmiento
"Si seguimos haciendo lo que estamos haciendo, seguiremos consiguiendo lo que estamos consiguiendo".
Stephen Covey
Con gran rapidez pasamos del catarrito a la neumonía y de ahí a la influenza y al shock financiero. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, reiteró este martes 11 de agosto en el Senado que los ingresos públicos tendrán un faltante de 480 mil millones de pesos en 2009 y otro de 308 mil millones en 2010. Las soluciones que ofrece son más recortes al gasto público, más déficit de presupuesto (o sea más deuda) y mayores impuestos y tarifas de servicios públicos.
¿Se acuerda usted cuando los funcionarios del gobierno federal y los diputados y senadores de la LX Legislatura se enorgullecían de las reformas fiscal y energética y difundían anuncios en radio y televisión para vanagloriarse de ellas? La verdad es que ninguna resolvió los problemas de fondo. Ni la fiscal liberó a la hacienda pública de su dependencia del petróleo ni la energética permitió aumentar la inversión y, por lo tanto, la producción de petróleo o gasolina.
Hoy el secretario de Hacienda anuncia más recortes al gasto, más deuda y más impuestos y cobros por servicios públicos. Pero tampoco éstas son soluciones de fondo.
Más que recortar el gasto en abstracto, debemos racionalizarlo. En México gastamos mucho en lo superfluo y muy poco en lo indispensable. A nadie le importa que las empresas del Estado pierdan carretadas de dinero siempre y cuando se llenen bien los formularios burocráticos. Mantenemos en la nómina pública a cientos de miles de burócratas improductivos porque son "de planta" mientras que detenemos proyectos productivos importantes por falta de inversiones nimias. Medimos el gasto social por la cantidad de dinero que se reparte y no por los avances de los supuestos beneficiarios.
Aumentar el déficit de gasto público no es más que postergar el problema. Lo que dejemos de cubrir ahora tendrá que pagarse en el futuro, sólo que con intereses.
Aumentar los impuestos o las tarifas de los bienes y servicios de empresas monopólicas del Estado equivale a seguir cargando la mano a los pocos que ya son esclavos del erario. Los legisladores y los funcionarios han sido hasta ahora incapaces de cobrar impuestos a quienes no pagan. Rechazan de antemano propuestas, como aplicar IVA a alimentos y medicinas, porque no otorgan exenciones y tratos especiales que se traduzcan en votos. ¿De qué nos sirve cobrar más por la electricidad a los cumplidos cuando permitimos que millones se cuelguen de los cables impunemente?
Para superar el shock hay que tomar medidas sensatas que promuevan la inversión y la competitividad, pero los políticos de todos los partidos se niegan a realizarlas. Debemos llevar a cabo una reforma fiscal que genere más actividad económica, para que los mexicanos paguemos más impuestos por tener más dinero en el bolsillo y no para desplumar más a los cautivos; una reforma energética que promueva la inversión privada en petróleo y electricidad, para beneficiar realmente a los gobernados; y una reforma del gasto público, para que éste favorezca a la sociedad en vez de a los burócratas y a los sindicatos.
La crisis actual nos da una oportunidad para resolver de fondo los problemas de nuestro país. El peor error sería seguir aplicando los paliativos tradicionales, como aumentos de impuestos, mayor deuda y recortes en el gasto. Estaríamos condenando al país a continuar con las crisis recurrentes y con la pobreza que nos agobia.
Censura
El primer paso de todos los nuevos dictadores latinoamericanos es cambiar la Constitución para dominar a las instituciones y asegurar su reelección. Después viene el control de los medios de comunicación. Rafael Correa logró ya lo primero en el Ecuador. En su discurso reinaugural del 10 de agosto, tras su reelección como Presidente, anunció medidas para controlar a los medios. "La revolución ciudadana -dijo- es irreversible y nada ni nadie la podrá detener".
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Fecha de publicación: 13 Ago. 09