El Lorito De Ponce
En el pueblo de Ponce, vivía una ancianita muy católica y muy Popular (PPD)..llamada Marcela, que tenía un loro muy hablador.
El loro se la pasaba todo el día gritando: ¡Abajo Fortuño! ¡Saquen a Fortuño! A la viejita esto la divertía mucho hasta que al lado de su casa, se mudó un comité del PNP. Cuando los penepes oyeron al loro gritando consignas en contra de Fortuño, fueron donde la viejita a quejarse y hasta la amenazaron con demandarla.
La pobre señora, sabiendo que el cura del pueblo tenía un lorito muy religioso que se pasaba todo el día rezando, le llevó su loro, le comentó sobre el problema y le pidió que por favor lo enseñara a rezar a ver si dejaba de gritar en contra de Fortuño para evitarse problemas.
El cura aceptó gustoso y puso el lorito de la anciana junto con el suyo para que aprendiera a rezar.
A la semana, cuando la señora va a buscar su loro, le pregunta al cura: Padre, ¿ya mi loro aprendió a rezar?
Y el cura le dice: ¡Ay, hija mía! No sabes en el problema que me he metido.
Ahora, cada vez que tu loro grita ¡Abajo Fortuño! ¡Saquen a Fortuño!, el mío contesta: !Te rogamos, óyenos!
En el pueblo de Ponce, vivía una ancianita muy católica y muy Popular (PPD)..llamada Marcela, que tenía un loro muy hablador.
El loro se la pasaba todo el día gritando: ¡Abajo Fortuño! ¡Saquen a Fortuño! A la viejita esto la divertía mucho hasta que al lado de su casa, se mudó un comité del PNP. Cuando los penepes oyeron al loro gritando consignas en contra de Fortuño, fueron donde la viejita a quejarse y hasta la amenazaron con demandarla.
La pobre señora, sabiendo que el cura del pueblo tenía un lorito muy religioso que se pasaba todo el día rezando, le llevó su loro, le comentó sobre el problema y le pidió que por favor lo enseñara a rezar a ver si dejaba de gritar en contra de Fortuño para evitarse problemas.
El cura aceptó gustoso y puso el lorito de la anciana junto con el suyo para que aprendiera a rezar.
A la semana, cuando la señora va a buscar su loro, le pregunta al cura: Padre, ¿ya mi loro aprendió a rezar?
Y el cura le dice: ¡Ay, hija mía! No sabes en el problema que me he metido.
Ahora, cada vez que tu loro grita ¡Abajo Fortuño! ¡Saquen a Fortuño!, el mío contesta: !Te rogamos, óyenos!