
COHETES
Noventa tenía Perea
y se buscó una de veinte;
y en la cama, simplemente,
no podía hacer la tarea.
Preocupado fue al doctor
y le preguntó ¿por qué?,
y el galeno le explicó
con el símil que aquí ves:
"Señor, desde que nacemos
tenemos 4000 cohetes,
y usted, por lo que aquí vemos
—sin decir que por vejete—,
los gastó todos, completos.
Perea se fue apurado
y repasaba su historia
y traía a su memoria
los cohetes que había quemado:
Con mi novia Blanca Rosa
quemé trescientos cincuenta,
y con mi primera esposa,
mil setecientos setenta.
En mi último casamiento,
mil cuatrocientos ochenta.
De modo que haciendo cuentas,
aún me quedan cuatrocientos.
Y regresó urgentemente
con el doctor, sin reparos,
y le detalló, consciente,
cada cartucho quemado,
y concluyó escuetamente
que tenía un remanente
de cuatrocientos disparos.
El médico le contesta
muy contundente, de plano,
"Señor, no puso en la cuenta
los cohetes que se quemaron,
o sea, los que le explotaron
en la palma de la mano".