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¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

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  • #31
    Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

    Por definición, todo Faraón es hijo de Ra, el principio solar, y Akenatón no reniega de esta afiliación, pero le añade algo inédito: el rey es también hijo de Atón, nacido del ser mismo de Atón, que le concede la soberanía sobre todos los países: “Eres tu quien creas el mundo, -dice el rey a su Dios-, todos te ven reinar en el cielo, nadie te conoce, excepto yo, que soy tu carne, que soy tu hijo”. Atón renueva la creación cada mañana, la naturaleza que se duerme y desaparece con el sol poniente es remplazada por otra naturaleza que se le parece y que, sin embargo, es diferente; Atón empieza por recrearse a si mismo y luego recrea también al rey, su imagen fiel sobre la tierra. “Tu das nacimiento al rey por la mañana –canta un himno Amarniano- al mismo tiempo que tu manifestación; le construyes como tu imagen, al mismo tiempo que el disco, el rey de Rectitud nacido del Eterno.

    Investido de una realeza por el principio divino, según el esquema tradicional, Akenatón es el rey en la tierra, Atón el rey en el cielo; son a la vez el mismo y el otro, el mas allá de lo real; Igual que el cielo durará con lo que contiene –dice un texto de la tumba de Ay hablando del rey-, tu padre, Atón, aparecerá cada día en el cielo para protegerte, porque Él te ha creado. En la pared de la misma tumba (columnas 1 a 5), una oración indica que los rayos de Atón inundan a su hijo, el rey; las manos del sol divino tienden millones de fiestas de regeneración al hijo que ha nacido de Él. Atón ha captado el deseo del corazón del rey, le crea y la ama dotándole de la eternidad. . . . Atón crea cada día al Faraón como su forma, le construye a su imagen y semejanza, ya que el rey aplica la regla de Maat y vive de ella.

    Es preciso subrayar esta idea de “Construcción” por la luz. En todas las épocas, se ha concebido al Faraón como una obra de arte, construido como un templo, modelado en el torno de un alfarero, ideado como una obra maestra por la cofradía de las divinidades; su cuerpo es un templo de los Dioses.

    La grandeza divina de Akenatón queda confirmada por la célebre escena de la tumba real de Tell-al-Amarna, en que contempla la adoración del sol por la mañana; el Faraón acompañado por la reina, se presenta como un hombre de gran estatura, frente a la naturaleza que se despierta y a sus funcionarios que le veneran. No pertenece ya al mundo de los humanos y evoca aquí al “hombre grande”, el “hombre cósmico” que engloba a su pueblo.

    En un bajorrelieve conservado en Cambridge, se ve a Akenatón seguido por un dignatario que ostenta el título de “Profeta”. Esto significa que Akenatón fue divinizado y se le rendía culto, como haría mas tarde Ramses II; marcar la distancia entre el Akenatón terrestre y el principio real celeste, que, durante su reinado, se encarnaba en su persona; como hijo de la eternidad procedente del sol, naciendo de nuevo cada mañana con el sol, Akenatón, en su aspecto divino, podía convertirse en un objeto de veneración de orden ritual, sin ninguna relación con lo que hoy denominamos culto a la personalidad; no se honra de ese modo al individuo Akenatón, sino al Faraón en su esencia divina.

    Pocas esposas de un Faraón han gozado de tanta veneración como Nefertiti; por los lugares donde pasaba causaba una verdadera expectación; había gentes que esperaban días enteros para encontrarse en primera fila y no perderse ni un solo detalle de su imagen; y es que se le consideraba una diosa, acaso mas por su hermosura, la elegancia de sus ropas y la gracias de sus gestos.

    Hoy sabemos que Akenatón y Nefertiti formaban un binomio perfecto, igual que si la soberanía se ejerciera en Egipto de una forma bicéfala. Las estatuas y pinturas localizadas lo demuestran: el matrimonio se coloca en un mismo plano, sin hacer distinciones, y hay casos en los que la reina parece ocupar un lugar privilegiado. Para los seguidores de Atón, Nefertiti encerraba en su persona a todas las diosas desaparecidas, representaba la resurrección; como si en ella se fundieran de una manera muy especial Isis y Neftis. También se se veía en ella a Hator, la divinidad solar. No obstante, eran figuraciones dentro de una creencia monoteísta en la que solo existía un Dios y este era masculino.
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    • #32
      Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

      Akenatón terminó eligiendo a Meri-Ra (el amado de Ra) como sumo sacerdote de Atón; lo hizo en el decimo segundo año de su reinado. El culto se había extendido demasiado, lo que llevó a que su máximo representante delegara responsabilidades en un hombre al que consideraba su profeta. Meri-Ra se encargaba del templo principal de Aketatón, organizaba el ceremonial religioso y cuidaba que nada faltara en el mismo. En ocasiones dirigía parte del culto, solo cuando el Faraón se hallaba ausente, porque a este le correspondía celebrarlo en su totalidad; un honor del que nunca prescindió ni cedió a nadie, mientras se mantuvo vivo.

      El rito debía comenzar unos momentos antes del amanecer; los fieles avanzaban en procesión hasta el altar principal, en un largo recorrido por distintas estancias que se consideraban las “aras* secundarias”; llevaban una gran cantidad de provisiones que serían las ofrendas a Atón. Súbitamente comenzaba a escucharse una música muy grata, a la que seguían unos cantos sosegados al principio, que iban incrementando el tono hasta llenarse de júbilo en el momento que asomaban loa primeros rayos solares. Los músicos y cantores de ambos sexos formaban la nueva casta sacerdotal; ellos llevaban los ojos vendados, porque les estaba prohibido contemplar directamente al Dios que empezaba a nacer; mientras que ellas si podían hacerlo, debido a que por su condición de mujeres se hallaban mas cerca del resplandor áureo de Atón.

      La música y el canto eran considerados la mejor forma de recibir al Dios, de ponerse en contacto con el Único, que venía a sembrar la felicidad en la tierra; sin embargo, en el mismo instante que los rayos solares iluminaban una de las paredes del templo, se imponía el impresionante silencio de los fieles sobrecogidos por la veneración. Se estaba recibiendo al Mas Grande, a la Luz, que daría vitalidad a todo el día. Momentos después, Akenatón se dirigía a los presentes con la palabra; lo mismo leía uno de los himnos que ya conocemos o improvisaba una plegaria; en ocasiones pedía a su esposa Nefertiti que le acompañara en el altar, y en otras solicitaba también la presencia de su hija mayor. La llegada de Akenatón y Nefertiti en su carro debía realizarse en la obscuridad, pues faltaban unos minutos para que despuntase en día; se mantenían encendidos algunos fuegos, que iban apagándose conforme aclarase el día.

      Cualquiera de nosotros que haya contemplado en una gran llanura el repunte del alba, con ese juego de morados, carmines y azules que van dorándose, hasta que rompen los destellos solares, al igual que los egipcios de aquellos tiempos, se siente fascinado. Pensemos que Akenatón se encontraba en el desierto, muy cerca del Nilo en cuyas orillas crecían unas grandes palmeras; si a esto añadimos que el templo había sido construido como una inmensa sala de conciertos, en la que los focos mas importantes debían ser los rayos solares ofreciendo su máximo esplendor, podemos suponer que los asistentes debían sumirse en un éxtasis de felicidad.

      Nada mas finalizar la ceremonia religiosa, todo el pueblo iba a su trabajo; La ciudad había sido diseñada para que nadie permaneciera ocioso; lo mismo que el Faraón se ocupaba de las tareas de estado, sus súbditos trabajaban en las plantaciones, sacaban el grano de los silos, iban al puerto en busca de mercancías, se cuidaban de abastecerse de agua, etc.

      *Aras = altares.
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      • #33
        Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

        En las excavaciones realizadas en las ruinas de Tell al-Amarna (Aketatón), se ha podido localizar en muchas viviendas unos templos privados (cada una de las casas disponía del suyo), en los que se colocaba una pequeña embarcación, similar a la de los soberanos, cuyos únicos ocupantes eran las figuritas representativas de Akenatón, Nefertiti y la hija mayor de estos; algo que nos permite saber que las gentes terminaron por adorar a la familia real como los máximos representantes de Atón. Pero, también en esos templos privados se colocaban infinidad de estatuillas de los dioses personales, pues los egipcios, en su intimidad, donde no podían ser vistos, adoraron también al Dios o a los dioses que consideró mas favorables a sus propios intereses.

        Lo que sorprende a los arqueólogos es que en esta ciudad de la alegría, no se aprecia ninguna muestra de puritanismo o una cierta austeridad en las viviendas, el ropaje y la alimentación. La mentalidad occidental de los grandes investigadores recordaba todas las demás antiguas comunidades religiosas, en la mayoría de las cuales se imponía el voto de pobreza. Algo que no sucedía en la ciudad del dios Atón. Desde el Faraón hasta el mas sencillo de los habitantes, vestían, comían, se adornaban y disfrutaban de placeres similares a los que se podían encontrar en la corrompida Tebas. También se aceptaba el lujo del lino casi transparente y las joyas como demostración de belleza, lo que se rechazaba era el derroche y el exceso en el goce del placer: no se han encontrado restos de tabernas o cantinas, ni burdeles.

        Por otra parte, la moralidad reinante en Egipto era muy distinta a la nuestra; se permitía la existencia de segundas esposas y concubinas, y los matrimonios podían ser disueltos con relativa facilidad. Esto no impedía que la familia se considerara una institución básica, y que se dieran infinidad de casos en que los esposos querían ser enterrados juntos, una vez que eran momificados, para no separarse en toda la eternidad. En cuanto al trabajo, en Aketatón se trabajaba con gran eficacia, pero nunca hasta el agotamiento físico; sin que nadie lo hubiese impuestos, las gentes establecían unos descansos cada tres o cuatro horas en los que se dedicaban al diálogo, preferentemente para enterarse si los vecinos necesitaban algún tipo de ayuda, o con el propósito de intercambiar información.

        Mientras se charlaba fraternalmente se esperaba la aparición de Nefertiti por el viaducto, o recorriendo los jardines del palacio; una hora mas tarde las familias entraban a comer en las casas, pero siempre en compañía de invitados, porque las puertas de los edificios de la ciudad de Atón nunca se cerraban, al no existir la amenaza de los ladrones, ni conocerse esa fea costumbre del cotilleo o la crítica malsana sobre los gustos y aficiones de los demás. En la mesa del Faraón se comía lo mismo que se hubiera servido en Tebas, excepto las bebidas alcohólicas y los alimentos demasiado grasosos. Lo que no faltaban eran los músicos, las bailarinas y los cantantes de ambos sexos.

        Por la tarde se volvían al trabajo hasta que todos volvían al templo de Atón para celebrar la ceremonia del Sueño de Atón. Este era mas sosegado, se prescindía de la música y del canto, pero no de la palabra de Akenatón; a partir de este momento, las gentes regresaban a sus casas, donde cenaban y se iban a la cama. Las calles quedaban desiertas, pero la policía y los soldados cuidaban de que no apareciesen los enemigos de la noche, a los que jamás se consideró demonios, ni espíritus malignos; por lo general se prevenía el ataque de los Beduinos o de cualquier otra banda de ladrones, que pretendieran robar, mas que el oro y las piedras preciosas que allí se guardaban, las grandes cantidades de trigo y otros cereales que siempre había en los silos de cada casa.
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        • #34
          Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

          El cortejo real fuera de Aketatón era todo un espectáculo impresionante y de muy antigua tradición; el Faraón se comportaba de forma muy distinta cuando se hallaba fuera de la ciudad de Atón; seguía respetando el ceremonial de sus predecesores:

          “¡Las trompetas! ¡Las trompetas. . .! ¡El Rey! ¡El Rey!, ¡A tierra! ¡A tierra! ¡A tierra!, proclamaban los heraldos que inclinando sus desnudas espaldas acompasando el paso, apartaban con sus largos bastones a la muchedumbre. Delante marchaba la guardia personal del Faraón, las amazonas Ketheas, de rostro amarillo, ojos rasgados, anchos pómulos y pechos amplios; sus cabezas afeitadas ostentaban en la coronilla un solo mechón, y en sus manos relucía el hacha de cobre de dos filos, el arma sagrada.

          A continuación, iban los dignatarios de la corte: jueces, consejeros, generales, tesoreros, escribas, paneteros, mayordomos, caballerangos, chambelanes, peluqueros, lavanderos, perfumistas. . . Todos vestidos de blanco con delantales cortados en punta y muy almidonados, afeitadas las cabezas, alargadas ovoidalmente mediante un apéndice postizo: los “cohombros reales”. Seguían los turiferarios con sus turíbulos, donde ardían las aromas, cuyo humo subía en una nube blanca que la luz de las antorchas se empurpuraba, y los flabelíferos agitando el extremo de sus largos mangos de los abanicos multicolores de plumas de avestruz y flores naturales.

          Por último veinticuatro adolescentes de Etiopía, negros y casi desnudos, sin mas ropaje que un corto delantal de plumas de papagayo, adornada la nariz con un anillo de oro; portaban sobre sus hombros el trono real de marfil, guarnecido de placas de oro rojo, descansando sobre leones dorados. El Faraón vestía una piel de leopardo sobre sus hombros; una túnica sencilla, blanca y larga, de lino tan transparente –“aire tejido”- que dejaba ver un poco mas arriba del codo, en los brazos , los jeroglíficos del nombre de Atón. En una mano llevaba el cayado sagrado y en la otra el flagelo; tocaba su cabeza una tiara piriforme de “cham” –mezcla de oro y plata-, tachonada de estrellas de lapislázuli, y sobre su frente se erguía enroscada la serpiente solar Uta.

          Muchas fueron las personas comunes que colaboraron con Akenatón en su empresa:

          Los Escultores:

          El escultor Bek, cuyo nombre significa: Aquel que hace vivir, había sido el predilecto de Amenofis III; aprendió su arte en el templo de Heliópolis, donde se adoraba a Ra, el dios solar, y fue uno de los primeros atonianos; su fe en la nueva doctrina de la alegría era tanta, que es considerado junto con el también escultor Tutmosis, uno de los máximos representantes del sublime arte religioso y no religioso de Tell al-Amarna. Ambos, de acuerdo a las enseñanzas del Faraón, dirigieron los talleres de la nueva capital, en los que trabajaban cientos de arquitectos, pintores, escultores y artesanos; todos ellos bien seleccionados para que obedecieran a un programa teológico muy preciso, en el que todos los símbolos dieran fe de la doctrina de Atón.

          En Aketatón se encontraban los mejores escultores; disponían de grandes hornos, que les permitían fabricar y vidriar la cerámica, siguiendo las técnicas tradicionales; no obstante algo debió ocurrir en todos aquellos edificios para que la inspiración de los creadores de estatuas, de vajillas y de otras obras artísticas con piedra caliza, y una gran gama de materiales, diese un cambio tan sorprendente. Es posible que por primera vez los escultores se sintieran reconocidos; ya no eran unos simples artesanos a los que se obligaba a trabajar: “porque lo que se compra nunca puede dejarse a merced de lo que vosotros, farsantes, llamáis inspiración”. Miles de comentarios tan despectivos como este, habían venido sufriendo los artistas. En Aketatón se sintieron animados a crear otras formas, a revolucionar el arte como se estaba haciendo con la religión.

          La representación del Faraón y su esposa adquirió una mayor imaginación, al no estar sujeta al parecido exacto; cierto que en algunas ocasiones lo respetaron hasta sublimizarlo, como en el famoso busto de Nefertiti que se encuentra en el Museo de Berlín. El Faraón dejó de aparecer con una pierna adelantada y la reina con los pies juntos, como era la costumbre ancestral, para ofrecerlos en otras posturas mas naturales: sentados, en un carro semidesnudos y acompañados con sus hijas, haciendo ofrendas a Atón, etc.

          Pero fue al representar el cuerpo femenino cuando el arte de estos grandes escultores alcanzó los techos de lo divino, porque modelaron o esculpieron unas obras que se estaban anticipando a las maravillas de Fidias y los demás artistas griegos del mármol y la piedra en general. . . . .
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          • #35
            Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

            Mención aparte merecen los bajorrelieves , aquí los escultores que cambiaron el arte, junto a los demás creadores que vivían en Aketatón, contribuyeron a la gran revolución religiosa, especialmente al presentar las imágenes divinas libres de las imposiciones de los sacerdotes. Además, la libertad creativa permitió la utilización de varios materiales en una misma figura. Por ejemplo, el famoso busto de Nefertiti se realizó con un núcleo de caliza recubierto de yeso, piedra, estuco y escayola; precisamente este último elemento ha permitido saber que los escultores consiguieron, por fin, que sus modelos aceptaran que se realizaran moldes de sus rostros y de sus cuerpos estando vivos. El genial Tutmosis, autor del célebre busto de la reina, fue uno de los privilegiados.

            Otro de los grandes colaboradores de Akenatón fue el Visir Ramosis, que ya había ocupado el cargo en los tiempos de Amenofis III; se le considera el creador de los principales himnos a Atón; cuando se estudia su tumba, lo primero que se advierte es la combinación de los antiguos símbolos tebanos con atonianos; esto nos permite aceptar que la abolición de los dioses no fue radical, como se pretendió en los primeros años del reinado del Faraón renovador; A la larga se aligeró la censura pero solo en las parcelas mas positivas; como el mal se hallaba en las castas sacerdotales, las áreas políticas y administrativas, ahí se mantuvieron. Por eso Ramosis continuó en su puesto, con la salvedad de que se le exigió que todos los asuntos que resolviera, “estuvieran sanos y salvos” . Llevaba en su cuello un doble collar simbólico, que le recordaba el orden cósmico universal: La armonía entre lo teórico y lo realizado.

            La mayoría de los otros importantes colaboradores de Akenatón y Nefertiti, fueron elegidos entre los mas humildes. Cuando se pensó en desencadenar una revolución religiosa, antes fue necesario organizar un grupo de fieles aliados; para conseguirlo debieron seleccionar a algunos que se hallaban en palacio, lo que supone un gran conocimiento de los hombres para saber si estaban tratando con un noble o con un traidor. Una vez elegidos los mas importantes, estos se encargaron de ir buscando a todos los demás; es posible que fuera Ramosis el que aconsejara el encumbramiento de los humildes, esos que siendo tan valiosos como los consagrados, permanecían ocultos en la sombra al no haber sido intrigantes ni aduladores.

            De esta manera se reclutó al maestro de obras Maa-Najt-Tutef, que era capaz de construir los mas espléndidos edificios y le gustaba vivir en una casa sin adornos. A Ahmosis, el jefe de los escribas, lo encontró Nefertiti en una calle de Tebas. De Parennefer, el copero de Akenatón, se desconocen los antecedentes, pero sabemos que jamás se hubiera atrevido a envenenar al Faraón, nadie en la Corte se lavaba tanto como el, ni se cambiaba mas veces de ropa, pues debía ofrecer la imagen de la absoluta pureza.
            Ranefer, otro de los colaboradores de la Corte, había sido competidor muy hábil en las carreras de carros, aunque nunca obtuvo la victoria. Cuando se vio llevando el vehículo real, se comprendió que hubiera dado su vida antes de que el Faraón sufriera el menor daño. Lo mismo podemos decir de Pentu, el médico de palacio, o de Maya, el general de los ejércitos. Todos los altos dignatarios fueron ascendidos desde la nada. Las gentes de Akenatón le adoraban, muchos escritos lo prueban, como quedó en el siguiente escrito de uno de los confidentes del Faraón cuyo nombre se desconoce:

            “Yo era un mendigo que buscaba entre las basuras del puerto de Tebas. El Rey me eligió para construir mi espíritu y mi persona dentro de la religión de Atón. Gracias a el ahora tengo servidores, poseo tierras, me codeo con los grandes y duermo en un blando lecho; pero nunca olvidaré mis humildes orígenes”.

            Se dispone de una estela que resulta mas contundente a la hora de exponer el agradecimiento de los habitantes de la nueva capital de Egipto:

            “El Faraón es un Nilo para todos los hombres y mujeres. El nos proporciona el alimento, ya que se comporta igual que la madre que amamanta al mundo sin nunca agotarse. A todos los que ama no conocen la pobreza, la necesidad y la injusticia.”
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            • #36
              Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

              Muchos historiadores y arqueólogos consideran que uno de los hombres que mas influyó en Akenatón fue Ay, su tío, quien también fue uno de los grandes colaboradores de Amenofis III; acompañó a Akenatón pero ya como “Padre Divino”, al ser el dignatario mas importante del país. Suya fue la estrategia para contener la primera sublevación de los sacerdotes; también impulsó la operación de censura, hasta detenerla en el momento que empezaba a írsele de la manos; sin su intervención Tebas jamás hubiera soportado el insulto de que fuese llamada “maligna”, porque volvió a transformarla en el puerto mas importante del país, además de ofrecerle otras prebendas.

              Quizá debamos considerar a Ay mas Atoniano que la propia Nefertiti, y el segundo después de Akenatón; esta condición le permitió obtener infinidad de títulos: el mejor aliado del Dios perfecto, jefe de los escribas reales, general del ejército de carros y comandante de toda la caballería del Faraón; Era el ejecutor material de las órdenes de Akenatón., quien las trasmitía a los demás. La mejor demostración de la importancia del Padre Divino la encontramos en su tumba, en cuyo interior se escribieron la mayoría de los himnos a Atón, como si fuera un verdadero santuario, acaso el último.

              Ay recibió una gran cantidad de recompensas en forma de collares de oro de manos de Akenatón; todas ellas entregadas en ceremonias públicas, y su agradecimiento fue tan profundo que no dudó en pedir a Akenatón este favor eterno:

              “ Concédeme el honor de besar la tierra sagrada por la que pisas, llegar ante ti con las mas generosas ofrendas a Atón, tu padre, en el momento en que le entregues tu Ka. . . . Quisiera que mi humilde nombre fuese pronunciado en el sitio sagrado porque tú lo has permitido, ya que siempre me has considerado tu predilecto, digno de acompañar tu Ka, Así me brindarás los mayores favores en el instante que llegue la vejez. . . .”

              El fiel servidor Ay estaba tan convencido de la autenticidad de la nueva religión, que deseaba acompañar al Faraón hasta la eternidad, porque a su lado confiaba disfrutar la suprema felicidad que merecen quienes han respetado las reglas impuestas por Atón.

              Existe otro hombre, uno de los mas complejos, el general Horemheb que terminaría siendo Faraón; era el militar auténtico, lo que significa que conocía la política y sabía tratar a sus superiores; gran estratega en las batallas fronterizas o lejos de Egipto. Se hallaba ausente en los primeros años del reinado de Akenatón; siguió manteniendo sus tropas en las zonas mas peligrosas, pero a manera de freno. Ignoramos como reaccionó al enterarse de lo que se estaba haciendo con los sacerdotes y con los dioses. Algunos historiadores han reflejado a este personaje como algo brutal, materialista y amigo de buscar la sombra del árbol mas poderoso, por eso no negó su ayuda a Akenatón en el momento en que le fue solicitada; tenía mucho de escriba había obtenido unos grandes conocimientos, acaso tantos como un iniciado en la Casa de la Vida, y era muy atractivo. Por aquellas fechas ni él mismo podía imaginar lo que el destino le reservaba; algo que describiremos en el momento oportuno.
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              • #37
                Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                Las tumbas abiertas en Tell-al-Amarna (Aketatón) aparecieron llenas de referencias a la vida mas dichosa de la capital; mientras los artistas muestran el cortejo real avanzando por las calles, no se olvidan de las gentes, entre las que destaca un arpista ciego, el funcionario que al haber sido recompensado por sus méritos es llevado en hombros. En algunas de las figuras se aprecia una cierta deformidad, quizá para asemejarse a Akenatón, pero son mas las que muestran a las gentes como eran realmente, ejerciendo sus trabajos normales y actuando de una forma espontanea. La imagen mas lógica en una ciudad que vivía de la adoración al sol, cuya luz iluminaba todo lo vivo olvidándose de las tinieblas.

                Una de las mas hermosas representaciones la tenemos con el Faraón en el momento de entregar a Ay y a su esposa una recompensa; la familia real y sus hijas se muestran desnudas, los espectadores mas cercanos parecen brincar de entusiasmo, mientras que esos otros que se encuentran mas lejos expresan su alegría. Tampoco falta el policía que pide a un chiquillo que vaya a comprobar lo que está sucediendo, y dos jóvenes que dejan en el suelo la carga que llevaban para unirse a la celebración.

                El arte estaba avanzado en la búsqueda de lo cotidiano, lejos de lo reverencial, de la mentira; apareciendo como el sol que transmite vitalidad y hace mas espontanea la existencia. Los creadores pretendían transmitir el mensaje de la nueva religión: fuera máscaras, ¡lo que importa es la verdad sonriente!. Con esto Akenatón había logrado sacar del olvido un arte que latía en el pueblo, desconocido oficialmente, que vino a renovar los conceptos de la belleza egipcia.

                En Aketatón la arquitectura no se dejó arrastrar por el gigantismo, ni por la aparatosidad; las gentes que moraban en la nueva capital de Egipto jamás se consideraron unos colosos, ya que esta valoración le correspondía a Atón y al Faraón, como su principal representante y único portavoz e intérprete. Se eligieron para los templos la piedra, el adobe y los zócalos de caliza; su tamaño se achicó y redondeó, aproximando el edificio religioso a una vivienda. Con el empleo de pilares mas bajos el interior se adaptó al nacimiento del sol. En las fachadas se construyeron graciosas columnas , sobre las que se apoyaban galerías y miradores muy vistosos.

                Los fieles debían encontrarse a su gusto, sin ser distraídos por algún artificio; lo que importaba era dejar los edificios religiosos sin techo, con la intención de que entrase el resplandor de Atón en el amanecer o se pudiera contemplar su desaparición en las cercanías de la noche. El arte llegó a los jardines de la viviendas, cuando antes solo estaba reservado para los palacios y los templos; se embellecieron los pórticos de los silos, los quioscos, los pabellones, los estanques, las bodegas, el puerto, los bosquecillos y todos los lugares por donde la gente debía vivir, pescar y dedicar sus plegarias a Atón. La existencia debía ser lo mas grata posible, sin restricciones, como Dios la había creado; allí no existía ningún castigo que penar, y se vivía pensando en la felicidad de la colectividad; un estado de ánimo que facilitaba la creación artística en todos sus sentidos.

                Conviene resaltar que en muchas de estas obras de arte se aprecia un volver a los orígenes del mundo, cuando se suponía que el ser humano era puro, vivía en comunión perfecta con los animales y la naturaleza y no había pensado en doblegarla para convertirla en su servidora. Podríamos hablar de un cierto paraíso, aunque este no se hallara en las tradiciones egipcias; sin embargo de alguna manera Akenatón había adivinado la existencia de una edad de oro, cuando ningún tipo de codicia o egoísmo habían desencadenado la alteración del cosmos, como sucedió mas tarde, en el momento que los hombres se solazaron en el pecado, creyeron que podían desafiar a los dioses y, con soberbia, rompieron la armonía del Universo.
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                • #38
                  Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                  La pintura en Tell-al-Amarna (Aketaton) se utilizaba para decorar el interior de los edificios y de las tumbas; la mayoría son frescos que representan la normalidad, como puede ser el juego del matrimonio real con sus hijas; las figuras dejan de estar quietas, como se acostumbraba anteriormente, para expresar movimientos no forzados. Esto avivó el dibujo, que con el color adquirió un realismo asombroso; lo cotidiano se había convertido en obra de arte. Algunos críticos han querido ver en esta novedad, dentro de la cultura del antiguo Egipto, una influencia Cretense, y como apoyo de sus razonamientos recuerdan que Amenofis III conquistó la ciudad de Cnosos, que era una de las mas importantes de Creta. Pudo llevarse entre los prisioneros algunos pintores, que mas tarde influyeron en los Egipcios; es cierto que existen similitudes a la hora de representar a los animales, las plantas y los ambientes naturales.

                  Lo que aportaron los creadores de Aketatón, mas allá de cualquier influencia externa, fue que no divinizaron al Faraón y a la reina, como tampoco a los demás personajes importantes; los mostraron tal como eran, ya que así lo quería Atón, el Dios que al surgir todos los días deseaba contemplar nada mas que la realidad sin artificios; por eso las deformidades de Akenatón fueron mostradas y, en cierto momento, hasta exageradas en un sentido abstracto.

                  Egipto amaba la belleza en todas sus formas; sin embargo, en ocasiones la convertía en amuletos, recipientes para venenos, armas de todas las clases y en tantas otras cosas que evocaban la muerte, la venganza y el miedo. En la ciudad de Aketatón todo esto desapareció, debido a que importaba mas ofrecer una imagen de esperanza. Podemos decir que al disponer de un objeto hermoso lo que buscaban era la sonrisa de la admiración. Por ejemplo, cuando los ebanistas comenzaban a elaborar un joyero, se tomaban la molestia de combinar una serie de materiales, como las maderas de caoba, el marfil, las piedras preciosas y los metales mas valiosos, sin pensar en el tiempo que iban a tardar; lo que importaba era el resultado final.

                  Con estas premisas se lograron unas incrustaciones, un cincelado y un ajuste de piezas que jamás se había visto hasta entonces; cualquier mueble, ya fuese una simple cama, una silla o un carro, se trabajaba igual que si fuese una obra única; como se dice vulgarmente en la profesión: “el creador se gustaba”; amaba lo que estaba realizando y se esmeraba por conseguir la perfección; quien disfrutaba de esta labor era un artista dotado de una gran inspiración.

                  La ciudad de Aketatón se encontraba en uno de los parajes mas cálidos de Egipto, aunque su temperatura estuviese suavizada por la proximidad del rio Nilo y la habilidad de los arquitectos, al haber planificado una ciudad que aprovechaba muy bien las sombras y las suaves brisas. Lo que exigían los cuerpos era la desnudez, y esto fue lo que encontraron, aunque no fuese total al cubrirse con algunas prendas de lino, por lo general sencillos taparrabos cortados y cosidos con elegancia y sujetos con unos broches. Las mujeres imitaron a Nefertiti cuando se presentó en una recepción con un vestido largo transparente, que dejaba los senos al aire; en otras ocasiones estos solo iban cubiertos con unos encajes que no los ocultaban totalmente. También la siguieron al ponerse grandes pelucas, cuyo pelo montaba sobre sus espaldas y hombros, y se adornaba con sartas de perlas y un sombrero en forma de corona.

                  El desnudo se extendió a la servidumbre, como se puede apreciar con los portadores del palanquín real, ya que se limitaban a cubrir su zona viril con un reducido triángulo de tela, a la vez que llevaban una peluca. Por otra parte la belleza de lo artístico se extendió a los adornos de los caballos, a los espantamoscas, a los abanicos y a todo lo que acompañaba a los hombres y mujeres; pero aquello hemos de valorarlo como una necesidad lógica, natural, a la que invitaba la devoción al Dios Atón.
                  Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
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                  • #39
                    Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                    Otro de los grandes logros del arte de Aketatón fue la literatura, se olvidó el hermetismo reservado para los iniciados en los templos, lo que se pretendía contar, se ofreció en los términos mas sencillos, sin olvidarse de la gracia literaria; tampoco se despreciaron las expresiones del pueblo.

                    Si la literatura, en particular la sagrada, debe dirigirse al pueblo, es necesario que pueda ser comprendida; al propio tiempo que se usa la lengua hablada, se robustece mediante el detalle concreto que da la acertada imagen. Esto no constituye una innovación propiamente dicha en la literatura egipcia. Desde el final del imperio antiguo se observa que los escritores , mas que hacer descripciones completas, las sugieren mediante breves imágenes que, acumulándose unas con otras, hacen surgir con extraordinaria agudeza la sensación de vida. Lo nuevo ahora es el estilo que se extiende a los textos sagrados; Los himnos a Atón contienen multitud de imágenes escritas con pocas palabras y se encuentran entre las primeras grandes obras que la poesía egipcia nos ha legado, inauguradas brillantemente durante la época de Amenofis III.

                    LA PAZ A PESAR DE TODO:

                    Nadie discutía en el interior de Egipto que el Faraón era un ser divino, porque el cargo otorgaba esta condición. Pero en las cortes extranjeras se pensaba de una forma muy distinta; los reyes sometidos al Imperio del Nilo pagaban sus tributos por temor y además, por las ventajas económicas que obtenían; pero su papel inferior resultaba doloroso, y en todo momento se mostraban predispuestos a dejar de estar sometidos. Cuando no provocaban unas duras peleas fronterizas, se dedicaban a interrumpir el paso de las caravanas o asesinaban a un embajador egipcio; también recurrían a la quejas por escrito. Nunca estaban satisfechos.

                    Amenofis III se había encargado de apaciguarlos durante una larga temporada, al terminar con esa cadena de “accidentes fortuitos” o “errores lamentables”. Durante los primeros doce años del reinado de Akenatón volvieron a surgir pequeños conflictos, que los ejércitos de las fronteras pudieron ir solventando. Una vez al año todos los soberanos extranjeros entregaban sus tributos al Faraón, en una ceremonia oficial un tanto ritualizada. El escenario que se venía utilizando últimamente era una gran explanada en Aketatón; Allí se montaban tiendas muy espaciosas, unos tronos con baldaquino dorado en una calle muy ancha y despejada.
                    El Faraón y la reina, asidos tiernamente de la mano, ven venir hacia ellos a los representantes de los países que reconocen la autoridad del Faraón; Los Nubios, con sus largas faldas traen sacos de oro, ladrillos y arandelas de oro, marfil, leopardos, antílopes, panteras, etc. Los Asiáticos a los que se reconoce por sus barbas rematadas en punta, ofrecen jarrones, armas, escudos, piezas de carros de guerra, un león, caballos, etc. Los habitantes del maravilloso país de Punt son portadores de incienso; los Libios identificables por la pluma hincada en el pelo, traen como regalo huevos y plumas de avestruz. Los Cretenses presentan magníficos y valioso jarrones.

                    Pero la anterior ceremonia dejaría de repetirse, porque los tiempos habían cambiado; los reyes aliados llevaban algunos años considerando que Akenatón se hallaba debilitado por su religión, debido a que dentro de su país había un contrapoder en la sombra, los sacerdotes, que esperaban la ocasión para eliminar al “hereje” que se había atrevido a eliminar todo el panteón de dioses egipcios, para que prevaleciese un solo, el cual antes había ocupado un lugar secundario.
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                    • #40
                      Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                      Las primeras evidencias de que se estaba derrumbando el gran imperio, llegaron con un correo muy exigente en el que el rey de Mitanni reclamaba el pago de unas cantidades de oro que le prometió Amenofis III, y que no había recibido por la muerte de este; como una muestra de duelo se impuso una tregua en su demanda, sin embargo, pasados doce años se consideraba con el derecho de reclamar lo que le pertenecía, incluyendo los intereses correspondientes. Akenatón se limitó a responder que no se hallaba en la mejor situación para atender las reclamaciones, por lo que aconsejaba un poco de paciencia, independientemente de que se negó a reconocer la deuda.

                      Por estas fechas ocurrió la muerte de Teye, y aunque su pérdida no causó una herida profunda en el ánimo de su hijo, iba a resultar muy grave en otra parcela: la política, lo peor estaba por suceder a la fala de cartas y las intervenciones directas e indirectas de una mujer que conocía perfectamente las ambiciones y debilidades de los reyes aliados, y había sido factor primordial en lo que podemos llamar buenas relaciones internacionales.

                      El Faraón que predicaba la Verdad, el Amor y la Fraternidad como norma de vida de los seres humanos, debía ser un pacifista convencido, aunque se rodeaba de unos cuerpos de policía, mantenía al ejército en las fronteras y se había preocupado de frenar cualquier ataque inesperado; pero su actitud había sido preventiva. Se cuenta con varios documentos en los que quedan recogidas una serie de entrevistas que Akenatón mantuvo con el general Horemheb, porque este era partidario de invadir Siria y otros países aliados para eliminar unos focos de rebeldía que se estaban gestando; en todas las ocasiones la respuesta del Faraón fue la misma: “Esperar la evolución de los acontecimientos, sin traspasar las fronteras”.

                      A fines del décimo segundo año de reinado de Akenatón, la amenaza de guerra adquirió unas proporciones alarmantes; pero desde la ciudad del Dios Atón, no se dejó de aconsejar la calma. Así lo imponía la religión de la Fraternidad.
                      Dushratta rey de MItanni, recrudeció su reclamo del oro que se le debía, y demandó que le fuese pagado de inmediato para fortalecer sus ejércitos, ya que debía contener una rebelión. Sin embargo antes de que llegase esta ayuda, su hijo le asesinó aprovechando una insurrección en palacio. Esto originó un debilitamiento del poder, que fue aprovechado por Artatana, rey de Hurri, y por Assurballit, el soberano de Asiria para invadir Mitanni. La conquistaron en pocas semanas e instalaron un virrey títere. Mientras tanto, los egipcios que vivían en este país, eran desalojados de sus propiedades, con tanta crueldad que muchos de ellos fueron torturados y asesinados con toda su familia.

                      En otras épocas estas acciones hubieran sido cortadas en sus comienzos, debido a que los servicios de espionaje de Egipto funcionaban a la perfección; desde siempre se había cuidado de mantener a las tribus enfrentadas, en base al viejo axioma de “Divide y vencerás”, y para lograrlo no importaba resucitar ancestrales agravios entre familias, pagar agitadores, y servirse de tantas otras añagazas.

                      Burnaburiash, rey de Babilonia, reclamó insistentemente un préstamo que con anterioridad se había acordado. La importancia de este país era tanta, ya que por el mismo pasaban las grandes caravanas con dirección a los ricos puertos Fenicios, que Akenatón debió satisfacer en parte le demanda; dado que su tesoro andaba un tanto vacio, envió una menor cantidad de la solicitada, suponiendo que con esto calmaría al importante aliado, lo que al parecer consiguió.

                      Akenatón se hallaba en una nueva onda; le preocupaba mas el fortalecimiento del culto a Atón. Una vez desaparecida la princesa Teye, se perdieron todas las armas preventivas situadas en los países aliados; y como el Faraón se hallaba obsesionado por mantener la paz a toda costa, aceptó lo sucedido en Mitanni como algo irremediable, y se limitó a ordenar que todos los compatriotas que volvieran a Egipto recibirían una compensación por lo perdido.
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                      • #41
                        Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                        La pérdida de Mitanni vino a debilitar las posesiones asiáticas del imperio Egipcio; Con el ánimo de repararlo Akenatón quiso consolidar sus alianzas con Asiria, a pesar de que esta había maniobrado en contra de los grandes intereses del Imperio: el rey Assurballit aceptó la propuesta con cierto agrado, sin dejar de solicitar un importante préstamo de oro, que le fue concedido. Esto desató las protestas de Babilonia, con lo que la política egipcia se enfrentó a un difícil equilibrio. Para resolverlo el Faraón propuso al rey de Babilonia un matrimonio real: la unión de un hijo de este con una de las princesas egipcias, aun que se impuso la condición de que los dos vivieran en Aketatón. La oferta fue aceptada; lo peor llegó cuando el Faraón añadió que deseaba recibir como esposa a una hija del rey de Babilonia, porque este exigió la protección de una poderosa escolta, ya que pensaba acompañar a la princesa en el peligroso viaje; al parecer esta muestra de desconfianza obedecía a que el monarca babilónico no fue atendido en Egipto, tiempo atrás, cuando cayó enfermo, a pesar de solicitar la ayuda de Akenatón.

                        Pero el equilibrio político no fue obtenido; el rey de Babilonia buscó la alianza con Asiria, cuya independencia terminó por reconocer, y para consolidar el trato, recurrió al método mas eficaz de aquellos tiempos: el matrimonio entre los hijos de los reyes; no obstante, el príncipe babilónico falleció cuando acababa de tener descendencia, y como su padre no soportó la pérdida, a su muerte el monarca de Asiria invadió Babilonia alegando que quería defender los derechos a la corona de su nieto. De esta forma Egipto perdió su influencia en otro país.

                        ¿Hasta cuando se puede esperar si el peligro te quema el cogote?
                        El rey Hitita Subbiluliuma se sintió libre al conocer que la princesa Teye, su vieja compatriota, había muerto. Llevaba mucho tiempo queriendo firmar alianzas con las tribus de su territorio que no le reconocían como su jefe; cada vez que dio el primer paso en esta dirección, se encontró con el freno que le imponía la viuda de Amenofis III, a la que temía mas que respetaba; libre del obstáculo, lanzó su ejército contra todas esas tribus en unas rápidas maniobras que se vieron coronadas por el éxito al no esperarse un ataque tan despiadado. Como estas conquistas le permitieron conseguir grandes sumas de dinero, lo aprovechó para organizar unas levas de tropas a las que prometió unas pagas elevadas. Sus siguientes pasos fueron aliarse con los reyes Asirios y Hurritas, para comenzar la conquista de nuevos territorios. Todos los altos dignatarios que escaparon de las ciudades sometidas, escribieron al Faraón, lo mismo hicieron los reyes que se sentían amenazados, la respuesta siempre fue la misma: “que esperaran sin amenazar la paz”.

                        En su obsesión por no desencadenar una guerra, Akenatón aceptó entrevistarse con Subbiluliuma; nunca había sucedido algo semejante: un rey inferior que había desafiado al imperio iba a ser tratado como un igual por el Faraón; esto fue lo que sucedió, con lo que el rey Hitita, el ambicioso, fue reconocido como soberano de los territorios ocupados a cambio de que prometiese mantener la paz en el futuro, y de esta forma, el Faraón consintió la pérdida de unos territorios que siempre habían estado bajo el control de Egipto.

                        Al mismo tiempo que el rey Hitita urdía sus planes de conquista, un tal Aziru, soberano de Amurru, estaba jugando unas bazas similares. . . .
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                        • #42
                          Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                          Sin embargo el tal Aziru era una hiena que no atacaba abiertamente, a la espera de que la víctima se encontrara indefensa; utilizaba la táctica de agredir y esconder la mano, al mismo tiempo que miraba a otro lado como si de su cuerpo no hubiese brotado ninguna muestra de violencia. Sirva como ejemplo la manera como actuó en el asalto a la ciudad de Smirna; primero dio orden de que fuera asesinado el gobernador de Egipto y, nada mas saber que esto había sucedido, saqueó el lugar alegando que lo hacía para vengar al muerto. Pero no se marchó de allí, “ya que debo mantener el orden mientras busco a los criminales. Señor, puedo juraros que no tenéis motivo para reprocharme alguna falta”.

                          En su desfachatez cada delito que cometía Aziru, procuraba disimularlo con una carta enviada al Faraón; debemos imaginar que no debió resultar convincente, ya que este terminó por desconfiar; lo prueba el que enviase dos embajadores, con su correspondiente grupo de servidores militares y civiles, para que investigasen lo que estaba sucediendo, y ¡todos fueron ejecutados por orden de Aziru! No obstante el asesino volvió a escribir a Akenatón que los responsables eran otros, a los que se comprometía a capturar lo antes posible. Ante este cúmulo de contrariedades homicidas, debemos suponer que el Faraón debió reaccionar asesorado por algunos consejeros que estaban a sueldo de la hiena; no hay otra forma de explicar la falta de respuesta por parte de Akenatón. Esta obsesión suya de mantener la paz a toda costa nunca la habría consentido a costa de pagar con tantas vidas humanas.

                          Las ambiciones de Aziru no se detuvieron; cuando cercó la ciudad de Tunip, el gobernador suplicó ayuda a Akenatón con una misiva angustiosa:

                          “Tus gentes hace días que no cesan de llorar. Ya estamos convencidos de que nadie acudirá en nuestro auxilio. Llevamos meses llamando a tu puerta, Señor, pero no te dignas contestarnos. Te lo suplicamos, Señor, ahora que el enemigo ya se apresta a atacarnos. Manda tus poderosos ejércitos en nuestra ayuda. . . .”

                          Es posible que esta carta, lo mismo que las otras, jamás fueran leídas por el Faraón; alguien las retenía; el hecho es que Tunip fue conquistada y pasados a cuchillo sus habitantes. Ante estos acontecimientos, el rey de Amurru se sintió tan fuerte, que firmó alianzas secretas con los Hititas, y a los pocos meses ponía sus ojos en la famosa Biblos. Pero el monarca de este pequeño país era un aliado incondicional de Egipto, cuya cultura amaba, y en el momento que se vio amenazado recurrió al Faraón; solicitándole el envío de una pequeña tropa de soldados a caballo y de arqueros. Recibió como respuesta que se estaba excediendo en su miedo.

                          Finalmente, Akenatón, decidió quebrantar la paz que se había impuesto; Mandó una pequeña dotación provista de unos carros de guerra inadecuados para combatir en terrenos pedregosos; esto supuso como entregar a todos estos soldados a la muerte, y Biblos quedó a merced de Aziru, debido a que el Faraón continuaba siendo engañado, hasta el extremo de considerar que el verdadero responsable del fracaso había sido Ribbadi, rey de Biblos, por calcular mal las fuerzas del enemigo.

                          Lo que estaba sucediendo en los países que siempre habían sido aliados de Egipto, lo explica el arqueólogo Chistian Jacq, con una gran claridad:
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                          • #43
                            Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                            “El fin de aproximaba. Ribbadi sigue implorando: Que el Farón, mi Señor, piense en su servidor, espero ahora noche y día a los arqueros del rey. . . . Si el rey, mi Señor, no cambia las disposiciones de su corazón, moriré. Soy viejo, y mi cuerpo padece una grave enfermedad. . . . Con la presente envío a mi propio hijo, un servidor del rey. . . . Que el rey preste atención a las palabras de su servidor y conceda arqueros para sostener a Biblos. . . .”

                            El Faraón comete un error, pide consejo al traidor Aziru, que ha asesinado ya a varios de sus fieles vasallos; y son las palabras de este hombre las que escucha a propósito de Biblos; individuo dotado de una elocuencia y disfrutando sin duda de apoyos en la corte del Faraón. Aziru convence a Akenatón de su buena fe y demuestra que no perjudica en nada los intereses de Egipto.

                            Ultimo grito de esperanza de Ribbadi: “Que el rey mi Señor, visite sus países y lo recupere todo; el día que te adelantes, todos los países se unirán al rey, mi Señor. ¿Quién se resistirá a las tropas del rey?”. . . La ayuda tan esperada no llegará; Ribbadi, a pesar de las amenazas de Aziru, cada vez mas ávido de conquistas, se niega a abrir las puertas de su ciudad al enemigo. Paga su valor con su vida y Biblos escapa al control de Egipto. La serie de desgracias continua con los ataques sangrientos de tribus nómadas como los Sutu y los Habiru (a los que se identifica como los Hebreos), que concentran su atención en Palestina. Los príncipes Palestinos sintiéndose desamparados, envían mensaje tras mensaje a Akenatón.

                            La carta de Abdi Heba confirma lo anterior de manera dramática; empieza por afirmar vigorosamente su fidelidad al Faraón y por lamentarse con amargura de haber sido calumniado ente el monarca, cuando, en realidad, es el “brazo potente” del Faraón, que le ha concedido su puesto. Que el rey atienda las necesidades de su país –exclama- , Todos los países del Faraón han desertado. . . Cada vez que se han presentado los comisarios les he dicho: Los países del Faraón se han perdido, pero no me han escuchado; se han perdido todos los alcaldes, no queda un alcalde que siga perteneciendo al rey, mi señor.

                            Los saqueadores establecen la inseguridad y comprometen los intercambios comerciales entre Egipto y sus vasallos; en todos los campos, los agricultores sufren agresiones repetidas, y muchos de ellos abandonan sus tierras para refugiarse en Egipto. . . . Se ataca a los comerciantes, y su soberano deposita inútilmente quejas ante el Faraón.

                            Pero había un hombre muy poderoso, el general Horemheb, que había estado al tanto de todo lo que sucedía en el extranjero, por algo era el responsable de las fronteras. Muchas fueron las cartas que envió al Faraón pidiéndole autorización para intervenir con la mayor rapidez, pero siempre se tropezó con la pared de “esperemos a comprobar como evolucionan los acontecimientos”; estas respuestas le llegaban en unos pergaminos que llevaban el sello del Faraón. Frente a una contumacia que el consideraba suicida y sobre todo ilógica en Akenatón, al que creía muy inteligente, dedujo que algunos de los escribas eran unos traidores. Esta sospecha le obligó a apersonarse en la ciudad del Sol. Era como buen militar, un hombre de acción, contaba con su propio cuerpo de espías y conocía las debilidades de los hombres.

                            Poco le costó descubrir que el responsable de que las cartas no llegasen al Faraón era Tuto, el encargado de supervisar la correspondencia real, quien había montado un control por medio de varios escribas, que hacían circular el correo que interesaba a quien les pagaba, y además, escribían las del Faraón sirviéndose de un sello falsificado.

                            Al ser desenmascarada esa banda de traidores, a Akenatón no le quedó mas remedio que ordenar una guerra parcial; así el general Horemheb pudo atacar Amurru, donde no encontró una gran resistencia debido a que los ejércitos Egipcios cuando iban bien equipados, eran los mas fuertes del mundo. A las pocas semanas pudo hacer prisionero a Aziru, que en todo momento se mostró sorprendido de que se le diera ese trato. En el trono se colocó a Abd-Ashirta, un aliado fiel que en seguida logró que sus compatriotas volvieran a considerar a los Egipcios como sus amigos y amos. Horemheb también se encargó de reducir a las tripulaciones de las embarcaciones Fenicias que acababan de amotinarse en casi todos los puertos del Delta, y su siguiente misión fue pacificar Palestina.

                            A quien no pudo doblegar fue al rey Sbbiluliuna, ya que este mantuvo sus conquistas de Hatti, Mitani, Asiria y otros países. Un caro precio por mantener la paz mas allá de las fronteras del Imperio, que Akenatón pagó al seguir dispuesto a mantener la paz. Y lo consiguió en el exterior, cuando dentro de su hogar se iba a desatar una tragedia que le llevaría a dudar de su fe.
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                            • #44
                              Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                              De fatídico se puede calificar el 14º. año de gobierno de Akenatón. Según algunos egiptólogos, en este año comenzó a sufrir ataques epilépticos, que en el Egipto de aquellos tiempos se consideraban una prueba de divinidad, o que el afortunado estaba gozando de un trance incontrolado que le ponía en contacto con la otra vida, a pesar de que no recordase su viaje. Tambien durante el decimocuarto año de su reinado, Akenatón se unió a Smenker en una relación homosexual, acto que iba en contra de los preceptos religiosos que el predicaba, aun cuando en Egipto mucha gente era bisexual por ancestral costumbre, y el trato carnal se consideraba algo personal; algunos dioses también habían mantenido esta ambivalencia. Lo que no puede ser considerado tan habitual es que Smenker fuese nombrado corregente de Egipto, cuando este cargo, aunque hubiera sido en la sombra, lo desempeñaba Nefertiti, que no se mantuvo pasiva, procuró fortalecer su dominio sobre la vida en palacio, lentamente comenzó a desligarse de los compromisos religiosos y también buscó sus propias satisfacciones carnales.

                              La gran tragedia del año 14 de reinado dio comienzo realmente con el fallecimiento de Maketatón, la segunda hija de Akenatón y de Nefertiti; se desconoce la edad que tenía esa princesa; una tarde cayó gravemente enferma y sus padres recurrieron a los médicos de palacio, en seguida comenzaron a implorar ayuda al dios Atón, en el que tanto confiaban, pero todos sus esfuerzos fueron inútiles. Como última solución se empleó una de las medicinas mas antigua, a pesar de que solo ofrecía una posibilidad entre cien de cura: los zumos estupefacientes de la belladona, el silfium líbico*, la mirra de Arabia y los granos de adormidera, combinados con turquesa molida y huesos de ibis sagrado en polvo. Con estas acciones se había permitido que entrase en palacio la medicina del antiguo y ancestral Egipto, tan unida a los dioses prohibidos. Akenatón no se sintió culpable por ello, al importarle mas la salvación de su hija, y un relámpago de esperanza llegó aquella noche: la enferma estaba durmiendo plácidamente y le había bajado la calentura.

                              Pero fue el canto del cisne, un brinco a la normalidad que, a las pocas horas degeneró en una crisis irreversible, la princesa murió antes del amanecer. ¡El dolor rompió todos sus diques en el interior del palacio de Akenatón! Si antes se había considerado con el fallecimiento de Teye que la muerta iba a una vida superior, por lo que debían alegrarse, en este caso no ocurrió lo mismo, los padres consideraron que les habían arrebatado una parte de su ser; lloraron como nunca y se impuso un duelo total.

                              Así lo dicen y demuestran los bajorrelieves encontrados en las tumbas de Tell-Al-Amarna, y reflejan algo mas: la confusión del Sumo Sacerdote de Atón (Akenatón), el primero en la tierra de esta divinidad, como si fuera incapaz de aceptar que se le sometiera a una prueba tan terrible; porque estaba convencido de que su Dios le protegería de todas las calamidades. Ante el tenía la prueba de que no era así, su hija había muerto por culpa de una peste, acaso transportada en uno de los barcos del Nilo, y era la vigésima víctima mortal. Esto podía suponer que Akenatón dejara de creer en la religión que dio forma a la ciudad. El dolor no solo se concentró en el palacio; se hallaba extendido por todas las casas, debido a que quienes no iban a enterrar a algún familiar, compartían el luto con sus vecinos, y sobre todo, se sentían amenazados por un mal que no se hallaba controlado.

                              Cuenta la leyenda que Akenatón siguió cada fase de la momificación de su hija; estuvo presente cuando abrieron el joven vientre para extraer las entrañas, y en los momentos mas desagradables sin perder un solo detalle, para demostrar la entereza de un padre que estaba pagando todo el tiempo que creía no haber dedicado a su amada hija. A partir de que la momia fue depositada en la tumba, y esta fue cerrada, ya nadie supo de el. Los narradores de estos momentos describen hechos sorprendentes: El Faraón abandonó sus ropajes, se vistió con unas viejas ropas de marino y se fue al puerto aprovechando la obscuridad de la noche. Poco le costó enrolarse en una embarcación que le dejó en Tebas; nadie le había reconocido; a partir de este momento vivió como un mendigo, sin importarle que le golpeasen, le dedicaran mil insultos y pasara días enteros sin comer ni beber.

                              Llegó a verse envuelto en un motín portuario, que el mismo había originado al decirle a los cargadores que no debían trabajar por una paga tan escasa, y fue tomado preso por las autoridades. Dentro de la prisión le dieron de latigazos, y luego le dejaron colgado del techo de la prisión hasta que se desmayó. Una semana mas tarde le pusieron en libertad, momento en que decidió volver a Aketatón sirviéndose de los medios empleados en la huida. Nada mas entrar en palacio, fue en busca de sus fieles servidores, que eran los únicos que estaban al tanto del autosacrificio, y estos le lavaron, le curaron las heridas y le llevaron a una habitación secreta.

                              A la mañana siguiente, el Faraón se presentó solo en el templo de Atón, para demostrar que seguía creyendo en la religión que predicaba; En seguida se corrió la voz de que había vuelto, y todos quisieron estar a su lado. La explicación que terminarían recibiendo fue que el Faraón debió resolver unas cuestiones secretas, y como Egipto se había visto sometido a tantos conflictos con sus países aliados, le gente lo creyó.

                              La leyenda finaliza en este punto.

                              *Silfium líbico o Silphium líbico: Planta silvestre con propiedades medicinales, afrodisiacas y psicotrópicas, muy apreciada desde tiempos inmemoriales por los Egipcios y posteriormente por Griegos y Romanos, que se extinguió por el abuso, pues no fue posible su cultivo.
                              Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                              Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                                Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debía adorar a un solo Dios?

                                Se cree que Akenatón tuvo tres hijas mas con Nefertiti, la cuarta nació en el 1358AC, y se le dio el nombre de Nefer-Neferu-Atón Tassheri; la quinta en el año 1355AC y se llamó Nefer-Neferu-Ra, y la sexta en el año 1353AC, y fue llamada Setepen-Ra. El hecho de que a las dos últimas se les añadiera el nombre de otro dios distinto al adorado por Akenatón, permite suponer que fueron el fruto de unas relaciones extraconyugales de Nefertiti, por lo que nunca contaron con el reconocimiento del Faraón. La existencia de ellas ha quedado registrada en varias pinturas.

                                Nefertiti mantuvo relaciones extraconyugales, esto terminó por separarla de su marido, aunque nunca se marchó de la ciudad de Aketatón, donde se construyó una residencia en las proximidades del palacio, donde vivía con su corte personal; pero en ningún momento dejó de asistir a los rituales del amanecer y del atardecer en el templo de Atón y los demás actos oficiales; aunque respecto a estos últimos, cada vez fue reduciendo sus apariciones al no querer competir en público con Smenker.

                                Uno de los hombres que mas se relacionó con la reina fue el escultor Tutmosis, que la reprodujo en infinidad de estatuas; muchas fueron desnudos en los que se aprecia una devoción por la modelo que revela el amor del creador; también pudo tocarla reiteradamente, pero algo debió ocurrir entre esta pareja, pues el artista nunca mantuvo relaciones carnales con Nefertiti, conformándose con amarla platónicamente, con tenerla cerca y sentirla viva. Esto puede explicar el porque de la ausencia de un ojo en el hermosísimo busto de la reina que hoy se encuentra en Berlín.

                                Pero regresemos con Smenker a quien Akenatón nombró corregente después de haberle recibido como su amante. La primera elección pudo obedecer a que los dos eran hermanos por parte de padre, o tal vez por ser cuñados; cuando la pareja aparece reflejada en los bajorrelieves, a Akenatón se le concede la condición masculina y a Smenker la femenina, de esto no hay duda. Entre los muchos enigmas que rodean a Smenker, destaca su unión con Meritatón, la primer hija de Akenatón, y al parecer terminaron casándose cuando el Faraón ya estaba muerto. Otra de sus misteriosas actividades es su visita a Tebas, que algunos egiptólogos atribuyen al deseo de Akenatón, que al sentirse enfermo quiso trasladar toda la corte a la antigua capital de Egipto.

                                En 1907 el arqueólogo Elliot Smith encontró la momia de Smenker dentro de un sarcófago femenino, lo que era normal para quien fue considerado la “esposa mística” de Akenatón; el sarcófago se guarda actualmente n el museo de El Cairo; fue construido con madera dorada y luce unas incrustaciones de coralina y pasta de vidrio; en el pie se lee esta inscripción:

                                “Palabras dichas por. . . (el nombre ha sido borrado): Como desearía respirar el exquisito aliento que brota de tus labios; nunca me cansaré de contemplar tu hermosura todos los días. Anhelo escuchar tu voz amorosa, similar a la brisa que viene del Nilo, y que mi cuerpo rejuvenecido siga vivo gracias a la pasión que me profesas. Quisiera que alargasen tus brazos para que se materializara nuestro encuentro, con lo que recargarías mis energías espirituales, con el propósito de que los dos fuésemos una unidad. Se que voy a conseguir que tu nombre y el mío sean pronunciados al unísono hasta la eternidad. . . . Tu que has estado . . . . miles de años vivo, igual que el disco solar de nuestro adorado Atón. . . . El Faraón del Alto y Bajo Egipto, que existe en medio de la rectitud, el inmenso señor de las Dos Tierras. . . . tu, el hijo predilecto de Atón, que vivirá en la eternidad. . . .”

                                En la anterior inscripción se aprecia la censura que se desataría en tiempos de Seti I y Ramsés II contra todo lo referente a Akenatón, Atón, Nefertiti y los fieles a la “herejía” , con mucha saña.
                                Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
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