Re: Simplemente...de todo, un poco...
El ejército de López Rayón, notablemente disminuido, llegó a la Hacienda de Pozo Hondo el 11 de abril de 1811, donde descansó dos días, desde este punto López Rayón ordenó a Sotomayor que a la cabeza de quinientos hombres marchase a sorprender Fresnillo, lo que hizo este jefe avanzando de noche y emboscándose durante el dia. Al llegar a Bañón dispuso el general en jefe que don Victor Rosales y don Juan Pablo Anaya, al frente de dos secciones de igual fuerza, le precedieran a reconocer el estado de defensa de Zacatecas, u él, llevando el resto de la tropa que ascendía a poco mas de mil hombres, marchó a situarse en el colegio de misioneros de Guadalupe, distante una legua de aquella ciudad.
La tropa de Rosales, dos días después de haber emprendido su movimiento de avance, tropezó con una partida enemiga en el lugar llamado Pánuco y la rechazó hasta Veta-Grande, donde unida a mayores fuerzas volvió Rosales poniéndole en grave aprieto. Rayón envió en su auxilio al denodado Torres, que hizo retroceder a los realistas hasta el cerro del Grillo. En tanto que el vencedor de Guadalajara alcanzaba tan importante ventaja, don José María Liceaga, segundo de López Rayón, y don Francisco, hermano de este, partiendo de la capilla de Guerreros, se dirigieron al cerro de La Bufa con el propósito de establecer sobre el su campamento, pero fueron derrotados al grado que solo escaparon con vida los dos jefes superiores y un soldado. Compensó, y con creces, este descalabro, don José Antonio Torres, quien en la noche del 14 de abril sorprendió el cerro del Grillo, haciéndose dueño de la artillería, de las municiones, de los víveres y de quinientas barras de plata, obligando al realista Zambrano a retirarse hasta Jerez.
Abierta y desamparada Zacatecas a consecuencia de este triunfo, entró en ella el general López Rayón el 15 de abril de 1811, después de una retirada notable en los fastos militares de la Independencia, de la que el historiador mexicano J. M. L. Mora, ha dicho lo siguiente:
“No se sabe que admirar mas en ella, si la constancia de los generales o la fortaleza del soldado. Un puñado de hombres que nunca llegaron a cuatro mil, resto pequeño de las enormes masas que habían sido derrotadas en Calderón; cargado con el descrédito producido por las continuas derrotas hasta entonces recibidas y por la prisión de sus generales; trabajado por el desaliento de semejantes reveses y a las órdenes de un abogado que por primera vez empuña la espada y toma el título de general; un cuerpo tal emprende una retirada de ciento cincuenta leguas por el territorio enemigo, absolutamente falto de agua, víveres y alojamiento, y no solo logra hacerla abriéndose paso por entre divisiones superiores en número y armamento, sino que la termina apoderándose de una de las principales ciudades, bien fortificada y defendida por una numerosa y aguerrida guarnición. Los españoles, que con el arresto de los primeros caudillos y la derrota de sus masas había dado por concluida la insurrección, quedaron aturdidos del arrojo de emprender y concluir felizmente una empresa tan difícil, y los nombres de López Rayón y de Torres, hasta entonces casi desconocidos, adquirieron tal importancia , que los jefes enemigos se vieron obligados a respetarlos.”
Tres días después del triunfo de Torres, el intrépido Sotomayor, que con tanta destreza como valor había sorprendido Fresnillo y las fuerzas que lo guarnecían, atacó y derrotó en Ojocaliente al comandante español Bringas, que pereció en la acción, en la que también murieron cien de sus soldados, dispersándose los que quedaban con vida.
López Rayón, decidido a inaugurar un sistema político exento de persecuciones, se esmeró en respetar vidas y propiedades; los españoles permanecieron tranquilos en sus casas, y ofreció a los empleados públicos que continuaran en sus puestos si prestaban el juramento de adhesión al gobierno que se estableciese; y convencido de la necesidad de organizar este y de adormecer al partido español convocó a una junta a todas las corporaciones de la ciudad, manifestándoles sus ideas sobre este punto, que se reducián a la formación de un congreso compuesto de diputados nombrados por los ayuntamientos, el clero y otros cuerpos, debiendo esta asamblea representar los derechos de Fernando VII y gobernar en su nombre mientras fuese prisionero de Francia; a dejar a los españoles en quieta posesión de sus caudales y empleos, y a que las clases, corporaciones y autoridades permaneciesen en el estado en que se hallaban.
Convenidos estos puntos con la junta, López Rayón y Liceaga dirigieron la siguiente exposición a Calleja, que fue llevada a su destino por don José María Rayón, el padre español Gotor, que había sido capellán del mismo Calleja, y otros tres españoles. .
El ejército de López Rayón, notablemente disminuido, llegó a la Hacienda de Pozo Hondo el 11 de abril de 1811, donde descansó dos días, desde este punto López Rayón ordenó a Sotomayor que a la cabeza de quinientos hombres marchase a sorprender Fresnillo, lo que hizo este jefe avanzando de noche y emboscándose durante el dia. Al llegar a Bañón dispuso el general en jefe que don Victor Rosales y don Juan Pablo Anaya, al frente de dos secciones de igual fuerza, le precedieran a reconocer el estado de defensa de Zacatecas, u él, llevando el resto de la tropa que ascendía a poco mas de mil hombres, marchó a situarse en el colegio de misioneros de Guadalupe, distante una legua de aquella ciudad.
La tropa de Rosales, dos días después de haber emprendido su movimiento de avance, tropezó con una partida enemiga en el lugar llamado Pánuco y la rechazó hasta Veta-Grande, donde unida a mayores fuerzas volvió Rosales poniéndole en grave aprieto. Rayón envió en su auxilio al denodado Torres, que hizo retroceder a los realistas hasta el cerro del Grillo. En tanto que el vencedor de Guadalajara alcanzaba tan importante ventaja, don José María Liceaga, segundo de López Rayón, y don Francisco, hermano de este, partiendo de la capilla de Guerreros, se dirigieron al cerro de La Bufa con el propósito de establecer sobre el su campamento, pero fueron derrotados al grado que solo escaparon con vida los dos jefes superiores y un soldado. Compensó, y con creces, este descalabro, don José Antonio Torres, quien en la noche del 14 de abril sorprendió el cerro del Grillo, haciéndose dueño de la artillería, de las municiones, de los víveres y de quinientas barras de plata, obligando al realista Zambrano a retirarse hasta Jerez.
Abierta y desamparada Zacatecas a consecuencia de este triunfo, entró en ella el general López Rayón el 15 de abril de 1811, después de una retirada notable en los fastos militares de la Independencia, de la que el historiador mexicano J. M. L. Mora, ha dicho lo siguiente:
“No se sabe que admirar mas en ella, si la constancia de los generales o la fortaleza del soldado. Un puñado de hombres que nunca llegaron a cuatro mil, resto pequeño de las enormes masas que habían sido derrotadas en Calderón; cargado con el descrédito producido por las continuas derrotas hasta entonces recibidas y por la prisión de sus generales; trabajado por el desaliento de semejantes reveses y a las órdenes de un abogado que por primera vez empuña la espada y toma el título de general; un cuerpo tal emprende una retirada de ciento cincuenta leguas por el territorio enemigo, absolutamente falto de agua, víveres y alojamiento, y no solo logra hacerla abriéndose paso por entre divisiones superiores en número y armamento, sino que la termina apoderándose de una de las principales ciudades, bien fortificada y defendida por una numerosa y aguerrida guarnición. Los españoles, que con el arresto de los primeros caudillos y la derrota de sus masas había dado por concluida la insurrección, quedaron aturdidos del arrojo de emprender y concluir felizmente una empresa tan difícil, y los nombres de López Rayón y de Torres, hasta entonces casi desconocidos, adquirieron tal importancia , que los jefes enemigos se vieron obligados a respetarlos.”
Tres días después del triunfo de Torres, el intrépido Sotomayor, que con tanta destreza como valor había sorprendido Fresnillo y las fuerzas que lo guarnecían, atacó y derrotó en Ojocaliente al comandante español Bringas, que pereció en la acción, en la que también murieron cien de sus soldados, dispersándose los que quedaban con vida.
López Rayón, decidido a inaugurar un sistema político exento de persecuciones, se esmeró en respetar vidas y propiedades; los españoles permanecieron tranquilos en sus casas, y ofreció a los empleados públicos que continuaran en sus puestos si prestaban el juramento de adhesión al gobierno que se estableciese; y convencido de la necesidad de organizar este y de adormecer al partido español convocó a una junta a todas las corporaciones de la ciudad, manifestándoles sus ideas sobre este punto, que se reducián a la formación de un congreso compuesto de diputados nombrados por los ayuntamientos, el clero y otros cuerpos, debiendo esta asamblea representar los derechos de Fernando VII y gobernar en su nombre mientras fuese prisionero de Francia; a dejar a los españoles en quieta posesión de sus caudales y empleos, y a que las clases, corporaciones y autoridades permaneciesen en el estado en que se hallaban.
Convenidos estos puntos con la junta, López Rayón y Liceaga dirigieron la siguiente exposición a Calleja, que fue llevada a su destino por don José María Rayón, el padre español Gotor, que había sido capellán del mismo Calleja, y otros tres españoles. .
Comment