Re: Simplemente...de todo, un poco...
Disuelto el ejército del Centro, so pretexto de que ya no había enemigos temibles que combatir, pero en verdad porque el virey Venegas veía en cada uno de los oficiales y soldados que lo formaban un ciego adepto de Calleja, y retirado este del mando activo de aquellos batallones y escuadrones que tantas veces le siguieron por el camino del triunfo, pudieron creer por un momento los mas entusiastas partidarios del dominio español que la revolución de Independencia tocaba a su término.
Cuan lejano se hallaba aun el fin de tan porfiada contienda lo indicaban las numerosas partidas que recorrían en son de guerra la vasta superficie del virreinato, y la exaltación de los ánimos que la noticia de la heroica defensa de Cuautla hizo llegar a su colmo. En efecto, la fama del héroe de aquel sitio se elevó entonces hasta las estrellas, y un entusiasmo general ocupaba los espiritus de los criollos. En México mismo, asiento del virey, se cantaban los elogios del campeón nacional, y su nombre era ya una señal de triunfo para los mexicanos. Pero antes de seguir a Morelos en su nueva serie de victorias, debemos condensar, con la posible brevedad, las ocurrencias militares que se efectuaban en diversos rumbos de Nueva España.
En la misma zona del Sur, que a fines de diciembre del año anterior (1811) hubiera considerádose sometida a las armas de los Independientes, se luchó con valor y constancia en los meses de marzo y abril de 1812. La dominación española tenía en esa vasta comarca ardientes sostenedores en todos los europeos, dueños de opulentas haciendas de caña; estos ejercían natural y poderosa influencia sobre parte considerable de los habitantes, quienes de grado o por fuerza secundaban la diligencia de sus amos y patrones para combatir la revolución, y de esta suerte, los jefes realistas hallaban siempre en esa zona elementos y auxilios de todo género para sostener una activa campaña. El teniente coronel Paris, que tuvo tan escasa fortuna en sus empresas contra Morelos al empezar el año de 1811, en su calidad de comandante de la quinta división de milicias del Sur sostenía la causa realista con actividad y energía. Recobró la plaza de Tlapa, favoreció la contrarrevolución llevada a cabo por los realistas de Chilapa, poniendo al frente de esta villa a los capitanes españoles Cerro y Añorve, y luego, sabedor de la salida de Morelos de Cuautla y creyendo que se dirigía a la costa, se situó con una fuerte sección en el pueblo de Ayutla, resuelto a cortarle el paso y a procurar su completo exterminio.
Quiso secundar Venegas este movimiento de reacción, y al efecto dirigió a los habitantes de los pueblos del Sur una proclama que se publicó en la capital el 11 de mayo de 1812. Pretendía demostrarles en ella que Morelos los arrastraba a una sima de perdición; pintábale con los colores mas odiosos, y recurriendo a la impostura afirmaba que el campeón de la Independencia había dejado perecer de hambre, dentro de Cuautla, a mas de ocho mil personas, y sacrificado tres mil en su salida, al tiempo que el indulto del rey hubiera salvado a todos. Decíales que imitasen el ejemplo de los habitantes de Chilapa, Chilpancingo, Taxco y otras poblaciones que acababan de auxiliar eficazmente a los jefes realistas Regules y Paris, y terminaba ofreciendo cuantiosa recompensa al que entregando a Morelos, “liberase al mundo de uno de los mayores monstruos que habían aparecido.”
Entretanto Lopez Rayón, al frente de algunas tropas que pudo reunir a costa de inmensos esfuerzos y dejando en Sultepec a sus colegas de la Junta Suprema Liceaga y Verduzco, avanzó hasta las cercanías de Toluca obligando a Porlier y sus seiscientos soldados a encerrarse en esa ciudad. El jefe Independiente situó su cuartel general en la hacienda de la Huerta, y el 18 de abril de 1812 atacó con ímpetu las posiciones a.t.r.i.n.ch.e.r.a.das de Porlier reduciéndole, después de varias horas de combate, al cementerio e iglesia de San Francisco, lugar fuerte, casi inexpugnable, de antemano preparado a sostener vigorosa defensa, y que López Rayón no podía allanar careciendo de artillería de batir y del parque necesario para continuar la acción. Hubo de retirarse al fin, ya al morir el dia, aunque cuidando de prevenir una salida del enemigo que inquietase su movimiento retrógrado. No se engañó, porque en la noche una partida de caballería realista intentó sorprender su campamento, situado a la vista de Toluca; pero Rayón logró rechazar el asalto y al día siguiente marchó a Amatepec, punto situado entre Toluca y Lerma, habiendo incendiado a su paso la hacienda de la Garcesa, propiedad del español don Nicolás Gutierrez, que se distinguía entre los mas encarnizados enemigos de la revolución.
Algunos días después el oficial Camacho, que era uno de los mejores tenientes de López Rayón, salió de Amatepec y cayendo sobre un grueso destacamento enviado por Porlier en busca de víveres, logró derrotarle por completo, quitándole muchas armas y caballos y matando a cien realistas.
El movimiento de López Rayón hacia Toluca, y luego el bloqueo que estableció contra este punto, en los momentos mas críticos para los sitiados en Cuautla, fueron concertados por el distinguido presidente de la Junta para auxiliar en lo posible al general Morelos; comprendió que asediando a Toluca distraía la atención del gobierno virreinal e inutilizaba a las tropas de Porlier para que reforzasen el ejército del Centro. Cumplióse plenamente su propósito, pues su amago detuvo y confinó en Toluca a ese brigadier, a quien ya se había ordenado por Venagas que remontando a Taxco, descendiese a Cuernavaca y avanzara al plan de Cuautla, a fin de cooperar en la destrucción de Morelos.
El gobierno vireynal deseoso de aniquilar a López Rayón, formó de las mejores tropas del disuelto ejército del Centro una fuerte división de mil quinientos hombres con siete cañones que puso a las órdenes del coronel don Joaquín del Castillo y Bustamante. Salió este de México el 18 de mayo, y apenas lo supo Porlier avanzó hacia las posiciones de López Rayón, pero fue rechazado con pérdida y se vió obligado a retroceder a Toluca. El jefe Independiente, para afrontar el ataque que esperaba del lado contrario de parte de Castillo y Bustamante, se hizo fuerte en Lerma. López Rayón mandó hacer cortaduras y levantar parapetos en el camino de México, y tras ellos esperó al enemigo, que en la mañana del 19 de mayo de 1812, avanzó intrépidamente bajo el nutrido fuego de los Independientes. Los granaderos realistas, que marchaban a la vanguardia, echaron un puente sobre la primer cortadura y tomaron el parapeto que se alzaba detrás, pero nuevos fosos y t.r.i.n.ch.e.r.a.s se presentaban en seguida, y aunque acudieron los demás batallones en auxilio de la vanguardia, fueron todos rechazados con pérdidas sensibles, y Castillo ordenó la retirada a la hacienda de Jajalpa, desde donde pidió refuerzos al gobierno.
Salió violentamente de México el batallón de Lovera con cuatro cañones, y cuando Castillo y Bustamante, fuerte con este auxilio, se preparaba en la mañana del 23 de mayo a un nuevo ataque sobre Lerma, supo con sorpresa que los Independientes, abandonando desde la noche anterior sus imponentes fortificaciones, se retiraban rumbo a Tenango, población situada al sur de Toluca. . . .
Disuelto el ejército del Centro, so pretexto de que ya no había enemigos temibles que combatir, pero en verdad porque el virey Venegas veía en cada uno de los oficiales y soldados que lo formaban un ciego adepto de Calleja, y retirado este del mando activo de aquellos batallones y escuadrones que tantas veces le siguieron por el camino del triunfo, pudieron creer por un momento los mas entusiastas partidarios del dominio español que la revolución de Independencia tocaba a su término.
Cuan lejano se hallaba aun el fin de tan porfiada contienda lo indicaban las numerosas partidas que recorrían en son de guerra la vasta superficie del virreinato, y la exaltación de los ánimos que la noticia de la heroica defensa de Cuautla hizo llegar a su colmo. En efecto, la fama del héroe de aquel sitio se elevó entonces hasta las estrellas, y un entusiasmo general ocupaba los espiritus de los criollos. En México mismo, asiento del virey, se cantaban los elogios del campeón nacional, y su nombre era ya una señal de triunfo para los mexicanos. Pero antes de seguir a Morelos en su nueva serie de victorias, debemos condensar, con la posible brevedad, las ocurrencias militares que se efectuaban en diversos rumbos de Nueva España.
En la misma zona del Sur, que a fines de diciembre del año anterior (1811) hubiera considerádose sometida a las armas de los Independientes, se luchó con valor y constancia en los meses de marzo y abril de 1812. La dominación española tenía en esa vasta comarca ardientes sostenedores en todos los europeos, dueños de opulentas haciendas de caña; estos ejercían natural y poderosa influencia sobre parte considerable de los habitantes, quienes de grado o por fuerza secundaban la diligencia de sus amos y patrones para combatir la revolución, y de esta suerte, los jefes realistas hallaban siempre en esa zona elementos y auxilios de todo género para sostener una activa campaña. El teniente coronel Paris, que tuvo tan escasa fortuna en sus empresas contra Morelos al empezar el año de 1811, en su calidad de comandante de la quinta división de milicias del Sur sostenía la causa realista con actividad y energía. Recobró la plaza de Tlapa, favoreció la contrarrevolución llevada a cabo por los realistas de Chilapa, poniendo al frente de esta villa a los capitanes españoles Cerro y Añorve, y luego, sabedor de la salida de Morelos de Cuautla y creyendo que se dirigía a la costa, se situó con una fuerte sección en el pueblo de Ayutla, resuelto a cortarle el paso y a procurar su completo exterminio.
Quiso secundar Venegas este movimiento de reacción, y al efecto dirigió a los habitantes de los pueblos del Sur una proclama que se publicó en la capital el 11 de mayo de 1812. Pretendía demostrarles en ella que Morelos los arrastraba a una sima de perdición; pintábale con los colores mas odiosos, y recurriendo a la impostura afirmaba que el campeón de la Independencia había dejado perecer de hambre, dentro de Cuautla, a mas de ocho mil personas, y sacrificado tres mil en su salida, al tiempo que el indulto del rey hubiera salvado a todos. Decíales que imitasen el ejemplo de los habitantes de Chilapa, Chilpancingo, Taxco y otras poblaciones que acababan de auxiliar eficazmente a los jefes realistas Regules y Paris, y terminaba ofreciendo cuantiosa recompensa al que entregando a Morelos, “liberase al mundo de uno de los mayores monstruos que habían aparecido.”
Entretanto Lopez Rayón, al frente de algunas tropas que pudo reunir a costa de inmensos esfuerzos y dejando en Sultepec a sus colegas de la Junta Suprema Liceaga y Verduzco, avanzó hasta las cercanías de Toluca obligando a Porlier y sus seiscientos soldados a encerrarse en esa ciudad. El jefe Independiente situó su cuartel general en la hacienda de la Huerta, y el 18 de abril de 1812 atacó con ímpetu las posiciones a.t.r.i.n.ch.e.r.a.das de Porlier reduciéndole, después de varias horas de combate, al cementerio e iglesia de San Francisco, lugar fuerte, casi inexpugnable, de antemano preparado a sostener vigorosa defensa, y que López Rayón no podía allanar careciendo de artillería de batir y del parque necesario para continuar la acción. Hubo de retirarse al fin, ya al morir el dia, aunque cuidando de prevenir una salida del enemigo que inquietase su movimiento retrógrado. No se engañó, porque en la noche una partida de caballería realista intentó sorprender su campamento, situado a la vista de Toluca; pero Rayón logró rechazar el asalto y al día siguiente marchó a Amatepec, punto situado entre Toluca y Lerma, habiendo incendiado a su paso la hacienda de la Garcesa, propiedad del español don Nicolás Gutierrez, que se distinguía entre los mas encarnizados enemigos de la revolución.
Algunos días después el oficial Camacho, que era uno de los mejores tenientes de López Rayón, salió de Amatepec y cayendo sobre un grueso destacamento enviado por Porlier en busca de víveres, logró derrotarle por completo, quitándole muchas armas y caballos y matando a cien realistas.
El movimiento de López Rayón hacia Toluca, y luego el bloqueo que estableció contra este punto, en los momentos mas críticos para los sitiados en Cuautla, fueron concertados por el distinguido presidente de la Junta para auxiliar en lo posible al general Morelos; comprendió que asediando a Toluca distraía la atención del gobierno virreinal e inutilizaba a las tropas de Porlier para que reforzasen el ejército del Centro. Cumplióse plenamente su propósito, pues su amago detuvo y confinó en Toluca a ese brigadier, a quien ya se había ordenado por Venagas que remontando a Taxco, descendiese a Cuernavaca y avanzara al plan de Cuautla, a fin de cooperar en la destrucción de Morelos.
El gobierno vireynal deseoso de aniquilar a López Rayón, formó de las mejores tropas del disuelto ejército del Centro una fuerte división de mil quinientos hombres con siete cañones que puso a las órdenes del coronel don Joaquín del Castillo y Bustamante. Salió este de México el 18 de mayo, y apenas lo supo Porlier avanzó hacia las posiciones de López Rayón, pero fue rechazado con pérdida y se vió obligado a retroceder a Toluca. El jefe Independiente, para afrontar el ataque que esperaba del lado contrario de parte de Castillo y Bustamante, se hizo fuerte en Lerma. López Rayón mandó hacer cortaduras y levantar parapetos en el camino de México, y tras ellos esperó al enemigo, que en la mañana del 19 de mayo de 1812, avanzó intrépidamente bajo el nutrido fuego de los Independientes. Los granaderos realistas, que marchaban a la vanguardia, echaron un puente sobre la primer cortadura y tomaron el parapeto que se alzaba detrás, pero nuevos fosos y t.r.i.n.ch.e.r.a.s se presentaban en seguida, y aunque acudieron los demás batallones en auxilio de la vanguardia, fueron todos rechazados con pérdidas sensibles, y Castillo ordenó la retirada a la hacienda de Jajalpa, desde donde pidió refuerzos al gobierno.
Salió violentamente de México el batallón de Lovera con cuatro cañones, y cuando Castillo y Bustamante, fuerte con este auxilio, se preparaba en la mañana del 23 de mayo a un nuevo ataque sobre Lerma, supo con sorpresa que los Independientes, abandonando desde la noche anterior sus imponentes fortificaciones, se retiraban rumbo a Tenango, población situada al sur de Toluca. . . .
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