El Doctor Merengue representa a un respetable caballero de impecable presencia, atildado en el vestir, pleno de simpatía, sumamente comedido y obsequioso.
Es un gran simulador, aparenta ser capaz de las solidaridades más desinteresadas y trata a las personas con una especial consideración y afecto.

Sin embargo todos sus actos obedecen a una estudiada pose, a un ventajismo, a un interés fingido, que su dibujante, (DIVITO) al final de las secuencias de la tira, lo descubre tal como en realidad es.

El "otro yo" del Dr. Merengue
Allí aparece el verdadero Dr. Merengue que emerge en su “otro yo”, en una fantasmal figura, grotesca y de ramplón aspecto, que se expresa vulgarmente, sin poder ocultar su perversa y verdadera personalidad.
En el plano humano, seres de esta naturaleza poseen el morbo de la doble personalidad, similar a la que mostrara el escritor Robert Louis Stevenson en su novela “El Dr. Jeckyll y Mister Hyde.
El primero de estos dos personajes representa al bien y el segundo definitivamente al mal, pero ambos son en realidad una sola persona, tal como lo es el “Dr. Merengue”.
Así de sencillo, amables lectores.
Estas “poses humanas”, tan artificiales, fingidas y a la vez tan lejanas del verdadero significado de hombre de bien, exigen a aquellos que así se comportan un constante y formidable esfuerzo.
Más sencillo y saludable sería emplear esa energía para despojarse de esa indigna y comprometida personalidad.
Estos aparentes “hombres de bien”, en su trajinar muchas veces se les ven las costuras, o más irónicamente dicho, “se les nota la clase...”
No pueden constantemente ocultar sus mañas; lo advertimos en sus discursos, en su forma de vida y en sus acciones.
Si se les descubre, tratan de escurrirse y si no lo logran se incomodan, se comportan de forma agresiva o cínica y no pueden ocultar su hipocresía.
Subvaloran o niegan las evidencias, o echan sus culpas a otros y así infaliblemente salen a la luz sus metiches y falsedades.
Personas así, están cubiertas de una delgada capa de barniz que oculta su desmedido y artificial EGO y una malsana y engañosa aptitud para las triquiñuelas y simulaciones más execrables.
Las múltiples caras de un farsante
Individuos de estas características siempre han existido y aún pululan a nuestro alrededor.. Personifican a un esteriotipo por demás indigno de la condición humana; son personajes capaces de las trapacerías más insignificantes y también en las perversidades más malignas.
Están allí en el ruedo existencial como estamos todos, se acomodan en los espacios que los favorecen, pero su consistencia no soporta la firmeza de la VERDAD.
Ante ella no existe ningún Dr. Merengue que sea capaz de resistir su presencia, magnitud y menos aún su rigor…
Juan Yañez
Es un gran simulador, aparenta ser capaz de las solidaridades más desinteresadas y trata a las personas con una especial consideración y afecto.

Sin embargo todos sus actos obedecen a una estudiada pose, a un ventajismo, a un interés fingido, que su dibujante, (DIVITO) al final de las secuencias de la tira, lo descubre tal como en realidad es.

El "otro yo" del Dr. Merengue
Allí aparece el verdadero Dr. Merengue que emerge en su “otro yo”, en una fantasmal figura, grotesca y de ramplón aspecto, que se expresa vulgarmente, sin poder ocultar su perversa y verdadera personalidad.
En el plano humano, seres de esta naturaleza poseen el morbo de la doble personalidad, similar a la que mostrara el escritor Robert Louis Stevenson en su novela “El Dr. Jeckyll y Mister Hyde.
El primero de estos dos personajes representa al bien y el segundo definitivamente al mal, pero ambos son en realidad una sola persona, tal como lo es el “Dr. Merengue”.
Así de sencillo, amables lectores.
Estas “poses humanas”, tan artificiales, fingidas y a la vez tan lejanas del verdadero significado de hombre de bien, exigen a aquellos que así se comportan un constante y formidable esfuerzo.
Más sencillo y saludable sería emplear esa energía para despojarse de esa indigna y comprometida personalidad.
Estos aparentes “hombres de bien”, en su trajinar muchas veces se les ven las costuras, o más irónicamente dicho, “se les nota la clase...”
No pueden constantemente ocultar sus mañas; lo advertimos en sus discursos, en su forma de vida y en sus acciones.
Si se les descubre, tratan de escurrirse y si no lo logran se incomodan, se comportan de forma agresiva o cínica y no pueden ocultar su hipocresía.
Subvaloran o niegan las evidencias, o echan sus culpas a otros y así infaliblemente salen a la luz sus metiches y falsedades.
Personas así, están cubiertas de una delgada capa de barniz que oculta su desmedido y artificial EGO y una malsana y engañosa aptitud para las triquiñuelas y simulaciones más execrables.
Las múltiples caras de un farsante
Individuos de estas características siempre han existido y aún pululan a nuestro alrededor.. Personifican a un esteriotipo por demás indigno de la condición humana; son personajes capaces de las trapacerías más insignificantes y también en las perversidades más malignas.
Están allí en el ruedo existencial como estamos todos, se acomodan en los espacios que los favorecen, pero su consistencia no soporta la firmeza de la VERDAD.
Ante ella no existe ningún Dr. Merengue que sea capaz de resistir su presencia, magnitud y menos aún su rigor…
Juan Yañez
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