17 mayo 2010
Redención de la verdad
Por Ángel Pujalte Piñeiro
“Donde está el peligro, también crece lo que nos salva”
Decepción y desengaño son trámites imprescindibles en el advenimiento de una redención de la verdad, que permita un comienzo verdadero a nuestro orden social. La angustia y desesperanza al despertar a una realidad en la que no se sabe lo que pasa, que descubre la inutilidad de las respuestas tradicionales y periclita esperanzas. En la que de repente nada conserva vigencia y hace necesario construir una nueva realidad sobre humeantes ruinas. Una que si sea consistente, verdadera. Si es el caso y esta vez no desperdiciamos la ocasión, falta poco para abandonar el inaudito mundo del autoengaño e inconsciencia.
Para demoler a los mitos y dioses de pies de barro que nos impiden abandonar la vida de desamparo y miserable sobrevivencia, debemos reconocer la demencia irracional que inmoviliza nuestras mentes, y que en territorio opulento, acantona en abyecta menesterosidad a más de la mitad de la población. Según Heidegger es la léthe, (oculto, olvido, inconsciente), una inquietante ocultación que no es el olvido, sino el olvido del olvido, no solo la inconsciencia sino su negación, la represión de la consciencia, la contra consciencia, la anti verdad. Por lo que la crisis debe fungir como peripateia: el giro de la fortuna, el momento crucial en que todo se revela y hace claro. Para que se revele la aletéhia: (a=sin, lethe=oculto) verdad, sinceridad de los hechos. Y en los hombres se dé la anagnórisis (revelación, reconocimiento, descubrimiento). Que por fin descubramos nuestra verdad.
No es la primera oportunidad desaprovechada. Es apenas otro momento crucial en que podemos replantear nuestro destino y apostar el todo por el todo. Ni independencia ni revolución lograron transformarnos, ninguna develo la verdad completa, nos elevó por encima de la irracionalidad ni nos humanizó. Tampoco decidieron nada. Ninguna fue redención, comienzo ni renacimiento de nada, solo colapso aplazado, agonía pospuesta, ruina diferida. El transcurso del tiempo solo ha materializado decadencia en siniestro frenesí de corrupción desatada, desorden y desesperanza social. Dos siglos no corrigieron la alienización y abandono de compatriotas en su propia tierra y entre hermanos, producto de irracionalidad, negligencia e inconsciencia de hombres. Nuestro principal escollo no viene de fuera, es impredecible ni irresoluble.
Es momento de recalibrar la situación. ¿Qué tenemos que defender en nuestra situación actual? ¿Nuestra democracia, libertad, civilización, economía, justicia? Hasta donde debemos caer para enderezar el rumbo. Hasta donde necesitamos degradarnos para tomarnos en serio. A que nivel vamos a tener que hundirnos para que tomemos consciencia o descenderemos sin límite sin que a nadie le importe. Seguiremos indiferentes acostumbrados a ver “normales” las desgracias de unos y crímenes de otros. En una amoral despreocupación devastadora de la consciencia, culpable de nuestro fracaso social.
Pero la tragedia del subdesarrollo no es sencilla. Octavio Paz destaco que por acá no paso la ilustración. Lo que hace oropel obsoleto de las líneas anteriores. Mis cuates filósofos me fallan esta ocasión, pero mis amigos poetas conservan vigencia y lanzan flechas orientadoras. Los conceptos aquí usados de Aristóteles y Heidegger perdieron vigencia al partir de la base que el hombre es un animal racional. Que como dijera Ortega, se encuentra en estado sonambúlico, por lo que sobre esa base parece lógico que una crisis o sacudida puede despertarlo. Pero no es así.
El hombre no es animal racional ni ser humano y menos esta dormitando. Es un simio con potencial racional y humanista. No cualquier bestia por nacer bípedo sin rabo llega solo a racional ni humano. La racionalidad y humanidad son dos artificialidades que de fuera se tienen que inocular en los “silvestres” para sacarlos del estado natural. Para elevarlos al estado de animal racional y ser humano. Artificializados para hacerlos tratables, que puedan relacionarse y ponerse de acuerdo con el resto de la sociedad, se ubiquen en el mundo y sean capaces de aprovechar lo que los rodea, para construir su bienestar y prosperidad material en forma útil y valiosa para la sociedad. También el territorio debe artificializarse con infraestructura adecuada. La infraestructura física es la llave que abre y hace accesibles las riquezas del territorio para que el hombre con su inteligencia y trabajo construya su bienestar y prosperidad material. Y nada de esto se ha hecho, tenemos poca, mal puesta y mal hecha. Es tarea fundamental para el desarrollo, para cualquier tipo y forma de desarrollo, que sigue pendiente.
Antes de la “independencia” era claro donde terminaba el producto de nuestro territorio. Saco al viejo mundo de una crisis. (Tampoco finiquitada). Después el destino de esas enormes cantidades de recursos se extravió. Materialmente no están en nuestro territorio. Lo único hecho después ha sido ensanchar la misma infraestructura que dejaron los peninsulares. Las únicas ciudades nuevas son Ciudad Obregón y Cancún. De lo demás mejor ni hablar.
Nuestra “revolución” fue una gesticulación que impotente creció de escala sin cambiar la vacuidad de los discursos y se gasto en estridente verborrea inútil sin construir materialmente esa dichosa revolución que tanto se cacareo y quedo en lorolalia. Napoleón Bonaparte inventó la ingeniería civil para construir materialmente la revolución francesa. Él sabía que las revoluciones son movimientos sociales que deben construirse en forma física, que deben materializarse. Nuestros gobernantes saben menos que uno de 1800. Francia prosperó y prospera gracias a que construyeron físicamente su revolución y no dejaron todo en puro ruido.
Solo hay dos factores determinantes en la productividad de la población: la infraestructura mental y física de que disponga. Proveer ambas es responsabilidad incumplida del gobierno. Esa mitad de compatriotas en vez de costar sin sacarlos de su ignominia, deberían de pagar impuestos, aportar al PIB, vivir digna y orgullosamente y colaborar en el engrandecimiento del país.
Todavía es tiempo de demostrarle a Polk que no son ruedas cuadradas, sino gente abandonada y desperdiciada. Gente que con gusto dejaría de ser lastre para compartir la carga. Gente útil, valiosa, trabajadora, esforzada, honesta y hasta simpática y agradable. Gente de quien sentirse orgullosos. Pero para ello primero hay que “artificializar” positivamente su mente y territorio. Antes de pedir se debe dar.
En este sentido todos los ámbitos públicos son demasiado perfectibles, pero llama la atención un atávico culpable principal que participa por partida doble. Que ancla al desarrollo en dos puntos. La SEP, en un extremo tiene la obligación de civilizar, racionalizar y humanizar en un nivel mínimo suficiente a todos al inicio de sus vidas. Pero cuando sus “maestros” salen a la luz, exhiben que ni siquiera ellos están artificializados. En otro extremo, su Dirección de Profesiones es otro fraude. Las prácticas profesionales deben formar parte de la inteligencia social y enriquecer el desarrollo con su visión profesional. Sin embargo también en las prácticas profesionales ha logrado lo opuesto de su propósito patente y al perjudicar al desarrollo de la ingeniería civil, así también ha colaborado en la falta de infraestructura física, además del subdesarrollo profesional en todas las áreas.
Pero la racionalidad no la inducen los sustos, desgracias, sacudidas ni el problema es “despertar”, sino la deficiencia de estructuras mentales. Y no es posible avanzar brincado etapas. Entonces el problema consiste en motivar una floración de la racionalidad. ¿Pero habrá suficiente para detonarla? Hay destellos, consecuencia de circunstancias particulares y no de condiciones sociales generales artificiales, creadas y orientadas con intencionalidad por el gobierno (SEP). ¿Habrá suficiente para ser incoativa y concomitante en una ilustración mexicana? Para complacer a Octavio Magno.
Las mentiras tranquilizantes son cada día más impotentes para reconciliar al país y el cúmulo de errores que el tiempo deshilacha, ahonda y complica más nuestros problemas. Es crucial decidir. ¿Será que podemos acabar con los ciclos maniaco depresivos y esquizofrenia social? o necesitamos más siglos y mayor degradación. (¿Que tenemos que perder?, lo bueno de estar en el fondo es que todo es ganancia.)
Autor de ¿A dónde vamos, México? ¡Fe de erratas del desarrollo nacional!
Redención de la verdad
Por Ángel Pujalte Piñeiro
“Donde está el peligro, también crece lo que nos salva”
Decepción y desengaño son trámites imprescindibles en el advenimiento de una redención de la verdad, que permita un comienzo verdadero a nuestro orden social. La angustia y desesperanza al despertar a una realidad en la que no se sabe lo que pasa, que descubre la inutilidad de las respuestas tradicionales y periclita esperanzas. En la que de repente nada conserva vigencia y hace necesario construir una nueva realidad sobre humeantes ruinas. Una que si sea consistente, verdadera. Si es el caso y esta vez no desperdiciamos la ocasión, falta poco para abandonar el inaudito mundo del autoengaño e inconsciencia.
Para demoler a los mitos y dioses de pies de barro que nos impiden abandonar la vida de desamparo y miserable sobrevivencia, debemos reconocer la demencia irracional que inmoviliza nuestras mentes, y que en territorio opulento, acantona en abyecta menesterosidad a más de la mitad de la población. Según Heidegger es la léthe, (oculto, olvido, inconsciente), una inquietante ocultación que no es el olvido, sino el olvido del olvido, no solo la inconsciencia sino su negación, la represión de la consciencia, la contra consciencia, la anti verdad. Por lo que la crisis debe fungir como peripateia: el giro de la fortuna, el momento crucial en que todo se revela y hace claro. Para que se revele la aletéhia: (a=sin, lethe=oculto) verdad, sinceridad de los hechos. Y en los hombres se dé la anagnórisis (revelación, reconocimiento, descubrimiento). Que por fin descubramos nuestra verdad.
No es la primera oportunidad desaprovechada. Es apenas otro momento crucial en que podemos replantear nuestro destino y apostar el todo por el todo. Ni independencia ni revolución lograron transformarnos, ninguna develo la verdad completa, nos elevó por encima de la irracionalidad ni nos humanizó. Tampoco decidieron nada. Ninguna fue redención, comienzo ni renacimiento de nada, solo colapso aplazado, agonía pospuesta, ruina diferida. El transcurso del tiempo solo ha materializado decadencia en siniestro frenesí de corrupción desatada, desorden y desesperanza social. Dos siglos no corrigieron la alienización y abandono de compatriotas en su propia tierra y entre hermanos, producto de irracionalidad, negligencia e inconsciencia de hombres. Nuestro principal escollo no viene de fuera, es impredecible ni irresoluble.
Es momento de recalibrar la situación. ¿Qué tenemos que defender en nuestra situación actual? ¿Nuestra democracia, libertad, civilización, economía, justicia? Hasta donde debemos caer para enderezar el rumbo. Hasta donde necesitamos degradarnos para tomarnos en serio. A que nivel vamos a tener que hundirnos para que tomemos consciencia o descenderemos sin límite sin que a nadie le importe. Seguiremos indiferentes acostumbrados a ver “normales” las desgracias de unos y crímenes de otros. En una amoral despreocupación devastadora de la consciencia, culpable de nuestro fracaso social.
Pero la tragedia del subdesarrollo no es sencilla. Octavio Paz destaco que por acá no paso la ilustración. Lo que hace oropel obsoleto de las líneas anteriores. Mis cuates filósofos me fallan esta ocasión, pero mis amigos poetas conservan vigencia y lanzan flechas orientadoras. Los conceptos aquí usados de Aristóteles y Heidegger perdieron vigencia al partir de la base que el hombre es un animal racional. Que como dijera Ortega, se encuentra en estado sonambúlico, por lo que sobre esa base parece lógico que una crisis o sacudida puede despertarlo. Pero no es así.
El hombre no es animal racional ni ser humano y menos esta dormitando. Es un simio con potencial racional y humanista. No cualquier bestia por nacer bípedo sin rabo llega solo a racional ni humano. La racionalidad y humanidad son dos artificialidades que de fuera se tienen que inocular en los “silvestres” para sacarlos del estado natural. Para elevarlos al estado de animal racional y ser humano. Artificializados para hacerlos tratables, que puedan relacionarse y ponerse de acuerdo con el resto de la sociedad, se ubiquen en el mundo y sean capaces de aprovechar lo que los rodea, para construir su bienestar y prosperidad material en forma útil y valiosa para la sociedad. También el territorio debe artificializarse con infraestructura adecuada. La infraestructura física es la llave que abre y hace accesibles las riquezas del territorio para que el hombre con su inteligencia y trabajo construya su bienestar y prosperidad material. Y nada de esto se ha hecho, tenemos poca, mal puesta y mal hecha. Es tarea fundamental para el desarrollo, para cualquier tipo y forma de desarrollo, que sigue pendiente.
Antes de la “independencia” era claro donde terminaba el producto de nuestro territorio. Saco al viejo mundo de una crisis. (Tampoco finiquitada). Después el destino de esas enormes cantidades de recursos se extravió. Materialmente no están en nuestro territorio. Lo único hecho después ha sido ensanchar la misma infraestructura que dejaron los peninsulares. Las únicas ciudades nuevas son Ciudad Obregón y Cancún. De lo demás mejor ni hablar.
Nuestra “revolución” fue una gesticulación que impotente creció de escala sin cambiar la vacuidad de los discursos y se gasto en estridente verborrea inútil sin construir materialmente esa dichosa revolución que tanto se cacareo y quedo en lorolalia. Napoleón Bonaparte inventó la ingeniería civil para construir materialmente la revolución francesa. Él sabía que las revoluciones son movimientos sociales que deben construirse en forma física, que deben materializarse. Nuestros gobernantes saben menos que uno de 1800. Francia prosperó y prospera gracias a que construyeron físicamente su revolución y no dejaron todo en puro ruido.
Solo hay dos factores determinantes en la productividad de la población: la infraestructura mental y física de que disponga. Proveer ambas es responsabilidad incumplida del gobierno. Esa mitad de compatriotas en vez de costar sin sacarlos de su ignominia, deberían de pagar impuestos, aportar al PIB, vivir digna y orgullosamente y colaborar en el engrandecimiento del país.
Todavía es tiempo de demostrarle a Polk que no son ruedas cuadradas, sino gente abandonada y desperdiciada. Gente que con gusto dejaría de ser lastre para compartir la carga. Gente útil, valiosa, trabajadora, esforzada, honesta y hasta simpática y agradable. Gente de quien sentirse orgullosos. Pero para ello primero hay que “artificializar” positivamente su mente y territorio. Antes de pedir se debe dar.
En este sentido todos los ámbitos públicos son demasiado perfectibles, pero llama la atención un atávico culpable principal que participa por partida doble. Que ancla al desarrollo en dos puntos. La SEP, en un extremo tiene la obligación de civilizar, racionalizar y humanizar en un nivel mínimo suficiente a todos al inicio de sus vidas. Pero cuando sus “maestros” salen a la luz, exhiben que ni siquiera ellos están artificializados. En otro extremo, su Dirección de Profesiones es otro fraude. Las prácticas profesionales deben formar parte de la inteligencia social y enriquecer el desarrollo con su visión profesional. Sin embargo también en las prácticas profesionales ha logrado lo opuesto de su propósito patente y al perjudicar al desarrollo de la ingeniería civil, así también ha colaborado en la falta de infraestructura física, además del subdesarrollo profesional en todas las áreas.
Pero la racionalidad no la inducen los sustos, desgracias, sacudidas ni el problema es “despertar”, sino la deficiencia de estructuras mentales. Y no es posible avanzar brincado etapas. Entonces el problema consiste en motivar una floración de la racionalidad. ¿Pero habrá suficiente para detonarla? Hay destellos, consecuencia de circunstancias particulares y no de condiciones sociales generales artificiales, creadas y orientadas con intencionalidad por el gobierno (SEP). ¿Habrá suficiente para ser incoativa y concomitante en una ilustración mexicana? Para complacer a Octavio Magno.
Las mentiras tranquilizantes son cada día más impotentes para reconciliar al país y el cúmulo de errores que el tiempo deshilacha, ahonda y complica más nuestros problemas. Es crucial decidir. ¿Será que podemos acabar con los ciclos maniaco depresivos y esquizofrenia social? o necesitamos más siglos y mayor degradación. (¿Que tenemos que perder?, lo bueno de estar en el fondo es que todo es ganancia.)
Autor de ¿A dónde vamos, México? ¡Fe de erratas del desarrollo nacional!
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