Tweet
El nivel de nuestra política
Escrito por Ángel Pujalte Piñeiro
“El boquete que abre el desorden”
El escándalo del espionaje a funcionarios exhibe problemas de fondo. La falta de atingencia con las labores que deben desarrollar, de limitantes legales a su actuación, de educación y principios, de respeto a sí mismos, exponen a la sociedad a peligros graves.
Nuestra cultura proviene de la griega y la educación helénica no consiste en ser amable.La verdadera educación es una armadura para enfrentar la vida. Cuyo principio fundamental consiste en no propasarse, no abusar, no cruzar la línea que delimita el derecho propio y ajeno. Para no justificar que se metan con uno, que nos pongan en nuestro lugar. Otra regla es no respetar al que no se da a respetar. Porque “las mulas echadas se levantan a patadas” y es la forma de educar al que carece de educación.
Todos principios fundamentales en la convivencia civilizada. El “respéteme porque yo lo respeto”, es complicidad. De gente con comportamiento inconfesable que propone el pacto que cada quien impunemente haga lo que se le antoje y todos se hagan guajes.
Un acuerdo entre canallas.
Sobre estas bases, espías ni espiados, se salvan. Pero existen diferencias. Sin justificar nada, las grabaciones desnudan lo inadmisible del comportamiento de nuestros “dioses griegos”. Una regla para distinguir lo correcto de lo incorrecto es su viabilidad de publicarlo. Lo correcto se exhibe sin que nadie se moleste ni escandalice. Y todo proceder de un servidor público, debe ser público. No hablo de su vida privada, sino de su desempeño como empleado público.
El comportamiento público de servidores públicos debe ser público. Todo lo que servidores públicos hagan con los instrumentos y recursos públicos debe poder ser libremente fiscalizado por cualquier ciudadano. En forma independiente de cómo lo haga. Ante la sospecha de delito penal un juez autoriza espiar a sospechosos. El actuar de un servidor público no debe requerir autorización de nadie para que la ciudadanía lo indague de cualquier forma. No así lo que haga fuera de la chamba. Cualquier patrón tiene el derecho de poner cámaras y micrófonos en las zonas de trabajo de sus empleados, no así en los baños. El problema no es aventar la mierda al ventilador, sino que exista que aventar de servidores.
El que políticos espíen a políticos tiene de malo que no busca corregir comportamientos, sino que sea una forma de ”quítate tú para ponerme yo”, para hacer lo mismo. La conducta es caso académico en psicología. El ejemplo son los que gritan cola cuando alguien se mete delante de ellos. Y la patología consiste en no protestar porque alguien se metió, sino porque el que se metió no fue el que protesta. Es más un problema de envidia que de corrección. Es sospechoso que siembren la idea que espiarlos es malo, cuando nada con lo que trabajan es suyo. Mal síntoma.
Un gobernador amenazo que no se metieran con él, porque “tenía con que contestar”, evidencias de quien se acuesta con quien. De hombres con mujeres y hombres. Lo que es un triple extravió. Además de temer que le pisen la cola, que debe tener (1), también espía (2). Pero lo peor, es lo que espía (3), que es síntoma de enfermedad mental. Espía conductas privadas para extorsionar y además de cárcel por la cola que debe tener, por espiar a la competencia, amerita siquiatra. Corrupto y enfermo mental. Pero que tanto la corrupción es enfermedad mental, además de escuela y tradición sustancial causal del subdesarrollo en este país.
Es positivo que el avance tecnológico limite la salvaje discrecionalidad de nuestros “dioses griegos”. Para que no actúen tan libres, como acostumbran. En este sentido le conviene a la sociedad y al nivel de nuestra “política”. Pero es muy peligroso ignorar quien y con qué intención espía. Quién aprovecha el inconfesable comportamiento de nuestros “dioses griegos”. ¿Los mismos que secuestraron a Diego después de espiar una reunión y para qué?
El equipo se vende hasta en jugueterías. Y sobra personal capacitado. En lo interno el CISEN es escuela de pirateables. Cómo el ejercito de Z’s. Y sobran ex agentes de la MOSSAD, MI6, KGB, CESID, etc. Pero que los contrate alguien del interior es lo menos grave. El sueño guajiro sería que ciudadanos intenten meter en cintura a los olímpicos. Lo malo y probable es que sean mafias rivales, mostrando su nivel de juego.
La posibilidad grave es que intereses externos manipulen el devenir social a favor de sus intereses, con campañas sicológicas de desilusión, desaliento, confusión y miedo. Fouché, paradigma de la perversión política, por haber sido el poder tras del poder en la monarquía, república e imperio, impulsaba y detenía, gobernantes y guerras en beneficio de su poder personal y sus acciones en la bolsa, sin preocupar cuantos ni a quien arrollaba. Y el contemporáneo Club de Bilderberg tiene fama de emularlo. Y la larga cola de nuestros olímpicos, la aprovecha cualquiera.
Pero es problema, riesgo y responsabilidad ciudadana. Nuestra culpa social es haber dejado el diseño estructural gubernamental al libre albedrío de trogloditas. El troglodita es un concepto griego. Troglos es cueva y troglodita el que vive en una. Pero lo interesante es el concepto. Según el cual, son seres que se parecen a uno, pero que viven como animales. Los que diseñaron la estructura gubernamental “parecen” racionales, humanos y decentes, pero no la perfilaron para servir a la sociedad, sino para que el que esté en turno usufructué los instrumentos y recursos sociales como su propiedad particular, sin incurrir en ninguna responsabilidad por ello.
Para muestra un botón. La total discrecionalidad que exhibe el espionaje, la respalda el galimatías de ley de planeación vigente. Por lo que para poner las cosas en su lugar, racionalizar la labor gubernamental y el desarrollo nacional, es imprescindible corregir su incoherencia e irracionalidad. Prescribe una planeación tipo pirata. Primero ven que botín obtienen, después cómo se lo reparten y terminan usándolo a fondo perdido.
En ausencia de proyecto se carece de referencia para medir y evaluar el cumplimiento de metas y compromisos. La única forma racional de pedir algo es lo que se piensa hacer con ello. Pero nuestro “frankenstein social” legalizó en esa ley un ilegitimo mundo de puros derechos sin obligaciones. Es compromiso de la ciudadanía recuperar una documentación legal de obligaciones y compromisos legítimos que controle a nuestros desbordados servidores públicos.
¿Otro botón? La Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las mismas (y la de compras) son otros galimatías que sirven para “lavar dinero”. Para que cualquier servidor público entregue recursos a cualquier cómplice externo, para que haga con ellos lo que quiera, sin que nadie sea responsable ni culpable de nada.
La sociedad no puede estar atenida a un sistema que lo único que limita a los servidores es su educación familiar. Los escándalos de espionaje exhiben su absoluta ausencia, ebriedad de poder y extravío demencial. La Dra. Piñeiro decía: “cuando veas un alacrán volador, nunca pienses que malo y feo bicho que pica y vuela, siempre la pregunta ante un animal de estos es la misma: ¿Quién le dio alas?”.
Corregir estos instrumentos endereza parte del desarrollo material nacional. Dejaríamos de crecer sin desarrollo, que es lo que ocasiona que cada incremento en el PIB incremente a su vez la mala distribución y la pobreza. Al incrementar el bienestar y prosperidad material de la población recobra su fe y esperanza, lo que la haría menos susceptible a manipulaciones, internas o externas.
La sociedad reconquistaría control de su propio destino. Del secuestrado por alevosos internos que posibilita que abusadores externos lo aprovechen.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las mismas y ¿A dónde vamos, México? ¡Fe de erratas del desarrollo nacional!
Escrito por Ángel Pujalte Piñeiro
“El boquete que abre el desorden”
El escándalo del espionaje a funcionarios exhibe problemas de fondo. La falta de atingencia con las labores que deben desarrollar, de limitantes legales a su actuación, de educación y principios, de respeto a sí mismos, exponen a la sociedad a peligros graves.
Nuestra cultura proviene de la griega y la educación helénica no consiste en ser amable.La verdadera educación es una armadura para enfrentar la vida. Cuyo principio fundamental consiste en no propasarse, no abusar, no cruzar la línea que delimita el derecho propio y ajeno. Para no justificar que se metan con uno, que nos pongan en nuestro lugar. Otra regla es no respetar al que no se da a respetar. Porque “las mulas echadas se levantan a patadas” y es la forma de educar al que carece de educación.
Todos principios fundamentales en la convivencia civilizada. El “respéteme porque yo lo respeto”, es complicidad. De gente con comportamiento inconfesable que propone el pacto que cada quien impunemente haga lo que se le antoje y todos se hagan guajes.
Un acuerdo entre canallas.
Sobre estas bases, espías ni espiados, se salvan. Pero existen diferencias. Sin justificar nada, las grabaciones desnudan lo inadmisible del comportamiento de nuestros “dioses griegos”. Una regla para distinguir lo correcto de lo incorrecto es su viabilidad de publicarlo. Lo correcto se exhibe sin que nadie se moleste ni escandalice. Y todo proceder de un servidor público, debe ser público. No hablo de su vida privada, sino de su desempeño como empleado público.
El comportamiento público de servidores públicos debe ser público. Todo lo que servidores públicos hagan con los instrumentos y recursos públicos debe poder ser libremente fiscalizado por cualquier ciudadano. En forma independiente de cómo lo haga. Ante la sospecha de delito penal un juez autoriza espiar a sospechosos. El actuar de un servidor público no debe requerir autorización de nadie para que la ciudadanía lo indague de cualquier forma. No así lo que haga fuera de la chamba. Cualquier patrón tiene el derecho de poner cámaras y micrófonos en las zonas de trabajo de sus empleados, no así en los baños. El problema no es aventar la mierda al ventilador, sino que exista que aventar de servidores.
El que políticos espíen a políticos tiene de malo que no busca corregir comportamientos, sino que sea una forma de ”quítate tú para ponerme yo”, para hacer lo mismo. La conducta es caso académico en psicología. El ejemplo son los que gritan cola cuando alguien se mete delante de ellos. Y la patología consiste en no protestar porque alguien se metió, sino porque el que se metió no fue el que protesta. Es más un problema de envidia que de corrección. Es sospechoso que siembren la idea que espiarlos es malo, cuando nada con lo que trabajan es suyo. Mal síntoma.
Un gobernador amenazo que no se metieran con él, porque “tenía con que contestar”, evidencias de quien se acuesta con quien. De hombres con mujeres y hombres. Lo que es un triple extravió. Además de temer que le pisen la cola, que debe tener (1), también espía (2). Pero lo peor, es lo que espía (3), que es síntoma de enfermedad mental. Espía conductas privadas para extorsionar y además de cárcel por la cola que debe tener, por espiar a la competencia, amerita siquiatra. Corrupto y enfermo mental. Pero que tanto la corrupción es enfermedad mental, además de escuela y tradición sustancial causal del subdesarrollo en este país.
Es positivo que el avance tecnológico limite la salvaje discrecionalidad de nuestros “dioses griegos”. Para que no actúen tan libres, como acostumbran. En este sentido le conviene a la sociedad y al nivel de nuestra “política”. Pero es muy peligroso ignorar quien y con qué intención espía. Quién aprovecha el inconfesable comportamiento de nuestros “dioses griegos”. ¿Los mismos que secuestraron a Diego después de espiar una reunión y para qué?
El equipo se vende hasta en jugueterías. Y sobra personal capacitado. En lo interno el CISEN es escuela de pirateables. Cómo el ejercito de Z’s. Y sobran ex agentes de la MOSSAD, MI6, KGB, CESID, etc. Pero que los contrate alguien del interior es lo menos grave. El sueño guajiro sería que ciudadanos intenten meter en cintura a los olímpicos. Lo malo y probable es que sean mafias rivales, mostrando su nivel de juego.
La posibilidad grave es que intereses externos manipulen el devenir social a favor de sus intereses, con campañas sicológicas de desilusión, desaliento, confusión y miedo. Fouché, paradigma de la perversión política, por haber sido el poder tras del poder en la monarquía, república e imperio, impulsaba y detenía, gobernantes y guerras en beneficio de su poder personal y sus acciones en la bolsa, sin preocupar cuantos ni a quien arrollaba. Y el contemporáneo Club de Bilderberg tiene fama de emularlo. Y la larga cola de nuestros olímpicos, la aprovecha cualquiera.
Pero es problema, riesgo y responsabilidad ciudadana. Nuestra culpa social es haber dejado el diseño estructural gubernamental al libre albedrío de trogloditas. El troglodita es un concepto griego. Troglos es cueva y troglodita el que vive en una. Pero lo interesante es el concepto. Según el cual, son seres que se parecen a uno, pero que viven como animales. Los que diseñaron la estructura gubernamental “parecen” racionales, humanos y decentes, pero no la perfilaron para servir a la sociedad, sino para que el que esté en turno usufructué los instrumentos y recursos sociales como su propiedad particular, sin incurrir en ninguna responsabilidad por ello.
Para muestra un botón. La total discrecionalidad que exhibe el espionaje, la respalda el galimatías de ley de planeación vigente. Por lo que para poner las cosas en su lugar, racionalizar la labor gubernamental y el desarrollo nacional, es imprescindible corregir su incoherencia e irracionalidad. Prescribe una planeación tipo pirata. Primero ven que botín obtienen, después cómo se lo reparten y terminan usándolo a fondo perdido.
En ausencia de proyecto se carece de referencia para medir y evaluar el cumplimiento de metas y compromisos. La única forma racional de pedir algo es lo que se piensa hacer con ello. Pero nuestro “frankenstein social” legalizó en esa ley un ilegitimo mundo de puros derechos sin obligaciones. Es compromiso de la ciudadanía recuperar una documentación legal de obligaciones y compromisos legítimos que controle a nuestros desbordados servidores públicos.
¿Otro botón? La Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las mismas (y la de compras) son otros galimatías que sirven para “lavar dinero”. Para que cualquier servidor público entregue recursos a cualquier cómplice externo, para que haga con ellos lo que quiera, sin que nadie sea responsable ni culpable de nada.
La sociedad no puede estar atenida a un sistema que lo único que limita a los servidores es su educación familiar. Los escándalos de espionaje exhiben su absoluta ausencia, ebriedad de poder y extravío demencial. La Dra. Piñeiro decía: “cuando veas un alacrán volador, nunca pienses que malo y feo bicho que pica y vuela, siempre la pregunta ante un animal de estos es la misma: ¿Quién le dio alas?”.
Corregir estos instrumentos endereza parte del desarrollo material nacional. Dejaríamos de crecer sin desarrollo, que es lo que ocasiona que cada incremento en el PIB incremente a su vez la mala distribución y la pobreza. Al incrementar el bienestar y prosperidad material de la población recobra su fe y esperanza, lo que la haría menos susceptible a manipulaciones, internas o externas.
La sociedad reconquistaría control de su propio destino. Del secuestrado por alevosos internos que posibilita que abusadores externos lo aprovechen.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las mismas y ¿A dónde vamos, México? ¡Fe de erratas del desarrollo nacional!
buen detective foca eres mario. No podias fallar.
Comment