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Dicen que a todos los locos les falta un tornillo, pero....

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  • Dicen que a todos los locos les falta un tornillo, pero....

    El gozne ausente


    Por el Ángel Pujlte Piñeiro


    “Falta la pieza que articula, da coherencia y continuidad y la suplen atavismos”

    El Ejecutivo Federal declara que no sabe si el siguiente continúe la lucha contra el crimen organizado. Lo que exhibe el problema radical en la organización del país. Por el que cada sexenio se reimprovisa al país. Por el que es debut de tanteos y “aprendizaje” y despedida de pretextos, ocultamiento y grilla. Porque un país no se conoce, planea, organiza, produce y conduce en seis años. Los anteriores no lo hicieron en 70 años. Donde el problema de fondo es la falta de administración pública racional.

    Pudo no ser así. El 12 de diciembre de 1929 el ingeniero Javier Sánchez Mejorada, Secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, para racionalizar el desarrollo nacional promovió la expedición de la “Ley de Planeación General de la República”. Se aprobó el 12 de julio de 1930 y su esencia era: “artículo 1º.- La planeación de los Estados Unidos Mexicanos tiene por objeto coordinar y encauzar las actividades de las distintas dependencias del gobierno para conseguir el desarrollo material y constructivo del país, a fin de realizarlo en una forma ordenada y armónica…” Todo ausente a la fecha porque los políticos metieron la mano y… con ella, la pata.

    Antes de esa propuesta cada dependencia de gobierno hacía su propia, corta y desarticulada “planeación” para solicitar recursos. Como ahora. Con visión más de gestión que de conducción. Como ahora. Y la distribución de recursos se hacía a capricho. Como ahora. Pero la racional y virtuosa propuesta del Ingeniero en vez de iluminar el camino a seguir, inspiró irracionales ambiciones.

    Tres años después aparece un grotesco alebrije que lo remeda, llamado “Primer Plan Sexenal”. Que introdujo varias distorsiones que se convirtieron en atavismos de nuestro sistema.

    Primero, su alcance sexenal.

    Segundo, no fue elaborado por alguna dependencia “oficial” del gobierno, sino por
    el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Nacional Revolucionario.

    Tercero, su camuflaje de deseables promesas vagas y ambiguas: “solemne compromiso, traducir en hechos los postulados que se proclamaron en la lucha armada, encauzar las corrientes renovadoras, hacer justa la vida entre los hombres”.

    Cuarto, que su verdadero objeto era colocar una sociedad anónima, por encima de las instituciones públicas.

    El Partido era el depositario de los intereses sociales y representaba a la revolución. “el centro vital de todo buen gobierno es un programa común, porque establece los compromisos del Partido con el pueblo y las responsabilidades de los gobernantes ante la Nación y ante su partido”. El Partido interpretaba los deseos del pueblo y se los comunicaba al gobierno y también eran incondicionales de Calles, que así asumía un poder meta institucional y trans sexenal.

    Quinto, puras bajas pasiones y mala fe, el poder por el poder mediante el engaño, imposición y arrebato. Todas estas “formas y fondos” persisten en algún grado y forma en el orden nacional escorándolo.


    Allí nació un gobierno inútil formado por dependencias monopólicas y parasitarias, que no desarrolla un estudio, análisis y previsión de mejoras de su ámbito de trabajo, sino que son territorios presupuestales para la explotación de señores feudales favorecidos en turno y los empleados son súbditos para que cumplan sus caprichos o franquensteins desbordados. Donde a nadie preocupa racionalizar el futuro del ámbito de membrete de la institución.

    El proyecto no prosperó ya que Cárdenas expulsó a Calles y en 1939 elaboró el Segundo Plan Sexenal para el sexenio de 1941–1946 y refundó el partido cambiándole el nombre a Partido Revolucionario Mexicano y reestructurándolo con órganos de control vertical de la sociedad como la CTM, CNC, CNOP y la central para militares de la que salió el PARM.

    También creó órganos de control para los comerciantes, empresarios y en forma mustia para toda actividad o grupo social, incluso para los responsables de la razón, colegios profesionales e institutos. Lo que formó una estructura de control de cabezas artificiales de los grupos representativos de la población, con el sentido invertido en los flujos de información, orientación y control, respecto a los de una organización racional o demócrata. Una que integre a toda la sociedad en un propósito común y trabaje para ella. La herencia atávica son “cabezas y representantes” que son muñecos de ventrílocuo.

    En esta forma invertida de organización la sociedad no se comunica con el gobierno mediante los que simulan representarlos, la información no fluye de abajo para arriba, sino que la cúspide es la poseedora de la verdad oficial y de la potestad para emanar explicaciones e instrucciones oficiales a las bases. La sociedad no es la dueña del país y el gobierno su empleado, sino que la oligarquía del partido es la patrona, el gobierno su empleado, el país su propiedad y la sociedad se reduce a gleba, animalitos parte de la fauna y flora de la propiedad....

    Continuará
    Rafael Norma
    Forista Turquesa
    Last edited by Rafael Norma; 24-agosto-2010, 13:23.

  • #2
    Re: Dicen que a todos los locos les falta un tornillo, pero....

    continua...

    Este torcido orden no se mantuvo invariable, sino que evolucionó adaptándose a las circunstancias y personajes que tomaban turnos en la estructura oficial y supra oficial, patente y oculta. En una flexibilidad que fue base de su estabilidad el tiempo en que los recursos del país permitieron que la sociedad y “gobierno” convivieran cada quien por su lado. Cada quien atendiendo sus “propios” asuntos y explotando su coto de recursos del país.

    El “gobierno” supuso que cumplía su cometido al simular cubrir todos los frentes. En vez de sembrar para el futuro, de invertir los recursos en proyectos que abrieran nuevos recursos para que la sociedad creara nueva riqueza, los repartía “equitativamente” entre los “representantes” oficiales de los diversos sectores y actividades de la sociedad. Creyendo que todo el problema consistía en tener contentos a las “cabezas e incondicionales” oficiales. De allí la insuficiencia de desarrollo físico respecto al crecimiento de las necesidades nacionales, por nunca asumir cabalmente el desarrollo físico nacional, a pesar de existir por lo menos otros tres intentos de hacerlo, aunque al sesgo y ya no con la frontalidad y claridad de Sánchez Mejorada, que fueron derrotados por el poder político.

    La némesis del sistema radicó en que nadie se ocupo por abrir nuevos recursos naturales, en sembrar nueva infraestructura en nuevos territorios, para hacer accesible a la población nuevos recursos, para que la población creara nueva riqueza. Sino que todos se ocuparon exclusivamente en explotar los recursos territoriales hechos accesibles por la infraestructura colonial. Y al solo ensancharla los recursos se iban agotando, mientras la población y estructura gubernamental crecía.

    Por eso mientras más regresamos en el tiempo la calidad de vida para todos: sociedad y “gobierno” fue mejor y declina conforme la cuenta regresiva de los recursos “abiertos” del país. En un principio debió ser mejor vivir fuera del presupuesto, en tiempos intermedios “vivir fuera del presupuesto era vivir en el error” y actualmente si no se es favorecido, es error vivir fuera o dentro. Como que regresamos al principio.

    La evolución de la trincada organización del país siguió una línea más o menos continua hasta que hizo crisis en 1970 por las manifestaciones de descontento social de 1968, lo que causó que la irracional administración diera un brinco hacia la demencia total. El reparto “equitativo” entre sectores tradicionales sociales se cambio por uno exclusivo a grupos de poder real. Quizás pensando que así se iba a calmar y controlar a la sociedad. Lo que aniquiló la escasa y sesgada inversión en desarrollo porque los ingenieros civiles confunden mansedumbre y docilidad con disciplina. Lo que a su vez precipitó la descomposición de la situación material social.

    Los malos resultados sociales del antiguo régimen fueron los que causaron la alternancia y no méritos de los nuevos en el poder. Por lo que tanto los “de izquierda” como ”de derecha” ignoran lo que, más que buscado o construido, les cayó encima. En vez de lotería resulto rifa de tigre. Por lo que todo el cambio que pretenden hacer es el de las personas mientras mantienen intactas la disfuncional estructura organizativa y los usos y costumbres para ejercer el mando.

    Cuando no lo empeoran.

    Y todavía no se ve que tanto debemos caer para tomar en serio la situación, para que aparezca la racionalidad. Que es el gozne faltante. En los países que se conducen con un grado de racionalidad la evolución del gobierno no se somete a los caprichos del gobernante en turno o a la anónima oligarquía de un partido político. Se apegan a una planeación a largo plazo, hecha en base a la búsqueda del bien común. El cambio de personas o partidos en el poder significa pequeños cambios en el estilo o forma de buscar los medios, metas y objetivos planteados en la planeación racional del bien común. Resultado del trabajo serio y formal de las dependencias de gobierno y de los honestos profesionales nacionales. No de sociedades anónimas sumergidas.

    Una herencia atávica enquistada en el sistema imperante, de la que no se han percatado o no se atreven a tocar o ven como benéfica y quieren aprovechar, es la discrecionalidad que permite la falta de planeación racional a largo plazo del desarrollo nacional. En el antiguo régimen existía una forma de planeación. Una forma de gozne que articulaba y daba continuidad a pesar de los cambios de ejecutantes. Por eso los nuevos lo primero que hacían era mandar al Congreso las modificaciones y leyes nuevas. Y el resto del sexenio se dedicaban a operar el sistema ya corregido y aumentado.

    El papel de partido en el gobierno era extenso y profundo. También allí se generaba y controlaba la corrupción, se tráficaba influencias, se arreglaban y torcían asuntos y relaciones. En forma desviada se encauzaba y armonizaba el devenir político. No digo que sea correcto ni siquiera funcional. Esa deformación, herencia del primer plan sexenal, ha dejado una traza, que es como profundo surco en el que caen y es difícil sacar para reencauzar una nueva forma de hacer las cosas. Lo agrava que los nuevos partidos que se tropezaron con el poder, solo lo ven como oportunidad para abrevar de los recursos nacionales y son totalmente impotentes, como al final lo fue el original, para encauzar, armonizar, prever en alguna medida el futuro social ni apoyar de ninguna manera a sus gobernantes.

    Los alcances tanto de unos como otros se limitan a lo electoral, a una rampante lucha por los espacios presupuestales, para depredarlos.

    Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!

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