NO, no lo es, porque es un partido que mantiene en un corral a la bola de "izquierdas" que hay en mexico de modo que si se destruye se desbalagaran las ratas y sera mas dificil combatirlas regadas por todos lados en partidos basura...Hay quienes opinan que mexico necesita un partido de izquierda, pero de una autentica y moderna ideologia izquierdista que sirva de balance a los partidos de derecha que detentan el poder, no se puede dejar que un gobierno haga y deshaga lo que se le ponga en un pais, debe de haber oposicion o pasariamos a ser un pais con gobierno como el castrista donde se hace solo lo que el satrapa quiere sin nadie que le retobe el porque no se les permitia a los estupidos cubanos entrar a hoteles de lujo en su propio pais, o porque no podian comprarse un celular o una tele o dvd, en fin, los balances son necesarios...Hay quienes analizan la propuesta de cuatemoco ante el cochinero de eleccion pedorrista y hasta le dan la razon, pero tambien señalan el mugrero que hay dentro de esa alcantarilla y dan el nombre de la rata culpable de esta debacle pedorrista; manuel lopez...Esto es de la revista Siempre!...
Ojala y hubiera en mexico la conciencia de una izquierda moderna como la europea y no la caudillista y retrogada basura de lopez obrador y ratas que lo acompañan...
¿Hablar de renovación y renacimiento significa la invitación a formar un nuevo partido de izquierda?
Las elecciones perredistas tuvieron un efecto de implosión. Es decir, el PRD se destruyó a sí mismo. Cárdenas, como testigo interno, lo advierte y sabe que ocurra lo que ocurra, arreglen lo que arreglen Encinas y Ortega, ese órgano político ha quedado herido de muerte.
El autor lo dice en el primer párrafo de la carta: un partido político que ha convertido su proceso interno en un lodazal, en un escenario de trampas y traiciones —donde las sectas han operado para cometer todo tipo de tropelías—, no puede tener autoridad moral para defender “el proyecto de reivindicaciones nacionales y populares”.
Estamos ante el desmoronamiento de la izquierda organizada, para alegría, por supuesto, de la derecha y para tragedia del futuro nacional. Y esto es exactamente lo que no es capaz de ver el mesianismo corrompido de López Obrador ni el primitivismo de ese perredismo radical, violento y arbitrario, impune hasta el cinismo e intolerante hasta el fanatismo, dedicado a destruir todo lo que no es exactamente igual a él.
La construcción de una izquierda vanguardista, bajo las actuales circunstancias —cuando la derecha está en el poder— es un asunto no sólo de equilibrios sino de seguridad y gobernabilidad.
Cárdenas no puede, por lo tanto, irse así como así. Ni de la vida física y menos de la vida política del país. La herencia que pretendía dejarle a México —un proyecto democrático de reivindicación social— ha sido pervertido por la vulgar ambición de un grupo de vándalos amparados en las banderas de izquierda para acumular todo tipo de poder.
Más importante, en+tonces, que la crítica contenida en esa especie de discreto adiós es la tenue rendija de luz que Cuauhtémoc deja abierta a la nación. “Es tiempo —finaliza— de recuperar el camino”. Es tiempo, diríamos, de crear ese frente amplio de izquierda, cuya semilla se quedó guardada en un cajón de la fundación que encabeza el ingeniero y que no pudo germinar porque la mano represora de López Obrador era en ese entonces muy larga.
Las elecciones perredistas tuvieron un efecto de implosión. Es decir, el PRD se destruyó a sí mismo. Cárdenas, como testigo interno, lo advierte y sabe que ocurra lo que ocurra, arreglen lo que arreglen Encinas y Ortega, ese órgano político ha quedado herido de muerte.
El autor lo dice en el primer párrafo de la carta: un partido político que ha convertido su proceso interno en un lodazal, en un escenario de trampas y traiciones —donde las sectas han operado para cometer todo tipo de tropelías—, no puede tener autoridad moral para defender “el proyecto de reivindicaciones nacionales y populares”.
Estamos ante el desmoronamiento de la izquierda organizada, para alegría, por supuesto, de la derecha y para tragedia del futuro nacional. Y esto es exactamente lo que no es capaz de ver el mesianismo corrompido de López Obrador ni el primitivismo de ese perredismo radical, violento y arbitrario, impune hasta el cinismo e intolerante hasta el fanatismo, dedicado a destruir todo lo que no es exactamente igual a él.
La construcción de una izquierda vanguardista, bajo las actuales circunstancias —cuando la derecha está en el poder— es un asunto no sólo de equilibrios sino de seguridad y gobernabilidad.
Cárdenas no puede, por lo tanto, irse así como así. Ni de la vida física y menos de la vida política del país. La herencia que pretendía dejarle a México —un proyecto democrático de reivindicación social— ha sido pervertido por la vulgar ambición de un grupo de vándalos amparados en las banderas de izquierda para acumular todo tipo de poder.
Más importante, en+tonces, que la crítica contenida en esa especie de discreto adiós es la tenue rendija de luz que Cuauhtémoc deja abierta a la nación. “Es tiempo —finaliza— de recuperar el camino”. Es tiempo, diríamos, de crear ese frente amplio de izquierda, cuya semilla se quedó guardada en un cajón de la fundación que encabeza el ingeniero y que no pudo germinar porque la mano represora de López Obrador era en ese entonces muy larga.
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