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Consecuencias de una visión etérea, alienada y mal intencionada
27 septiembre 2010
[center]Inmaterialidad Gubernamental
“Consecuencias de una visión etérea, alienada y mal intencionada”[/center]
El gobierno padece una disociación con el mundo físico que lo hace un fantasma que se manifiesta en desplantes, ruidos de arengas, lamentaciones y arrastre de cadenas, que deja olor a pólvora y azufre y desaparece los recursos comunitarios, que es su único vínculo con lo verdadero.
La insustanciabilidad del gobierno se trasmina a la población en una brumosa realidad ficción que choca con la materialidad del mundo real. La incontenible realidad física se manifiesta en inocultables evidencias que no alcanza a cubrir la única herramienta del “gobierno fantasma” para manejar la realidad: humo, sombras, ruidos y floreos distractores.
Cuando joven al salir tomaba un puño de billetes y en la noche regresaba con billetes y/o con objetos físicos. Ahora no importa la cantidad que lleve, siempre regreso sin billetes y sin nada material que acredite el valor de mi dinero.
Porque cada día son más los compatriotas que enfrentan la vida sin producir nada tangible, sin generar ningún beneficio palpable a cambio de lo que toman. En el extremo light están los burócratas que mantenemos y cobran a cambio de tiempo parcial de reclusión, con lo que se equiparan a los payasos y cirqueros de esquina, limpia parabrisas, viene vienes, limosneros de estacionamiento, estacionamientos y toda clase de parásitos de los presupuestos y espacios públicos que no dan nada tangible a cambio de lo que toman o reciben y que es lo único que crece y prospera.
En un nivel intermedio están los que peor que gratuidad intercambian perjuicios vistos como de bajo impacto, aunque todos los componentes del fenómeno son de alto impacto real en el orden y organización social a mediano y largo plazo. Economía informal, piratería, ambulantaje, contrabando, prostitución, robo, paracaidismo, etc.
En el extremo de lo lesivo están los depredadores sociales de alto impacto. Delincuencia organizada que puede involucrar o no violencia y aparatosidad o ser sigilosa y taimada, sanguinaria o de cuello blanco pero que siempre implica participación gubernamental.
La constante es el extravió gubernamental y su consecuente desorden y desorganización en sus responsabilidades políticas, económicas y sociales. Lo de menos sería la inmaterialidad de los festejos del bicentenario que contrastan con la materialidad Chilena que festeja construyendo escuelas e infraestructura y rehabilitando estructuras centenarias como el Teatro del Lago, el Gran Parque Mapocho, Gran Bandera Nacional, Museo de Bellas Artes: Del Centenario al Bicentenario
Restauración del museo construido para el Centenario de la Independencia, Centro Cultural Gabriela Mistral, Teatro Bicentenario Teletón, Museo Mapuche de Cañete, Memorial 27/F., Liceos Bicentenario (Red de 50 colegios de enseñanza media), Un árbol por cada chileno (17 millones 82 mil 900 árboles).
Otro síntoma actual de esta alienación es que el jefe de gobierno llame “de vanguardia” a la más decadente ciudad de la moribunda cuenca. Al hoyo negro del país. Y actuando arrojo, carácter y certidumbre amenaza con no permitir que “se le sigan robando sus recursos a la ciudad”. La que depende de vida artificial, que se paga a costa de robar futuro a los lugares y pobladores de la república que si tienen esperanza potencial.
La “falacia emblema” es que “es la ciudad que más produce en el país”. Según él, mantiene al resto del país y sufrida y abnegada no le devuelven más que migajas de lo que genera. Cuando la verdad es diametralmente opuesta. La Cuenca y ciudad de México son el hoyo negro del país que ancla el desarrollo nacional. Lo único que genera es miseria y atraso.
Reducto del centralismo colonial que no se ha podido corregir, que finca su continuidad en su arraigo y deformada visión, conceptos, creencias y forma de recabar y procesar la información. Pero Cuenca ni Ciudad resisten una prueba verdadera de su realidad: una matriz insumo producto. Revisar cuanto entra y sale físicamente de la Cuenca y Ciudad de México. Cuanto materialmente compra, produce, vende y cuesta su operación y mantenimiento. Simples sumas y restas de lo tangible. Entra agua, electricidad, alimentos y todo lo necesario a costos desorbitados y sale drenaje y basura también a un costo descomunal y su operación y mantenimiento es desproporcionado sin que genere bienestar y prosperidad material para los pobladores ni produzca nada concreto vendible cuyas ganancias siquiera equiparen los demenciales costos.
Hay que distinguir lo que es costo de lo que es crear riqueza. Para darnos cuenta que Cuenca ni Ciudad producen nada tangible, sin lo cual no se crea riqueza verdadera.
Parte del engaño es considerar como aportación al producto interno bruto el sueldo de los empleados. Lo que hace parecer que tener muchos crea riqueza, que es como pensar que estar plagado de amibas es síntoma de salud. Por lo que la burocracia asentada del gobierno federal, paraestatales y gobierno local aparecen como productoras de riqueza. Cuando no solo la consumen improductivamente, sino alientan y mantienen a la economía informal. Otra es que las empresas facturen con domicilio en la Ciudad y no donde se crea y produce la riqueza. Todas deformaciones interesadas o inducidas por el centralismo, alienación gubernamental y mala fe de políticos, que se debe corregir como trámite imprescindible para el desarrollo y avance nacional.
Quiere más recursos para construir obras que atraigan más gente aunque ya no quepa, haga más ineficaz e ineficiente la vida de los pobladores e incremente los costos de operación y mantenimiento de la ciudad, lo que complica y agrava el problema nacional. Todo para incrementar los votos de los informales, que ve como gleba, presentar sus trasnochados despilfarros como logros e hinchar su marranito para las elecciones con mochilas y desviaciones. Sin preocuparle que hunda al país.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
[center]Inmaterialidad Gubernamental
“Consecuencias de una visión etérea, alienada y mal intencionada”[/center]
El gobierno padece una disociación con el mundo físico que lo hace un fantasma que se manifiesta en desplantes, ruidos de arengas, lamentaciones y arrastre de cadenas, que deja olor a pólvora y azufre y desaparece los recursos comunitarios, que es su único vínculo con lo verdadero.
La insustanciabilidad del gobierno se trasmina a la población en una brumosa realidad ficción que choca con la materialidad del mundo real. La incontenible realidad física se manifiesta en inocultables evidencias que no alcanza a cubrir la única herramienta del “gobierno fantasma” para manejar la realidad: humo, sombras, ruidos y floreos distractores.
Cuando joven al salir tomaba un puño de billetes y en la noche regresaba con billetes y/o con objetos físicos. Ahora no importa la cantidad que lleve, siempre regreso sin billetes y sin nada material que acredite el valor de mi dinero.
Porque cada día son más los compatriotas que enfrentan la vida sin producir nada tangible, sin generar ningún beneficio palpable a cambio de lo que toman. En el extremo light están los burócratas que mantenemos y cobran a cambio de tiempo parcial de reclusión, con lo que se equiparan a los payasos y cirqueros de esquina, limpia parabrisas, viene vienes, limosneros de estacionamiento, estacionamientos y toda clase de parásitos de los presupuestos y espacios públicos que no dan nada tangible a cambio de lo que toman o reciben y que es lo único que crece y prospera.
En un nivel intermedio están los que peor que gratuidad intercambian perjuicios vistos como de bajo impacto, aunque todos los componentes del fenómeno son de alto impacto real en el orden y organización social a mediano y largo plazo. Economía informal, piratería, ambulantaje, contrabando, prostitución, robo, paracaidismo, etc.
En el extremo de lo lesivo están los depredadores sociales de alto impacto. Delincuencia organizada que puede involucrar o no violencia y aparatosidad o ser sigilosa y taimada, sanguinaria o de cuello blanco pero que siempre implica participación gubernamental.
La constante es el extravió gubernamental y su consecuente desorden y desorganización en sus responsabilidades políticas, económicas y sociales. Lo de menos sería la inmaterialidad de los festejos del bicentenario que contrastan con la materialidad Chilena que festeja construyendo escuelas e infraestructura y rehabilitando estructuras centenarias como el Teatro del Lago, el Gran Parque Mapocho, Gran Bandera Nacional, Museo de Bellas Artes: Del Centenario al Bicentenario
Restauración del museo construido para el Centenario de la Independencia, Centro Cultural Gabriela Mistral, Teatro Bicentenario Teletón, Museo Mapuche de Cañete, Memorial 27/F., Liceos Bicentenario (Red de 50 colegios de enseñanza media), Un árbol por cada chileno (17 millones 82 mil 900 árboles).
Otro síntoma actual de esta alienación es que el jefe de gobierno llame “de vanguardia” a la más decadente ciudad de la moribunda cuenca. Al hoyo negro del país. Y actuando arrojo, carácter y certidumbre amenaza con no permitir que “se le sigan robando sus recursos a la ciudad”. La que depende de vida artificial, que se paga a costa de robar futuro a los lugares y pobladores de la república que si tienen esperanza potencial.
La “falacia emblema” es que “es la ciudad que más produce en el país”. Según él, mantiene al resto del país y sufrida y abnegada no le devuelven más que migajas de lo que genera. Cuando la verdad es diametralmente opuesta. La Cuenca y ciudad de México son el hoyo negro del país que ancla el desarrollo nacional. Lo único que genera es miseria y atraso.
Reducto del centralismo colonial que no se ha podido corregir, que finca su continuidad en su arraigo y deformada visión, conceptos, creencias y forma de recabar y procesar la información. Pero Cuenca ni Ciudad resisten una prueba verdadera de su realidad: una matriz insumo producto. Revisar cuanto entra y sale físicamente de la Cuenca y Ciudad de México. Cuanto materialmente compra, produce, vende y cuesta su operación y mantenimiento. Simples sumas y restas de lo tangible. Entra agua, electricidad, alimentos y todo lo necesario a costos desorbitados y sale drenaje y basura también a un costo descomunal y su operación y mantenimiento es desproporcionado sin que genere bienestar y prosperidad material para los pobladores ni produzca nada concreto vendible cuyas ganancias siquiera equiparen los demenciales costos.
Hay que distinguir lo que es costo de lo que es crear riqueza. Para darnos cuenta que Cuenca ni Ciudad producen nada tangible, sin lo cual no se crea riqueza verdadera.
Parte del engaño es considerar como aportación al producto interno bruto el sueldo de los empleados. Lo que hace parecer que tener muchos crea riqueza, que es como pensar que estar plagado de amibas es síntoma de salud. Por lo que la burocracia asentada del gobierno federal, paraestatales y gobierno local aparecen como productoras de riqueza. Cuando no solo la consumen improductivamente, sino alientan y mantienen a la economía informal. Otra es que las empresas facturen con domicilio en la Ciudad y no donde se crea y produce la riqueza. Todas deformaciones interesadas o inducidas por el centralismo, alienación gubernamental y mala fe de políticos, que se debe corregir como trámite imprescindible para el desarrollo y avance nacional.
Quiere más recursos para construir obras que atraigan más gente aunque ya no quepa, haga más ineficaz e ineficiente la vida de los pobladores e incremente los costos de operación y mantenimiento de la ciudad, lo que complica y agrava el problema nacional. Todo para incrementar los votos de los informales, que ve como gleba, presentar sus trasnochados despilfarros como logros e hinchar su marranito para las elecciones con mochilas y desviaciones. Sin preocuparle que hunda al país.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
No sabía que tanto te ofendia que te consideraran de izquierda 
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