4 octubre 2010
Asociación Perversa
“Cambio climático, abuso, nula inteligencia y mala fe”
Por Ángel Pujalte Piñeiro
La menospreciada Naturaleza con saña de despechada cobra en la población las facturas por el menosprecio, incuria y abuso gubernamental. Las “autoridades” no aciertan a donde echar la culpa, cómo desviar la atención o esconder sus culpas, errores y abandonos. El “pobre gobierno” lejos de darse cuenta que es el principal causante de todos los problemas de la población, se siente víctima del enojo de dioses malos, que lo hacen ver mal.
Las inundaciones, deslaves y manifestaciones de la Naturaleza que cobran vidas humanas, bienes patrimoniales y bienestar de la población son consecuencia de soslayar la primera responsabilidad de todo gobierno, que es cuidar la vida y propiedad de los pobladores. Compromiso que no es ideal abstracto sino obligación material establecida en claras instrucciones constitucionales, desatendidas.
El Artículo 27 Constitucional manda: “(...) (1) regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales (...), hacer una (2) distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su (3) conservación, lograr el (4) desarrollo equilibrado del país y el (5) mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana. En consecuencia se dictarán las medidas para (6) ordenar los asentamientos humanos y (7) establecer adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y bosques, a (8) efecto de ejecutar obras públicas y de (9) planear y regular la fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; (...) y para (10) evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en (11) perjuicio de la sociedad (...)”.
Once instrucciones más claras que agua. Pero la costumbre gubernamental es hacerse tonto, desacatar la Constitución, toda lógica elemental, sentido de auto conservación, derechos humanos y echar por la borda la calidad de vida de la población, el futuro del país y sólo atender a beneficios particulares, de grupo y momento. Y en vez de inteligencia desarrollar labia y disimulo.
Primero, nunca ha regulado el aprovechamiento de los elementos naturales, menos en beneficio social. La constante es el abandono y saqueo irresponsable e irracional de lo que se encuentre a mano en la superficie.
Segundo, tampoco ha hecho una distribución equitativa de la riqueza pública, la forma de materializar este mandato es distribuir coherente con las posibilidades materiales y equitativamente entre los habitantes la llave que abre y hace accesibles los recursos naturales: infraestructura física.
Tercero, no ha cuidado la conservación de nada, todo el país se encuentra al garete.
Cuarto, no hay desarrollo equilibrado del país. Lo certifica la desequilibrada vida artificial de la moribunda Cuenca de México, su agotamiento de recursos naturales, su exceso de infraestructura sobre los recursos naturales y de estructura sobre infraestructura (desequilibrio extremo). Por eso concentra al 25 % de la población (otro desequilibrio). Y la falta de infraestructura en el resto de la república donde hay recursos naturales es otro desequilibrio más. Es más no hay desarrollo, solo ensanchamiento de la misma infraestructura que dejaron los coloniales. Crecimiento sin desarrollo.
Quinto, en consecuencia no se han mejorado las condiciones de vida de la población rural y urbana. Al contrario, declina como consecuencia natural del irracional manejo del país.
Sexto, tampoco hay medidas para ordenar los asentamientos humanos. Al contrario el centralismo político y económico desordena y desorganiza una evolución coherente, racional y equilibrada con las posibilidades materiales del territorio.
Séptimo, no se han establecido adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y bosques. Todo al garete. Lo de adecuado quiere decir de acuerdo a sus posibilidades y potenciales físicos. De acuerdo a lo que tiene y puede tener cada lugar. No al capricho y contentillo de ignorantes, ni abandonado al azar.
Octavo, se debe hacer todo lo anterior previo a la ejecución de obras públicas. Es decir primero se debe revisar con que se cuenta, después pensar y al último actuar. El gobierno lo hace al revés.
Noveno, como base de la planeación y regulación de la fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; La base es primero ver que se tiene, para qué sirve y hasta donde es prudente usar y después hacer valer la razón de la Naturaleza. La “planeación” nacional es un absurdo y alienado reparto tipo pirata de recursos que ven como botín político y que disfrazan denominándola democrática. Un indefendible, vergonzoso y lesivo instrumento político y no uno racional.
Décimo, para así evitar (en forma coherente y racional) la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir. No manda nada absurdo. Ordena racionalizar el desarrollo. Si se piensa y hace lo correcto no se desforesta ni destruye la vegetación. Al no deforestar ni destruir la vegetación, el subsuelo almacena más agua de la que llueve y la vegetación evapotranspira una cantidad considerable de lo que llueve regulando el clima, lo que hace más habitable el lugar, para personas, animales y plantas, adicionalmente al escurrir mucho menos agua se evitan avenidas destructivas, que además arrastran sedimentos o fertilidad que debería quedar en sus lugares de origen. Si además se evita poblar los cauces, lagunas de inundación, cañadas y laderas, pues se impide...
Onceavo perjuicio de la sociedad.
Pero no todo es culpa de los políticos. Este mandato constitucional da entrada y pie a la Ingeniería Civil y de 1929 a la fecha ha habido cuatro intentos para racionalizar el desarrollo físico nacional, que han sido derrotados por políticos. Actualmente confundir mansedumbre y docilidad con disciplina y orden, además del escamoteo de responsabilidades y funciones, de incomprensión, menosprecio y desplazamiento, la paga el gremio de ingenieros con grotesca suplantación por ignorantes e incompetentes. Como patéticos ecologistas, “Tartufos” Investigadores alienados ratones de laboratorio al servicio del mejor postor y trasnochados rescatistas que por denominarse “protección civil” pretenden lograr lo que solo los profesionales de la administración física del territorio, los auténticos Ingenieros Civiles pueden: predecir el futuro material para administrar la frontera de la sociedad con la Naturaleza.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
Asociación Perversa
“Cambio climático, abuso, nula inteligencia y mala fe”
Por Ángel Pujalte Piñeiro
La menospreciada Naturaleza con saña de despechada cobra en la población las facturas por el menosprecio, incuria y abuso gubernamental. Las “autoridades” no aciertan a donde echar la culpa, cómo desviar la atención o esconder sus culpas, errores y abandonos. El “pobre gobierno” lejos de darse cuenta que es el principal causante de todos los problemas de la población, se siente víctima del enojo de dioses malos, que lo hacen ver mal.
Las inundaciones, deslaves y manifestaciones de la Naturaleza que cobran vidas humanas, bienes patrimoniales y bienestar de la población son consecuencia de soslayar la primera responsabilidad de todo gobierno, que es cuidar la vida y propiedad de los pobladores. Compromiso que no es ideal abstracto sino obligación material establecida en claras instrucciones constitucionales, desatendidas.
El Artículo 27 Constitucional manda: “(...) (1) regular, en beneficio social, el aprovechamiento de los elementos naturales (...), hacer una (2) distribución equitativa de la riqueza pública, cuidar de su (3) conservación, lograr el (4) desarrollo equilibrado del país y el (5) mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y urbana. En consecuencia se dictarán las medidas para (6) ordenar los asentamientos humanos y (7) establecer adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y bosques, a (8) efecto de ejecutar obras públicas y de (9) planear y regular la fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; (...) y para (10) evitar la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir en (11) perjuicio de la sociedad (...)”.
Once instrucciones más claras que agua. Pero la costumbre gubernamental es hacerse tonto, desacatar la Constitución, toda lógica elemental, sentido de auto conservación, derechos humanos y echar por la borda la calidad de vida de la población, el futuro del país y sólo atender a beneficios particulares, de grupo y momento. Y en vez de inteligencia desarrollar labia y disimulo.
Primero, nunca ha regulado el aprovechamiento de los elementos naturales, menos en beneficio social. La constante es el abandono y saqueo irresponsable e irracional de lo que se encuentre a mano en la superficie.
Segundo, tampoco ha hecho una distribución equitativa de la riqueza pública, la forma de materializar este mandato es distribuir coherente con las posibilidades materiales y equitativamente entre los habitantes la llave que abre y hace accesibles los recursos naturales: infraestructura física.
Tercero, no ha cuidado la conservación de nada, todo el país se encuentra al garete.
Cuarto, no hay desarrollo equilibrado del país. Lo certifica la desequilibrada vida artificial de la moribunda Cuenca de México, su agotamiento de recursos naturales, su exceso de infraestructura sobre los recursos naturales y de estructura sobre infraestructura (desequilibrio extremo). Por eso concentra al 25 % de la población (otro desequilibrio). Y la falta de infraestructura en el resto de la república donde hay recursos naturales es otro desequilibrio más. Es más no hay desarrollo, solo ensanchamiento de la misma infraestructura que dejaron los coloniales. Crecimiento sin desarrollo.
Quinto, en consecuencia no se han mejorado las condiciones de vida de la población rural y urbana. Al contrario, declina como consecuencia natural del irracional manejo del país.
Sexto, tampoco hay medidas para ordenar los asentamientos humanos. Al contrario el centralismo político y económico desordena y desorganiza una evolución coherente, racional y equilibrada con las posibilidades materiales del territorio.
Séptimo, no se han establecido adecuadas provisiones, usos, reservas y destinos de tierras, aguas y bosques. Todo al garete. Lo de adecuado quiere decir de acuerdo a sus posibilidades y potenciales físicos. De acuerdo a lo que tiene y puede tener cada lugar. No al capricho y contentillo de ignorantes, ni abandonado al azar.
Octavo, se debe hacer todo lo anterior previo a la ejecución de obras públicas. Es decir primero se debe revisar con que se cuenta, después pensar y al último actuar. El gobierno lo hace al revés.
Noveno, como base de la planeación y regulación de la fundación, conservación, mejoramiento y crecimiento de los centros de población; La base es primero ver que se tiene, para qué sirve y hasta donde es prudente usar y después hacer valer la razón de la Naturaleza. La “planeación” nacional es un absurdo y alienado reparto tipo pirata de recursos que ven como botín político y que disfrazan denominándola democrática. Un indefendible, vergonzoso y lesivo instrumento político y no uno racional.
Décimo, para así evitar (en forma coherente y racional) la destrucción de los elementos naturales y los daños que la propiedad pueda sufrir. No manda nada absurdo. Ordena racionalizar el desarrollo. Si se piensa y hace lo correcto no se desforesta ni destruye la vegetación. Al no deforestar ni destruir la vegetación, el subsuelo almacena más agua de la que llueve y la vegetación evapotranspira una cantidad considerable de lo que llueve regulando el clima, lo que hace más habitable el lugar, para personas, animales y plantas, adicionalmente al escurrir mucho menos agua se evitan avenidas destructivas, que además arrastran sedimentos o fertilidad que debería quedar en sus lugares de origen. Si además se evita poblar los cauces, lagunas de inundación, cañadas y laderas, pues se impide...
Onceavo perjuicio de la sociedad.
Pero no todo es culpa de los políticos. Este mandato constitucional da entrada y pie a la Ingeniería Civil y de 1929 a la fecha ha habido cuatro intentos para racionalizar el desarrollo físico nacional, que han sido derrotados por políticos. Actualmente confundir mansedumbre y docilidad con disciplina y orden, además del escamoteo de responsabilidades y funciones, de incomprensión, menosprecio y desplazamiento, la paga el gremio de ingenieros con grotesca suplantación por ignorantes e incompetentes. Como patéticos ecologistas, “Tartufos” Investigadores alienados ratones de laboratorio al servicio del mejor postor y trasnochados rescatistas que por denominarse “protección civil” pretenden lograr lo que solo los profesionales de la administración física del territorio, los auténticos Ingenieros Civiles pueden: predecir el futuro material para administrar la frontera de la sociedad con la Naturaleza.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!