[I]11 octubre 2010
Los asuntos comunitarios se extravían en un mar de confusión que los revuelve, entierran y difuminan. Los ciudadanos no reaccionan por falta de cultura política y porque la cotidianidad cubre con un manto de normalidad y corrección las deformaciones del servicio público. Descubrir y aclarar el desorden conceptual comunitario es toral para la sociedad. Ciudadano es el poblador consciente de ser el auténtico dueño del país que vigila y controla a los empleados. ¿Y como hacerlo con los ojos vendados? Con verdades erróneas. ¿Cómo supervisar y enmendar la plana a los servidores públicos? Si ve como normales y aceptables sus deformaciones y excesos o esta extraviado en un dédalo de danzantes contornos, sombras y claroscuros.
La perversión más común, corriente y antigua es diseminar la percepción que los favorecidos son los dueños del país que magnánimos socorren a los pobladores dóciles y serviles. Concepción viciosa de los políticos y su rol, que se arraiga más fácilmente en la población a mayor ignorancia y precaridad. Por lo que los de peor mala fe, en forma velada, propician la ignorancia y miseria de la población. Para así facilitar la difusión del concepto de su supremacía y magnanimidad con sus seguidores fieles y rastreros, como en otros tiempos lo hicieron los “nobles” con sus ciervos.
Pero con la pérdida de poder económico gubernamental, la apertura política y alternancia afloró un repertorio de perversidades asociadas.
Una es que la situación ha desbancado a los mismos partidos políticos y rebasado a las ideologías desfigurándolas, difuminándolas y descubriéndolas como segundas partes o comparsas accesorias de lo que ha asumido el protagonismo principal. Individualidades que se debaten sueltos en la arena política en la que levantan polvareda y estridencia para ahondar la confusión y el río revuelto. La inconsistencia ideológica, falta de fondo real y ética se ha traducido en que los partidos políticos se sometan al amparo de cabezas de grupos que detenten el poder, del que carecen los membretes.
Anarquía en la que cada puntero político presenta como realidad epifenómenos accidentales con los que crea un decorado que conforma una impresión general con la que imbuye en sus adeptos reacciones, actitudes, consignas, interpretaciones, criterios, puntos de vista, subjetividades y motivaciones que rebasan y superan al carácter individual de sus víctimas. Es decir, difunden un lavado de cerebro que uniforma a masas cuya insuficiencia intelectual no les permite reaccionar como personas con ideas, pensamiento y criterio propio, sino de acuerdo a lo programado.
En visiones establecida en formulaciones particularizadas del lenguaje ordinario con que crea su propia terminología asociada a imágenes que toman un sentido particular y diferente, con lotes de definiciones que tienen que ver con objetos, dogmas, circunstancias políticas que traducen juicios de valor y tomas de posición partidista e información parcializada, abstracciones políticas y términos que en verdad son etiquetas, con que crean una desconfianza sistemática. Una difidencia en la capacidad propia para descifrar los hechos, en la intención y capacidad de los demás y hasta en la misma ideología a la que se cree a medias, pero que no se alcanza a desenmascarar. Lo que petrifica a la población que no acierta a encontrar ningún asidero sólido y se aferra de actitudes, desplantes y promesas vagas y ambiguas. Como ciego de un clavo hirviente.
Y acepta verdades establecidas y transmitidas en forma errónea. Puras medias verdades o grandes mentiras. Puros inventos acordes y arreglos de los hechos en función de criterios políticos orientados. Pura realidad deformada en sentido acorde a las exigencias de una parcialidad política. Puros esquemas propios, establecidos en análisis y resultados ambiguos de proyectos que se pierden en sinuosidades que no siguen ninguna cadena causal ni alcanzan metas definidas, reales ni comunes.
En un ambiente de pura tergiversación de la información entre realidades aisladas basadas en preocupaciones tácticas que lo único que claramente testimonian es su procedencia por a quien benefician. Lo que paraliza a los ingenuos en un extravío enredado en experiencias puramente personales, interpretaciones basadas en prejuicios guiados por hechos que no se demuestran, opiniones que no se debaten, que consideran general lo particular y transforman en principio lo accidental.
Un ambiente de múltiples ópticas en la búsqueda de la verdad que alejan y entierran a las verdades de todos, a las interpretaciones comunes, a los valores generales, a los hechos aceptados por todos. En una Torre de Babel que se ha transformado o descubierto la política nacional. En la perdida de las verdades absolutas, de un panorama completo, de los principios generales, de un propósito común.
En tiempos también trastocados. Cuatro individuos se enfrascan en francas campañas de desinformación que son subrepticias campañas políticas por las elecciones federales para las que faltan dos años. Pero para las que ya tienen tiempo sembrando confusión, enredo y cuentos como “la caída del cielo en pedazos” con que el lobo guió a las gallinas a una cueva y con los que nuestros políticos pretenden ganar la presidencia en 2012.
Marcelo, AMLO, Enrique y Santiago en la carrera del cojo. Que consiste en correr a la vez que meterles el pie a los demás. Todos asumiendo actitudes triunfalistas y desplantes de capacidad y suficiencia. Cuando de todos no se hace uno y todos tienen exceso de colas pisables, cadáveres en el closet, basura bajo la alfombra, espadas de Damocles y pendientes sin resolver o irresolubles. Pero mientras no exista capacidad de análisis y mentalidad ciudadana, todo lo comunitario será deformar y manipular la realidad, aunque el país se caiga a pedazos y nos sigamos hundiendo
¡Que viva la irracionalidad y falta de ética de la política a la mexicana! .
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
Torre de Babel
“Desfiguración del servicio público”
“Desfiguración del servicio público”
Los asuntos comunitarios se extravían en un mar de confusión que los revuelve, entierran y difuminan. Los ciudadanos no reaccionan por falta de cultura política y porque la cotidianidad cubre con un manto de normalidad y corrección las deformaciones del servicio público. Descubrir y aclarar el desorden conceptual comunitario es toral para la sociedad. Ciudadano es el poblador consciente de ser el auténtico dueño del país que vigila y controla a los empleados. ¿Y como hacerlo con los ojos vendados? Con verdades erróneas. ¿Cómo supervisar y enmendar la plana a los servidores públicos? Si ve como normales y aceptables sus deformaciones y excesos o esta extraviado en un dédalo de danzantes contornos, sombras y claroscuros.
La perversión más común, corriente y antigua es diseminar la percepción que los favorecidos son los dueños del país que magnánimos socorren a los pobladores dóciles y serviles. Concepción viciosa de los políticos y su rol, que se arraiga más fácilmente en la población a mayor ignorancia y precaridad. Por lo que los de peor mala fe, en forma velada, propician la ignorancia y miseria de la población. Para así facilitar la difusión del concepto de su supremacía y magnanimidad con sus seguidores fieles y rastreros, como en otros tiempos lo hicieron los “nobles” con sus ciervos.
Pero con la pérdida de poder económico gubernamental, la apertura política y alternancia afloró un repertorio de perversidades asociadas.
Una es que la situación ha desbancado a los mismos partidos políticos y rebasado a las ideologías desfigurándolas, difuminándolas y descubriéndolas como segundas partes o comparsas accesorias de lo que ha asumido el protagonismo principal. Individualidades que se debaten sueltos en la arena política en la que levantan polvareda y estridencia para ahondar la confusión y el río revuelto. La inconsistencia ideológica, falta de fondo real y ética se ha traducido en que los partidos políticos se sometan al amparo de cabezas de grupos que detenten el poder, del que carecen los membretes.
Anarquía en la que cada puntero político presenta como realidad epifenómenos accidentales con los que crea un decorado que conforma una impresión general con la que imbuye en sus adeptos reacciones, actitudes, consignas, interpretaciones, criterios, puntos de vista, subjetividades y motivaciones que rebasan y superan al carácter individual de sus víctimas. Es decir, difunden un lavado de cerebro que uniforma a masas cuya insuficiencia intelectual no les permite reaccionar como personas con ideas, pensamiento y criterio propio, sino de acuerdo a lo programado.
En visiones establecida en formulaciones particularizadas del lenguaje ordinario con que crea su propia terminología asociada a imágenes que toman un sentido particular y diferente, con lotes de definiciones que tienen que ver con objetos, dogmas, circunstancias políticas que traducen juicios de valor y tomas de posición partidista e información parcializada, abstracciones políticas y términos que en verdad son etiquetas, con que crean una desconfianza sistemática. Una difidencia en la capacidad propia para descifrar los hechos, en la intención y capacidad de los demás y hasta en la misma ideología a la que se cree a medias, pero que no se alcanza a desenmascarar. Lo que petrifica a la población que no acierta a encontrar ningún asidero sólido y se aferra de actitudes, desplantes y promesas vagas y ambiguas. Como ciego de un clavo hirviente.
Y acepta verdades establecidas y transmitidas en forma errónea. Puras medias verdades o grandes mentiras. Puros inventos acordes y arreglos de los hechos en función de criterios políticos orientados. Pura realidad deformada en sentido acorde a las exigencias de una parcialidad política. Puros esquemas propios, establecidos en análisis y resultados ambiguos de proyectos que se pierden en sinuosidades que no siguen ninguna cadena causal ni alcanzan metas definidas, reales ni comunes.
En un ambiente de pura tergiversación de la información entre realidades aisladas basadas en preocupaciones tácticas que lo único que claramente testimonian es su procedencia por a quien benefician. Lo que paraliza a los ingenuos en un extravío enredado en experiencias puramente personales, interpretaciones basadas en prejuicios guiados por hechos que no se demuestran, opiniones que no se debaten, que consideran general lo particular y transforman en principio lo accidental.
Un ambiente de múltiples ópticas en la búsqueda de la verdad que alejan y entierran a las verdades de todos, a las interpretaciones comunes, a los valores generales, a los hechos aceptados por todos. En una Torre de Babel que se ha transformado o descubierto la política nacional. En la perdida de las verdades absolutas, de un panorama completo, de los principios generales, de un propósito común.
En tiempos también trastocados. Cuatro individuos se enfrascan en francas campañas de desinformación que son subrepticias campañas políticas por las elecciones federales para las que faltan dos años. Pero para las que ya tienen tiempo sembrando confusión, enredo y cuentos como “la caída del cielo en pedazos” con que el lobo guió a las gallinas a una cueva y con los que nuestros políticos pretenden ganar la presidencia en 2012.
Marcelo, AMLO, Enrique y Santiago en la carrera del cojo. Que consiste en correr a la vez que meterles el pie a los demás. Todos asumiendo actitudes triunfalistas y desplantes de capacidad y suficiencia. Cuando de todos no se hace uno y todos tienen exceso de colas pisables, cadáveres en el closet, basura bajo la alfombra, espadas de Damocles y pendientes sin resolver o irresolubles. Pero mientras no exista capacidad de análisis y mentalidad ciudadana, todo lo comunitario será deformar y manipular la realidad, aunque el país se caiga a pedazos y nos sigamos hundiendo
¡Que viva la irracionalidad y falta de ética de la política a la mexicana! .
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!