Cínica apropiación
“Robo y usurpación de la representación popular”
“Robo y usurpación de la representación popular”
Por Ángel Pujalte Piñeiro
Los puestos de “elección popular” son parte crucial del secuestro del interés público que efectúan mafiosos disfrazados de “políticos”. Quienes se han adueñado del derecho para postular a los candidatos, haciéndolo una exclusividad de los partidos políticos. Para lo cual superponen una ley menor (la electoral) sobre la Constitución en dos claras y flagrantes violaciones al artículo 35 Constitucional, que establece como prerrogativas del ciudadano:
II. Poder ser votado para todos los cargos de elección popular (...) Lo que no permiten sin la anuencia y bendición de las oligarquías de los partidos políticos. Y
III. Asociarse libre y pacíficamente para tomar parte en los asuntos políticos del país; Libertad ciudadana también secuestrada por la mafia de “políticos”, para usufructuarla como otra exclusividad suya.
Pero son apenas parte de la sucia, ruin y baja maniobra, que llega más, mucho más lejos.
No conformes con apropiarse ilegitima e ilegalmente el derecho para decidir: quien, cuando, como y donde, puede ser elegible para un puesto de elección popular, también en vez que los puestos de elección popular sean posiciones de representación de los intereses sociales los utilizan como casillas de un tablero en el que libran, entre equipos de ellos, de la liga de los mafiosos de la política, una especie de juego de ajedrez que nada tiene que ver con los intereses y mucho con ser causa radical de la mala circunstancia de la sociedad, a la que fingen representar.
Por eso además de las perversas burlas anteriores, también se pitorrean del Artículo 36 Constitucional. Que establece que: Son obligaciones del ciudadano de la República: (...)
IV. Desempeñar los cargos de elección popular de la Federación o de los Estados, (...) Lo que incumplen sin ningún recato ni pudor para mejor cumplir el papel de peones o fichas de acuerdo a las conveniencias de momento, en el juego de ajedrez o lucha de poder, que libran entre pandillas o equipos de “políticos”.
Por eso se ha vuelto tan normal, que ya a nadie extraña, que un alfil de repente se transforme en peón o torre y salte de casilla en casilla o hasta de tablero, fuera de turno y moviéndose como caballo, dama o desquiciado buscapiés, fuera de toda norma, lógica republicana o explicación ciudadana aparente, más que la oculta e inconfesable conveniencia de salvajes inconscientes oportunistas acreditones que se han apropiado del bien común para usufructuarlo como su propiedad particular.
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
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