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Entonces, las páginas que permiten que sus contenidos sean copiadas (teniéndo funciones específicas para ello)... y las receptoras, como esta, no infringen ley alguna si yo pongo rolas, como las que vienen en goear, ya que, entonces, en esta estuviesen inhabilitados los permisos de postearlos... y en aquellas las opciones de copiarlas...¿o no?... veamos:
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La corrupción en México es tan cínica, que aunque la ley es perfectamente clara, todavía hay quienes les buscan chichis a las culebras. Por supuesto, todo es en el afán de defender lo indefendible y justificar las pendejadas propias.
Lo sucedido durante el Carnaval de Mazatlán en el Bar Antares fue una tragedia. Alrededor de las 5:30 de la mañana un grupo de personas armadas (aproximadamente 10) que viajaban en dos camionetas arribaron al estacionamiento del bar y abrieron fuego en contra de las personas que aún permanecían cerca del lugar. Las autoridades informaron que 5 personas fueron asesinadas y 10 más resultaron heridas. A pesar de la conmoción, las fiestas de la ciudad continuaron sin mayores contratiempos, tres meses después el gobierno de Sinaloa decreta una serie de reformas a la Ley de Inspección y Normatividad. Entre las adecuaciones se contempla condicionar la renovación de licencias a bares y centros nocturnos a que “no se haya vendido, exhibido, expuesto y/o reproducido música y video, imágenes y/o espectáculos artísticos, tendientes a enaltecer criminales, conductas antisociales y/o actividades ilícitas”.
El gobernador Mario López Valdez fue categórico al explicar la motivación de dicho acto administrativo: “Queremos establecer como política que no vamos a autorizar la revalidación de licencias de alcohol a aquellos espacios donde hacen o fomentan la apología del delito.”
La declaración del gobernador sinaloense, así como el apoyo expresado por Alejandro Poiré, Secretario Técnico del Consejo de Seguridad Nacional, dejan entrever una serie de elementos que fundamentan las preocupaciones en torno a la disposición de condicionar la venta de alcohol de acuerdo con los contenidos (música, videos e imágenes) y los espectáculos que sean presentados. Esto debido a que restringe el ejercicio del derecho a la libertad de expresión de manera injustificada y desproporcional.
La protección de las expresiones artísticas y culturales
La Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión (2008), establece que “La libertad de expresión no es un derecho limitado a los comunicadores sociales o a aquellas personas que ejercen este derecho a través de los medios de comunicación. El derecho a la libertad de expresión abarca las expresiones artísticas, culturales, sociales, religiosas, políticas o cualquier otra índole.”
El corrido es una expresión musical que se consolidó en el gusto popular durante la revolución a principios del Siglo pasado. Durante ese periodo abundaron las canciones que contaban las historias de los fugitivos que “andaban metidos en la bola revolucionaria”. No son pocos los corridos de esa época que siguen siendo escuchados, a pesar de muchos reproducen estereotipos negativos de las mujeres y exaltan la tensión entre clases sociales. A la par de la proliferación del narcotráfico y el contrabando en México, los canta-autores (principalmente del norte del país) comenzaron a contar las historias, aventuras y recurrentes finales trágicos de las personas que se dedican a ese tipo de actividades.
Los corridos y los narcocorridos son expresiones artísticas provenientes de la marginalidad. No inventan historias sino describen la cotidianidad que enfrentan quienes los cantan, escuchan y bailan. Para la socióloga Laurent Aubague, estudiosa del fenómeno de los narcocorridos, “[L]a música aparece a veces como un factor de unidad nacional. Portavoz de las miserias cotidianas, la canción popular es a la vez rebelde y consensual.” Esta situación se repite en el caso de otros géneros musicales como el hip hop, el punk y la cumbia villera, en donde las letras hacen referencias a la violencia, la criminalidad, el uso de substancias psicoactivas, en muchos casos utilizando palabras misóginas. Sin embargo el aporte de cada uno de estos géneros a las artes, la cultura y la identidad comunitaria son innegables.
En palabras de Carlos Monsivais, “Más que celebración del delito, los narcocorridos difunden la ilusión de las sociedades donde los pobres tienen derecho a las oportunidades delincuenciales de los de arriba. En la leyenda ahora tradicional, los pobres, que en otras circunstancias no pasarían de aparceros o de manejar un elevador, desafían la ley de modo incesante. El sentido profundo de los corridos es dar cuenta de aquellos que, por vías delictivas, alcanzan las alturas del presidente de un banco, de un dirigente industrial, de un gobernador, de un cacique regional felicitado por el presidente de la República.”
A pesar de lo chocante, ofensivo o vulgar que puedan parecer los narcocorridos, o cualquiera de sus variaciones a los ojos del gobernador López Valdez y al Sr. Alejandro Poiré, son expresiones cuyo contenido es discurso protegido por el derecho internacional de los derechos humanos. Que le echen un ojo, no estaría mal.
Las restricciones al derecho a la libertad de expresión
Ciertamente la libre expresión no es un derecho absoluto, así está reconocido en el derecho internacional de los derechos humanos. De acuerdo con el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos, pueden ser impuestas restricciones para “asegurar el respeto a los derechos o la reputación de los demás (…) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas.” (Art. 19.3.B y 19.3.C). Estas limitantes deben de atender el llamado examen tripartita, es decir, debe de ser decretadas por una ley, servir a un fin legítimo y ser necesarias en una sociedad democrática.
La Convención Americana de Derechos Humanos va más allá de lo establecido en el Pacto Internacional: “Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la guerra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”. (Art. 13.5)
De esa forma, para que la restricción a la libertad de expresión esté apegada a los tratados internacionales vigentes, deben de concurrir el acto de apología del odio y que ésta incite a la violencia.
La prueba de daño
En el caso de promover una restricción al derecho a la libertad de expresión, las autoridades tienen la responsabilidad de demostrar que es necesaria. El gobernador López Valdez no ha tenido empacho en señalar que los narcocorridos (así, en su acepción más general) constituyen una apología del delito. Alejandro Poiré va más allá y sentencia que: “No podemos permitir, como gobierno y sociedad, que los delincuentes invadan impunemente también las esferas culturales para normalizar sus crímenes, debilitar nuestros esquemas de valores y obstaculizar la construcción de una cultura de la legalidad que tanta falta nos hace para alcanzar la auténtica seguridad.”
Las generalizaciones en el discurso de Poiré, además de mostrar un desconocimiento y desprecio absoluto del fenómeno de los narcocorridos, presuponen que quienes cantan o componen narcocorridos son delincuentes. No existe evidencia científica que confirme que el componer, escuchar o bailar narcocorridos genere violencia o que sea un método de enganche para que los jóvenes se unan a alguna actividad delictiva. Las voces que apoyan la censura de los narcocorridos lo hacen basándose en percepciones, muchas de ellas afianzadas en estereotipos negativos y condición social. Así mismo, conviene recordarles a aquellos que trabajan para la sociedad, lo alarmante que puede llegar a ser que brinquen de manera súbita a afirmar que letras musicales que hablan y describen delitos resultan en apología de delitos. Es conveniente resaltar que los narcocorridos no son ilegales. ¿Por qué si lo sería escucharlos, reproducirlos y bailar a su compás?
Recordemos que una situación fue sufrida por raperos y músicos de hip hop durante los años más oscuros de la restauración conservadora en los Estados Unidos durante la presidencia de Ronald Reagan. Dentro de los pilares de la democracia se encuentra la promoción del pluralismo de voces, las cruzadas culturales, especialmente aquellas promovidas desde los gobiernos constituyen una prueba inequívoca de autoritarismo. La evidencia nos arroja que son en países menos democráticos donde se busca de censurar contenido de manera unilateral y contraviniendo el derecho internacional del cual el estado mexicano es parte.
El hecho de que el gobernador de Sinaloa haya puesto en marcha una política basada en una percepción personal es en verdad preocupante. El hecho de que lo secundo alguien como Poiré, lo hace más alarmante. El tema es importante porque se refiere a la defensa de libertades civiles. No es una cuestión de gustos. Si cedemos en nuestras libertades y dejamos que nuestros servidores públicos comiencen a señalar qué contenido es sano y qué contenido es dañino para la sociedad, entraremos en un proceso de involución democrática. Simple, con nuestras libertades no se metan. Son nuestras.
"¿¿Para qué tomar y manejar si puedes fumar y volar??" Les Luthiers
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Sí, a la prohibición de narcocorridos
Rubén Cortés
Es entendible la confusión de quienes creen que prohibir los narcocorridos en establecimientos públicos, como bares o cantinas, atenta contra la libertad de expresión. Es comprensible, sobre todo, en un país donde la libertad de expresión es un logro que no admite retroceso.
Sin embargo, este tema no debería de admitir equivocación alguna porque no se trata de inhabilitar una idea o una expresión artística por transgresora, como pudieron ser en sus momentos el dadaísmo, en el arte, y el rock progresivo o el art rock, en la música.
Libertad de expresión es opinar, decir lo que se piense y hacer lo que se desee y el Estado no intervenga en la capacidad de las personas para ello. Ninguna manifestación debe estar sujeta a la restricción previa, sino a su responsabilidad ulterior, o sea, a lo que provoca.
En ese caso, los narcocorridos no son “libertad de expresión” justo por su “responsabilidad ulterior”, que es incitar a la muerte, a la decapitación, a degollar, a reventar granadas en el pecho de las personas, torturar y a mancharse las manos de sangre caliente.
Hay que aclarar, antes de seguir, que el veto que aprueba esta columna es a la difusión de narcocorridos en lugares públicos, como decretó en Sinaloa el gobernador Mario López. Porque ya su transmisión está prohibida por la Ley Federal de Radio y Televisión, cuyo artículo 63 señala:
“Quedan prohibidas todas las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea mediante expresiones maliciosas, palabras o imágenes procaces, frases y escenas de doble sentido, apología de la violencia o del crimen; se prohíbe, también, todo aquello que sea denigrante u ofensivo para el culto cívico de los héroes y para las creencias religiosas, o discriminatorio de las razas; queda asimismo prohibido el empleo de recursos de baja comicidad y sonidos ofensivos”.
Entonces quienes observan en la prohibición de narcocorridos una violación a la libertad de expresión, mejor que admitan que están en favor de la apología del delito y en contra de reglas mínimas, con base legal, moral y plena legitimidad en el interés público.
Además, en el delito incurren también los que cobran por escribir y cantar alabanzas sobre criminales como Santiago Meza López, El Pozolero, quien desapareció en ácido más de 300 cadáveres de enemigos de El Teo, líder de una de las facciones en pugna del cártel de Tijuana.
Porque ninguna libertad puede ser ilimitada. Imposible que haya libertad para matar, por ejemplo, que es lo que preconizaba Sade, para quien el crimen era aceptable y nada se debía interponer entre él y sus deseos, pues “la libertad es ilimitada”.
En ese caso, los narcocorridos no son “libertad de expresión” justo por su “responsabilidad ulterior”, que es incitar a la muerte, a la decapitación, a degollar, a reventar granadas en el pecho de las personas, torturar y a mancharse las manos de sangre caliente.]
don cubo, bajo esta perspectivas, nos vamos "agringar", vamos a demnadar a las compañias productoras de cigarros por que su producto da cancer.
Me pondre como ejemplo, estuve viviendo 6 meses en reynosa y miguel aleman, tamaulipas. Durnate ese tiempo todos los dias nos despertaban con esas pendejadas y todo el dia con la misma chingadera.
Hasta donde se ni yo, ni mis comapñeros de trabajos, ni los mismos pendejos que escuchaban esa mugre han matado a alguien, han lanzado una granada o torturado a alguien.
Ahora ese "mensaje" no solo esta en los narcocorridos, hay canciones de rock, mas pesadas en su letra que un narco corrido, a menos que los que le escuchan no hayan matado a nadie pro que en su mayoria son en ingles o ya estan bien servidos cuando la escuchan.
don cubo, bajo esta perspectivas, nos vamos "agringar", vamos a demnadar a las compañias productoras de cigarros por que su producto da cancer.
Me pondre como ejemplo, estuve viviendo 6 meses en reynosa y miguel aleman, tamaulipas. Durnate ese tiempo todos los dias nos despertaban con esas pendejadas y todo el dia con la misma chingadera.
Hasta donde se ni yo, ni mis comapñeros de trabajos, ni los mismos pendejos que escuchaban esa mugre han matado a alguien, han lanzado una granada o torturado a alguien.
Ahora ese "mensaje" no solo esta en los narcocorridos, hay canciones de rock, mas pesadas en su letra que un narco corrido, a menos que los que le escuchan no hayan matado a nadie pro que en su mayoria son en ingles o ya estan bien servidos cuando la escuchan.
En el Hip Hop se oyen los mismos tipos de mensajes y quiero ver a los gringos coartando la libertad de los raperos de escribir sus rolas.
El punto es que si no quieres oir narcorrido no los oyes, ni vas a sus conciertos, pero un gobierno que dicta que se debe o no oír es un peligroso precedente.
"¿¿Para qué tomar y manejar si puedes fumar y volar??" Les Luthiers
"Durnate ese tiempo todos los dias nos despertaban con esas pendejadas y todo el dia con la misma chingadera"
Esa es una tortura china.
Chocolovasco, creo que además de su dudoso o inexistente valor estético, coincido con el autor del artículo en que los corridos de marras hacen apología del crimen.
en el hip hop se oyen los mismos tipos de mensajes y quiero ver a los gringos coartando la libertad de los raperos de escribir sus rolas.
El punto es que si no quieres oir narcorrido no los oyes, ni vas a sus conciertos, pero un gobierno que dicta que se debe o no oír es un peligroso precedente.
el punto es la educacion y el rasocinio, solo eso.
Logico en las canciones dicen los que le conviene y para ensalzar a lo que pagan.
No he escuchado un narco corrido, donde digan las chingas que le ponen por andar en ese punche mundo, logico es pues lo muertos no pueden pagar o nadie va a quere exhibir su pendejez.
"durnate ese tiempo todos los dias nos despertaban con esas pendejadas y todo el dia con la misma chingadera"
esa es una tortura china.
Chocolovasco, creo que además de su dudoso o inexistente valor estético, coincido con el autor del artículo en que los corridos de marras hacen apología del crimen.
Saludos.
y quien decide si delinque, el autor o la persona? Entonces el gobierno la tiene facil, que investigue a quienes compra esos discos, incluido a los piratas, que lso detenga y se acaba el narco y la violencia en mexico.
Luego le seguimos con el rock, hip-hop, rap y demas pendejadas.
Solucionado el problema.
a menos que los que le escuchan no hayan matado a nadie pro que en su mayoria son en ingles o ya estan bien servidos cuando la escuchan.
También muy cierto, esa rola (muy explícita) no ha causado la muerte de nadie, sin embargo, si se ha llevado al Rock (a Judas Priest, para ser exacto), al banquillo de los acusados por motivos de muertes...(siendo finalmente absueltos, por ser unas acusaciones totalmente ridículas)...
también muy cierto, esa rola (muy explícita) no ha causado la muerte de nadie, sin embargo, si se ha llevado al rock (a judas priest, para ser exacto), al banquillo de los acusados por motivos de muertes...(siendo finalmente absueltos, por ser unas acusaciones totalmente ridículas)...
...Se acercó un trío a mi mesa del café y, a petición mía, cantó “La cucaracha” y “Contrabando y traición”. Varias señoritas y algunos caballeros salieron corriendo, cual alma que lleva el diablo, para convertirse en Camelia y en Emilio Varela. El amigo con quien departía me contó que en una boda reciente pasó algo similar: cuando la orquesta se arrancó con “Pedro Navaja”, las damas salieron sin zapatillas, locas por meterse de putas, y los galanes de Escandón se fueron a poner su diente de oro, a hacerse de una navaja y a asaltar prostitutas.
El corrido “Contrabando y traición” (conocido también como “Camelia la texana”) es considerado paradigma del narcocorrido, con el detalle de que no es tal sino una historia de despecho entre contrabandistas de “hierba mala” (en el eufemismo está la moralina): las llantas del coche podrían ir repletas de géneros de chiveros como juguetes chinos o ropa, y no cambiaría nada. También de contrabandistas son “Chulas fronteras”, interpretada por El Piporro, o el magnífico corrido “Los tequileros”, cuya más sublime interpretación la hizo El Negro Ojeda...
... Así, paso a paso y no porque lo quieran los cantautores, sino porque las realidades van a dar al arte en todas sus formas (¿o es que no existen, esperando a que las prohíban, las novelas La reina del sur y La virgen de los sicarios?), la frontera norte de México hizo música con su tragedia y creó el narcocorrido. Y, éste, le duela a quien le duela, prendió en Colombia de un modo que sería menos explicable si no fuera porque cuenta con el acordeón regiomontano que le asocia al vallenato y los acordeones de Valledupar. No creo que haya más razón que ésa, pero los maliciosos lo ven como una mexicanización de Colombia. Yo digo que, de ser así, tengamos la educación de devolver la cortesía y aceptar el muy discutido asunto de la colombianización de nuestro país. Buenas señales de que avanzamos en el cumplimiento del Manual de Carreño son que el ex presidente colombiano Ernesto Samper nos da, en la prensa española, consejos para resolver el asunto del narcotráfico —sin “rápidos y furiosos”, claro está—, pero mejor señal es que los narcocorridos mexicanos y chicanos son conocidos y cantados por el pueblo colombiano bajo la denominación de “Corridos prohibidos”. En este sentido, México, sin duda, se acerca a la civilidad colombiana por la probadamente eficaz y moderna vía de la prohibición, que —como sabemos— tuvo el mismo éxito de todos los tiempos. Como el “Prohibido prohibir” de los jeunes romantiques (maintenant vieux) de aquella primavera de París.
"¿¿Para qué tomar y manejar si puedes fumar y volar??" Les Luthiers
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