No hay 'otros datos'
Isabel Turrent
(17 junio 2012).- Los candidatos y sus seguidores pueden bombardear a los votantes con sus apreciaciones subjetivas del debate y la campaña, pero la realidad sigue ahí. Antes que nada, la realidad económica, de la cual depende el bienestar de los ciudadanos, la posibilidad de reducir los índices de pobreza, de aumentar el empleo y los salarios, y apuntalar el crecimiento y la modernidad del país. Todos los candidatos han hecho promesas económicas, pero sólo López Obrador insiste en transformar, con base en sus "propios datos", lo que él llama un sistema "caduco y neoliberal".
AMLO puede afirmar que la política económica que se ha aplicado en México desde el gobierno de De la Madrid "no ha funcionado". Desafortunadamente para él, la realidad sigue ahí. La economía no ha ocupado el lugar de honor en la campaña, precisamente porque no padece la "crisis profunda" que proclama AMLO. Esa política económica que él rechaza nos permitió sortear la crisis financiera del 2008 -mientras el PNB de otros países como Rusia se desplomaba- y mantener la salud de las finanzas públicas.
En el terreno económico, no hay agencias fantasmales que proporcionen los datos incomprobables a los que AMLO es tan afecto cuando se trata de desmentir y confundir a sus críticos. En la realidad económica sólo cuentan las cifras de instituciones como Hacienda y el Banco de México.
La política económica de las últimas dos décadas ha mantenido un tipo de cambio estable y nos ha librado del ciclo de devaluaciones en el que nos hundió el populismo económico de los años setenta, al que tanto se parecen las propuestas de AMLO. La inflación, que golpea antes que nadie a los pobres, se ha mantenido baja: en 2011 fue de 3.85% (ligeramente alta, pero a años luz de las tasas inflacionarias de dos o tres dígitos que padecen las economías en "crisis profunda"). En 2011, el déficit presupuestal fue de apenas 2.5%. De acuerdo con los datos del primer trimestre, este año será menor. Y a pesar del clima de violencia la inversión extranjera ha crecido (en 2011 fue de casi 50 mil millones de dólares; entre enero y mayo de este año alcanzó la cifra de 20.2 miles de millones de dólares). Para no hablar de las reservas que han alcanzado un récord histórico: 155.4 miles de millones de dólares.
México ha crecido poco, es cierto. Pero esa baja tasa de crecimiento se debe en gran parte a que no se han aplicado las reformas (fiscal, energética y laboral) que el país necesita. Los otros candidatos se han comprometido a adoptarlas -una o todas-. Para López Obrador son anatema. De acuerdo con "sus datos" -dijo en Tercer Grado- son los países que han aplicado reformas estructurales los que no crecen. Sus "datos" están equivocados. Son los países sin reformas -algunos tan ricos como Japón o Francia- los que se han estancado. Y son aquellos que han emprendido el camino de las reformas (China, Corea del Sur, Chile y hasta Perú) los que han crecido a tasas envidiables. Si México aplicara las reformas que necesita, el PNB crecería un 2.5% más cada año (estos datos tampoco son míos, sino del Economist).
Por todo ello, es bueno que diversos funcionarios hayan desmentido las cifras y cálculos que AMLO ha repetido hasta el cansancio. No podrá recaudar 300 mil millones reduciendo sueldos de burócratas y el gasto corriente. Sus cifras están infladas y abarcan organismos autónomos (como el IFE, la CNDH) e instituciones de los gobiernos estatales, que están fuera de la injerencia del Ejecutivo. Tampoco obtendrá los otros 300 mil que pretende extraer de la lucha contra corrupción: para empezar, porque el cálculo de lo que le cuesta al país la corrupción es una mera estimación, y para terminar, porque el dinero que se gasta en corrupción volverá a los bolsillos de quienes corrompen y no al erario público.
Con AMLO no habrá tampoco ninguna cooperación externa para el desarrollo. Según él, el mundo no existe. Dejemos a un lado la única propuesta (utópica) de política exterior que pudo articular López Obrador en el debate: ni él ni nadie "convencerá" al electorado norteamericano para promover el desarrollo de México a cambio de nada. Y ninguno de los países que han crecido notablemente en las últimas décadas ha esperado a consolidar tasas razonables de crecimiento interno, para emprender después campañas en el exterior que coloquen sus productos en otros mercados y atraigan inversiones y tecnología. En el mundo globalizado de hoy, que López Obrador ni siquiera vislumbra, las potencias emergentes aprovechan las oportunidades que el mundo les ofrece, al mismo tiempo que aplican reformas, y abren y liberalizan sus economías.
Si López Obrador es electo y se empeña en subsidiar precios, regalar dinero y construir desde trenes bala hasta refinerías sin ingresos suficientes, se dispararán el gasto público y el déficit presupuestal. Entonces sí los mexicanos visitaremos Atenas sin necesidad de tomar el avión.
http://~~~~~~~.com/79ekuhd
editorial@reforma.com
Isabel Turrent
(17 junio 2012).- Los candidatos y sus seguidores pueden bombardear a los votantes con sus apreciaciones subjetivas del debate y la campaña, pero la realidad sigue ahí. Antes que nada, la realidad económica, de la cual depende el bienestar de los ciudadanos, la posibilidad de reducir los índices de pobreza, de aumentar el empleo y los salarios, y apuntalar el crecimiento y la modernidad del país. Todos los candidatos han hecho promesas económicas, pero sólo López Obrador insiste en transformar, con base en sus "propios datos", lo que él llama un sistema "caduco y neoliberal".
AMLO puede afirmar que la política económica que se ha aplicado en México desde el gobierno de De la Madrid "no ha funcionado". Desafortunadamente para él, la realidad sigue ahí. La economía no ha ocupado el lugar de honor en la campaña, precisamente porque no padece la "crisis profunda" que proclama AMLO. Esa política económica que él rechaza nos permitió sortear la crisis financiera del 2008 -mientras el PNB de otros países como Rusia se desplomaba- y mantener la salud de las finanzas públicas.
En el terreno económico, no hay agencias fantasmales que proporcionen los datos incomprobables a los que AMLO es tan afecto cuando se trata de desmentir y confundir a sus críticos. En la realidad económica sólo cuentan las cifras de instituciones como Hacienda y el Banco de México.
La política económica de las últimas dos décadas ha mantenido un tipo de cambio estable y nos ha librado del ciclo de devaluaciones en el que nos hundió el populismo económico de los años setenta, al que tanto se parecen las propuestas de AMLO. La inflación, que golpea antes que nadie a los pobres, se ha mantenido baja: en 2011 fue de 3.85% (ligeramente alta, pero a años luz de las tasas inflacionarias de dos o tres dígitos que padecen las economías en "crisis profunda"). En 2011, el déficit presupuestal fue de apenas 2.5%. De acuerdo con los datos del primer trimestre, este año será menor. Y a pesar del clima de violencia la inversión extranjera ha crecido (en 2011 fue de casi 50 mil millones de dólares; entre enero y mayo de este año alcanzó la cifra de 20.2 miles de millones de dólares). Para no hablar de las reservas que han alcanzado un récord histórico: 155.4 miles de millones de dólares.
México ha crecido poco, es cierto. Pero esa baja tasa de crecimiento se debe en gran parte a que no se han aplicado las reformas (fiscal, energética y laboral) que el país necesita. Los otros candidatos se han comprometido a adoptarlas -una o todas-. Para López Obrador son anatema. De acuerdo con "sus datos" -dijo en Tercer Grado- son los países que han aplicado reformas estructurales los que no crecen. Sus "datos" están equivocados. Son los países sin reformas -algunos tan ricos como Japón o Francia- los que se han estancado. Y son aquellos que han emprendido el camino de las reformas (China, Corea del Sur, Chile y hasta Perú) los que han crecido a tasas envidiables. Si México aplicara las reformas que necesita, el PNB crecería un 2.5% más cada año (estos datos tampoco son míos, sino del Economist).
Por todo ello, es bueno que diversos funcionarios hayan desmentido las cifras y cálculos que AMLO ha repetido hasta el cansancio. No podrá recaudar 300 mil millones reduciendo sueldos de burócratas y el gasto corriente. Sus cifras están infladas y abarcan organismos autónomos (como el IFE, la CNDH) e instituciones de los gobiernos estatales, que están fuera de la injerencia del Ejecutivo. Tampoco obtendrá los otros 300 mil que pretende extraer de la lucha contra corrupción: para empezar, porque el cálculo de lo que le cuesta al país la corrupción es una mera estimación, y para terminar, porque el dinero que se gasta en corrupción volverá a los bolsillos de quienes corrompen y no al erario público.
Con AMLO no habrá tampoco ninguna cooperación externa para el desarrollo. Según él, el mundo no existe. Dejemos a un lado la única propuesta (utópica) de política exterior que pudo articular López Obrador en el debate: ni él ni nadie "convencerá" al electorado norteamericano para promover el desarrollo de México a cambio de nada. Y ninguno de los países que han crecido notablemente en las últimas décadas ha esperado a consolidar tasas razonables de crecimiento interno, para emprender después campañas en el exterior que coloquen sus productos en otros mercados y atraigan inversiones y tecnología. En el mundo globalizado de hoy, que López Obrador ni siquiera vislumbra, las potencias emergentes aprovechan las oportunidades que el mundo les ofrece, al mismo tiempo que aplican reformas, y abren y liberalizan sus economías.
Si López Obrador es electo y se empeña en subsidiar precios, regalar dinero y construir desde trenes bala hasta refinerías sin ingresos suficientes, se dispararán el gasto público y el déficit presupuestal. Entonces sí los mexicanos visitaremos Atenas sin necesidad de tomar el avión.
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