9 julio 2012
9 julio 2012
He señalado la inmadurez democrática de nuestra sociedad. Una no relacionada con el paso del tiempo, como la evolución orgánica natural en los seres vivos. Etapa que trae la simple marcha del tiempo y confunde con la errónea creencia que cualquier cosa madura sola en forma indefectible y a pesar de todos los apesares. Pero no envejece igual lo artificial que lo natural.
La madurez democrática, como la emotiva y racional, son estados de desarrollo de artificialidades, de postizos, de cualidades que no se insertan, desarrollan, sofistican y refinan en forma espontánea ni automática, que son modificaciones que no obedecen a cambios naturales ni son innatos del hombre, sino que son consecuencia de ordenadas alteraciones externas artificiales. De las que hay un infinito de posibilidades inconvenientes y un mínimo mínimorum convenientes.
Al no ser el hombre animal racional, ser humano ni democrático, sino un simio bípedo sin rabo con potencial racional, humanizable y democratizable, se le deben inocular de fuera los contenidos y relaciones de la racionalidad, el humanismo y la democracia, sin los cuales ningún simio, por muy homínido que nazca, llega a ser un animal racional, humano ni demócrata.
Por nacer con el cerebro vacío, no se puede artificializar de la mejor manera solo. Cada quien construye su propia referencia del mundo, su Estructura Conceptual Organizacional del Mundo (ECOM), con lo que puede, con lo que encuentra a su alrededor a su alcance. Si nadie lo recibe, introduce, orienta y adapta al mundo, pues la ECOM que resulte será muy deficiente; si se alimenta su cerebro con basura, construirá su ECOM con basura; si se le forma con buenos elementos, construirá una buena herramienta.
La ECOM del ciudadano debe incluir estructuras y subestructuras necesarias para ser racional, humano y demócrata. La ECOM es la explicación del mundo que cada quien desde que nace, con ayuda o sin ella y de acuerdo con el tipo y la calidad de la ayuda que reciba, construye en su cerebro como su referencia personal del mundo, su herramienta de adaptación al lugar donde se encuentra.
Esta es una labor principal de las gentes que reciben a los nuevos pobladores. Y nadie puede dar más de lo que tiene. Los hijos de gente silvestre, cuyos padres les dieron alimento, abrigo y cobijo, pero no les formaron el cerebro, no les transmitieron la información y herramientas necesarias, recibirán alimento, abrigo y cobijo, sin que los que los reciben les puedan formar el cerebro, al no poder transmitirles la información y herramientas indispensables para hacerse racional, humano y demócrata, por carecer de ella.
Esta labor es una responsabilidad principal familiar. Pero el número significativo de población silvestre obliga a buscar otras formas de apoyar la racionalización, humanización y democratización de los habitantes, de las que hay dos formas: la educación formal y las reglas de juego con vigencia fáctica en la cotidianidad social.
Lo que destaca la importancia de la educación formal en el desarrollo social. Y la necesidad de revisar sus formas y contenidos para cuidar que propicien conocer y respetar las reglas mínimas de convivencia, que inculquen la sociabilidad, que enseñen a apostar a la sociedad, a la unión de todos y confiar en las posibilidades del hombre. Recuerden que el primer objeto de la educación es evitar tratar con salvajes. La descomposición social actual constata consecuencias de equivocar los contenidos de la educación.
En todo caso, cualquier individuo carece de explicaciones para las cosas que nadie le ha enseñado y a las que nunca se ha expuesto. En nuestro caso una consecuencia del abuso político, además del atraso e injusticia social, es que la “democracia” sea una de esas cosas para las que la mayoría de la población carece de explicaciones y desconoce sus formas y relaciones, externas e internas. Algo que ignora porque nadie les ha enseñado su teoría y también por falta de contacto, nunca la han visto ni conocido de primera mano.
La sociedad mexicana necesita conocer e ilustrarse en todo aquello que desconoce, por haber estado aislada de ello. La ingenuidad política la expone la creencia que con la sola alternancia se desemboca en la democracia.
Afortunadamente, el intento oportunista que pretende capitalizar atraso y confusión, se puede aprovechar como un pedagógico ejercicio práctico. La estrategia regresiva de descalificar las elecciones es excelente para contrastar actos de buena y mala fe.
Una parte importante a diferenciar son las relaciones entre agente y medio. El agente es el político y el medio la sociedad. El medio no es homogéneo sino heterogéneo y abigarrado. Con tres partes más o menos proporcionales que son acríticas o fanáticas y una cuarta parte crítica o no fanática de ninguna franquicia política. Otras partes se consideran marginales y se sacan del presente análisis.
La falta de filosofías, ideologías o plataformas políticas racionales que diferencien y delimiten en forma lógica a una postura política de otra, hace que las preferencias por las ofertas no sea racional, sino puramente emotiva, por simpatía, (por carisma diría Weber). Lo que a su vez hace que la compatibilidad cultural sea factor de afinidad entre la gente y las franquicias políticas.
El hombre tiende a confiar en las personas con similar nivel cultural y sentido común. La gente es proclive a confiar en las personas que se expresan como ellos y dan explicaciones que les parecen plausibles, por similitud y afinidad de las ECOM. Los silvestres confían en los silvestres y los artificializados en los artificializados, y en la medida en que las estructuras se aproximan, crean en los “otros” la apariencia de predecibilidad, por la que se ven como iguales.
Las preferencias políticas terciadas delatan a una sociedad no homogénea, sino heterogénea. Lo cual en principio, no es malo. El eufemismo de “riqueza cultural”, también es “pobreza cultural”. Es riqueza en la medida que enriquece el análisis con diferentes puntos de vista. Pero es pobreza en la medida en que falta un nivel cultural mínimo que sustente el debate, la verdad y la convivencia social civilizada, desorden del que resulta un invalidante caos.
El problema no es que todos seamos diferentes y pensemos distinto, sino la falta de reglas de juego civilizadas, lo que elude buscar y acordar lo mejor para la mayoría y solo permite la imposición irracional en base a fuerza o número. Lo que impide la asociación en base a colaboración en la búsqueda de beneficios mutuos y lo único que rige es doblegar y someter a los demás, que se ven como enemigos.
Un nivel mínimo de educación ciudadana para la convivencia social implica no mentir ni engañar. Lo opuesto a nuestra normal cultura de montajes, públicos y privados.
Igual que nunca se demostró el fraude de 2006, tampoco se demostrará el de 2012. Cuya inconsistencia de ambos reclamos alcanza la forma y sustancia, que los deja como “fraudes” sin pies ni cabeza. El fraude esta en el reclamo, es el reclamo, que se empieza a desmoronar al revisar sus partes. El reclamo mezcla dos de sus formas posibles: de percepción y operación.
Llamo fraude de percepción al que deforma la apariencia propia o de los adversarios. Y en esto ningún político del mundo tiene nada que reclamar. Porque el material de trabajo del político es la percepción. Precisamente la labor del político es que la gente perciba algo de una forma o de otra. Que le de un peso o valor a algo y no otro. Por lo que es ridículo que un político se queje que le cambien la percepción a la gente, porque ese es precisamente su trabajo. Como que un futbolista se queje de que le quitan el balón.
El reclamo contra los medios es taimado ya que todas las franquicias políticas tienen sus propios medios y opinadores incondicionales. Y los medios son iniciativa privada y el objeto del derecho público es meter en cintura a los servidores públicos y no a los particulares.
La consistencia del político la determina si trabaja a favor de toda la sociedad, de una parte o solo suyo o de sus cómplices. Político es el que trabaja para la sociedad, el que trabaja para un grupo es mafioso y el que trabaja para si es un oportunista (idiota según los griegos). Alterar el estado de animo de la gente y azuzarla para buscar provechos propios o de grupo es inmoral y lo opuesto al buen político. Con lo que ya llevamos dos deficiencias de “político”: quejarse que sus adversarios le cambian la percepción a la gente y que desazona a sus seguidores para presionar y extorsionar con el estado de ánimo descontrolado.
El tema y materia de trabajo del político es el estado de ánimo de la población. El buen político es el que cuida el talante de la gente para propiciar los acuerdos de la mejor manera posible y la aceptación de los sacrificios (responsabilidades) necesarios a cambio de las promesas (derechos) que a cada quien le corresponde asumir. El mal político es el que desazona el estado de ánimo de la gente para utilizarla como amague o lanzarla contra los opositores para lograr sus fines aviesos, lo que cambia el juego de buscar lo mejor para todos a lo menos malo, al mal menor.
La falla principal de los que ahora se echan fuera, es que no eran políticos. Por eso hasta sus adversarios dicen que “hasta lo que hicieron bien, les salió mal”. Mucho hicieron bien y mal, pero lo que peor hicieron fue el manejo de imagen (de percepción) y estado de ánimo de la población. Es decir lo que es medular en la política, porque no eran políticos ni idea tenían de la política.
9 julio 2012
Vislumbres del fraude
“Del aprendizaje necesario”
Por Ängel Pujalte Piñeiro
“Del aprendizaje necesario”
Por Ängel Pujalte Piñeiro
He señalado la inmadurez democrática de nuestra sociedad. Una no relacionada con el paso del tiempo, como la evolución orgánica natural en los seres vivos. Etapa que trae la simple marcha del tiempo y confunde con la errónea creencia que cualquier cosa madura sola en forma indefectible y a pesar de todos los apesares. Pero no envejece igual lo artificial que lo natural.
La madurez democrática, como la emotiva y racional, son estados de desarrollo de artificialidades, de postizos, de cualidades que no se insertan, desarrollan, sofistican y refinan en forma espontánea ni automática, que son modificaciones que no obedecen a cambios naturales ni son innatos del hombre, sino que son consecuencia de ordenadas alteraciones externas artificiales. De las que hay un infinito de posibilidades inconvenientes y un mínimo mínimorum convenientes.
Al no ser el hombre animal racional, ser humano ni democrático, sino un simio bípedo sin rabo con potencial racional, humanizable y democratizable, se le deben inocular de fuera los contenidos y relaciones de la racionalidad, el humanismo y la democracia, sin los cuales ningún simio, por muy homínido que nazca, llega a ser un animal racional, humano ni demócrata.
Por nacer con el cerebro vacío, no se puede artificializar de la mejor manera solo. Cada quien construye su propia referencia del mundo, su Estructura Conceptual Organizacional del Mundo (ECOM), con lo que puede, con lo que encuentra a su alrededor a su alcance. Si nadie lo recibe, introduce, orienta y adapta al mundo, pues la ECOM que resulte será muy deficiente; si se alimenta su cerebro con basura, construirá su ECOM con basura; si se le forma con buenos elementos, construirá una buena herramienta.
La ECOM del ciudadano debe incluir estructuras y subestructuras necesarias para ser racional, humano y demócrata. La ECOM es la explicación del mundo que cada quien desde que nace, con ayuda o sin ella y de acuerdo con el tipo y la calidad de la ayuda que reciba, construye en su cerebro como su referencia personal del mundo, su herramienta de adaptación al lugar donde se encuentra.
Esta es una labor principal de las gentes que reciben a los nuevos pobladores. Y nadie puede dar más de lo que tiene. Los hijos de gente silvestre, cuyos padres les dieron alimento, abrigo y cobijo, pero no les formaron el cerebro, no les transmitieron la información y herramientas necesarias, recibirán alimento, abrigo y cobijo, sin que los que los reciben les puedan formar el cerebro, al no poder transmitirles la información y herramientas indispensables para hacerse racional, humano y demócrata, por carecer de ella.
Esta labor es una responsabilidad principal familiar. Pero el número significativo de población silvestre obliga a buscar otras formas de apoyar la racionalización, humanización y democratización de los habitantes, de las que hay dos formas: la educación formal y las reglas de juego con vigencia fáctica en la cotidianidad social.
Lo que destaca la importancia de la educación formal en el desarrollo social. Y la necesidad de revisar sus formas y contenidos para cuidar que propicien conocer y respetar las reglas mínimas de convivencia, que inculquen la sociabilidad, que enseñen a apostar a la sociedad, a la unión de todos y confiar en las posibilidades del hombre. Recuerden que el primer objeto de la educación es evitar tratar con salvajes. La descomposición social actual constata consecuencias de equivocar los contenidos de la educación.
En todo caso, cualquier individuo carece de explicaciones para las cosas que nadie le ha enseñado y a las que nunca se ha expuesto. En nuestro caso una consecuencia del abuso político, además del atraso e injusticia social, es que la “democracia” sea una de esas cosas para las que la mayoría de la población carece de explicaciones y desconoce sus formas y relaciones, externas e internas. Algo que ignora porque nadie les ha enseñado su teoría y también por falta de contacto, nunca la han visto ni conocido de primera mano.
La sociedad mexicana necesita conocer e ilustrarse en todo aquello que desconoce, por haber estado aislada de ello. La ingenuidad política la expone la creencia que con la sola alternancia se desemboca en la democracia.
Afortunadamente, el intento oportunista que pretende capitalizar atraso y confusión, se puede aprovechar como un pedagógico ejercicio práctico. La estrategia regresiva de descalificar las elecciones es excelente para contrastar actos de buena y mala fe.
Una parte importante a diferenciar son las relaciones entre agente y medio. El agente es el político y el medio la sociedad. El medio no es homogéneo sino heterogéneo y abigarrado. Con tres partes más o menos proporcionales que son acríticas o fanáticas y una cuarta parte crítica o no fanática de ninguna franquicia política. Otras partes se consideran marginales y se sacan del presente análisis.
La falta de filosofías, ideologías o plataformas políticas racionales que diferencien y delimiten en forma lógica a una postura política de otra, hace que las preferencias por las ofertas no sea racional, sino puramente emotiva, por simpatía, (por carisma diría Weber). Lo que a su vez hace que la compatibilidad cultural sea factor de afinidad entre la gente y las franquicias políticas.
El hombre tiende a confiar en las personas con similar nivel cultural y sentido común. La gente es proclive a confiar en las personas que se expresan como ellos y dan explicaciones que les parecen plausibles, por similitud y afinidad de las ECOM. Los silvestres confían en los silvestres y los artificializados en los artificializados, y en la medida en que las estructuras se aproximan, crean en los “otros” la apariencia de predecibilidad, por la que se ven como iguales.
Las preferencias políticas terciadas delatan a una sociedad no homogénea, sino heterogénea. Lo cual en principio, no es malo. El eufemismo de “riqueza cultural”, también es “pobreza cultural”. Es riqueza en la medida que enriquece el análisis con diferentes puntos de vista. Pero es pobreza en la medida en que falta un nivel cultural mínimo que sustente el debate, la verdad y la convivencia social civilizada, desorden del que resulta un invalidante caos.
El problema no es que todos seamos diferentes y pensemos distinto, sino la falta de reglas de juego civilizadas, lo que elude buscar y acordar lo mejor para la mayoría y solo permite la imposición irracional en base a fuerza o número. Lo que impide la asociación en base a colaboración en la búsqueda de beneficios mutuos y lo único que rige es doblegar y someter a los demás, que se ven como enemigos.
Un nivel mínimo de educación ciudadana para la convivencia social implica no mentir ni engañar. Lo opuesto a nuestra normal cultura de montajes, públicos y privados.
Igual que nunca se demostró el fraude de 2006, tampoco se demostrará el de 2012. Cuya inconsistencia de ambos reclamos alcanza la forma y sustancia, que los deja como “fraudes” sin pies ni cabeza. El fraude esta en el reclamo, es el reclamo, que se empieza a desmoronar al revisar sus partes. El reclamo mezcla dos de sus formas posibles: de percepción y operación.
Llamo fraude de percepción al que deforma la apariencia propia o de los adversarios. Y en esto ningún político del mundo tiene nada que reclamar. Porque el material de trabajo del político es la percepción. Precisamente la labor del político es que la gente perciba algo de una forma o de otra. Que le de un peso o valor a algo y no otro. Por lo que es ridículo que un político se queje que le cambien la percepción a la gente, porque ese es precisamente su trabajo. Como que un futbolista se queje de que le quitan el balón.
El reclamo contra los medios es taimado ya que todas las franquicias políticas tienen sus propios medios y opinadores incondicionales. Y los medios son iniciativa privada y el objeto del derecho público es meter en cintura a los servidores públicos y no a los particulares.
La consistencia del político la determina si trabaja a favor de toda la sociedad, de una parte o solo suyo o de sus cómplices. Político es el que trabaja para la sociedad, el que trabaja para un grupo es mafioso y el que trabaja para si es un oportunista (idiota según los griegos). Alterar el estado de animo de la gente y azuzarla para buscar provechos propios o de grupo es inmoral y lo opuesto al buen político. Con lo que ya llevamos dos deficiencias de “político”: quejarse que sus adversarios le cambian la percepción a la gente y que desazona a sus seguidores para presionar y extorsionar con el estado de ánimo descontrolado.
El tema y materia de trabajo del político es el estado de ánimo de la población. El buen político es el que cuida el talante de la gente para propiciar los acuerdos de la mejor manera posible y la aceptación de los sacrificios (responsabilidades) necesarios a cambio de las promesas (derechos) que a cada quien le corresponde asumir. El mal político es el que desazona el estado de ánimo de la gente para utilizarla como amague o lanzarla contra los opositores para lograr sus fines aviesos, lo que cambia el juego de buscar lo mejor para todos a lo menos malo, al mal menor.
La falla principal de los que ahora se echan fuera, es que no eran políticos. Por eso hasta sus adversarios dicen que “hasta lo que hicieron bien, les salió mal”. Mucho hicieron bien y mal, pero lo que peor hicieron fue el manejo de imagen (de percepción) y estado de ánimo de la población. Es decir lo que es medular en la política, porque no eran políticos ni idea tenían de la política.
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