Re: El PAN, la Asamblea y el Quorum
Pues mientras te invitan, ahí te dejo una nota del Rafael Cardona en tu periódico favorito:
El PAN actual; ¿crisis o espejo?
Rafael Cardona | Opinión | Fecha: 2013-03-20 | Hora de creación: 01:11:28 | Ultima modificación: 01:11:28
Felipe Calderón destruyó al partido. Lo quiso hacer una herramienta de su propiedad y para su conveniencia, y mientras tal afán desplegaba nadie le dijo ni pío.
Conforme pasan los días la situación del Partido Acción Nacional se parece más a una trampa lodosa, esa formación profunda conocida como arena movediza. Mientras más se mueve quien cae en ella, más se hunde.
Después de la estrepitosa derrota electoral, cuando no supieron cómo reaccionar sino mediante un hipócrita e insuficiente ejercicio de reflexión (en realidad un tardío e inconsecuente reparto de culpas sin castigo), cuya utilidad se le untó al queso de su fracaso, no tuvieron la fuerza suficiente para otra cosa como no fuera colgarse de las pretéritas y poco ciertas glorias de antaño y presentarse como los promotores de la democracia y no como los reales destructores de la confianza.
Lo más notable es como en el PAN (y en eso se parece a todos los partidos políticos del mundo, justo es decirlo) opera la ley mafiosa de la “Omertá”; es decir, el silencio como exigencia militante. Cada quien se queja en privado pero defiende en público.
Los panistas con quienes he hablado recientemente me confirman muchas cosas cuya existencia se advierte nada más mediante la vista exterior: Felipe Calderón destruyó al partido. Lo quiso hacer una herramienta de su propiedad y para su conveniencia, y mientras tal afán desplegaba nadie le dijo ni pío.
La larga lista de las imposiciones y la carrera frenética tras el dinero en cualquiera de sus posiciones, sustituyeron o crearon, según se quiera ver, la ideología de pureza democrática con cuya invocación y emblema llegaron al poder. Bueno, llegaron al no poder.
Como un ejemplo, en cien días Enrique Peña les probó la amplitud de las facultades ejecutivas y les enseñó cómo se hace política con el mango y la sartén.
Pero la ruina panista no consiste en haber fracasado en el ejercicio público, consiste en mirarse cara a cara y no hallar un sólo militante notable, capaz de sacarlos de la postración. Y cuando no saben hacia dónde mirar; ya hay quien piensa llamar de nuevo a Felipe Calderón para hundiré más en las arenas inestables.
El sainete de asamblea del domingo anterior es para la carcajada. Logran un avance democrático en la designación de su dirigencia y no hay siquiera quórum para aprobarla en definitiva, a pesar de haber tomado “providencias” para modificar el registro de los delegados con el pretexto de la lejanía de sus puntos de origen, como si no hubieran podido sacarlos un día antes.
Si alguien me puede dar una mejor muestra del ridículo y su desmesura, yo se lo voy a agradecer. Es comprar cada vez un circo y ver el gigantismo de los enanos. Y a veces ni eso.
Pues mientras te invitan, ahí te dejo una nota del Rafael Cardona en tu periódico favorito:
El PAN actual; ¿crisis o espejo?
Rafael Cardona | Opinión | Fecha: 2013-03-20 | Hora de creación: 01:11:28 | Ultima modificación: 01:11:28
Felipe Calderón destruyó al partido. Lo quiso hacer una herramienta de su propiedad y para su conveniencia, y mientras tal afán desplegaba nadie le dijo ni pío.
Conforme pasan los días la situación del Partido Acción Nacional se parece más a una trampa lodosa, esa formación profunda conocida como arena movediza. Mientras más se mueve quien cae en ella, más se hunde.
Después de la estrepitosa derrota electoral, cuando no supieron cómo reaccionar sino mediante un hipócrita e insuficiente ejercicio de reflexión (en realidad un tardío e inconsecuente reparto de culpas sin castigo), cuya utilidad se le untó al queso de su fracaso, no tuvieron la fuerza suficiente para otra cosa como no fuera colgarse de las pretéritas y poco ciertas glorias de antaño y presentarse como los promotores de la democracia y no como los reales destructores de la confianza.
Lo más notable es como en el PAN (y en eso se parece a todos los partidos políticos del mundo, justo es decirlo) opera la ley mafiosa de la “Omertá”; es decir, el silencio como exigencia militante. Cada quien se queja en privado pero defiende en público.
Los panistas con quienes he hablado recientemente me confirman muchas cosas cuya existencia se advierte nada más mediante la vista exterior: Felipe Calderón destruyó al partido. Lo quiso hacer una herramienta de su propiedad y para su conveniencia, y mientras tal afán desplegaba nadie le dijo ni pío.
La larga lista de las imposiciones y la carrera frenética tras el dinero en cualquiera de sus posiciones, sustituyeron o crearon, según se quiera ver, la ideología de pureza democrática con cuya invocación y emblema llegaron al poder. Bueno, llegaron al no poder.
Como un ejemplo, en cien días Enrique Peña les probó la amplitud de las facultades ejecutivas y les enseñó cómo se hace política con el mango y la sartén.
Pero la ruina panista no consiste en haber fracasado en el ejercicio público, consiste en mirarse cara a cara y no hallar un sólo militante notable, capaz de sacarlos de la postración. Y cuando no saben hacia dónde mirar; ya hay quien piensa llamar de nuevo a Felipe Calderón para hundiré más en las arenas inestables.
El sainete de asamblea del domingo anterior es para la carcajada. Logran un avance democrático en la designación de su dirigencia y no hay siquiera quórum para aprobarla en definitiva, a pesar de haber tomado “providencias” para modificar el registro de los delegados con el pretexto de la lejanía de sus puntos de origen, como si no hubieran podido sacarlos un día antes.
Si alguien me puede dar una mejor muestra del ridículo y su desmesura, yo se lo voy a agradecer. Es comprar cada vez un circo y ver el gigantismo de los enanos. Y a veces ni eso.
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